Gregor Strasser
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Ya que estáis hablando sobre este tema, el holocausto, más que servir para justificar la colonización de Palestina, los sionistas lo usan para eclipsar a todo un orden económico que desafía los intereses capitalistas.
La gente de a pie, cuando escuche de nancysmo, lo primero que se le vendrá a la mente es un montón de cadáveres siendo echados a un agujero en la tierra, cámaras de gas y niños judíos con el pijama de rayas. Y lo han logrado, la mayoría de la gente no piensa en el pleno empleo, el patrón trabajo ni en la eliminación del capitalismo como sistema económico.
Los que queréis profundizar en el tema revisionista os traigo algunos datos:
Peritajes sobre la cámara de gas
En 1993, el químico alemán Germar Rudolf publicó un estudio conocido como el Informe Rudolf, que determinó la imposibilidad química y física de que las cámaras de gas de Auschwitz fueran usadas para el exterminio en masa, de la forma en que fue declarada por los testigos. Este análisis confirmaba otros estudios anteriores como el Informe Leuchter, realizado en 1988 por el experto en sistemas de ejecución, Fred A. Leuchter. Hasta la fecha, el trabajo de Rudolf no ha podido ser refutado científicamente, al contrario, ha sido elogiado por historiadores, químicos y expertos de todo el mundo.
Estadísticas de población judía
Uno de los principales escollos con los que tropieza la historia oficial del Holocausto son los censos y estadísticas oficiales. En la posguerra toda estimación o censo que no reflejara la cifra de seis millones podía ser denunciada demandando una "corrección" o retractación. Pero el problema persiste en las cifras anteriores a la guerra, las cuales aún hoy exponen el fraude.
La historia oficial
La historia oficial cita una estimación de número de judíos en Europa que aparece en la Conferencia de Wannsee. En este caso se ha preferido tomar como cierta esa fuente que habla de 11 millones, en lugar de dar por buenos los censos que realizaban los propios judíos y que van de los 8 a 9 millones aproximadamente. El ubicar a la mayor cantidad posible de judíos en Europa antes del Holocausto es vital para dar credibilidad a la teoría de que los nazis pudieron dar fin a 6 millones. Sin embargo, para el historiador alemán Ernst Nolte las minutas son una falsificación de pos guerra mientras que por otro lado el criterio para determinar quién es judío difiere notoriamente entre el aplicado por el nacionalsocialismo y el que utilizan los judíos mismos, produciendo cifras mayores a las reales y con un margen de error difícil de estimar.
Población judía mundial
En 1959, el profesor sueco Einar Aberg publicó una lista de cifras estadísticas de la población judía mundial antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Entre los años 1939 y 1947 las cifras de judíos a escala mundial son constantes y no muestran un descenso abrupto significativo. Sin embargo algunos de sus datos estaban basados en estimaciones oficiales en lugar de censos. El World Almanac al ser acusado de antisemitismo y de negación del Holocausto se vio obligado a retractarse. A partir de entonces las estadísticas difundidas por el Lobby judío asumen de facto que desaparecieron seis millones de judíos en el Holocausto. Por lo tanto y sin basarse en censo alguno, establecen un aproximado de 11 millones al final de la guerra. De este modo asumen que murieron aproximadamente seis millones en lugar de demostrarlo.
La incontestable abundancia de "sobrevivientes" del Holocausto
Uno de los aspectos menos creíbles de la leyenda del exterminio masivo es el contraste entre la gran cantidad de "sobrevivientes" por un lado, y las astronómicas cifras oficiales de exterminados por el otro. El demógrafo italiano Sergio DellaPergola es uno de los que demostró la imposibilidad de tales cifras. De los aproximadamente 10 millones de judíos que ahora se alega que había en Europa antes de la guerra, seis millones habrían sido exterminados. Pero DellaPergola, comisionado por la Universidad Hebrea de Jerusalén fue capaz de localizar a al menos 1.092.000 sobrevivientes vivos en 2003, es decir 55 años después[13]. Tal como lo alegó la defensa de Ernst Zündel en su proceso en Canadá:
¿Si realmente ocurrió un exterminio masivo de judíos, como es que hay tantos sobrevivientes en primer lugar?
Cada sobreviviente del Holocausto es una prueba viviente de que el Holocausto no ocurrió realmente.
Población judía en Europa
En el libro ¿Murieron realmente seis millones? de Richard Harwood se confrontan las cifras oficiales de fallecidos con censos realizados por organizaciones judías y publicados antes de la guerra. El mismo destaca que según la Chambers Encyclopaedia el número total de judíos en el continente era de 6.500.000, lo que significa que de haber ocurrido el Holocausto los alemanes además de combatir a los aliados en tres frentes se las habrían arreglado para exterminar secretamente a la casi la totalidad de los judíos del continente[14].
Pero de esos 6.500.000, la información aportada por la publicación neutral suiza Baseler Nachrichten establece que entre 1933 y 1945, 1.500.000 de judíos emigraron a Reino Unido, Suecia, Portugal, Australia, China, India, Palestina y los Estados Unidos. Esto es confirmado por el periodista Bruno Blau, que cita la misma cifra en el periódico judío Aufbau, del 13 de agosto de 1948. De esos pagapensiones, aproximadamente 400.000 emigraron desde Alemania a las islas británicas antes de septiembre de 1939. Este dato también es confirmado por el Congreso Judío Mundial en su publicación Unity in Dispersion (p. 377) que establece que:
"La mayoría de los [judíos] alemanes consiguieron abandonar Alemania antes del estallido de la guerra."
Además de los judíos alemanes, 220.000 de los 280.000 judíos austríacos habían emigrado para septiembre de 1939. Para marzo del mismo año en adelante, el Instituto de Emigración Judía de Praga puso a resguardo a otros 260.000 judíos de Checoslovaquia. En total, unos 360.000 judíos quedaron en Alemania, Austria y Checoslovaquia después de septiembre de 1939. De Polonia, un estimado de 500.000 emigraron antes del estallido de la guerra. Estas cifras significan que el número de judíos que emigraron desde otros países europeos (Francia, Holanda, Italia, países del Este, etc) fue de aproximadamente 120.000. Por lo tanto, este éxodo de judíos antes y durante las hostilidades redujo el número total de judíos en Europa a aproximadamente 5 millones. Además a esos pagapensiones debemos agregarles el número de judíos que huyeron a la Unión Soviética después de 1939 así como aquellos que fueron posteriormente evacuados desde Polonia por los soviéticos y los evacuados luego de la oleada turística alemana. La mayoría de estos provenían de Polonia, pero el historiador exterminacionista Reitlinger admite que 300.000 judíos de otras nacionalidades se las arreglaron también para escapar hacia la URSS entre 1939 y 1941. Eso eleva el número total de judíos que lograron escapar del territorio controlado por Alemania a 1.500.000.
En la revista Colliers del 9 de junio de 1945, Freiling Foster escribe sobre los judíos de Rusia "2.200.000 han emigrado a la Unión Soviética desde 1939, para escapar de los nazis", aunque probablemente la estimación de un millón y medio sería mas exacta. La emigración judía a territorio soviético reduce por tanto el número de judíos en territorios ocupados por los alemanes a alrededor de 3 millones y medio (aproximadamente 3.450.000). De estos deben ser excluidos aquellos que vivían en países neutrales. Según el Almanaque Mundial de 1942 (p. 594) el número de judíos viviendo en las islas británicas, Portugal, España, Suecia, Suiza, Irlanda y Turquía era de 413.128[14].
Según estas cifras la exterminación de seis millones de judíos no habría sido posible ya que si tenemos en cuenta los que emigraron, no quedaban ya seis millones de judíos en la Europa ocupada por el Tercer Reich.
El elefante invisible
Muchos historiadores oficialistas afirman que algunas instituciones como los servicios de inteligencia aliados, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional, pudieron denunciar o incluso evitar el genocidio, pero lo callaron, cometiendo alguna especie de complicidad (véase por ejemplo la obra del judío Daniel Goldhagen). A partir de esta idea, otros historiadores quieren imputar algún grado de responsabilidad a estas instituciones por el presunto Holocausto.
El profesor Arthur R. Butz explica que los aliados disponían de una red de información que funcionaba de forma efectiva, tanto en los países ocupados por Alemania como en la propia Alemania[15], por lo que un crimen de una magnitud tan monstruosa como lo sería el asesinato de millones de personas en cámaras de gas, no podría de ninguna manera quedar oculto ante ellos durante años, más aún con organizaciones judías que a partir de 1942 reportaban atrocidades constantemente.
Pero Washington, Londres y Moscú no hacían nada para salvar a los judíos, pudiendo destruir los campos de exterminio y salvar así a millones. Tampoco los prevenían del exterminio que los amenazaba, pues los judíos no oponían ninguna resistencia a los traslados hacia los campos de trabajo. Los aliados tampoco llamaron la atención del pueblo alemán sobre el genocidio perpetrado por su gobierno. Asimismo, tanto el Papa Pío XII, como la Cruz Roja, habrían permanecido con los brazos cruzados hasta terminar la guerra, callando el genocidio. Durante la guerra nadie, excepto la propaganda judía, se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo.
Ya en 1942, el servicio de inteligencia británico consiguió captar y descifrar el código secreto de las comunicaciones radiales entre el cuartel general de las SS en Berlín y los supuestos campos de exterminio. En los informes diarios se daba cuenta de todos los casos de fin. Según estos informes, la mayoría de las muertes se debía a enfermedades, pero también se comunicaron algunos casos de ejecuciones por fusilamiento o ahorcamiento. Pero de asesinatos en cámaras de gas no hubo nada, ni siquiera desde Auschwitz.
Esto lo confirma el profesor Hinsley, actualmente docente en Cambridge, quien durante la guerra era especialista para el desciframiento de códigos secretos enemigos. En su libro explica: "Las comunicaciones radiales alemanas no contenían ninguna referencia a gaseos (no references to gassings)."[16]
Desde diciembre de 1943, los aviones de reconocimiento aliados fotografiaban regularmente Auschwitz. Hasta la liberación del campamento por el ejército rojo en enero de 1945 confeccionaron centenares de fotografías en el curso de un total de 32 misiones. Por su tamaño, por su importancia bélica y por su constante vigilancia aliada, en Auschwitz, habría sido prácticamente imposible disimular un asesinato en masa perpetrado industrialmente. No obstante, durante dos años enteros, de 1942 a 1944, parecía que nadie notaba dicho asesinato. Sólo hasta el verano de 1944 aparecieron en la prensa internacional los primeros reportajes sobre las masacres.
A los historiadores oficialistas se les dificulta explicar la razón de este "misterioso silencio" sobre el Holocausto. Todos están dispuestos a imputar responsabilidades a múltiples entidades de diferentes intereses entre sí y de los supuestos criminales, presumiendo así, más cosas de las absolutamente necesarias, pero nadie quiere ver la explicación más sencilla: si durante la guerra nadie se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo, entonces, o bien se ignoraba de su existencia, o bien simplemente no estaba ocurriendo. (Ver: navaja de Ockham). Pero como un genocidio de tal magnitud no habría podido ser escondido ante la actividad aliada, entonces, la explicación más sencilla que resta es que tal genocidio no estaba ocurriendo. De hecho, el Vaticano y la Cruz Roja se enteraron de la presunta existencia del Holocausto sólo después de la guerra.
Cuando los alemanes abandonan Auschwitz ante el avance soviético, la historia oficial dice que los prisioneros prefirieron irse junto con quienes "les estaban exterminando", rechazando la opción de quedarse y ser liberados. En otras palabras, los judíos presos en un "campo de exterminio", no lo creyeron. Y también ellos, actuaron como si el genocidio no estuviera ocurriendo.
Tres de los principales actores en la "liberación" de Europa, el británico Winston Churchill, el general francés Charles de Gaulle y el estadounidense Dwight Eisenhower, no dicen una sola palabra sobre las supuestas cámaras de gas en sus memorias. Entre las más de 7000 páginas que escribieron relatando todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial, no hay ninguna mención de "cámaras de gas", "genocidio" de los judíos o "seis millones" de víctimas. El profesor Robert Faurisson sugiere que estos personajes sabían o sospechaban que la propaganda de sus propios gobiernos sobre cámaras de gas no era cierta[12].
El revisionista Arthur Butz explica:
No veo ningún elefante en mi sótano. Si hubiese un elefante en mi sótano, con toda seguridad lo vería. Por lo tanto, de dos cosas, una: o no hay ningún elefante en mi sótano, o bien el elefante es invisible.
Arthur Butz, The Hoax of the Twentieth Century, 1976.
Presuntas evidencias del Holocausto
El Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss
Artículos principales: Informe Gerstein y confesión de Rudolf Höss
Las principales y supuestas evidencias que establecieron de forma oficial el Holocausto en los Juicios de Núremberg fueron el Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss, ambas confesiones extraídas mediante tortura. Estos supuestos testimonios constituyen el pilar más importante del mito del Holocausto puesto que provienen directamente del bando nacionalsocialista.[17]
Un análisis sencillo, personal y detallado al Informe Gerstein[18] demuestra que sus cálculos son completamente incorrectos y sus datos son en extremo exagerados. A pesar de su confirmada autenticidad, es un testimonio atestado de inverosimilitudes y contradicciones por lo que no es de ningún modo fiable, además de contener el absurdo de que, en esta versión, elegida dentro de ocho distintas que se contemplaban para explicar las muertes en Belzec, los judíos habían sido asesinados con gases de escape de motores Diesel, una imposibilidad explicada a detalle por el revisionista Friedrich Paul Berg[19].
La confesión de Rudolf Höss, fue extraída después de tres días de tortura, efectuada por la Policía Militar británica, tal y como admitió posteriormente uno de sus interrogadores. Se emplearon con él métodos tradicionales para hacer que dijera lo que sus captores querían oír, hecho que por sí mismo invalida por completo su fiabilidad.
Testimonios
Artículo principal: Falsos testigos del Holocausto
En segundo orden se encuentran los testimonios, tanto de los demás oficiales nacionalsocialistas capturados (como Wilhelm Pfannenstiel que presuntamente confirma a Gerstein), como de los supuestos supervivientes (principalmente los judíos Filip Müller y Rudolf Vrba - que supuestamente confirman a Höss -, Elie Wiesel, Rudolf Reder, etc.). Estos testimonios carecen de validez si no pueden ser verificados o contrastados con algún indicio material, y de hecho, todos presentan significativas inconsistencias y contradicciones.
En el tiempo en que se llevaron a cabo las acusaciones contra los nacionalsocialistas, jamás se realizó un dictamen pericial sobre los instrumentos con los que se habrían llevado a cabo los supuestos crímenes, principalmente las cámaras de gas y los crematorios; en ninguno de los juicios contra los jerarcas del Tercer Reich se ordenó elaborar tal peritaje, necesario para cualquier proceso por homicidio. Ningún informe de autopsia evidenciando que los cuerpos fueron asesinados con gas, fue presentado o realizado. Ninguna de las tantas e innumerables maravillas de la tecnología alemana para asesinar personas, descritas fielmente en los Juicios de Núremberg, fueron presentadas ante el tribunal como cuerpo del delito.
A falta de estas pruebas materiales y de documentos, el Tribunal de Núremberg tuvo que fundamentarse sólo mediante testimonios. Fue así que durante el proceso, había una gran abundancia de declaraciones escritas de presuntos testigos oculares bajo juramento. El problema con este tipo de declaraciones en ausencia, fue que no era posible interrogar a los testigos a fin de corroborar la veracidad de sus declaraciones[20]. Y finalmente, para confeccionar dichas declaraciones, sólo se habrían necesitado algunas máquinas de escribir y papel en grandes cantidades.
De hecho, el desarrollo de los Juicios de Núremberg y su uso indiscriminado de "testimonios", no fue tan diferente al de los que se realizaron en la época de la cacería de brujas.
Si la verdad de un hecho debe consagrarse por el número de testigos que la corroboran, la existencia del diablo en la Edad Media estaría mejor fundada que la de cualquier personaje histórico.
Charles Seignobos (1854-1942), historiador
Falsos testimonios
También existieron muchos testigos y algunas confesiones que describieron el proceso de exterminio con cámaras de gas en los campos de Dachau, Buchenwald[21], Ravensbrück[22] y Mauthausen[23], "hecho" que fue "establecido" durante los Juicios de Nüremberg, pero desde 1960 todos los historiadores "serios" de la versión oficial, admiten que todo esto era producto de la propaganda antialemana, y que los testimonios eran fraudulentos. Paul Rassinier participó de manera importante en la refutación de estos testimonios.
El historiador exterminacionista alemán Martin Broszat fue uno de los expertos designados por el gobierno alemán que demostró que no había cámaras de gas dentro del territorio alemán, aunque pensaba que sólo existían en Polonia. Incluso una vez demostrada la no existencia de cámaras de gas por las autoridades alemanas, continuaban apareciendo "supervivientes" que afirmaban haber visto gaseamientos en los campos de Alemania.
Por otro lado, el denominado Documento Lauchout o Documento Müller fue emitido por el Tribunal Militar Internacional de Nüremberg en 1948 y sacado a la luz por el profesor Emil Lachout, lo que le hizo blanco del acoso de los medios y la policía austríaca por mas de una década.
Servicio de Policía Militar.
Viena, 1 de Octubre de 1948.
Circular número 31/48: ‘La Comisión Investigadora Aliada’ ha constatado hasta la fecha, que en los campos de concentración siguientes, no tuvo lugar la fin de ningún ser humano mediante gas venenoso: Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau, Flossenburg, Gross-Rosen, Mauthausen y anexos, Natzweiler, Neuengamma, Niedahagen (Wewelsburg), Rravensbrück, Sachsenhausen, Stutthof, Theresienstadt. En estos (trece) casos, se ha podido comprobar que se obtuvieron confesiones mediante tortura y prestaron falsos testimonios. Ello debe tenerse en cuenta durante las pesquisas e interrogatorios de criminales de guerra. Este resultado de las investigaciones deberá ponerse en conocimiento de los antiguos internados en campos de concentración que, al ser interrogados, hagan declaraciones sobre el asesinato en estos campos de personas, especialmente judías, mediante gas venenoso. En caso de que persistan en sus afirmaciones, deberán ser denunciados por falso testimonio.
Testimonios basados en rumores
Los testigos "supervivientes" que han afirmado la existencia de cámaras de gas, lo han hecho no según lo que ellos habían visto, sino según lo que habían oído decir.
Un ejemplo típico e ilustrativo es el del Dr. Benedict Kautzsky, quien sucedió a su padre en la dirección del Partido Social-demócrata austríaco.
Después de haber declarado que en Auschwitz el tiempo máximo de supervivencia era de tres meses (aunque él permaneciera internado allí durante tres años), escribió un libro titulado: Teufel und Verdammt ("El diablo y el condenado") publicado en Suiza en 1946, a propósito de las cámaras de gas dice: "No las vi con mis propios ojos, pero su existencia me fue confirmada por varias personas dignas de crédito".
Otro de este tipo de testigos es Rudolf Vrba, uno de los más famosos supuestos supervivientes de Auschwitz. Su libro I cannot forgive ("No puedo perdonar") se ha considerado experiencia directa de los gaseamientos. Sin embargo, sometido a un interrogatorio en enero de 1985, bajo juramento, en el proceso de Ernst Zündel en Canadá, Vrba admitió que no presenció muchas escenas que describió en su libro, y que sólo las sabía 'de oídos'.
En este mismo proceso, otro supuesto superviviente llamado Arnold Friedman, reconoció que él personalmente no vio nada, sino que lo sabía de oídas y "se lo había oído contar a personas que le parecían dignas de crédito".
Informe Korherr
Artículo principal: Informe Korherr
Para sostener las cifras oficiales de prisioneros exterminados por los alemanes, la historia oficial suele citar el informe Korherr, del cual se alega que contiene información estadística sobre las víctimas de los pretendidos campos de exterminio, aunque en su texto el informe habla de prisioneros deportados al este, tal como lo confirmó su autor años mas tarde. Para concluir que dicho informe se refiere a exterminados, la historia oficial, sin aportar evidencia de ningún tipo, asume previamente que la Solución Final consistía en el plan de exterminio de los judíos, en lugar de su expulsión, tal como se había discutido en la Conferencia de Wannsee. Esto último tiene más congruencia con los documentos disponibles y con la reiterada intención que, desde el principio, el régimen nacionalsocialista tuvo al respecto, además de ser una explicación que, al contrario de la versión oficial, prescinde de la existencia de elementos que van más allá de lo absolutamente necesario.
Fotografías
Artículo principal: Fotografías del Holocausto
Wikipedia en español muestra esta fotografía[24] afirmando que las muertes de las personas en la imagen se debieron a inanición y disparos de la Gestapo. Sin embargo, se ven claramente los edificios destruidos y los muertos sacados al exterior y agrupados en filas para su conteo. En realidad fueron víctimas de un bombardeo de la Royal Air Force.[25]
Entre otras evidencias, se presentan generalmente las fotografías que fueron tomadas a los prisioneros famélicos por la falta de los suministros causada por el bombardeo aliado, fotografías de cientos de cadáveres, tanto de judíos como de alemanes, víctimas de las epidemias como el tifus, víctimas de inanición, sin contar las víctimas de fin natural.
A pesar de que la mayor parte de las fotografías son auténticas, algunas han resultado ser montajes propagandísticos y otras se han presentado fuera de todo contexto.
En su libro Faked Atrocities, Udo Walendy[26] describe algunas de las formas en las que la nación alemana es satanizada mediante el uso de fotografías falsificadas. Ahí trata con este problema y muestra:
Fotografías que son mostradas con diferentes pies de foto para adaptarse a la circunstancia o contexto. El pie de foto puede describir una circunstancia, tiempo y lugar totalmente diferentes a otro pie de foto de la misma foto publicada en otra parte.
Fotografías que son alteradas; a veces sin razón aparente; por ejemplo, con respecto a la ropa, peinados, expresiones faciales. Estas alteraciones lanzan severas dudas sobre el origen de la foto en sí misma.
Fotografías imposibles, en las que las sombras están mal, se contradicen entre sí, o incluso no existen. O bien, que la anatomía de las personas retratadas es imposible, en comparación con los esqueletos. Este tipo de imágenes de atrocidades son generalmente pinturas o dibujos.
Fotografías de atrocidades que en realidad son de origen soviético.
Imágenes que en realidad no prueban nada. Por ejemplo, imágenes de cadáveres cuya causa de fin no es conocida y que puede atribuirse a las epidemias. Pilas de ropa, zapatos y anteojos que fueron retirados a los prisioneros para uniformarlos, así como cúmulos de latas vacías del insecticida Zyklon B usado para la prevención de plagas.
También se suele presentar como evidencia el Diario de Ana Frank, cuyas partes comprometedoras fueron escritas con bolígrafo por Otto Frank, padre de Ana. El bolígrafo no fue inventado sino hasta 1949, es decir, cuatro años después de la fin de Ana Frank, y comenzó a ser comercializado recién en 1951. Por otra parte, Ana Frank y su hermana fueron internadas en Auschwitz y en lugar de gasearlas, las enviaron a Bergen-Belsen, donde se reconoce que murieron de tifus. Algo parecido ocurre con su padre Otto, que llega herido a Auschwitz y en lugar de llevarle a la cámara de gas, es trasladado a la enfermería y sobrevive a la guerra. Sin embargo para algunos, el Diario es evidencia que apoya la versión oficial sobre el Holocausto, porque se dice que otros familiares y amigos de la familia sí murieron gaseados, aunque no se aportan pruebas de ello.
Aún mucho más comprometedor resulta lo que el Dr. Joseph Goebbels dijera en un artículo para la publicación Das Reich: dijo que los judíos "pagarían con el exterminio de su raza en Europa", "y quizá más allá de Europa". Sin embargo, ni esta cita puede tomarse como una prueba. La declaración de Goebbels fue una reacción en represalia a los duros ataques aéreos e iba dirigida contra la prensa bajo control judío que era, según él, muy responsable del clima propagandístico que posibilitó los bombardeos terroristas. Lo que dijo en Das Reich fue:
En esta guerra los judíos están haciendo su juego más criminal y tendrán que pagar por ello con el exterminio (Ausrottung) de su raza en Europa y quizá incluso más lejos. No se les va a tomar en serio en esta guerra ya que no representan ni los intereses británicos ni los americanos, sino exclusivamente los judíos.
Noticia del 24 de marzo de 1933 sobre el boicot comercial declarado por el Congreso Mundial Judío contra Alemania, poco después de que Adolf Hitler asumiera el poder. Los historiadores generalmente omiten este tipo de información, con el fin de presentar al régimen nancy como el causante de los conflictos.
El Ministro de Propaganda Joseph Goebbels insta a Berlín a iniciar un boicot comercial contra los negocios judíos en abril de 1933, como reacción al boicot comenzado por la comunidad judía en marzo del mismo año. Discursos como este fueron posteriormente aprovechados por la propaganda aliada para apoyar la tesis del exterminio, omitiendo las causas que motivaron los discursos.
Algunos de estos discursos eran parte de una serie de tácticas intimidatorias que tenían el propósito de hacer cumplir una política de emigración masiva de acuerdo a lo estipulado en el programa nacionalsocialista. Puesto que esta emigración era también del interés de los sionistas, quienes consideraban que todos los judíos debían vivir en su patria original y no en territorios extranjeros, hubo una especie de colaboración, generalmente omitida, entre nacionalsocialismo y sionismo por lo que también los sionistas fomentaron la emigración de la mayor cantidad de judíos posible hacia la región de Palestina (Acuerdo Haavara o Acuerdo de tras*ferencia)[27][28].
De hecho el fundador del sionismo había recomendado esta vía como método para promover la emigración a Palestina y usurpar mas territorio a los árabes. Theodor Herzl se refirió a esto como una bienvenida "Solución Final a la cuestión judía"[29][30]. Lo que indica que por aquel entonces estaba claro que la "solución final" se refería a la emigración de los judíos. Herzl escribió:
Los antisemitas se convertirán en nuestros mas seguros amigos; mientras que los países antisemitas, nuestros aliados
Theodor Herzl, página 19 de su diario personal
Esta estrategia resultó tan eficaz que se ha seguido utilizando hasta nuestros días por parte del sionismo. En 2003, el primer ministro israelí volvió a utilizar la palabra "solución" para referirse a la "emigración" como respuesta a presuntas amenazas antisemitas.
La mejor solución para el antisemitismo es la emigración a Israel. Es el único lugar del planeta donde los judíos pueden vivir como judíos.
Al año siguiente una ola de pagapensiones judíos arribó desde Francia. Sharon les recibió con beneplácito e insto a los judíos de América y del mundo a seguir sus pasos y aseguró que mudarse a Israel es "imprescindible" ante una supuesta escalada del antisemitismo a nivel mundial.
Pero aún antes de que Hitler hubiese promulgado su primera ley "antijudía", las organizaciones judías del mundo desencadenaron en marzo de 1933 una campaña de boicot comercial que causó un gran daño económico a Alemania. En abril de 1933, en respuesta a este boicot contra la economía alemana, los funcionarios alemanes tomaron medidas similares e iniciaron un boicot contra los negocios judíos. La intención de los sionistas era de provocar a Hitler para que éste intensificara cada vez más las medidas "antijudías" y así acelerar la emigración de los judíos hacia Palestina.
Otras de estas citas son una respuesta al Plan Kaufman y Plan Morgenthau, ambos judíos, que recomendaban abiertamente la desintegración de Alemania, la esterilización forzada de los alemanes con el objeto de asegurar la desaparición de su raza y su uso como mano de obra esclava[31]. Todo esto antes de que los vencedores de la guerra, junto a historiadores judíos, comenzaran a propugnar la teoría de que los nacionalsocialistas elaboraron un plan de exterminio.
...ciertamente la esterilización del pueblo alemán no puede ser considerada sino como una gran medida sanitaria promovida por la humanidad para inmunizarse contra el bichito del Germanismo. La población de Alemania, excluyendo los territorios conquistados y anexados, es de aproximadamente 70 millones, de los cuales aproximadamente la mitad son hombres y la mitad mujeres. Para lograr el propósito de la extinción de los alemanes solo sería necesario esterilizar a 48 millones - una cifra que excluye a varones de mas de 60 años y mujeres de mas de 45, por su limitada capacidad procreativa-.[32]
Theodore N. Kaufman, periodista judío, autor del Plan que lleva su nombre
El plan Kaufman se hizo público en 1941, recibió el apoyo de los líderes de las tres principales potencias aliadas y dio lugar a varios discursos de Goebbels que todavía hoy se exponen como prueba de un presunto exterminio de los judíos. Ese año se imprimió la propaganda alemana que difundía las amenazas de Kaufman respondidas mediante otras amenazas. La táctica utilizada aquí ha sido omitir el discurso de los adversarios de los nazis y presentar sólo las respuestas de éstos últimos como prueba de un supuesto plan.
Todas estas citas pueden ser interpretadas por los inexpertos o por los activistas difusores del Holocausto como una predicción sobre el supuesto destino de los judíos en Europa, que la historia oficial ha manejado como dogma inamovible, pero no hay que olvidar que para el movimiento nacionalsocialista debió imponerse un rígido lenguaje combativo, lo cual siempre había sido típico en el ejército y durante la guerra desde mucho tiempo antes de la aparición del nacionalsocialismo. Palabras como "destruir" o "aniquilar" eran de uso común en la retórica y oratoria, no sólo de los nacionalsocialistas, sino también de los aliados: Existe abundancia de citas extremistas y provocativas análogas de parte de los aliados que no se llegan a exponer en los libros con la misma recurrencia que poseen las citas de los nazis, por ejemplo cuando el día de la declaración de guerra de Gran Bretaña, Winston Churchill dijo que "el objetivo de la guerra es la aniquilación de Alemania". Si se respetan estas cuestiones de neutralidad no se podría interpretar tampoco que Churchill tenía la clara intención de exterminar físicamente a todos los alemanes.
La gente de a pie, cuando escuche de nancysmo, lo primero que se le vendrá a la mente es un montón de cadáveres siendo echados a un agujero en la tierra, cámaras de gas y niños judíos con el pijama de rayas. Y lo han logrado, la mayoría de la gente no piensa en el pleno empleo, el patrón trabajo ni en la eliminación del capitalismo como sistema económico.
Los que queréis profundizar en el tema revisionista os traigo algunos datos:
Peritajes sobre la cámara de gas
En 1993, el químico alemán Germar Rudolf publicó un estudio conocido como el Informe Rudolf, que determinó la imposibilidad química y física de que las cámaras de gas de Auschwitz fueran usadas para el exterminio en masa, de la forma en que fue declarada por los testigos. Este análisis confirmaba otros estudios anteriores como el Informe Leuchter, realizado en 1988 por el experto en sistemas de ejecución, Fred A. Leuchter. Hasta la fecha, el trabajo de Rudolf no ha podido ser refutado científicamente, al contrario, ha sido elogiado por historiadores, químicos y expertos de todo el mundo.
Estadísticas de población judía
Uno de los principales escollos con los que tropieza la historia oficial del Holocausto son los censos y estadísticas oficiales. En la posguerra toda estimación o censo que no reflejara la cifra de seis millones podía ser denunciada demandando una "corrección" o retractación. Pero el problema persiste en las cifras anteriores a la guerra, las cuales aún hoy exponen el fraude.
La historia oficial
La historia oficial cita una estimación de número de judíos en Europa que aparece en la Conferencia de Wannsee. En este caso se ha preferido tomar como cierta esa fuente que habla de 11 millones, en lugar de dar por buenos los censos que realizaban los propios judíos y que van de los 8 a 9 millones aproximadamente. El ubicar a la mayor cantidad posible de judíos en Europa antes del Holocausto es vital para dar credibilidad a la teoría de que los nazis pudieron dar fin a 6 millones. Sin embargo, para el historiador alemán Ernst Nolte las minutas son una falsificación de pos guerra mientras que por otro lado el criterio para determinar quién es judío difiere notoriamente entre el aplicado por el nacionalsocialismo y el que utilizan los judíos mismos, produciendo cifras mayores a las reales y con un margen de error difícil de estimar.
Población judía mundial
En 1959, el profesor sueco Einar Aberg publicó una lista de cifras estadísticas de la población judía mundial antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Entre los años 1939 y 1947 las cifras de judíos a escala mundial son constantes y no muestran un descenso abrupto significativo. Sin embargo algunos de sus datos estaban basados en estimaciones oficiales en lugar de censos. El World Almanac al ser acusado de antisemitismo y de negación del Holocausto se vio obligado a retractarse. A partir de entonces las estadísticas difundidas por el Lobby judío asumen de facto que desaparecieron seis millones de judíos en el Holocausto. Por lo tanto y sin basarse en censo alguno, establecen un aproximado de 11 millones al final de la guerra. De este modo asumen que murieron aproximadamente seis millones en lugar de demostrarlo.
La incontestable abundancia de "sobrevivientes" del Holocausto
Uno de los aspectos menos creíbles de la leyenda del exterminio masivo es el contraste entre la gran cantidad de "sobrevivientes" por un lado, y las astronómicas cifras oficiales de exterminados por el otro. El demógrafo italiano Sergio DellaPergola es uno de los que demostró la imposibilidad de tales cifras. De los aproximadamente 10 millones de judíos que ahora se alega que había en Europa antes de la guerra, seis millones habrían sido exterminados. Pero DellaPergola, comisionado por la Universidad Hebrea de Jerusalén fue capaz de localizar a al menos 1.092.000 sobrevivientes vivos en 2003, es decir 55 años después[13]. Tal como lo alegó la defensa de Ernst Zündel en su proceso en Canadá:
¿Si realmente ocurrió un exterminio masivo de judíos, como es que hay tantos sobrevivientes en primer lugar?
Cada sobreviviente del Holocausto es una prueba viviente de que el Holocausto no ocurrió realmente.
Población judía en Europa
En el libro ¿Murieron realmente seis millones? de Richard Harwood se confrontan las cifras oficiales de fallecidos con censos realizados por organizaciones judías y publicados antes de la guerra. El mismo destaca que según la Chambers Encyclopaedia el número total de judíos en el continente era de 6.500.000, lo que significa que de haber ocurrido el Holocausto los alemanes además de combatir a los aliados en tres frentes se las habrían arreglado para exterminar secretamente a la casi la totalidad de los judíos del continente[14].
Pero de esos 6.500.000, la información aportada por la publicación neutral suiza Baseler Nachrichten establece que entre 1933 y 1945, 1.500.000 de judíos emigraron a Reino Unido, Suecia, Portugal, Australia, China, India, Palestina y los Estados Unidos. Esto es confirmado por el periodista Bruno Blau, que cita la misma cifra en el periódico judío Aufbau, del 13 de agosto de 1948. De esos pagapensiones, aproximadamente 400.000 emigraron desde Alemania a las islas británicas antes de septiembre de 1939. Este dato también es confirmado por el Congreso Judío Mundial en su publicación Unity in Dispersion (p. 377) que establece que:
"La mayoría de los [judíos] alemanes consiguieron abandonar Alemania antes del estallido de la guerra."
Además de los judíos alemanes, 220.000 de los 280.000 judíos austríacos habían emigrado para septiembre de 1939. Para marzo del mismo año en adelante, el Instituto de Emigración Judía de Praga puso a resguardo a otros 260.000 judíos de Checoslovaquia. En total, unos 360.000 judíos quedaron en Alemania, Austria y Checoslovaquia después de septiembre de 1939. De Polonia, un estimado de 500.000 emigraron antes del estallido de la guerra. Estas cifras significan que el número de judíos que emigraron desde otros países europeos (Francia, Holanda, Italia, países del Este, etc) fue de aproximadamente 120.000. Por lo tanto, este éxodo de judíos antes y durante las hostilidades redujo el número total de judíos en Europa a aproximadamente 5 millones. Además a esos pagapensiones debemos agregarles el número de judíos que huyeron a la Unión Soviética después de 1939 así como aquellos que fueron posteriormente evacuados desde Polonia por los soviéticos y los evacuados luego de la oleada turística alemana. La mayoría de estos provenían de Polonia, pero el historiador exterminacionista Reitlinger admite que 300.000 judíos de otras nacionalidades se las arreglaron también para escapar hacia la URSS entre 1939 y 1941. Eso eleva el número total de judíos que lograron escapar del territorio controlado por Alemania a 1.500.000.
En la revista Colliers del 9 de junio de 1945, Freiling Foster escribe sobre los judíos de Rusia "2.200.000 han emigrado a la Unión Soviética desde 1939, para escapar de los nazis", aunque probablemente la estimación de un millón y medio sería mas exacta. La emigración judía a territorio soviético reduce por tanto el número de judíos en territorios ocupados por los alemanes a alrededor de 3 millones y medio (aproximadamente 3.450.000). De estos deben ser excluidos aquellos que vivían en países neutrales. Según el Almanaque Mundial de 1942 (p. 594) el número de judíos viviendo en las islas británicas, Portugal, España, Suecia, Suiza, Irlanda y Turquía era de 413.128[14].
Según estas cifras la exterminación de seis millones de judíos no habría sido posible ya que si tenemos en cuenta los que emigraron, no quedaban ya seis millones de judíos en la Europa ocupada por el Tercer Reich.
El elefante invisible
Muchos historiadores oficialistas afirman que algunas instituciones como los servicios de inteligencia aliados, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional, pudieron denunciar o incluso evitar el genocidio, pero lo callaron, cometiendo alguna especie de complicidad (véase por ejemplo la obra del judío Daniel Goldhagen). A partir de esta idea, otros historiadores quieren imputar algún grado de responsabilidad a estas instituciones por el presunto Holocausto.
El profesor Arthur R. Butz explica que los aliados disponían de una red de información que funcionaba de forma efectiva, tanto en los países ocupados por Alemania como en la propia Alemania[15], por lo que un crimen de una magnitud tan monstruosa como lo sería el asesinato de millones de personas en cámaras de gas, no podría de ninguna manera quedar oculto ante ellos durante años, más aún con organizaciones judías que a partir de 1942 reportaban atrocidades constantemente.
Pero Washington, Londres y Moscú no hacían nada para salvar a los judíos, pudiendo destruir los campos de exterminio y salvar así a millones. Tampoco los prevenían del exterminio que los amenazaba, pues los judíos no oponían ninguna resistencia a los traslados hacia los campos de trabajo. Los aliados tampoco llamaron la atención del pueblo alemán sobre el genocidio perpetrado por su gobierno. Asimismo, tanto el Papa Pío XII, como la Cruz Roja, habrían permanecido con los brazos cruzados hasta terminar la guerra, callando el genocidio. Durante la guerra nadie, excepto la propaganda judía, se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo.
Ya en 1942, el servicio de inteligencia británico consiguió captar y descifrar el código secreto de las comunicaciones radiales entre el cuartel general de las SS en Berlín y los supuestos campos de exterminio. En los informes diarios se daba cuenta de todos los casos de fin. Según estos informes, la mayoría de las muertes se debía a enfermedades, pero también se comunicaron algunos casos de ejecuciones por fusilamiento o ahorcamiento. Pero de asesinatos en cámaras de gas no hubo nada, ni siquiera desde Auschwitz.
Esto lo confirma el profesor Hinsley, actualmente docente en Cambridge, quien durante la guerra era especialista para el desciframiento de códigos secretos enemigos. En su libro explica: "Las comunicaciones radiales alemanas no contenían ninguna referencia a gaseos (no references to gassings)."[16]
Desde diciembre de 1943, los aviones de reconocimiento aliados fotografiaban regularmente Auschwitz. Hasta la liberación del campamento por el ejército rojo en enero de 1945 confeccionaron centenares de fotografías en el curso de un total de 32 misiones. Por su tamaño, por su importancia bélica y por su constante vigilancia aliada, en Auschwitz, habría sido prácticamente imposible disimular un asesinato en masa perpetrado industrialmente. No obstante, durante dos años enteros, de 1942 a 1944, parecía que nadie notaba dicho asesinato. Sólo hasta el verano de 1944 aparecieron en la prensa internacional los primeros reportajes sobre las masacres.
A los historiadores oficialistas se les dificulta explicar la razón de este "misterioso silencio" sobre el Holocausto. Todos están dispuestos a imputar responsabilidades a múltiples entidades de diferentes intereses entre sí y de los supuestos criminales, presumiendo así, más cosas de las absolutamente necesarias, pero nadie quiere ver la explicación más sencilla: si durante la guerra nadie se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo, entonces, o bien se ignoraba de su existencia, o bien simplemente no estaba ocurriendo. (Ver: navaja de Ockham). Pero como un genocidio de tal magnitud no habría podido ser escondido ante la actividad aliada, entonces, la explicación más sencilla que resta es que tal genocidio no estaba ocurriendo. De hecho, el Vaticano y la Cruz Roja se enteraron de la presunta existencia del Holocausto sólo después de la guerra.
Cuando los alemanes abandonan Auschwitz ante el avance soviético, la historia oficial dice que los prisioneros prefirieron irse junto con quienes "les estaban exterminando", rechazando la opción de quedarse y ser liberados. En otras palabras, los judíos presos en un "campo de exterminio", no lo creyeron. Y también ellos, actuaron como si el genocidio no estuviera ocurriendo.
Tres de los principales actores en la "liberación" de Europa, el británico Winston Churchill, el general francés Charles de Gaulle y el estadounidense Dwight Eisenhower, no dicen una sola palabra sobre las supuestas cámaras de gas en sus memorias. Entre las más de 7000 páginas que escribieron relatando todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial, no hay ninguna mención de "cámaras de gas", "genocidio" de los judíos o "seis millones" de víctimas. El profesor Robert Faurisson sugiere que estos personajes sabían o sospechaban que la propaganda de sus propios gobiernos sobre cámaras de gas no era cierta[12].
El revisionista Arthur Butz explica:
No veo ningún elefante en mi sótano. Si hubiese un elefante en mi sótano, con toda seguridad lo vería. Por lo tanto, de dos cosas, una: o no hay ningún elefante en mi sótano, o bien el elefante es invisible.
Arthur Butz, The Hoax of the Twentieth Century, 1976.
Presuntas evidencias del Holocausto
El Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss
Artículos principales: Informe Gerstein y confesión de Rudolf Höss
Las principales y supuestas evidencias que establecieron de forma oficial el Holocausto en los Juicios de Núremberg fueron el Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss, ambas confesiones extraídas mediante tortura. Estos supuestos testimonios constituyen el pilar más importante del mito del Holocausto puesto que provienen directamente del bando nacionalsocialista.[17]
Un análisis sencillo, personal y detallado al Informe Gerstein[18] demuestra que sus cálculos son completamente incorrectos y sus datos son en extremo exagerados. A pesar de su confirmada autenticidad, es un testimonio atestado de inverosimilitudes y contradicciones por lo que no es de ningún modo fiable, además de contener el absurdo de que, en esta versión, elegida dentro de ocho distintas que se contemplaban para explicar las muertes en Belzec, los judíos habían sido asesinados con gases de escape de motores Diesel, una imposibilidad explicada a detalle por el revisionista Friedrich Paul Berg[19].
La confesión de Rudolf Höss, fue extraída después de tres días de tortura, efectuada por la Policía Militar británica, tal y como admitió posteriormente uno de sus interrogadores. Se emplearon con él métodos tradicionales para hacer que dijera lo que sus captores querían oír, hecho que por sí mismo invalida por completo su fiabilidad.
Testimonios
Artículo principal: Falsos testigos del Holocausto
En segundo orden se encuentran los testimonios, tanto de los demás oficiales nacionalsocialistas capturados (como Wilhelm Pfannenstiel que presuntamente confirma a Gerstein), como de los supuestos supervivientes (principalmente los judíos Filip Müller y Rudolf Vrba - que supuestamente confirman a Höss -, Elie Wiesel, Rudolf Reder, etc.). Estos testimonios carecen de validez si no pueden ser verificados o contrastados con algún indicio material, y de hecho, todos presentan significativas inconsistencias y contradicciones.
En el tiempo en que se llevaron a cabo las acusaciones contra los nacionalsocialistas, jamás se realizó un dictamen pericial sobre los instrumentos con los que se habrían llevado a cabo los supuestos crímenes, principalmente las cámaras de gas y los crematorios; en ninguno de los juicios contra los jerarcas del Tercer Reich se ordenó elaborar tal peritaje, necesario para cualquier proceso por homicidio. Ningún informe de autopsia evidenciando que los cuerpos fueron asesinados con gas, fue presentado o realizado. Ninguna de las tantas e innumerables maravillas de la tecnología alemana para asesinar personas, descritas fielmente en los Juicios de Núremberg, fueron presentadas ante el tribunal como cuerpo del delito.
A falta de estas pruebas materiales y de documentos, el Tribunal de Núremberg tuvo que fundamentarse sólo mediante testimonios. Fue así que durante el proceso, había una gran abundancia de declaraciones escritas de presuntos testigos oculares bajo juramento. El problema con este tipo de declaraciones en ausencia, fue que no era posible interrogar a los testigos a fin de corroborar la veracidad de sus declaraciones[20]. Y finalmente, para confeccionar dichas declaraciones, sólo se habrían necesitado algunas máquinas de escribir y papel en grandes cantidades.
De hecho, el desarrollo de los Juicios de Núremberg y su uso indiscriminado de "testimonios", no fue tan diferente al de los que se realizaron en la época de la cacería de brujas.
Si la verdad de un hecho debe consagrarse por el número de testigos que la corroboran, la existencia del diablo en la Edad Media estaría mejor fundada que la de cualquier personaje histórico.
Charles Seignobos (1854-1942), historiador
Falsos testimonios
También existieron muchos testigos y algunas confesiones que describieron el proceso de exterminio con cámaras de gas en los campos de Dachau, Buchenwald[21], Ravensbrück[22] y Mauthausen[23], "hecho" que fue "establecido" durante los Juicios de Nüremberg, pero desde 1960 todos los historiadores "serios" de la versión oficial, admiten que todo esto era producto de la propaganda antialemana, y que los testimonios eran fraudulentos. Paul Rassinier participó de manera importante en la refutación de estos testimonios.
El historiador exterminacionista alemán Martin Broszat fue uno de los expertos designados por el gobierno alemán que demostró que no había cámaras de gas dentro del territorio alemán, aunque pensaba que sólo existían en Polonia. Incluso una vez demostrada la no existencia de cámaras de gas por las autoridades alemanas, continuaban apareciendo "supervivientes" que afirmaban haber visto gaseamientos en los campos de Alemania.
Por otro lado, el denominado Documento Lauchout o Documento Müller fue emitido por el Tribunal Militar Internacional de Nüremberg en 1948 y sacado a la luz por el profesor Emil Lachout, lo que le hizo blanco del acoso de los medios y la policía austríaca por mas de una década.
Servicio de Policía Militar.
Viena, 1 de Octubre de 1948.
Circular número 31/48: ‘La Comisión Investigadora Aliada’ ha constatado hasta la fecha, que en los campos de concentración siguientes, no tuvo lugar la fin de ningún ser humano mediante gas venenoso: Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau, Flossenburg, Gross-Rosen, Mauthausen y anexos, Natzweiler, Neuengamma, Niedahagen (Wewelsburg), Rravensbrück, Sachsenhausen, Stutthof, Theresienstadt. En estos (trece) casos, se ha podido comprobar que se obtuvieron confesiones mediante tortura y prestaron falsos testimonios. Ello debe tenerse en cuenta durante las pesquisas e interrogatorios de criminales de guerra. Este resultado de las investigaciones deberá ponerse en conocimiento de los antiguos internados en campos de concentración que, al ser interrogados, hagan declaraciones sobre el asesinato en estos campos de personas, especialmente judías, mediante gas venenoso. En caso de que persistan en sus afirmaciones, deberán ser denunciados por falso testimonio.
Testimonios basados en rumores
Los testigos "supervivientes" que han afirmado la existencia de cámaras de gas, lo han hecho no según lo que ellos habían visto, sino según lo que habían oído decir.
Un ejemplo típico e ilustrativo es el del Dr. Benedict Kautzsky, quien sucedió a su padre en la dirección del Partido Social-demócrata austríaco.
Después de haber declarado que en Auschwitz el tiempo máximo de supervivencia era de tres meses (aunque él permaneciera internado allí durante tres años), escribió un libro titulado: Teufel und Verdammt ("El diablo y el condenado") publicado en Suiza en 1946, a propósito de las cámaras de gas dice: "No las vi con mis propios ojos, pero su existencia me fue confirmada por varias personas dignas de crédito".
Otro de este tipo de testigos es Rudolf Vrba, uno de los más famosos supuestos supervivientes de Auschwitz. Su libro I cannot forgive ("No puedo perdonar") se ha considerado experiencia directa de los gaseamientos. Sin embargo, sometido a un interrogatorio en enero de 1985, bajo juramento, en el proceso de Ernst Zündel en Canadá, Vrba admitió que no presenció muchas escenas que describió en su libro, y que sólo las sabía 'de oídos'.
En este mismo proceso, otro supuesto superviviente llamado Arnold Friedman, reconoció que él personalmente no vio nada, sino que lo sabía de oídas y "se lo había oído contar a personas que le parecían dignas de crédito".
Informe Korherr
Artículo principal: Informe Korherr
Para sostener las cifras oficiales de prisioneros exterminados por los alemanes, la historia oficial suele citar el informe Korherr, del cual se alega que contiene información estadística sobre las víctimas de los pretendidos campos de exterminio, aunque en su texto el informe habla de prisioneros deportados al este, tal como lo confirmó su autor años mas tarde. Para concluir que dicho informe se refiere a exterminados, la historia oficial, sin aportar evidencia de ningún tipo, asume previamente que la Solución Final consistía en el plan de exterminio de los judíos, en lugar de su expulsión, tal como se había discutido en la Conferencia de Wannsee. Esto último tiene más congruencia con los documentos disponibles y con la reiterada intención que, desde el principio, el régimen nacionalsocialista tuvo al respecto, además de ser una explicación que, al contrario de la versión oficial, prescinde de la existencia de elementos que van más allá de lo absolutamente necesario.
Fotografías
Artículo principal: Fotografías del Holocausto
Wikipedia en español muestra esta fotografía[24] afirmando que las muertes de las personas en la imagen se debieron a inanición y disparos de la Gestapo. Sin embargo, se ven claramente los edificios destruidos y los muertos sacados al exterior y agrupados en filas para su conteo. En realidad fueron víctimas de un bombardeo de la Royal Air Force.[25]
Entre otras evidencias, se presentan generalmente las fotografías que fueron tomadas a los prisioneros famélicos por la falta de los suministros causada por el bombardeo aliado, fotografías de cientos de cadáveres, tanto de judíos como de alemanes, víctimas de las epidemias como el tifus, víctimas de inanición, sin contar las víctimas de fin natural.
A pesar de que la mayor parte de las fotografías son auténticas, algunas han resultado ser montajes propagandísticos y otras se han presentado fuera de todo contexto.
En su libro Faked Atrocities, Udo Walendy[26] describe algunas de las formas en las que la nación alemana es satanizada mediante el uso de fotografías falsificadas. Ahí trata con este problema y muestra:
Fotografías que son mostradas con diferentes pies de foto para adaptarse a la circunstancia o contexto. El pie de foto puede describir una circunstancia, tiempo y lugar totalmente diferentes a otro pie de foto de la misma foto publicada en otra parte.
Fotografías que son alteradas; a veces sin razón aparente; por ejemplo, con respecto a la ropa, peinados, expresiones faciales. Estas alteraciones lanzan severas dudas sobre el origen de la foto en sí misma.
Fotografías imposibles, en las que las sombras están mal, se contradicen entre sí, o incluso no existen. O bien, que la anatomía de las personas retratadas es imposible, en comparación con los esqueletos. Este tipo de imágenes de atrocidades son generalmente pinturas o dibujos.
Fotografías de atrocidades que en realidad son de origen soviético.
Imágenes que en realidad no prueban nada. Por ejemplo, imágenes de cadáveres cuya causa de fin no es conocida y que puede atribuirse a las epidemias. Pilas de ropa, zapatos y anteojos que fueron retirados a los prisioneros para uniformarlos, así como cúmulos de latas vacías del insecticida Zyklon B usado para la prevención de plagas.
También se suele presentar como evidencia el Diario de Ana Frank, cuyas partes comprometedoras fueron escritas con bolígrafo por Otto Frank, padre de Ana. El bolígrafo no fue inventado sino hasta 1949, es decir, cuatro años después de la fin de Ana Frank, y comenzó a ser comercializado recién en 1951. Por otra parte, Ana Frank y su hermana fueron internadas en Auschwitz y en lugar de gasearlas, las enviaron a Bergen-Belsen, donde se reconoce que murieron de tifus. Algo parecido ocurre con su padre Otto, que llega herido a Auschwitz y en lugar de llevarle a la cámara de gas, es trasladado a la enfermería y sobrevive a la guerra. Sin embargo para algunos, el Diario es evidencia que apoya la versión oficial sobre el Holocausto, porque se dice que otros familiares y amigos de la familia sí murieron gaseados, aunque no se aportan pruebas de ello.
Aún mucho más comprometedor resulta lo que el Dr. Joseph Goebbels dijera en un artículo para la publicación Das Reich: dijo que los judíos "pagarían con el exterminio de su raza en Europa", "y quizá más allá de Europa". Sin embargo, ni esta cita puede tomarse como una prueba. La declaración de Goebbels fue una reacción en represalia a los duros ataques aéreos e iba dirigida contra la prensa bajo control judío que era, según él, muy responsable del clima propagandístico que posibilitó los bombardeos terroristas. Lo que dijo en Das Reich fue:
En esta guerra los judíos están haciendo su juego más criminal y tendrán que pagar por ello con el exterminio (Ausrottung) de su raza en Europa y quizá incluso más lejos. No se les va a tomar en serio en esta guerra ya que no representan ni los intereses británicos ni los americanos, sino exclusivamente los judíos.
Noticia del 24 de marzo de 1933 sobre el boicot comercial declarado por el Congreso Mundial Judío contra Alemania, poco después de que Adolf Hitler asumiera el poder. Los historiadores generalmente omiten este tipo de información, con el fin de presentar al régimen nancy como el causante de los conflictos.
El Ministro de Propaganda Joseph Goebbels insta a Berlín a iniciar un boicot comercial contra los negocios judíos en abril de 1933, como reacción al boicot comenzado por la comunidad judía en marzo del mismo año. Discursos como este fueron posteriormente aprovechados por la propaganda aliada para apoyar la tesis del exterminio, omitiendo las causas que motivaron los discursos.
Algunos de estos discursos eran parte de una serie de tácticas intimidatorias que tenían el propósito de hacer cumplir una política de emigración masiva de acuerdo a lo estipulado en el programa nacionalsocialista. Puesto que esta emigración era también del interés de los sionistas, quienes consideraban que todos los judíos debían vivir en su patria original y no en territorios extranjeros, hubo una especie de colaboración, generalmente omitida, entre nacionalsocialismo y sionismo por lo que también los sionistas fomentaron la emigración de la mayor cantidad de judíos posible hacia la región de Palestina (Acuerdo Haavara o Acuerdo de tras*ferencia)[27][28].
De hecho el fundador del sionismo había recomendado esta vía como método para promover la emigración a Palestina y usurpar mas territorio a los árabes. Theodor Herzl se refirió a esto como una bienvenida "Solución Final a la cuestión judía"[29][30]. Lo que indica que por aquel entonces estaba claro que la "solución final" se refería a la emigración de los judíos. Herzl escribió:
Los antisemitas se convertirán en nuestros mas seguros amigos; mientras que los países antisemitas, nuestros aliados
Theodor Herzl, página 19 de su diario personal
Esta estrategia resultó tan eficaz que se ha seguido utilizando hasta nuestros días por parte del sionismo. En 2003, el primer ministro israelí volvió a utilizar la palabra "solución" para referirse a la "emigración" como respuesta a presuntas amenazas antisemitas.
La mejor solución para el antisemitismo es la emigración a Israel. Es el único lugar del planeta donde los judíos pueden vivir como judíos.
Al año siguiente una ola de pagapensiones judíos arribó desde Francia. Sharon les recibió con beneplácito e insto a los judíos de América y del mundo a seguir sus pasos y aseguró que mudarse a Israel es "imprescindible" ante una supuesta escalada del antisemitismo a nivel mundial.
Pero aún antes de que Hitler hubiese promulgado su primera ley "antijudía", las organizaciones judías del mundo desencadenaron en marzo de 1933 una campaña de boicot comercial que causó un gran daño económico a Alemania. En abril de 1933, en respuesta a este boicot contra la economía alemana, los funcionarios alemanes tomaron medidas similares e iniciaron un boicot contra los negocios judíos. La intención de los sionistas era de provocar a Hitler para que éste intensificara cada vez más las medidas "antijudías" y así acelerar la emigración de los judíos hacia Palestina.
Otras de estas citas son una respuesta al Plan Kaufman y Plan Morgenthau, ambos judíos, que recomendaban abiertamente la desintegración de Alemania, la esterilización forzada de los alemanes con el objeto de asegurar la desaparición de su raza y su uso como mano de obra esclava[31]. Todo esto antes de que los vencedores de la guerra, junto a historiadores judíos, comenzaran a propugnar la teoría de que los nacionalsocialistas elaboraron un plan de exterminio.
...ciertamente la esterilización del pueblo alemán no puede ser considerada sino como una gran medida sanitaria promovida por la humanidad para inmunizarse contra el bichito del Germanismo. La población de Alemania, excluyendo los territorios conquistados y anexados, es de aproximadamente 70 millones, de los cuales aproximadamente la mitad son hombres y la mitad mujeres. Para lograr el propósito de la extinción de los alemanes solo sería necesario esterilizar a 48 millones - una cifra que excluye a varones de mas de 60 años y mujeres de mas de 45, por su limitada capacidad procreativa-.[32]
Theodore N. Kaufman, periodista judío, autor del Plan que lleva su nombre
El plan Kaufman se hizo público en 1941, recibió el apoyo de los líderes de las tres principales potencias aliadas y dio lugar a varios discursos de Goebbels que todavía hoy se exponen como prueba de un presunto exterminio de los judíos. Ese año se imprimió la propaganda alemana que difundía las amenazas de Kaufman respondidas mediante otras amenazas. La táctica utilizada aquí ha sido omitir el discurso de los adversarios de los nazis y presentar sólo las respuestas de éstos últimos como prueba de un supuesto plan.
Todas estas citas pueden ser interpretadas por los inexpertos o por los activistas difusores del Holocausto como una predicción sobre el supuesto destino de los judíos en Europa, que la historia oficial ha manejado como dogma inamovible, pero no hay que olvidar que para el movimiento nacionalsocialista debió imponerse un rígido lenguaje combativo, lo cual siempre había sido típico en el ejército y durante la guerra desde mucho tiempo antes de la aparición del nacionalsocialismo. Palabras como "destruir" o "aniquilar" eran de uso común en la retórica y oratoria, no sólo de los nacionalsocialistas, sino también de los aliados: Existe abundancia de citas extremistas y provocativas análogas de parte de los aliados que no se llegan a exponer en los libros con la misma recurrencia que poseen las citas de los nazis, por ejemplo cuando el día de la declaración de guerra de Gran Bretaña, Winston Churchill dijo que "el objetivo de la guerra es la aniquilación de Alemania". Si se respetan estas cuestiones de neutralidad no se podría interpretar tampoco que Churchill tenía la clara intención de exterminar físicamente a todos los alemanes.