xicomalo
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Si amigos Italia Era una monarquia que despues del Fascismo se pregunto al pueblo si quería continuar con ella o quería una República ...
El referendum de la monarquía en Italia,1946
El 2 de junio 1946 los italianos fueron llamados a elegir el Modelo de Estado que Italia debería adquirir después del final de la Segunda Guerra Mundial. El Referéndum Institucional contraponía la República, algo nuevo para el Estado italiano, con la Monarquía, que había marcado la Península itálica desde el 1861, el año de su unificación bajo el poder de la Casa Real de los Saboya.
Votaron más del 89% de los ciudadanos (incluidas las mujeres, que en Italia tuvieron el derecho a votar después de la Segunda Guerra Mundial) y el Referéndum se concluyó con la victoria de la República con 12.718.614 votos, el 54,3% contra los 10.718.502 votos, los 45,7% obtenidos de la Monarquía.
Para entender cómo se logró tal resultado hace falta echar un vistazo a la anterior historia italiana, centrando la atención en el periodo entre el 1943 y el 1946.
En una Italia que, en junio del 1940 participó en la Segunda Guerra Mundial junto con la Alemania nancy, fue guiada por Benito Mussolini, el Duce del fascismo, el Rey Vittorio Emanuele III había concedido el Gobierno del Estado italiano en octubre del 1922.
El régimen fascista, aunque cambió por completo el “Estatuto Albertino” (adopta el nombre del Rey que lo promulgó, Carlos Alberto de Saboya, fue la Constitución en vigor en Italia desde el 4 de marzo de 1848) para obtener una fuerte supremacía sobre los otros poderes del Estado para construir una dictadura, no eliminó la monarquía; así que el Rey siguió siendo el jefe del Estado italiano. Cuando el conflicto empezó a desfavorecer a Alemania y a sus aliados, Vittorio Emanuele III, que hasta entonces siempre había apoyado el Fascismo y sus conquistas militares que le habían dado el título de Emperador, intentó desvincular a Italia del régimen fascista.
El día 25 de julio de 1943 el Rey, aprovechando la oportunidad ofrecida por el “Gran Consejo del Fascismo” que pronunció una sentencia desfavorable en contra de Mussolini, para ejercer su función garantizada por el “Estatuto Albertino”, dió la orden de arrestar al Duce, poniendo en su lugar, al nuevo jefe de gobierno el General Badoglio.
En los siguientes meses la monarquía se puso en contacto con los británicos y los estadounidenses, ya que sus fuerzas militares ocuparon desde julio 1943 Sicilia, pidiendo una tregua separada. Las negociaciones produjeron finalmente dicho armisticio el 3 de septiembre del mismo año, aunque se dio a conocer a los ciudadanos italianos el día 8 de septiembre.
El Armisticio provocó la reacción de Alemania que, en realidad, estaba preparando, hace tiempo, que Italia saliese antes del conflicto: los alemanes ocuparon militarmente una parte del sur y prácticamente todo el centro-norte de la Península, se llevaron buena parte de los militares del ejercito italiano, en este momento dejados enteramente sin ningún tipo de ordenes por parte del Rey y del General Badoglio, que huyeron de Roma para ir hacia el sur en manos del ejercito anglo-americano.
Los alemanes liberaron a Mussolini de su cautiverio y le dieron la posibilidad de volver a crear un nuevo gobierno fascista, la República Social italiana, con jurisdicción sobre el centro-norte del país.
Hasta la primavera 1945 Italia vivió en una situación de división administrativa y política, con un centro-norte en el cual dictaminó el poder nancy y la RSI y un centro-sur en mano de la monarquía bajo el control de las Fuerzas Aliadas.
Mientras en el centro-norte se luchaba contra las fuerzas nancy y fascista, se desarrolló el Movimiento Partisano y la guerra siguió hasta el 1945, en el centro-sur, donde los territorios ya eran libres y estaban fuera del conflicto; los Partisanos antifascistas y el Gobierno italiano comenzaron en 1944 la tras*ición desde el fascismo a la nueva Italia libre.
Dejando ahora por razón de espacio de hablar de la “Resistenza” italiana y de los acontecimientos que la caracterizaron, aunque sean fundamentales para el desarrollo posbélico de la historia italiana, entramos en los detalles de la situación del territorio italiano liberado para seguir las etapas que condujeron al Referéndum del 2 de junio 1946.
Después del Armisticio la decisión sobre el Modelo de Estado, fue muy complicada para los partidos antifascistas, porque había que recuperarse tras la caída del fascismo, por sus posiciones hacía el gobierno del sur de Italia, hacia los Aliados y la lucha contra los fascistas y los nazis.
Los Partido Socialista, Partido de Acción, Partido Comunista, Partido Liberal, Democracia Cristiana y Democracia del Trabajo, que componían el Comité de liberación Nacional Central, no estaban de acuerdo con los proyectos de la futura Italia que había de construirse. Sustancialmente eran dos las partes que se enfrentaban: por un lado los comunistas, los accionistas y los socialistas apuntaban hacia una profunda renovación de las estructuras políticas, sociales y económicas del País, mientras los otros partidos políticos proponían un posicionamiento mas moderado o declaradamente conservador.
A pesar de dichas diferencias los exponentes del Comité de liberación Nacional Central al principio pidieron la dimision del Rey y la creación de un gobierno que fuera expresión del antifascismo. Por lo que concierne a la forma de Estado, los representantes políticos estaban dispuestos a esperar el fin de la guerra y encomendar a un referéndum popular la última decisión, al mismo tiempo no estaban dispuestos a sostener el gobierno mientras que Vittorio Emanuele III permaneciese en su lugar.
Considerando que los británicos y, en menor medida, los estadounidenses, sostenían al general Badoglio y a la monarquía, podemos darnos cuenta de que Italia se encontraba en un callejón sin salida.
En los meses de marzo y abril de 1944 una serie de factores desbloqueó por completo la situación. El gobierno del general Badoglio obtuvo el reconocimiento oficial de la Unión Soviética, dispuesta a no dejar el poder de decisión en manos de estados Unidos y Gran Bretaña; un reconocimiento seguido de un memorándum del Ministro de exteriores Soviético, el cual destacaba la importancia de una cooperaración entre el gobierno italiano y los partidos anti-fascistas por el bien de la lucha contra los nazis de las grandes potencias aliadas obligando, así a los americanos y a los ingleses a dar una apertura a los anti-fascistas italianos.
El líder comunista italiano Palmiro Togliatti, regresando desde Moscú, marcó un punto de inflexión en la política del Partido Comunista italiano y en general en la formación anti-fascista: los comunistas consideraban prioritario el compromiso con los otros partidos en la lucha contra la ocupación nancy y el fascismo, y estuvieron de acuerdo en apoyar la monarquía y el gobierno del sur hasta a la victoria completa, posponiendo a otro momento la resolución de la cuestión institucional del País.
Finalmente el Rey cedió a las presiones de algunos personajes liberales y de los anglo-americanos para buscar un compromiso en el que no se preveía la abdicación, rechazada firmemente por Vittorio Emanuele III, así que el Rey dimitió a cambio de nombrar a su hijo, Umberto II “Lugarteniente” General del Reino, después de que Roma fuese recuperada por las fuerzas aliadas, y retirarse a la vida privada.
Después de tales acontecimientos, al final de 1944, se formó un gobierno de “Unidad Nacional Antifascista” que por primera vez desde el derrocamiento de Mussolini, veía la participación de todos los exponentes de los partidos anti-fascistas. El ejecutivo del gobierno era presidido todavía por el general Pietro Badoglio, apoyado por los británicos y los estadounidenses como garante del Armisticio, pero la cuestión institucional todavía no se tocará hasta el fin del conflicto, con la aprobación también del Comité de Liberación Nacional Central y el Comité de liberación de Milán, el centro directivo del Movimiento Partisano en Italia centro-septentrional.
Una primera resolución del problema se avanzó con el Decreto Ley luogotenenziale n.151 de el 25 de junio 1944, puesto en marcha por el gobierno que asumió el cargo después la liberación de Roma, todavía compuesto por partidos anti-fascistas y guiados esta vez no por el general Badoglio, si no por el moderado Ivanoe Bonomi, exponente de la política italiana pre-fascista y hasta entonces presidente de el Comité Central de Liberación Nacional. El decreto establecía que al terminar la guerra habría sido el pueblo italiano el que eligiese la el Modelo de Estado, no por medio de un referéndum directo en el que se expresase a favor de la monarquía o de la república, si no con elecciones de una asamblea constituyente, la cual debería escribir la nueva Constitución italiana y elegir la nueva forma del Estado que no llegará hasta mitad del 1946.
Apoyaron la idea del referéndum, por supuesto, el “Lugarteniente” Umberto de Savoya, los anglo-americanos, los Liberales y la Democracia cristiana, preocupados por el hecho de que una asamblea constituyente elegida al final del Secundo Conflicto Mundial pudiera asumir una connotación fuertemente republicana por la presencia de los partidos de izquierda (Comunistas, de Acción y Socialistas). No para todos los que sostenían la idea de un Referéndum popular y de un aplazamiento de las elecciones el objetivo era la salvación de la monarquía, pero todos estaban preocupados por el carácter progresista que una asamblea constituyente orientada hacía la izquierda podría dar al nuevo Estado italiano. Se quería posponer las primeras elecciones políticas del posguerra italiana intentando disolver con el tiempo las ansiedades del renovación y el clima de tensión después del conflicto, para mantener algunas piedras angulares en la futura organización del Estado.
Después de la liberación total de la península de la ocupación alemana y fascista y después del final de la guerra, las diferentes orientaciones políticas, emergieron con fuerza.
El ejecutivo después del gobierno de Ivanoe Bonomi estaba, todavía, formado por representantes de todos, o casi todos, los partidos anti-fascistas, pero fue un gobierno débil, victima del creciente enfrentamiento entre los partidos de izquierda y las fuerzas moderadas, en las que tenían influencia también el Vaticano y los representantes anglo-americanos que presionaban para orientar hacía el anti-comunismo el futuro político italiano. La experiencia del gobierno de Ferruccio Parri, ex líder de la Resistencia Partisana Italiana fue emblemática.
Aunque no tenían certeza sobre el posible éxito del Referéndum en un país que por mucho tiempo fue dominado por el fascismo, que había gozado también del consentimiento de los italianos, los partidos más favorables a la República aceptaron la introducción de la consulta popular para evitar que las elecciones pudieran ser aplazadas indefinidamente.
El PCI, PSI y el PdA pidieron que las elecciones para la Constituyente y el Referéndum se llevasen a cabo en el mismo día. El “Reale Decreto Luogotenenziale n.98″ del 16 de marzo 1946, puesto en marcha por el gobierno presidido por el democristiano Alcide de Gasperi, afirmaba la decisión de encomendar a un Referéndum popular la elección entre Monarquía y República; el Decreto n.99 del 16 de marzo, proclamó para el 2 de junio de 1946 las proclamaciones electorales por el Referéndum y la Asamblea Constituyente.
Se declararon abiertamente republicanos el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido de Acción y el Partido republicano. Apoyaron la República también algunos exponentes liberales y buena parte de los dirigentes de Democracia cristiana, pero la posición de este último partido quedó por mucho tiempo inexpresada porqué se creía que la mayoría de los electores católicos hubieran una actitud cercana a la Monarquía; la DC decidió atar el destino institucional de Italia a la religión católica.
La Iglesia estaba interesada primero en la protección de la jovenlandesal y el retorno de los valores de la vida cristiana, en los cuales Italia y los italianos se reconocían por cultura, tradición y carácter, y aunque mantenía oficialmente una postura de neutralidad sobre la cuestión institucional, de hecho favoreció la Monarquía a nivel local.
Los partidarios de la Monarquía demandaban la atención en la Casa Saboya para la mejor tutela de las raíces culturales católicas de Italia y la mayor fuente de protección de la unidad nacional conquistada con el “Risorgimento” o la unidad de italia; una unidad que había que salvaguardar frente a las muchas diferencias sociales, económicas y culturales de la regiones italianas.
Estaba claro que los que se consideraban pro-monarquicos tenían vigilados todos los proyectos de renovación que querían poner en marcha los socialistas y los comunistas. La propaganda en favor de la monarquía ponía en evidencia el peligro que podían provocar los cambios sociales: una dictadura de molde social-comunista, la destrucción del orden público y social y la caída del país en una guerra civil.
Por otro lado, los partidarios de la República subrayaban los errores de los Saboya en la afirmación del poder del fascismo, especialmente el haber entregado el gobierno a manos de Mussolini en 1922, el haber aprobado el paso a la dictadura en el 1925 después del homicidio del líder socialista Giacomo Matteotti por parte del Duce, el haber sostenido el colonialismo fascista y la guerra a lado de los nazis, la derrota del ejercito italiano dejado sin ningún tipo de orden el 8 de septiembre de 1943, la traición a la nación con la escapada desde Roma, que había permitido la ocupación militar por parte de Alemania y las terribles consecuencias para la población italiana. La elección republicana habría impedido a Italia caer otra vez en el pasado, alejando desde las instituciones los riesgos que habían permitido el ascenso al poder de un dictador.
La combinación entre Referéndum y elecciones para la Constituyente superponía la campaña electoral a la referendaria y parecía que la primera prevalecía a la segunda, porque por un lado, los partidos partidarios de la opción republicana tenían necesidad de distinguirse los unos de los otros en los programas electorales antes de las elecciones a la Asamblea constituyente; por otro lado en la campaña electoral para el 2 de junio se empezaban a distinguir las divisiones entre el frente moderado y el conservador, encabezado por la Democracia Cristiana y apoyado por la Iglesia, y el frente progresista de los partidos de izquierda.
Vittorio Emanuele III, en un último intento por salvar la dinastía Savoia y la Monarquía, no respetando la “tregua institucional”, a pocas semanas de las elecciones, abdicó en favor de su hijo que de Luogotenente de su reino pasó a ser el Rey Umberto II. El éxito del Referéndum, decretó con la victoria de la República, el exilio del nuevo Rey y de su familia.
La República no se afirmo con una gran mayoría. El sur de Italia y parte del centro se expresaron a favor de la Monarquía. A causa de la rapidez con la que se había pasado de una ocupación nancy a la liberación por parte de los Aliados anglo-americanos, al sur el movimiento Partigiano no se desarrollo como en el norte de Italia, a pesar de la presencia de episodios de oposición armada a los alemanes como en el caso de Nápoles y de la región de Campania; esto hizo que a los italianos de la parte meridional del país les faltase la identificación con el movimiento de Resistencia.
A todo esto se adjuntó el sentimiento tradicional y simbólico de la Monarquía, fortalecido también a causa de los Aliados que la utilizaron como vía de tras*ición al post-fascismo y el mantenimiento de el orden social. No hay que olvidar el apoyo dado a la monarquía por parte del movimiento político “Uomo Qualunque” en el Referéndum, fuertemente conservador y muy extendido en el sur, también entre las mafias.
Hubo excepciones en algunas zonas del sur, entre el 1943 y el 1946, donde los agricultores, hartos de trabajar en las tierras de los caciques en condiciones extremas, votaron por la República. A favor de la Monarquía, hubo porcentajes elevados en algunas zonas del norte de Italia, sobretodo donde la tradición de la Casa real de los Savoia seguía fuerte.
El miedo al cambio y al futuro incierto que la República llevaba consigo, hizo que la Monarquía no ganara por muy pocos votos. Fue un voto expresado, sobretodo, por algunos sectores públicos, ámbitos profesionales, los terratenientes, los católicos sensibles a las llamadas del Vaticano, o sea por los que temían que la ruptura con las antiguas tradiciones podría dar lugar a las pérdidas de los estatus sociales y de los valores.
La República obtuvo, en cambio, el favor de los que condenaban el Fascismo -y la Monarquía que lo había sostenido- esperando una radical superación del pasado, guiada, in primis, por los partidos de masa de izquierda. En este sentido la elección de la República fue hija del periodo de la Resistencia, la ruptura con el pasado y el cambio que condujo al panorama italiano.
La victoria de la República no fue un profundo cambio auspiciado por sus sostenedores: fueron muchos, de hecho, las vías de continuidad que juntaron la experiencia de la Italia republicana a la liberal y fascista, a pasar de la “Resistenza” y el Referéndum y a pesar de los aspectos más avanzados incluidos en la Constitución, que se puso en marcha en el 1948.
Mientras seguían todavía sin resolverse los problemas relativos al pasado fascista, los contrastes políticos nacionales e internacionales con el creciente contraste entre el bloque occidental y el oriental, determinaron un cambio moderado en comparación con las expectativas nacidas en los meses de la lucha partisana, un cambio que habría marcado la vida política italiana en las próximas décadas.
El referendum de la monarquía en Italia,1946
El 2 de junio 1946 los italianos fueron llamados a elegir el Modelo de Estado que Italia debería adquirir después del final de la Segunda Guerra Mundial. El Referéndum Institucional contraponía la República, algo nuevo para el Estado italiano, con la Monarquía, que había marcado la Península itálica desde el 1861, el año de su unificación bajo el poder de la Casa Real de los Saboya.
Votaron más del 89% de los ciudadanos (incluidas las mujeres, que en Italia tuvieron el derecho a votar después de la Segunda Guerra Mundial) y el Referéndum se concluyó con la victoria de la República con 12.718.614 votos, el 54,3% contra los 10.718.502 votos, los 45,7% obtenidos de la Monarquía.
Para entender cómo se logró tal resultado hace falta echar un vistazo a la anterior historia italiana, centrando la atención en el periodo entre el 1943 y el 1946.
En una Italia que, en junio del 1940 participó en la Segunda Guerra Mundial junto con la Alemania nancy, fue guiada por Benito Mussolini, el Duce del fascismo, el Rey Vittorio Emanuele III había concedido el Gobierno del Estado italiano en octubre del 1922.
El régimen fascista, aunque cambió por completo el “Estatuto Albertino” (adopta el nombre del Rey que lo promulgó, Carlos Alberto de Saboya, fue la Constitución en vigor en Italia desde el 4 de marzo de 1848) para obtener una fuerte supremacía sobre los otros poderes del Estado para construir una dictadura, no eliminó la monarquía; así que el Rey siguió siendo el jefe del Estado italiano. Cuando el conflicto empezó a desfavorecer a Alemania y a sus aliados, Vittorio Emanuele III, que hasta entonces siempre había apoyado el Fascismo y sus conquistas militares que le habían dado el título de Emperador, intentó desvincular a Italia del régimen fascista.
El día 25 de julio de 1943 el Rey, aprovechando la oportunidad ofrecida por el “Gran Consejo del Fascismo” que pronunció una sentencia desfavorable en contra de Mussolini, para ejercer su función garantizada por el “Estatuto Albertino”, dió la orden de arrestar al Duce, poniendo en su lugar, al nuevo jefe de gobierno el General Badoglio.
En los siguientes meses la monarquía se puso en contacto con los británicos y los estadounidenses, ya que sus fuerzas militares ocuparon desde julio 1943 Sicilia, pidiendo una tregua separada. Las negociaciones produjeron finalmente dicho armisticio el 3 de septiembre del mismo año, aunque se dio a conocer a los ciudadanos italianos el día 8 de septiembre.
El Armisticio provocó la reacción de Alemania que, en realidad, estaba preparando, hace tiempo, que Italia saliese antes del conflicto: los alemanes ocuparon militarmente una parte del sur y prácticamente todo el centro-norte de la Península, se llevaron buena parte de los militares del ejercito italiano, en este momento dejados enteramente sin ningún tipo de ordenes por parte del Rey y del General Badoglio, que huyeron de Roma para ir hacia el sur en manos del ejercito anglo-americano.
Los alemanes liberaron a Mussolini de su cautiverio y le dieron la posibilidad de volver a crear un nuevo gobierno fascista, la República Social italiana, con jurisdicción sobre el centro-norte del país.
Hasta la primavera 1945 Italia vivió en una situación de división administrativa y política, con un centro-norte en el cual dictaminó el poder nancy y la RSI y un centro-sur en mano de la monarquía bajo el control de las Fuerzas Aliadas.
Mientras en el centro-norte se luchaba contra las fuerzas nancy y fascista, se desarrolló el Movimiento Partisano y la guerra siguió hasta el 1945, en el centro-sur, donde los territorios ya eran libres y estaban fuera del conflicto; los Partisanos antifascistas y el Gobierno italiano comenzaron en 1944 la tras*ición desde el fascismo a la nueva Italia libre.
Dejando ahora por razón de espacio de hablar de la “Resistenza” italiana y de los acontecimientos que la caracterizaron, aunque sean fundamentales para el desarrollo posbélico de la historia italiana, entramos en los detalles de la situación del territorio italiano liberado para seguir las etapas que condujeron al Referéndum del 2 de junio 1946.
Después del Armisticio la decisión sobre el Modelo de Estado, fue muy complicada para los partidos antifascistas, porque había que recuperarse tras la caída del fascismo, por sus posiciones hacía el gobierno del sur de Italia, hacia los Aliados y la lucha contra los fascistas y los nazis.
Los Partido Socialista, Partido de Acción, Partido Comunista, Partido Liberal, Democracia Cristiana y Democracia del Trabajo, que componían el Comité de liberación Nacional Central, no estaban de acuerdo con los proyectos de la futura Italia que había de construirse. Sustancialmente eran dos las partes que se enfrentaban: por un lado los comunistas, los accionistas y los socialistas apuntaban hacia una profunda renovación de las estructuras políticas, sociales y económicas del País, mientras los otros partidos políticos proponían un posicionamiento mas moderado o declaradamente conservador.
A pesar de dichas diferencias los exponentes del Comité de liberación Nacional Central al principio pidieron la dimision del Rey y la creación de un gobierno que fuera expresión del antifascismo. Por lo que concierne a la forma de Estado, los representantes políticos estaban dispuestos a esperar el fin de la guerra y encomendar a un referéndum popular la última decisión, al mismo tiempo no estaban dispuestos a sostener el gobierno mientras que Vittorio Emanuele III permaneciese en su lugar.
Considerando que los británicos y, en menor medida, los estadounidenses, sostenían al general Badoglio y a la monarquía, podemos darnos cuenta de que Italia se encontraba en un callejón sin salida.
En los meses de marzo y abril de 1944 una serie de factores desbloqueó por completo la situación. El gobierno del general Badoglio obtuvo el reconocimiento oficial de la Unión Soviética, dispuesta a no dejar el poder de decisión en manos de estados Unidos y Gran Bretaña; un reconocimiento seguido de un memorándum del Ministro de exteriores Soviético, el cual destacaba la importancia de una cooperaración entre el gobierno italiano y los partidos anti-fascistas por el bien de la lucha contra los nazis de las grandes potencias aliadas obligando, así a los americanos y a los ingleses a dar una apertura a los anti-fascistas italianos.
El líder comunista italiano Palmiro Togliatti, regresando desde Moscú, marcó un punto de inflexión en la política del Partido Comunista italiano y en general en la formación anti-fascista: los comunistas consideraban prioritario el compromiso con los otros partidos en la lucha contra la ocupación nancy y el fascismo, y estuvieron de acuerdo en apoyar la monarquía y el gobierno del sur hasta a la victoria completa, posponiendo a otro momento la resolución de la cuestión institucional del País.
Finalmente el Rey cedió a las presiones de algunos personajes liberales y de los anglo-americanos para buscar un compromiso en el que no se preveía la abdicación, rechazada firmemente por Vittorio Emanuele III, así que el Rey dimitió a cambio de nombrar a su hijo, Umberto II “Lugarteniente” General del Reino, después de que Roma fuese recuperada por las fuerzas aliadas, y retirarse a la vida privada.
Después de tales acontecimientos, al final de 1944, se formó un gobierno de “Unidad Nacional Antifascista” que por primera vez desde el derrocamiento de Mussolini, veía la participación de todos los exponentes de los partidos anti-fascistas. El ejecutivo del gobierno era presidido todavía por el general Pietro Badoglio, apoyado por los británicos y los estadounidenses como garante del Armisticio, pero la cuestión institucional todavía no se tocará hasta el fin del conflicto, con la aprobación también del Comité de Liberación Nacional Central y el Comité de liberación de Milán, el centro directivo del Movimiento Partisano en Italia centro-septentrional.
Una primera resolución del problema se avanzó con el Decreto Ley luogotenenziale n.151 de el 25 de junio 1944, puesto en marcha por el gobierno que asumió el cargo después la liberación de Roma, todavía compuesto por partidos anti-fascistas y guiados esta vez no por el general Badoglio, si no por el moderado Ivanoe Bonomi, exponente de la política italiana pre-fascista y hasta entonces presidente de el Comité Central de Liberación Nacional. El decreto establecía que al terminar la guerra habría sido el pueblo italiano el que eligiese la el Modelo de Estado, no por medio de un referéndum directo en el que se expresase a favor de la monarquía o de la república, si no con elecciones de una asamblea constituyente, la cual debería escribir la nueva Constitución italiana y elegir la nueva forma del Estado que no llegará hasta mitad del 1946.
Apoyaron la idea del referéndum, por supuesto, el “Lugarteniente” Umberto de Savoya, los anglo-americanos, los Liberales y la Democracia cristiana, preocupados por el hecho de que una asamblea constituyente elegida al final del Secundo Conflicto Mundial pudiera asumir una connotación fuertemente republicana por la presencia de los partidos de izquierda (Comunistas, de Acción y Socialistas). No para todos los que sostenían la idea de un Referéndum popular y de un aplazamiento de las elecciones el objetivo era la salvación de la monarquía, pero todos estaban preocupados por el carácter progresista que una asamblea constituyente orientada hacía la izquierda podría dar al nuevo Estado italiano. Se quería posponer las primeras elecciones políticas del posguerra italiana intentando disolver con el tiempo las ansiedades del renovación y el clima de tensión después del conflicto, para mantener algunas piedras angulares en la futura organización del Estado.
Después de la liberación total de la península de la ocupación alemana y fascista y después del final de la guerra, las diferentes orientaciones políticas, emergieron con fuerza.
El ejecutivo después del gobierno de Ivanoe Bonomi estaba, todavía, formado por representantes de todos, o casi todos, los partidos anti-fascistas, pero fue un gobierno débil, victima del creciente enfrentamiento entre los partidos de izquierda y las fuerzas moderadas, en las que tenían influencia también el Vaticano y los representantes anglo-americanos que presionaban para orientar hacía el anti-comunismo el futuro político italiano. La experiencia del gobierno de Ferruccio Parri, ex líder de la Resistencia Partisana Italiana fue emblemática.
Aunque no tenían certeza sobre el posible éxito del Referéndum en un país que por mucho tiempo fue dominado por el fascismo, que había gozado también del consentimiento de los italianos, los partidos más favorables a la República aceptaron la introducción de la consulta popular para evitar que las elecciones pudieran ser aplazadas indefinidamente.
El PCI, PSI y el PdA pidieron que las elecciones para la Constituyente y el Referéndum se llevasen a cabo en el mismo día. El “Reale Decreto Luogotenenziale n.98″ del 16 de marzo 1946, puesto en marcha por el gobierno presidido por el democristiano Alcide de Gasperi, afirmaba la decisión de encomendar a un Referéndum popular la elección entre Monarquía y República; el Decreto n.99 del 16 de marzo, proclamó para el 2 de junio de 1946 las proclamaciones electorales por el Referéndum y la Asamblea Constituyente.
Se declararon abiertamente republicanos el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido de Acción y el Partido republicano. Apoyaron la República también algunos exponentes liberales y buena parte de los dirigentes de Democracia cristiana, pero la posición de este último partido quedó por mucho tiempo inexpresada porqué se creía que la mayoría de los electores católicos hubieran una actitud cercana a la Monarquía; la DC decidió atar el destino institucional de Italia a la religión católica.
La Iglesia estaba interesada primero en la protección de la jovenlandesal y el retorno de los valores de la vida cristiana, en los cuales Italia y los italianos se reconocían por cultura, tradición y carácter, y aunque mantenía oficialmente una postura de neutralidad sobre la cuestión institucional, de hecho favoreció la Monarquía a nivel local.
Los partidarios de la Monarquía demandaban la atención en la Casa Saboya para la mejor tutela de las raíces culturales católicas de Italia y la mayor fuente de protección de la unidad nacional conquistada con el “Risorgimento” o la unidad de italia; una unidad que había que salvaguardar frente a las muchas diferencias sociales, económicas y culturales de la regiones italianas.
Estaba claro que los que se consideraban pro-monarquicos tenían vigilados todos los proyectos de renovación que querían poner en marcha los socialistas y los comunistas. La propaganda en favor de la monarquía ponía en evidencia el peligro que podían provocar los cambios sociales: una dictadura de molde social-comunista, la destrucción del orden público y social y la caída del país en una guerra civil.
Por otro lado, los partidarios de la República subrayaban los errores de los Saboya en la afirmación del poder del fascismo, especialmente el haber entregado el gobierno a manos de Mussolini en 1922, el haber aprobado el paso a la dictadura en el 1925 después del homicidio del líder socialista Giacomo Matteotti por parte del Duce, el haber sostenido el colonialismo fascista y la guerra a lado de los nazis, la derrota del ejercito italiano dejado sin ningún tipo de orden el 8 de septiembre de 1943, la traición a la nación con la escapada desde Roma, que había permitido la ocupación militar por parte de Alemania y las terribles consecuencias para la población italiana. La elección republicana habría impedido a Italia caer otra vez en el pasado, alejando desde las instituciones los riesgos que habían permitido el ascenso al poder de un dictador.
La combinación entre Referéndum y elecciones para la Constituyente superponía la campaña electoral a la referendaria y parecía que la primera prevalecía a la segunda, porque por un lado, los partidos partidarios de la opción republicana tenían necesidad de distinguirse los unos de los otros en los programas electorales antes de las elecciones a la Asamblea constituyente; por otro lado en la campaña electoral para el 2 de junio se empezaban a distinguir las divisiones entre el frente moderado y el conservador, encabezado por la Democracia Cristiana y apoyado por la Iglesia, y el frente progresista de los partidos de izquierda.
Vittorio Emanuele III, en un último intento por salvar la dinastía Savoia y la Monarquía, no respetando la “tregua institucional”, a pocas semanas de las elecciones, abdicó en favor de su hijo que de Luogotenente de su reino pasó a ser el Rey Umberto II. El éxito del Referéndum, decretó con la victoria de la República, el exilio del nuevo Rey y de su familia.
La República no se afirmo con una gran mayoría. El sur de Italia y parte del centro se expresaron a favor de la Monarquía. A causa de la rapidez con la que se había pasado de una ocupación nancy a la liberación por parte de los Aliados anglo-americanos, al sur el movimiento Partigiano no se desarrollo como en el norte de Italia, a pesar de la presencia de episodios de oposición armada a los alemanes como en el caso de Nápoles y de la región de Campania; esto hizo que a los italianos de la parte meridional del país les faltase la identificación con el movimiento de Resistencia.
A todo esto se adjuntó el sentimiento tradicional y simbólico de la Monarquía, fortalecido también a causa de los Aliados que la utilizaron como vía de tras*ición al post-fascismo y el mantenimiento de el orden social. No hay que olvidar el apoyo dado a la monarquía por parte del movimiento político “Uomo Qualunque” en el Referéndum, fuertemente conservador y muy extendido en el sur, también entre las mafias.
Hubo excepciones en algunas zonas del sur, entre el 1943 y el 1946, donde los agricultores, hartos de trabajar en las tierras de los caciques en condiciones extremas, votaron por la República. A favor de la Monarquía, hubo porcentajes elevados en algunas zonas del norte de Italia, sobretodo donde la tradición de la Casa real de los Savoia seguía fuerte.
El miedo al cambio y al futuro incierto que la República llevaba consigo, hizo que la Monarquía no ganara por muy pocos votos. Fue un voto expresado, sobretodo, por algunos sectores públicos, ámbitos profesionales, los terratenientes, los católicos sensibles a las llamadas del Vaticano, o sea por los que temían que la ruptura con las antiguas tradiciones podría dar lugar a las pérdidas de los estatus sociales y de los valores.
La República obtuvo, en cambio, el favor de los que condenaban el Fascismo -y la Monarquía que lo había sostenido- esperando una radical superación del pasado, guiada, in primis, por los partidos de masa de izquierda. En este sentido la elección de la República fue hija del periodo de la Resistencia, la ruptura con el pasado y el cambio que condujo al panorama italiano.
La victoria de la República no fue un profundo cambio auspiciado por sus sostenedores: fueron muchos, de hecho, las vías de continuidad que juntaron la experiencia de la Italia republicana a la liberal y fascista, a pasar de la “Resistenza” y el Referéndum y a pesar de los aspectos más avanzados incluidos en la Constitución, que se puso en marcha en el 1948.
Mientras seguían todavía sin resolverse los problemas relativos al pasado fascista, los contrastes políticos nacionales e internacionales con el creciente contraste entre el bloque occidental y el oriental, determinaron un cambio moderado en comparación con las expectativas nacidas en los meses de la lucha partisana, un cambio que habría marcado la vida política italiana en las próximas décadas.