Oxi89888
Himbersor
- Desde
- 21 Jul 2020
- Mensajes
- 524
- Reputación
- 1.407
Mucho se dice sobre la España del siglo XVIII, desde declinante hasta servil a los franceses, también se ha dicho mucho sobre que los dos peores reyes de España eran de este periodo de tiempo, Carlos IV y su hijo Fernando VII, aunque generalmente se tiende a omitir que de hecho fue un siglo de renacimiento para España, opacado por la mala propaganda hecha por españoles, tanto de izquierdas como de derechas, en su afán de canibalizar a su propia nación, o por propaganda hecha por historiadores extranjeros, ingleses, franceses, etc., en su linea de emplear la historiografía como un arma política contra civilizaciones rivales, caso del Imperio Español pero también de los Bizantinos y Otomanos.
Empezando por la economía, el siglo XVIII, el siglo del Borbón español, fue una época de reformas a gran escala, inimaginables en las medievalescas cortes de los Austrias menores, se fundaron puertos, fábricas, se liberalizó el comercio con América, se diversificó la economía de los virreinatos de ultramar para no estar centradas en la explotación minera únicamente, dándole un gran impulso a la explotación de plantas exóticas conocidas, y otras por descubrir de mano de las expediciones científicas mandadas al Nuevo Mundo, en intentos de desbaratar el comercio de las especias y te con las Indias orientales.
Los gremios de la España, tan vituperados por el liberalismo peninsular, lograron recuperar la estabilidad necesaria para un buen funcionamiento de la economía local, tras dos siglos de conflictos, aunque necesarios de reformas según la visión de muchos eruditos y economistas ilustrados de la época, recordemos que en esa época los gremios al final del día eran asociaciones que protegían los intereses del pequeño productor especializado por años en su campo frente al naciente poder burgués y a campesinos y otros advenedizos que sin la formación y aprendizaje necesario, se intentaban adentrar en sectores vedados para los profesionales (en cualquier caso ambos fueron reemplazados por el gran burgués que buscaba abolir el gremialismo para su beneficio personal).
La vida del campesinado variaba, desde a perversos vida del campesino manchego y andaluz, sometido a los grandes latifundistas por temporadas, hasta el campesino gallego, asturiano, vasco y leonés muchas veces pequeño propietario.
(Paseo de las Delicias, de Francisco Bayeu, actualmente en el Museo del Prado)
Se puede decir que la España del siglo XVIII, de mano de los Borbones y su ministros, logró una recuperación económica tal que se reflejó en el flujo de pagapensiones irlandeses, alemanes, italianos y franceses, así como en el crecimiento propio de España.
En el ámbito artístico esta fue la época de Goya y Bayeu, la época del auge de la cerámica de Talavera, la época de la creación de la La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se ornamentaron Madrid y muchas ciudades a lo largo de España y el Nuevo Mundo a gran escala de mano del patrocinio de la monarquía, las élites locales y la Iglesia. Desde el palacio real de Madrid hasta la creación de catedrales en lugares tan remotos como San Agustín, Florida, en una época en la que no existían edificios de tal magnitud fuera del Virreinato Perú y Nueva España.
Militarmente España siguió una política de expansión bastante tímida, pusilánime y reservada, una mentalidad que le valió perder prestigio frente a británicos y franceses, aunque era una mentalidad propia de un Imperio ya consolidado que tenia más que perder a diferencia del resto de potencias, que eran reinos con posibles territorios para conquistar, España seguía siendo la mayor potencia tras*oceánica de la época y prueba de ello es que Francia tras verse incapaz de hacerse cargo de la Luisiana, se la cedió a España, para el desagrado de los colonos franceses y de los británicos. Cabe decirse que a esta mentalidad perdedora en el campo militar, arrastrada hasta hoy sin motivo alguno pues España ya perdió la casi totalidad de sus provincias originales, se vio muchas veces acompañada por la negativa de los mismos hispanoamericanos y españoles de unirse al ejercito para defender o expandir a su nación, hasta que era demasiado tarde. Fue esta mentalidad tan pasiva en comparación a la agresiva política externa de los Habsburgo y Trastámara, lo que valió la perdida de prestigio de España, aunque se debe recordar que esta mentalidad entre los Habsburgo causó la perdida casi total de la flota de 1588, un desastre de gran escala para el poder de proyección de España en el Atlántico, que quedo a merced de piratas y bucaneros, quedando la defensa de los asentamientos de América y Filipinas a la deriva.
(El Santísima Trinidad atacado durante la Batalla de Trafalgar)
Pero no hemos de pensar que España era débil, para la época se había logrado construir una flota en condiciones de una guerra a gran escala, España contaba con unos 79 navíos de lineal, frente a los 83 de Francia y 100 de Gran Bretaña (que había visto un gran impulso como potencia por la colonización de la India), entre esos buques destacaba el Santísima Trinidad, el más grande y poderoso de su tiempo y que ponía a la flota española en una condición de superioridad frente al resto. En conjunto con esto, se contaba con unos almirantes, generales, marineros y soldados altamente capacitados, con gran vocación y experimentados: Blas de Lezo, Federico Gravina, Bernardo de Gálvez, Antonio Gutiérrez de Otero, Andrés Reggio, Rafael de Sobremonte, el Duque de Montemar e inclusive, traidores como Bolívar, San Martin y Miranda, que estudiaron en academias militares españolas y en el caso de Miranda, llegó a participar en las campañas militares en las Américas, como la de Bernardo de Gálvez en la Florida ocupada (batalla de Pensacola en 1781).
(Carga de granaderos españoles y el batallón de la Habana durante la Batalla de Pensacola)
En resumen, la España del siglo XVIII se sitúa como una potencia pujante y con una industria creciente, aunque de la mano del nefasto Carlos IV y su ministro Godoy, sufrió una decadencia, desde dejar de darle mantenimiento a la armada y el ejercito (para el momento de la Batalla de Trafalgar, los buques de lo que era una flota dominante, estaban sin mantenimiento, a los marineros les faltaban uniformes y muchos no habían cobrado en meses), hasta descuidar la vigilancia en ultramar, sin embargo esta crisis causada por dos ineptos al poder en España, no llegó a ser tan nefasta como la de Francia, que a causa del malestar popular, perdida de territorios y la bancarrota del estado, terminó con un rey y su corte en la guillotina.
A lo largo del siglo XVIII se respiró un ambiente bastante optimista, tanto en España como ultramar, los virreinatos de ultramar visitados por Alexander von Humboldt, fueron descritos como sociedades en crecimiento en todos los ámbitos, estando Nueva España a la cabeza del continente en materia de creación artística, investigación científica, etc.
(Ilustración de Passiflora laurifolia, por parte del sacerdote y científico español José Celestino Mutis y su equipo, durante la expedición botánica en Nueva Granada, una expedición que fracasó en su cometido original, buscar plantas alternativas que desbarataran el monopolio británico del te y clasificar plantas, pues Mutis se guardó toda su investigación y nunca la publicó, aunque legó las mejores ilustraciones de plantas hechas en el campo de la botánica).
Empezando por la economía, el siglo XVIII, el siglo del Borbón español, fue una época de reformas a gran escala, inimaginables en las medievalescas cortes de los Austrias menores, se fundaron puertos, fábricas, se liberalizó el comercio con América, se diversificó la economía de los virreinatos de ultramar para no estar centradas en la explotación minera únicamente, dándole un gran impulso a la explotación de plantas exóticas conocidas, y otras por descubrir de mano de las expediciones científicas mandadas al Nuevo Mundo, en intentos de desbaratar el comercio de las especias y te con las Indias orientales.
Los gremios de la España, tan vituperados por el liberalismo peninsular, lograron recuperar la estabilidad necesaria para un buen funcionamiento de la economía local, tras dos siglos de conflictos, aunque necesarios de reformas según la visión de muchos eruditos y economistas ilustrados de la época, recordemos que en esa época los gremios al final del día eran asociaciones que protegían los intereses del pequeño productor especializado por años en su campo frente al naciente poder burgués y a campesinos y otros advenedizos que sin la formación y aprendizaje necesario, se intentaban adentrar en sectores vedados para los profesionales (en cualquier caso ambos fueron reemplazados por el gran burgués que buscaba abolir el gremialismo para su beneficio personal).
La vida del campesinado variaba, desde a perversos vida del campesino manchego y andaluz, sometido a los grandes latifundistas por temporadas, hasta el campesino gallego, asturiano, vasco y leonés muchas veces pequeño propietario.
(Paseo de las Delicias, de Francisco Bayeu, actualmente en el Museo del Prado)
Se puede decir que la España del siglo XVIII, de mano de los Borbones y su ministros, logró una recuperación económica tal que se reflejó en el flujo de pagapensiones irlandeses, alemanes, italianos y franceses, así como en el crecimiento propio de España.
En el ámbito artístico esta fue la época de Goya y Bayeu, la época del auge de la cerámica de Talavera, la época de la creación de la La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se ornamentaron Madrid y muchas ciudades a lo largo de España y el Nuevo Mundo a gran escala de mano del patrocinio de la monarquía, las élites locales y la Iglesia. Desde el palacio real de Madrid hasta la creación de catedrales en lugares tan remotos como San Agustín, Florida, en una época en la que no existían edificios de tal magnitud fuera del Virreinato Perú y Nueva España.
Militarmente España siguió una política de expansión bastante tímida, pusilánime y reservada, una mentalidad que le valió perder prestigio frente a británicos y franceses, aunque era una mentalidad propia de un Imperio ya consolidado que tenia más que perder a diferencia del resto de potencias, que eran reinos con posibles territorios para conquistar, España seguía siendo la mayor potencia tras*oceánica de la época y prueba de ello es que Francia tras verse incapaz de hacerse cargo de la Luisiana, se la cedió a España, para el desagrado de los colonos franceses y de los británicos. Cabe decirse que a esta mentalidad perdedora en el campo militar, arrastrada hasta hoy sin motivo alguno pues España ya perdió la casi totalidad de sus provincias originales, se vio muchas veces acompañada por la negativa de los mismos hispanoamericanos y españoles de unirse al ejercito para defender o expandir a su nación, hasta que era demasiado tarde. Fue esta mentalidad tan pasiva en comparación a la agresiva política externa de los Habsburgo y Trastámara, lo que valió la perdida de prestigio de España, aunque se debe recordar que esta mentalidad entre los Habsburgo causó la perdida casi total de la flota de 1588, un desastre de gran escala para el poder de proyección de España en el Atlántico, que quedo a merced de piratas y bucaneros, quedando la defensa de los asentamientos de América y Filipinas a la deriva.
(El Santísima Trinidad atacado durante la Batalla de Trafalgar)
Pero no hemos de pensar que España era débil, para la época se había logrado construir una flota en condiciones de una guerra a gran escala, España contaba con unos 79 navíos de lineal, frente a los 83 de Francia y 100 de Gran Bretaña (que había visto un gran impulso como potencia por la colonización de la India), entre esos buques destacaba el Santísima Trinidad, el más grande y poderoso de su tiempo y que ponía a la flota española en una condición de superioridad frente al resto. En conjunto con esto, se contaba con unos almirantes, generales, marineros y soldados altamente capacitados, con gran vocación y experimentados: Blas de Lezo, Federico Gravina, Bernardo de Gálvez, Antonio Gutiérrez de Otero, Andrés Reggio, Rafael de Sobremonte, el Duque de Montemar e inclusive, traidores como Bolívar, San Martin y Miranda, que estudiaron en academias militares españolas y en el caso de Miranda, llegó a participar en las campañas militares en las Américas, como la de Bernardo de Gálvez en la Florida ocupada (batalla de Pensacola en 1781).
(Carga de granaderos españoles y el batallón de la Habana durante la Batalla de Pensacola)
En resumen, la España del siglo XVIII se sitúa como una potencia pujante y con una industria creciente, aunque de la mano del nefasto Carlos IV y su ministro Godoy, sufrió una decadencia, desde dejar de darle mantenimiento a la armada y el ejercito (para el momento de la Batalla de Trafalgar, los buques de lo que era una flota dominante, estaban sin mantenimiento, a los marineros les faltaban uniformes y muchos no habían cobrado en meses), hasta descuidar la vigilancia en ultramar, sin embargo esta crisis causada por dos ineptos al poder en España, no llegó a ser tan nefasta como la de Francia, que a causa del malestar popular, perdida de territorios y la bancarrota del estado, terminó con un rey y su corte en la guillotina.
A lo largo del siglo XVIII se respiró un ambiente bastante optimista, tanto en España como ultramar, los virreinatos de ultramar visitados por Alexander von Humboldt, fueron descritos como sociedades en crecimiento en todos los ámbitos, estando Nueva España a la cabeza del continente en materia de creación artística, investigación científica, etc.
(Ilustración de Passiflora laurifolia, por parte del sacerdote y científico español José Celestino Mutis y su equipo, durante la expedición botánica en Nueva Granada, una expedición que fracasó en su cometido original, buscar plantas alternativas que desbarataran el monopolio británico del te y clasificar plantas, pues Mutis se guardó toda su investigación y nunca la publicó, aunque legó las mejores ilustraciones de plantas hechas en el campo de la botánica).
Se necesitó de 2 reyes inútiles (de los cuales Carlos IV fue el peor), un afrancesado primer ministro inútil y traidor, y del pérfido genio militar de Napoleón y los británicos en conjunto, para hacer caer al mayor imperio del mundo e incluso con ello, España siguió dando guerra por largo tiempo, pues las genocidas guerras en América de Bolivar, San Martín, O'Higgins, etc., se extendieron por unos 30 años y se cobraron millones de vidas civiles.
Última edición: