El hilo del Papado


Absolutamente.....

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Cualquier día le meten fuego al Vaticano.



Pero no estoy de acuerdo en la critica y ataque a Benedicto XVI.
 
Cuando la PAPADA entra en el PAPADO vaticanaal, el humo de satanás toma posesión de la silla de Pedro.

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Pero no estoy de acuerdo en la critica y ataque a Benedicto XVI.




 
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Los escándalos que persiguen al Papa Francisco

Los cardenales ya se están reuniendo para discutir quién debería ser el próximo Papa. A algunos de los liberales, que se sienten seguros porque gozan del favor del enfermo Papa Francisco, se les puede ver comparando notas en un bar cercano a las puertas del Vaticano. Los cardenales conservadores están más nerviosos: se reúnen en cenas en los apartamentos de unos y de otros o -si pueden confiar en que los camareros zalameros no les traicionen- en un restaurante favorito.

Tal vez se puedan ver los destellos del anillo de un obispo cuando teclea un cotilleo en WhatsApp; la Santa Sede emplea a espías electrónicos de primera categoría, por lo que todo el mundo utiliza un teléfono privado en lugar de los suministrados por el Vaticano. Incluso los espías telefónicos están ocupados intercambiando información, porque, como todo el mundo en Roma, sospechan que al dolorosamente frágil Francisco -a quien a menudo le falta el aliento para leer en voz alta sus propios sermones- no le queda mucho tiempo.

Son sólo suposiciones, por supuesto. El Papa es reservado sobre su salud, y hace dos años se recuperó de una cirugía mayor en el colon que se suponía era un cáncer avanzado. Aun así, tiene 87 años, es el Papa de más edad desde hace más de un siglo, y un cónclave no puede estar muy lejos.

Ludwig Ring-Eifel, de la agencia de noticias alemana KNA, dijo en enero que ver al Papa tan falto de aliento en una rueda de prensa en la que estaba demasiado enfermo para responder a preguntas ya preparadas fue «un momento difícil para mí... y se puede decir que esta situación también ha afectado emocionalmente a muchos colegas». A principios de marzo, Andrew Napolitano, juez jubilado del Tribunal Superior de Nueva Jersey, se alojaba en la casa de huéspedes papal situada detrás de San Pedro. «El Papa está delicado de salud, apenas puede hablar o caminar, e irradia tristeza», relató. «No creo que dure mucho más».

Los nervios vaticanos siempre están a flor de piel en los años finales de un pontificado. En el caso del conservador Benedicto XVI, se vieron ensombrecidos por las filtraciones -difundidas alegremente por una prensa hostil- que revelaban una flamante corrupción en la cúpula de la Curia Romana, el gobierno de la Santa Sede. Benedicto XVI estaba demasiado asustado para actuar y dimitió por desesperación.

Ahora, el Vaticano vuelve a estar paralizado por los escándalos, pero esta vez, los corresponsales que trabajan para medios laicos y católicos intentan proteger a Francisco, que se enfrenta a más serios interrogantes sobre su conducta personal que ningún otro Papa que se recuerde.

Durante años, acusaciones que torpedearían la carrera de cualquier líder secular occidental han sido ocultadas o minimizadas por una guardia pretoriana de periodistas progresistas que, allá por 2013, apostaron su reputación por «el Gran Reformador». Como resultado, incluso los católicos devotos no saben que el primer Papa jesuita ha tratado de proteger a varios repulsivos abusadores picantes de la justicia, por razones nunca explicadas satisfactoriamente.

Sólo ahora está saliendo a la luz la verdad, para alivio del personal del Vaticano que tiene que tratar con un Papa que se parece muy poco a la figura ocurrente y bonachona que ven en televisión. Están aterrorizados -o lo estaban hasta hace poco- por un jefe cuyo gobierno autocrático está más determinado por su ira y sus resentimientos latentes que por una agenda teológica. Y no pueden ocultar su satisfacción por el hecho de que un escándalo especialmente truculento en el que se ha visto implicado el aliado papal, el padre Marko Rupnik, esté desabrigadando la reaccionarioda del «pontificado del Juego del Calamar", como se le apoda, por la serie surcoreana de Netflix en la que los concursantes tienen que ganar juegos infantiles para salvarse de la ejecución.

El asunto Rupnik es el escándalo más da repelúsnte con el que me he topado en más de 30 años de reportajes sobre la Iglesia católica. Rupnik, un artista con muy buenos contactos en cuyos mosaicos vulgares la Iglesia ha gastado cientos de miles de libras, fue expulsado de la orden de los jesuitas el año pasado después de que se le acusara de forma creíble de abusar a religiosas pertenecientes a una comunidad que fundó en su Eslovenia natal. Las muyeres han denunciado que la comunidad era una secta picante.Dicen que intentó obligarlas a ver películas pronográficas, a beber su leche en un cáliz, que arrebató violentamente la virginidad a una hermana en un coche y que animó a las jóvenes a participar en tríos picantes que, según Rupnik, ilustrarían el funcionamiento de la Santísima Trinidad.

El año pasado, ante una explosión de rabia en las redes sociales católicas -los principales medios de comunicación guardaron un extraño silencio-, el Papa Francisco dijo que actuaría contra su amigo Rupnik.
No lo ha hecho. Tampoco ha explicado por qué, cuando Rupnik se enfrentaba a la excomunión por abusar del confesionario para «absolver» a una de sus víctimas picantes femeninas, fue invitado a dirigir un retiro en el Vaticano, o por qué su posterior excomunión fue misteriosamente levantada en cuestión de semanas con la aprobación del Papa.

Este mes, el padre Rupnik aparecía en el directorio del Vaticano de 2024 como consultor sobre el Culto Divino, entre otras cosas. Mientras tanto, el obispo Daniele Libanori, el jesuita que investigó las denuncias de las muyeres y las consideró creíbles, ha sido destituido de su cargo de obispo auxiliar en la diócesis de Roma.

Otro escándalo tóxico sigue destapándose en Argentina. En 2016, monseñor Gustavo Zanchetta, el antiguo protegido más consentido del cardenal Bergoglio, tuvo que dimitir de la diócesis de Orán tras ser acusado de corrupción financiera y de agresivos intentos de seducción de seminaristas. ¿La respuesta del Papa? Trasladó a Zanchetta en avión a Roma y le inventó un trabajo: «asesor» de los fondos gestionados por la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el tesoro del Vaticano. Zanchetta fue condenado posteriormente por asaltar a seminaristas, aunque Roma se negó a facilitar los documentos solicitados por el tribunal argentino. Cumple su pena de guandoca en una casa de retiro, en medio de denuncias de que sus acusadores están siendo acosados.

La historia está volviendo para atormentar a Francisco, cuyos enemigos -envalentonados por su cada vez menor control sobre el gobierno de la Santa Sede- están haciendo circular documentos extremadamente perjudiciales. Estos sugieren que el Papa está aún más enredado en el escándalo de lo que se sospechaba. Y hay otros casos: como arzobispo de Buenos Aires, Francisco intentó sin éxito mantener al *******asta P. Julio Grassi fuera de la guandoca, encargando un informe que tachaba a sus víctimas de mentirosas.

Los oscuros secretos de este pontificado pesarán mucho en las mentes de los cardenales en sus debates previos al cónclave antes de emitir sus votos en la Capilla Sixtina. Hablarán en clave: nadie quiere correr el riesgo de ensuciar abiertamente la reputación de un Sumo Pontífice recientemente fallecido (o retirado). Pero los cardenales se verán obligados a hablar de las divisiones cada vez más venenosas entre católicos liberales y conservadores, que se remontan al Concilio Vaticano II, pero que se han agravado mucho bajo este pontificado. Y les resultará difícil trazar una línea divisoria entre las políticas de Francisco y su personalidad, ya que se deleita visiblemente en utilizar sus poderes para sorprender a la Iglesia universal.

CONTINUARÁ.
 
¿Que Bergoglio se retiró para facilitar la elección de Benedicto?, increible y mentira para quién conozca minimamente al personaje.
Es como imaginar que Pedro Sánchez dimite para dejar paso a otro compañero de partido.
 
En el cónclave de 1958 cuando eligieron a Juan XXXIII parece ser que el ganador real fué el cardenal Giuseppe Siri, lo leí hace años en fuentes un tanto "conspiranoicas", pero que a lo mejor no lo son tanto porque hasta la wikipedia se hace eco. Según ésta teoría ( o no) le obligaron a renunciar, y la razón puede estar relacionada con que éste tal Siri años después dijo estar de acuerdo con las posiciones del cardenal Lefebvre de defensa de la iglesia tradicional.

En ese año muchos cardenales "modernistas" habrían votado a Montini, el futuro Pablo VI, pero Pío XII se negó a nombrarlo cardenal seguramente porque sabía de que pié cojeaba.
https://fsspx-rezumamerica.org/es/n...del-purgatorio-sermon-monsenor-lefebvre-40480

 

P2 no es una guason*ería al uso, al menos no como las conoce el común de los mortales es decir una defensora de la “libertad, igualdad y la fraternidad” y que es de todos sabido que sería la coartada de la agenda ideológica que llevan décadas implantando en España. Sino más bien una guason*ería blanca, es decir un lobby conservador en el interior del Estado italiano. El equivalente más cercano sería el segundo Ku Klux Klan (“invisible empire”), Thule, el Yunque o los ciudadanos del Reich.

Desde mis limitados conocimientos pienso que P2 quería ser la columna vertebral que aguantase la embestida del comunismo, utilizando todos los medios divinos y humanos en el contexto de los Años de Plomo. El público que estaba en las listas de la P2 no es el público que uno se encuentra en el Gran Oriente. Te encuentras tipos como Licio Gelli que estuvo en las Camisas Negras, luego luchando en la guerra civil española y luego en distintos grupos después del 45 participando el asesinato de Aldo jovenlandés y participando en golpes de Estado en el Cono Sur.

Para mi forma parte del Deep State italiano (la Iglesia, las distintas noblezas como la nobleza de color, la nobleza tradicional, la nobleza pontificia, empresarios, cuadros del fascismo que quedaron en la administración etc. Etc.) que no quería que Italia basculase al comunismo.
 
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