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Madmaxista
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Hoy domingo 31 de enero iniciamos los siete domingos de San José, patrono de la Iglesia Católica. Ponemos en las santas manos del padre de Jesucristo en la tierra, la intercesión por foro Burbuja y la posibilidad que nos presta, en cuanto a entretenimiento y sobre todo anticipación a los tiempos difíciles que se avecinan, de poder estar informados. Que San José nos libre de las garras del maligno y tenga misericordia de aquellos que no tienen fe. Que proteja a los que cuidan del foro, a los que participan en él y los ilumine en el discernimiento a la hora de separar el grano de la trabajo manual. Que tenga paciencia con aquellos que, tentados por su ignorancia y mala fe, ensucien este hilo. Y que todo el provecho que obtengamos de la información que aquí se pone, sea en beneficio del amor y la caridad entre nosotros los hijos de Dios. Amen
No debatiré con nadie.
Actualizaré los próximos 7 domingos previos a la fiesta de San José.
¡Qué gran dolor sintió José cuando, al tener noticia del embarazo de María, estuvo tentado y se determinó a repudiar a su inmaculada esposa! “María, su progenitora, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.” (Mt 1,18). José se sabía verdaderamente afortunado por haber encontrado a María, una mujer que pensaba como él y tenía a Dios como valor más importante de su vida. Reconoce y agradece los designios de la Providencia divina. José piensa que tiene que desaparecer de la escena y dejar que Dios haga como desee. Pero sufre, sufre muchísimo porque eso supone dejar a quien más quiere en el mundo. En ocasiones no se entiende lo que sucede. ¿Qué hacer entonces? Mirar a Dios y esperar. Dios es fiel; quien se apoya en Él no quedará defraudado.
¡Qué gran gozo llenó el corazón del justo José cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la Encarnación! “Se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.” (Mt 1, 20) Gozo inmenso al conocer su misión: cuidar al Mesías prometido. Se le pide ¡nada menos! no separarse de Jesús ni de María. El dolor ha dado paso a la alegría desbordante y se va corriendo a contar a su esposa lo que acaba de descubrir: su vocación. Antes José se sentía afortunado, pero al comprender los planes divinos siente una alegría mayor. José mira con inmenso cariño a María y agradece a Dios haberle escogido a él para contemplar y participar en tales sucesos divinos.
Pedimos al Señor, por la intercesión de San José, por la contribución que hace foro Burbuja en la información a los hombres de buena voluntad y por aquellos que postean información de utilidad y servicio para la salvación de las almas. Estos días ofreceré algún sacrificio por las vocaciones, especialmente por aquellas personas que no han descubierto la suya o no responden con generosidad. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.
Meditación del Papa Francisco (Para leer en esta semana) Carta Apostólica Patris Corde. I. Padre amado La grandeza de San José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. En cuanto tal, «entró en el servicio de toda la economía de la encarnación», como dice San Juan Crisóstomo. San Pablo VI observa que su paternidad se manifestó concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa».
Por su papel en la historia de la salvación, San José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano, como lo demuestra el hecho de que se le han dedicado numerosas iglesias en todo el mundo; que muchos institutos religiosos, hermandades y grupos eclesiales se inspiran en su espiritualidad y llevan su nombre; y que desde hace siglos se celebran en su honor diversas representaciones sagradas. Muchos santos y santas le tuvieron una gran devoción, entre ellos Teresa de Ávila, quien lo tomó como abogado e intercesor, encomendándose mucho a él y recibiendo todas las gracias que le pedía. Alentada por su experiencia, la santa persuadía a otros para que le fueran devotos. En todos los libros de oraciones se encuentra alguna oración a San José. Invocaciones particulares que le son dirigidas todos los miércoles y especialmente durante todo el mes de marzo, tradicionalmente dedicado a él. La confianza del pueblo en San José se resume en la expresión “Ite ad Ioseph”, que hace referencia al tiempo de hambruna en Egipto, cuando la gente le pedía pan al faraón y él les respondía: «Vayan donde José y hagan lo que él les diga» (Gn 41,55). Se trataba de José el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron por envidia (cf. Gn 37,11-28) y que —siguiendo el relato bíblico— se convirtió posteriormente en virrey de Egipto (cf. Gn 41,41-44). Como descendiente de David (cf. Mt 1,16.20), de cuya raíz debía brotar Jesús según la promesa hecha a David por el profeta Natán (cf. 2 Sam 7), y como esposo de María de Nazaret, San José es la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento.
No debatiré con nadie.
Actualizaré los próximos 7 domingos previos a la fiesta de San José.
INTRODUCCIÓN
“Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José». Los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, refieren poco, pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fue y la misión que la Providencia le confió. Por eso, al cumplirse ciento cincuenta años de que el beato Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, lo declarara como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera —como dice Jesús— que “la boca hable de aquello de lo que está lleno el corazón” (cf. Mt 12,34), para compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana.” (Papa Francisco. Fragmento de la introducción de la Carta Apostólica Patris Corde) Uniéndonos al Santo Padre en este año que ha dedicado a San José por el 150 aniversario de la declaración como Patrono de la Iglesia Universal, hemos elaborado este ***etito con la intención de profundizar en la figura de este gran santo y prepararnos a celebrar su fiesta. Lo haremos mediante el rezo de los Siete Domingos de San José, donde la tradición de la Iglesia recuerda los dolores y gozos que pasó al custodiar a Jesús y a María. Para ello, nos hemos basado en el libro “DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ” de Jesús Martínez García, ed. Rialp, Madrid, 2000, que esta imbuido en el espíritu de San Josemaría Escrivá de Balaguer. También incluimos para cada domingo un punto de la Carta Apostólica Patris Corde con la que el Papa Francisco ha convocado este año josefino. Puestos bajo la Custodia de San José le pedimos que nos guarde y defienda y guie nuestros pasos al encuentro de Jesús para que aún en medio del dolor podamos experimentar el gozo de saber que estamos en manos de Dios.
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén
PRIMER DOMINGO JOSÉ DESCUBRE EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN
¡Qué gran dolor sintió José cuando, al tener noticia del embarazo de María, estuvo tentado y se determinó a repudiar a su inmaculada esposa! “María, su progenitora, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.” (Mt 1,18). José se sabía verdaderamente afortunado por haber encontrado a María, una mujer que pensaba como él y tenía a Dios como valor más importante de su vida. Reconoce y agradece los designios de la Providencia divina. José piensa que tiene que desaparecer de la escena y dejar que Dios haga como desee. Pero sufre, sufre muchísimo porque eso supone dejar a quien más quiere en el mundo. En ocasiones no se entiende lo que sucede. ¿Qué hacer entonces? Mirar a Dios y esperar. Dios es fiel; quien se apoya en Él no quedará defraudado.
¡Qué gran gozo llenó el corazón del justo José cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la Encarnación! “Se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.” (Mt 1, 20) Gozo inmenso al conocer su misión: cuidar al Mesías prometido. Se le pide ¡nada menos! no separarse de Jesús ni de María. El dolor ha dado paso a la alegría desbordante y se va corriendo a contar a su esposa lo que acaba de descubrir: su vocación. Antes José se sentía afortunado, pero al comprender los planes divinos siente una alegría mayor. José mira con inmenso cariño a María y agradece a Dios haberle escogido a él para contemplar y participar en tales sucesos divinos.
REFLEXIÓN
¿Comprendo que Dios tiene unos planes para mí y que yo debo conocerlos? - ¿Entiendo que Dios llama a todos a la santidad, que toda vida es respuesta y que toda mi vida debe ser una respuesta afirmativa a Dios? - ¿Me doy cuenta de que la vocación nunca puede suponer un fastidio porque es lo que da sentido sobrenatural y eterno a nuestro paso por la tierra? “Gracias Dios mío porque me creaste, porque me redimiste, porque me amas sin medida y porque pensaste en mí desde toda la eternidad para ser otro Cristo, sacerdote para siempre.” (D. Miguel Conesa, Pbro)
PETICIÓN Y PROPÓSITO
Pedimos al Señor, por la intercesión de San José, por la contribución que hace foro Burbuja en la información a los hombres de buena voluntad y por aquellos que postean información de utilidad y servicio para la salvación de las almas. Estos días ofreceré algún sacrificio por las vocaciones, especialmente por aquellas personas que no han descubierto la suya o no responden con generosidad. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
ORACIÓN
San José patrono de las vocaciones en la Iglesia, ayúdame a descubrir lo que Dios espera de mí, a ser fiel todos los días de mi vida hasta la fin, especialmente en las pequeñas llamadas que Dios me hace a lo largo del día, y a entender la importancia de servir con generosidad a los planes de Dios. Amén. Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.
Meditación del Papa Francisco (Para leer en esta semana) Carta Apostólica Patris Corde. I. Padre amado La grandeza de San José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. En cuanto tal, «entró en el servicio de toda la economía de la encarnación», como dice San Juan Crisóstomo. San Pablo VI observa que su paternidad se manifestó concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa».
Por su papel en la historia de la salvación, San José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano, como lo demuestra el hecho de que se le han dedicado numerosas iglesias en todo el mundo; que muchos institutos religiosos, hermandades y grupos eclesiales se inspiran en su espiritualidad y llevan su nombre; y que desde hace siglos se celebran en su honor diversas representaciones sagradas. Muchos santos y santas le tuvieron una gran devoción, entre ellos Teresa de Ávila, quien lo tomó como abogado e intercesor, encomendándose mucho a él y recibiendo todas las gracias que le pedía. Alentada por su experiencia, la santa persuadía a otros para que le fueran devotos. En todos los libros de oraciones se encuentra alguna oración a San José. Invocaciones particulares que le son dirigidas todos los miércoles y especialmente durante todo el mes de marzo, tradicionalmente dedicado a él. La confianza del pueblo en San José se resume en la expresión “Ite ad Ioseph”, que hace referencia al tiempo de hambruna en Egipto, cuando la gente le pedía pan al faraón y él les respondía: «Vayan donde José y hagan lo que él les diga» (Gn 41,55). Se trataba de José el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron por envidia (cf. Gn 37,11-28) y que —siguiendo el relato bíblico— se convirtió posteriormente en virrey de Egipto (cf. Gn 41,41-44). Como descendiente de David (cf. Mt 1,16.20), de cuya raíz debía brotar Jesús según la promesa hecha a David por el profeta Natán (cf. 2 Sam 7), y como esposo de María de Nazaret, San José es la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento.