Lefri
Madmaxista
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Ha querido copiar el modelo implantado en Madrid por Isabel Díaz Ayuso, pero el tiro le ha salido por la culata.
Porque la remodelación que Pedro Sánchez ha acometido en su Gobierno durante la frenética jornada del 10 de julio de 2021 tiene por delante demostrar que se basa en un principio de eficacia.
Pero, desde luego, nada que ver con la libertad o con pensar en los ciudadanos.
Sobre todo teniendo en el ajo a los cinco ministros de Unidas Podemos, amantes del intervencionismo más exacerbado.
Porque si algo dejó claro esta operación de cosmética es que a Sánchez no le permitieron toca un solo pelo a las huestes jovenlandesadas.
De hecho, durante su gira báltica, el presidente del Gobierno presionó sin éxito a Yolanda Díaz, la ministra podemita de Trabajo, para que aceptase alguna renuncia de los ministros podemitas.
La última intentona fue en la noche del viernes 9 de julio de 2021 y con igual resultado, una intentona infructuosa.
Aunque la frase no es literal, a Sánchez le vinieron a decir esto:
El socio minoritario del Gobierno sale reforzado, y además con un extra que apuntarse como éxito rotundo, la salida de Carmen alopécico, la vicepresidenta primera que se las ha tenido tiesas con la podemita ministra deIgualdad, Irene Montero.
La sectaria socialista se marcha tras intentar plantar cara a la titular podemita, criticando aspectos de la ‘ley tras*’ y defendiendo un tipo de feminismo atacado desde el Ministerio de Igualdad.
Podemos logra sus objetivos y se ve reforzado por la caída de los ministros más políticos mientras que mantiene a su media decena en el Consejo de Ministros.
Primero, la ministra de Trabajo, Díaz, asciende a la vicepresidencia segunda; en segundo término, mantiene todos los ministerios, y por tanto intacta la cuota de poder.
Y, como tercer aspecto relevante, impone que tampoco haya cambio de ministros de la cuota jovenlandesada, aunque alguno esté tan abrasado como el de Consumo, Alberto Garzón, ninguneado esta misma semana por el jefe del Ejecutivo en la ‘crisis del chuletón’, o el de Universidades, Manuel Castells, que alcanza su máximo protagonismo por su sorprendente habilidad para no hacer prácticamente nada.
LA VERTIENTE SOCIALISTA NO DABA CRÉDITO
Lo cierto es que desde la parte socialista del Ejecutivo estatal no se podían creer las noticias que empezaron a filtrarse a partir de las 11 de mañana del 10 de julio de 2021.
Lo más suave que se oyó a algún ministro, seguramente de los que iban a estar en la lista de color, es que aquello era «una tomadura de pelo».
Primero porque el presidente del Gobierno se negaba a reducir su elefantiásico gabinete y, en segundo lugar, porque todos los cambios solo afectaban a los ministros del PSOE.
Para los que se veían con los dos pies fuera de La Moncloa, la reflexión era inequívoca, que una remodelación que mantiene la desmesurada estructura de ministerios y deja intacta en número y titulares la cuota de Podemos no puede llamarse cambio de Gobierno.
De hecho, si ya se sospechaba que había dos Ejecutivos, ahora ha quedado más que patente, pero además con el agravante que el de Unidas Podemos va por su lado.
Y si no que se lo digan al titular de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, el socialista Luis Planas, que se quedó estupefacto con el famoso vídeo de Alberto Garzón, su homólogo en Consumo, que optó por no informar de su iniciativa para estigmatizar la ingesta de carne.
www.periodistadigital.com
Porque la remodelación que Pedro Sánchez ha acometido en su Gobierno durante la frenética jornada del 10 de julio de 2021 tiene por delante demostrar que se basa en un principio de eficacia.
Pero, desde luego, nada que ver con la libertad o con pensar en los ciudadanos.
Sobre todo teniendo en el ajo a los cinco ministros de Unidas Podemos, amantes del intervencionismo más exacerbado.
Porque si algo dejó claro esta operación de cosmética es que a Sánchez no le permitieron toca un solo pelo a las huestes jovenlandesadas.
De hecho, durante su gira báltica, el presidente del Gobierno presionó sin éxito a Yolanda Díaz, la ministra podemita de Trabajo, para que aceptase alguna renuncia de los ministros podemitas.
La última intentona fue en la noche del viernes 9 de julio de 2021 y con igual resultado, una intentona infructuosa.
Aunque la frase no es literal, a Sánchez le vinieron a decir esto:
Y ENCIMA SE COBRAN LA CABEZA DE CARMEN alopécico
El socio minoritario del Gobierno sale reforzado, y además con un extra que apuntarse como éxito rotundo, la salida de Carmen alopécico, la vicepresidenta primera que se las ha tenido tiesas con la podemita ministra deIgualdad, Irene Montero.
La sectaria socialista se marcha tras intentar plantar cara a la titular podemita, criticando aspectos de la ‘ley tras*’ y defendiendo un tipo de feminismo atacado desde el Ministerio de Igualdad.
Podemos logra sus objetivos y se ve reforzado por la caída de los ministros más políticos mientras que mantiene a su media decena en el Consejo de Ministros.
Primero, la ministra de Trabajo, Díaz, asciende a la vicepresidencia segunda; en segundo término, mantiene todos los ministerios, y por tanto intacta la cuota de poder.
Y, como tercer aspecto relevante, impone que tampoco haya cambio de ministros de la cuota jovenlandesada, aunque alguno esté tan abrasado como el de Consumo, Alberto Garzón, ninguneado esta misma semana por el jefe del Ejecutivo en la ‘crisis del chuletón’, o el de Universidades, Manuel Castells, que alcanza su máximo protagonismo por su sorprendente habilidad para no hacer prácticamente nada.
LA VERTIENTE SOCIALISTA NO DABA CRÉDITO
Lo cierto es que desde la parte socialista del Ejecutivo estatal no se podían creer las noticias que empezaron a filtrarse a partir de las 11 de mañana del 10 de julio de 2021.
Lo más suave que se oyó a algún ministro, seguramente de los que iban a estar en la lista de color, es que aquello era «una tomadura de pelo».
Primero porque el presidente del Gobierno se negaba a reducir su elefantiásico gabinete y, en segundo lugar, porque todos los cambios solo afectaban a los ministros del PSOE.
Para los que se veían con los dos pies fuera de La Moncloa, la reflexión era inequívoca, que una remodelación que mantiene la desmesurada estructura de ministerios y deja intacta en número y titulares la cuota de Podemos no puede llamarse cambio de Gobierno.
De hecho, si ya se sospechaba que había dos Ejecutivos, ahora ha quedado más que patente, pero además con el agravante que el de Unidas Podemos va por su lado.
Y si no que se lo digan al titular de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, el socialista Luis Planas, que se quedó estupefacto con el famoso vídeo de Alberto Garzón, su homólogo en Consumo, que optó por no informar de su iniciativa para estigmatizar la ingesta de carne.
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Ha querido copiar el modelo implantado en Madrid por Isabel Díaz Ayuso, pero el tiro le ha salido por la culata. Porque la remodelación que Pedro Sánchez
