Encomendamos a foro Burbuja y a los que en él postean a la causa de San José.

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Hoy domingo 31 de enero iniciamos los siete domingos de San José, patrono de la Iglesia Católica. Ponemos en las santas manos del padre de Jesucristo en la tierra, la intercesión por foro Burbuja y la posibilidad que nos presta, en cuanto a entretenimiento y sobre todo anticipación a los tiempos difíciles que se avecinan, de poder estar informados. Que San José nos libre de las garras del maligno y tenga misericordia de aquellos que no tienen fe. Que proteja a los que cuidan del foro, a los que participan en él y los ilumine en el discernimiento a la hora de separar el grano de la trabajo manual. Que tenga paciencia con aquellos que, tentados por su ignorancia y mala fe, ensucien este hilo. Y que todo el provecho que obtengamos de la información que aquí se pone, sea en beneficio del amor y la caridad entre nosotros los hijos de Dios. Amen

No debatiré con nadie.
Actualizaré los próximos 7 domingos previos a la fiesta de San José.

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INTRODUCCIÓN
“Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José». Los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, refieren poco, pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fue y la misión que la Providencia le confió. Por eso, al cumplirse ciento cincuenta años de que el beato Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, lo declarara como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera —como dice Jesús— que “la boca hable de aquello de lo que está lleno el corazón” (cf. Mt 12,34), para compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana.” (Papa Francisco. Fragmento de la introducción de la Carta Apostólica Patris Corde) Uniéndonos al Santo Padre en este año que ha dedicado a San José por el 150 aniversario de la declaración como Patrono de la Iglesia Universal, hemos elaborado este ***etito con la intención de profundizar en la figura de este gran santo y prepararnos a celebrar su fiesta. Lo haremos mediante el rezo de los Siete Domingos de San José, donde la tradición de la Iglesia recuerda los dolores y gozos que pasó al custodiar a Jesús y a María. Para ello, nos hemos basado en el libro “DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ” de Jesús Martínez García, ed. Rialp, Madrid, 2000, que esta imbuido en el espíritu de San Josemaría Escrivá de Balaguer. También incluimos para cada domingo un punto de la Carta Apostólica Patris Corde con la que el Papa Francisco ha convocado este año josefino. Puestos bajo la Custodia de San José le pedimos que nos guarde y defienda y guie nuestros pasos al encuentro de Jesús para que aún en medio del dolor podamos experimentar el gozo de saber que estamos en manos de Dios.


ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén


PRIMER DOMINGO JOSÉ DESCUBRE EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN

¡Qué gran dolor sintió José cuando, al tener noticia del embarazo de María, estuvo tentado y se determinó a repudiar a su inmaculada esposa! “María, su progenitora, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.” (Mt 1,18). José se sabía verdaderamente afortunado por haber encontrado a María, una mujer que pensaba como él y tenía a Dios como valor más importante de su vida. Reconoce y agradece los designios de la Providencia divina. José piensa que tiene que desaparecer de la escena y dejar que Dios haga como desee. Pero sufre, sufre muchísimo porque eso supone dejar a quien más quiere en el mundo. En ocasiones no se entiende lo que sucede. ¿Qué hacer entonces? Mirar a Dios y esperar. Dios es fiel; quien se apoya en Él no quedará defraudado.

¡Qué gran gozo llenó el corazón del justo José cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la Encarnación! “Se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.” (Mt 1, 20) Gozo inmenso al conocer su misión: cuidar al Mesías prometido. Se le pide ¡nada menos! no separarse de Jesús ni de María. El dolor ha dado paso a la alegría desbordante y se va corriendo a contar a su esposa lo que acaba de descubrir: su vocación. Antes José se sentía afortunado, pero al comprender los planes divinos siente una alegría mayor. José mira con inmenso cariño a María y agradece a Dios haberle escogido a él para contemplar y participar en tales sucesos divinos.

REFLEXIÓN
¿Comprendo que Dios tiene unos planes para mí y que yo debo conocerlos? - ¿Entiendo que Dios llama a todos a la santidad, que toda vida es respuesta y que toda mi vida debe ser una respuesta afirmativa a Dios? - ¿Me doy cuenta de que la vocación nunca puede suponer un fastidio porque es lo que da sentido sobrenatural y eterno a nuestro paso por la tierra? “Gracias Dios mío porque me creaste, porque me redimiste, porque me amas sin medida y porque pensaste en mí desde toda la eternidad para ser otro Cristo, sacerdote para siempre.” (D. Miguel Conesa, Pbro)

PETICIÓN Y PROPÓSITO

Pedimos al Señor, por la intercesión de San José, por la contribución que hace foro Burbuja en la información a los hombres de buena voluntad y por aquellos que postean información de utilidad y servicio para la salvación de las almas. Estos días ofreceré algún sacrificio por las vocaciones, especialmente por aquellas personas que no han descubierto la suya o no responden con generosidad. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

ORACIÓN
San José patrono de las vocaciones en la Iglesia, ayúdame a descubrir lo que Dios espera de mí, a ser fiel todos los días de mi vida hasta la fin, especialmente en las pequeñas llamadas que Dios me hace a lo largo del día, y a entender la importancia de servir con generosidad a los planes de Dios. Amén.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.

Meditación del Papa Francisco (Para leer en esta semana) Carta Apostólica Patris Corde. I. Padre amado La grandeza de San José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. En cuanto tal, «entró en el servicio de toda la economía de la encarnación», como dice San Juan Crisóstomo. San Pablo VI observa que su paternidad se manifestó concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa».
Por su papel en la historia de la salvación, San José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano, como lo demuestra el hecho de que se le han dedicado numerosas iglesias en todo el mundo; que muchos institutos religiosos, hermandades y grupos eclesiales se inspiran en su espiritualidad y llevan su nombre; y que desde hace siglos se celebran en su honor diversas representaciones sagradas. Muchos santos y santas le tuvieron una gran devoción, entre ellos Teresa de Ávila, quien lo tomó como abogado e intercesor, encomendándose mucho a él y recibiendo todas las gracias que le pedía. Alentada por su experiencia, la santa persuadía a otros para que le fueran devotos. En todos los libros de oraciones se encuentra alguna oración a San José. Invocaciones particulares que le son dirigidas todos los miércoles y especialmente durante todo el mes de marzo, tradicionalmente dedicado a él. La confianza del pueblo en San José se resume en la expresión “Ite ad Ioseph”, que hace referencia al tiempo de hambruna en Egipto, cuando la gente le pedía pan al faraón y él les respondía: «Vayan donde José y hagan lo que él les diga» (Gn 41,55). Se trataba de José el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron por envidia (cf. Gn 37,11-28) y que —siguiendo el relato bíblico— se convirtió posteriormente en virrey de Egipto (cf. Gn 41,41-44). Como descendiente de David (cf. Mt 1,16.20), de cuya raíz debía brotar Jesús según la promesa hecha a David por el profeta Natán (cf. 2 Sam 7), y como esposo de María de Nazaret, San José es la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento.
 
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SEXTO DOMINGO DE SAN JOSÉ (7 de marzo 2021)

EL REGRESO A NAZARET

Qué gran dolor e incertidumbre tuvo que tener San José al regresar a su tierra, Nazaret, por el miedo a Herodes Arquelao.
“Se levantó, tomó al niño y a su progenitora y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en ****a como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá.” (Mt 2, 21-22).
En el viaje de retorno a casa José tiene que cambiar los planes. La vida consiste, en cierto sentido, en ir de camino. De camino hacia la casa del Padre, nuestra jovenlandesada definitiva. Cada día es un paso que nos puede acercar al cielo. Pero no caminamos solos, vamos en compañía de otros, sobre todo de nuestra familia. Sería muy cómodo, muy egoísta vivir sin preocuparse de los demás. Como a José, también a nosotros nos pide Dios que carguemos con la salud espiritual y física de los que nos rodean.

Que inmensa alegría obtuvo José en su corazón al regresar con Jesús de Egipto a su tierra, Nazaret, confiando en la voz de aquel ángel que lo guió, sabiendo que se cumplirían las promesas de Dios a su pueblo. “Y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.” (Mt 2,23)
“En Nazaret estableció José de nuevo su taller de artesano. Trabaja y trabaja con la garlopa. María también trabaja. Y Jesús, todavía niño, juega con las virutas de serrín; aprende a moverse entre clavos y maderos para el momento de la redención. José goza porque Dios ha querido que sea artesano, padre y esposo. Porque, precisamente en medio de esas tareas, él está con Jesús y con la Virgen María. Trabajar satisface humanamente, es medio de subsistencia, sirve para sacar adelante la familia. Pero sobre todo es el instrumento que tenemos para servir a Dios y a los demás. El santo patriarca será el patrono de quienes trabajen con ese sentido cristiano. ¡Qué gozada vivir en una familia así, trabajando como Él!” (San José María Escrivá)

REFLEXIÓN

- ¿Dedico suficiente tiempo a mi familia? ¿Me doy cuenta de que los demás necesitan de mi tiempo, de mí?
- ¿Sé escuchar? ¿Recuerdo alguna cosa que me hayan hecho notar mis familiares y no acabo de tener en cuenta para rectificar?
- ¿Rezo por mi familia? ¿Rezamos en familia?
“Lo que ocurre en nuestra vida ahora es lo que mejor puede pasarme porque la vida no la dirijo yo sino Dios, hace falta espíritu de fe.” (D. Miguel Conesa, Pbro)

PETICIÓN Y PROPÓSITO

Ponemos en tus manos, San José, a todos aquellos hermanos nuestros que tienen que huir de su tierra, de sus pueblos, de sus casas, porque no son respetados por su forma de vida, por su religión, por falta de trabajo, de alimento. En este día daré gracias al Señor por todo lo que me da y consideraré en el trabajo -al menos al empezar- que puedo ofrecerlo a Dios a través de San José por todos aquellos que están sufriendo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

ORACIÓN
Oh glorioso José, alcánzame la gracia de trabajar a imitación tuya: con orden, constancia, intensidad y presencia de Dios; de trabajar teniendo siempre ante mis ojos las almas todas y la cuenta que habré de dar del tiempo perdido y de la vana complacencia en mis trabajos, tan contraria a la gloria de Dios. Amén. Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.


Meditación del Papa Francisco (Para leer en esta semana)
Carta Apostólica Patris Corde. VI.

Padre trabajador
Un aspecto que caracteriza a San José y que se ha destacado desde la época de la primera Encíclica social, la Rerum novarum de León XIII, es su relación con el trabajo. San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo.

En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aún en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar.

El trabajo se convierte en participación en la obra misma de la salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión. El trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que es la familia. Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?

La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La obra de San José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de el bichito-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a San José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!

Siento ponerlo tan tarde. Mil disculpas.
Que paséis una feliz semana.
 
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