Entonces, ¿Franco alteró el plan inicial de sus compañeros para su beneficio?
Sí, claro que alteró mucho los planes originales, pero luego tenía la ventaja que estaba ganando las batallas. Y esto le dio más y más poder. Franco llegó a tener un cierto carisma de la victoria y al final llegó a ser el ganador total y completo de todo.
Ahora parece que a Franco lo van a exhumar del Valle de los Caídos. ¿Qué opinión tiene sobre esto? ¿Cree que puede solucionar algo?
No porque el objeto de eso no es resolver nada, es de marcar puntos en esta batalla política, una lucha que se ha creado de la llamada memoria histórica que no es historia. No es una cuestión enormemente importante para España que Franco esté enterrado en el Valle de los Caídos. Que le coloquen en el cementerio del Pardo, en la cripta de la familia, en La Almudena… todo esto son cuestiones secundarias. Lo más importante es la cuestión de seguir la ley, las reglas, la jovenlandesalidad… también los fallos del tribunal. El propio Franco nunca dio órdenes para ser enterrado en el Valle, no dijo nada. Porque la intención del Valle no era crear un espacio para Franco, fue de crear un monumento nacional a los caídos en la Guerra Civil y, en cierto sentido, para la reconciliación. La cuestión más fundamental es proceder a la exhumación con legalidad y respeto, como debe suceder con los muertos y los caídos sin importar el bando.
¿Realmente el Valle de los Caídos puede tener una función reconciliadora?
Ahora ha llegado a ser un símbolo de todo lo opuesto. En el siglo XXI, con el surgimiento de la nueva izquierda, la de zapatero, de Sánchez, de Podemos, han convertido el Valle de los Caídos en un símbolo de lucha, de sectarismo. Puesto que se trata de una basílica, de una iglesia, y tiene un claro sentido religioso, como la Guerra Civil, que fue una guerra religiosa de los católicos contra los anticatólicos, la basílica en sí no puede ser un símbolo de verdadera reconciliación, pero es muy difícil entender que pudiera ser ese símbolo, que otra cosa pudiera reemplazar al Valle de los Caídos. El monumento en sí es una cosa extraordinaria, es el monumento nacional a la guerra más impresionante del mundo de todo el siglo XX. Su valor artístico nacional como basílica es algo muy importante. Pero resolver esto en términos políticos es muy complicado.
Portada de 'La revolución española 1936-1939'
En España se está hablando mucho ahora de la exhumación de Franco. Pero nunca el debate ha suscitado tanto interés con sus víctimas, ni con Federico García Lorca...
La violencia política de los años 30 fue una experiencia traumática máxima de España, en gran parte superada por el fin del franquismo. Ha sido resucitada por grupos individuales y políticos en el siglo XXI, algunos de ellos con buenas intenciones de resolver algunas cuestiones pendientes, porque es verdad que no ha habido una exhumación y un reentierro apropiado, digno y debido para los restos de algunos revolucionarios o izquierdistas ejecutados durante la Guerra Civil. Pero otra cosa es hacer de eso una cuestión política, sectaria, diciendo que entonces hay que tener un reconocimiento especial para las víctimas de Franco.
Es una cuestión complicada, que necesita una investigación a fondo y no es para una comisión de la verdad, porque una verdadera comisión de la verdad procede de los participantes mismos en esos sucesos, y en el caso español, casi un siglo después, todos están muertos. Esto es una postura ridícula. Lo mejor sería una comisión histórica, pero es muy difícil llegar a un consenso para llevar a cabo esta investigación porque faltan muchísimos datos. No puede hacerse de modo definitivo. No es un problema político, es un problema objetivo en cuanto a la investigación histórica y por tanto una resolución completa no se va a poder realizar nunca. Estamos ante la cuestión de la justicia histórica, y es una imposibilidad práctica porque la gente se ha muerto. Se pueden crear monumentos y memoriales, pero lo importante es hacer la historia del mejor modo posible y luego buscar la reconciliación y el perdón. No se puede imponer una justicia histórica, no es alcanzable por los medios humanos.
Sí, claro que alteró mucho los planes originales, pero luego tenía la ventaja que estaba ganando las batallas. Y esto le dio más y más poder. Franco llegó a tener un cierto carisma de la victoria y al final llegó a ser el ganador total y completo de todo.
Ahora parece que a Franco lo van a exhumar del Valle de los Caídos. ¿Qué opinión tiene sobre esto? ¿Cree que puede solucionar algo?
No porque el objeto de eso no es resolver nada, es de marcar puntos en esta batalla política, una lucha que se ha creado de la llamada memoria histórica que no es historia. No es una cuestión enormemente importante para España que Franco esté enterrado en el Valle de los Caídos. Que le coloquen en el cementerio del Pardo, en la cripta de la familia, en La Almudena… todo esto son cuestiones secundarias. Lo más importante es la cuestión de seguir la ley, las reglas, la jovenlandesalidad… también los fallos del tribunal. El propio Franco nunca dio órdenes para ser enterrado en el Valle, no dijo nada. Porque la intención del Valle no era crear un espacio para Franco, fue de crear un monumento nacional a los caídos en la Guerra Civil y, en cierto sentido, para la reconciliación. La cuestión más fundamental es proceder a la exhumación con legalidad y respeto, como debe suceder con los muertos y los caídos sin importar el bando.
¿Realmente el Valle de los Caídos puede tener una función reconciliadora?
Ahora ha llegado a ser un símbolo de todo lo opuesto. En el siglo XXI, con el surgimiento de la nueva izquierda, la de zapatero, de Sánchez, de Podemos, han convertido el Valle de los Caídos en un símbolo de lucha, de sectarismo. Puesto que se trata de una basílica, de una iglesia, y tiene un claro sentido religioso, como la Guerra Civil, que fue una guerra religiosa de los católicos contra los anticatólicos, la basílica en sí no puede ser un símbolo de verdadera reconciliación, pero es muy difícil entender que pudiera ser ese símbolo, que otra cosa pudiera reemplazar al Valle de los Caídos. El monumento en sí es una cosa extraordinaria, es el monumento nacional a la guerra más impresionante del mundo de todo el siglo XX. Su valor artístico nacional como basílica es algo muy importante. Pero resolver esto en términos políticos es muy complicado.
Portada de 'La revolución española 1936-1939'
En España se está hablando mucho ahora de la exhumación de Franco. Pero nunca el debate ha suscitado tanto interés con sus víctimas, ni con Federico García Lorca...
La violencia política de los años 30 fue una experiencia traumática máxima de España, en gran parte superada por el fin del franquismo. Ha sido resucitada por grupos individuales y políticos en el siglo XXI, algunos de ellos con buenas intenciones de resolver algunas cuestiones pendientes, porque es verdad que no ha habido una exhumación y un reentierro apropiado, digno y debido para los restos de algunos revolucionarios o izquierdistas ejecutados durante la Guerra Civil. Pero otra cosa es hacer de eso una cuestión política, sectaria, diciendo que entonces hay que tener un reconocimiento especial para las víctimas de Franco.
Es una cuestión complicada, que necesita una investigación a fondo y no es para una comisión de la verdad, porque una verdadera comisión de la verdad procede de los participantes mismos en esos sucesos, y en el caso español, casi un siglo después, todos están muertos. Esto es una postura ridícula. Lo mejor sería una comisión histórica, pero es muy difícil llegar a un consenso para llevar a cabo esta investigación porque faltan muchísimos datos. No puede hacerse de modo definitivo. No es un problema político, es un problema objetivo en cuanto a la investigación histórica y por tanto una resolución completa no se va a poder realizar nunca. Estamos ante la cuestión de la justicia histórica, y es una imposibilidad práctica porque la gente se ha muerto. Se pueden crear monumentos y memoriales, pero lo importante es hacer la historia del mejor modo posible y luego buscar la reconciliación y el perdón. No se puede imponer una justicia histórica, no es alcanzable por los medios humanos.