aldebariano
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El Plan Barbarroja dividía el frente germanorruso en tres sectores; norte, central y sur. El principal objetivo concebido por Hitler era limpiar todo el flanco izquierdo de su avance (sector norte), para lo cual era necesario aniquilar al enemigo en Lituania, Letonia y Estonia, capturar Leningrado y enlazar con los finlandeses. El segundo objetivo era realizar en seguida una progresión de norte a sur, aniquilar a los ejércitos soviéticos del sector central, envolviéndolos, y capturar Moscú. El tercer objetivo (sector sur) era avanzar en dirección de Kiev y la desembocadura del Dniéper, cerca de Kherson.
Tal era, en síntesis, el Plan Barbarroja trazado por Hitler para la oleada turística de la URSS. Pero Brauchitsch, como jefe del Ejército, y Halder, como jefe del Estado Mayor General, no estaban de acuerdo con él. Ambos querían descargar el golpe más fuerte en el sector central y adentrarse profundamente hasta capturar Moscú. En términos generales seguían las huellas de la oleada turística napoleónica.
Este fue el primer paso en falso de la campaña de Rusia.
El plan de Hitler establecía muy claramente que el objetivo número uno era que el ala izquierda de sus ejércitos avanzara hasta capturar Leningrado, el segundo objetivo sería Moscú, que «podía esperar».
Eso lo repitió Hitler al general Brauchitsch, jefe del Ejército, y al general Halder, jefe del Estado Mayor General.
Leningrado era una urbe de 5 millones de habitantes, donde se fabricaban armas (incluso tanques) y ahí se recibían materias primas enviadas por Inglaterra a través de Múrmansk. Su captura significaría la cancelación del sector norte del frente y quedarían por lo menos dos ejércitos libres para luego converger sobre el noroeste de Moscú. El ala derecha llegaría por el sur de la capital soviética.
Era una táctica de «aproximación indirecta» sobre Moscú, en vez de un asalto frontal.
Pero resulta que Hitler se enfermó de disentería el día primero de agosto (a 38 días de iniciada la campaña). Durante dos semanas -refiere Irving- tuvo diarrea, dolores de estómago, náuseas, dolores musculares, escalofríos y alta temperatura. «Precisamente cuando su capacidad para dominar a sus generales se hallaba disminuida por la debilidad física».
Y eso lo aprovecharon el general Brauchtisch, Halder y el general Von Bock (jefe de un grupo de ejércitos) para modificar el plan de Hitler. En vez de considerar Leningrado como el objetivo número uno, lo dejaron en tercer lugar y le dieron preferencia al asalto frontal sobre Moscú.
Esos tres jefes trataron de ganarse para su plan al general Jodl, muy adicto a Hitler, pero él se negó y les dijo que las intuiciones del Führer eran acertadas por lo general.
Cuando Hitler se restableció ya los ejércitos se hallaban en un nuevo despliegue, que por lo demás en esos días estaba dando resultados muy prometedores.
El general Grigori Zukov, jefre del Estado Mayor General Soviético, dijo que el plan de Hitler era lo correcto. Y agregó: «Los intentos de los historiadores de culpar a Hitler de la derrota son insostenibles».
El mariscal ruso Konstantin Rokossovski, señaló que el plan de Hitler, de tomar primero Leningrado, era lo correcto y no la rectificación hecha por su Estado Mayor General.
Y el afeminadoscal Vassili Sokolovski, jefe del Estado Mayor del frente soviético, afirmó que la decisión de Hitler era lo más conveniente para los intereses alemanes, no las tesis de sus generales.
A la vista de eso, parece justificada la indignación de Hitler contra el general Brauchitsch, jefe del ejército; el general Halder, jefe del Estado Mayor, y el general Von Bock, comandante de un grupo de cinco ejércitos.
Hitler estaba seguro de que, si se hubiera respetado su plan, de dar prioridad a la captura de Leningrado (en el norte), en vez de buscar la captura de Moscú, habrían quedado libres dos ejércitos para atacar posteriormente a la capital soviética. El mariscal Von Rundstedt y el general Guderian también consideraban que eso habría sido lo mejor.
-Salvador Borrego.
Tal era, en síntesis, el Plan Barbarroja trazado por Hitler para la oleada turística de la URSS. Pero Brauchitsch, como jefe del Ejército, y Halder, como jefe del Estado Mayor General, no estaban de acuerdo con él. Ambos querían descargar el golpe más fuerte en el sector central y adentrarse profundamente hasta capturar Moscú. En términos generales seguían las huellas de la oleada turística napoleónica.
Este fue el primer paso en falso de la campaña de Rusia.
El plan de Hitler establecía muy claramente que el objetivo número uno era que el ala izquierda de sus ejércitos avanzara hasta capturar Leningrado, el segundo objetivo sería Moscú, que «podía esperar».
Eso lo repitió Hitler al general Brauchitsch, jefe del Ejército, y al general Halder, jefe del Estado Mayor General.
Leningrado era una urbe de 5 millones de habitantes, donde se fabricaban armas (incluso tanques) y ahí se recibían materias primas enviadas por Inglaterra a través de Múrmansk. Su captura significaría la cancelación del sector norte del frente y quedarían por lo menos dos ejércitos libres para luego converger sobre el noroeste de Moscú. El ala derecha llegaría por el sur de la capital soviética.
Era una táctica de «aproximación indirecta» sobre Moscú, en vez de un asalto frontal.
Pero resulta que Hitler se enfermó de disentería el día primero de agosto (a 38 días de iniciada la campaña). Durante dos semanas -refiere Irving- tuvo diarrea, dolores de estómago, náuseas, dolores musculares, escalofríos y alta temperatura. «Precisamente cuando su capacidad para dominar a sus generales se hallaba disminuida por la debilidad física».
Y eso lo aprovecharon el general Brauchtisch, Halder y el general Von Bock (jefe de un grupo de ejércitos) para modificar el plan de Hitler. En vez de considerar Leningrado como el objetivo número uno, lo dejaron en tercer lugar y le dieron preferencia al asalto frontal sobre Moscú.
Esos tres jefes trataron de ganarse para su plan al general Jodl, muy adicto a Hitler, pero él se negó y les dijo que las intuiciones del Führer eran acertadas por lo general.
Cuando Hitler se restableció ya los ejércitos se hallaban en un nuevo despliegue, que por lo demás en esos días estaba dando resultados muy prometedores.
El general Grigori Zukov, jefre del Estado Mayor General Soviético, dijo que el plan de Hitler era lo correcto. Y agregó: «Los intentos de los historiadores de culpar a Hitler de la derrota son insostenibles».
El mariscal ruso Konstantin Rokossovski, señaló que el plan de Hitler, de tomar primero Leningrado, era lo correcto y no la rectificación hecha por su Estado Mayor General.
Y el afeminadoscal Vassili Sokolovski, jefe del Estado Mayor del frente soviético, afirmó que la decisión de Hitler era lo más conveniente para los intereses alemanes, no las tesis de sus generales.
A la vista de eso, parece justificada la indignación de Hitler contra el general Brauchitsch, jefe del ejército; el general Halder, jefe del Estado Mayor, y el general Von Bock, comandante de un grupo de cinco ejércitos.
Hitler estaba seguro de que, si se hubiera respetado su plan, de dar prioridad a la captura de Leningrado (en el norte), en vez de buscar la captura de Moscú, habrían quedado libres dos ejércitos para atacar posteriormente a la capital soviética. El mariscal Von Rundstedt y el general Guderian también consideraban que eso habría sido lo mejor.
-Salvador Borrego.