El cura merino

Ramiro garcia

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Una nota saliente de la Guerra de la Independencia fueron los guerrilleros, hombres valientes que bajo la dirección de un caudillo sagaz y con arrojo, se dedicaban a batir, sin tregua ni descanso, al enemigo.

Se hicieron célebres, entre otros: Espoz y Mina, “El Empecinado”, Julián Sánchez… y el cura Merino, un sacerdote que sufrió el abuso de las tropas que expandían la Revolución por Europa y que formó una de las partidas más conocidas de Castilla la Vieja para combatir a los revolucionarios.

Al iniciarse el año 1.809, los franceses dominaban gran parte del territorio de Castilla la Vieja. Los españoles recelaban de las tropas invasoras, que con cualquier pretexto registraban o requisaban los bienes de las gentes pacíficas. Los franceses asaltaban las iglesias y las saqueaban en busca del oro y la plata de los cálices entre escenas de verdadera brutalidad y vejación hacia los curas de los pueblos. No había rey, no se respetaba a la Iglesia y el orden tradicional del Antiguo Régimen se había roto.

En Burgos, al atardecer de un día del mes de enero, llegó una compañía francesa al pueblecillo de Villoviado. Pidieron posada, pero los vecinos, al oír el ruido de los cascos de los caballos, cerraron apresuradamente todas las casas. Tal solo la jovenlandesada del Señor Cura del pueblo permanecía abierta de par en par y al llegar los franceses les preguntó: “¿Qué queréis?” y ellos contestaron que solo querían descansar esa noche en el pueblo, y al día siguiente continuarían su viaje a Lerma.

A una voz del sacerdote, todas las puertas del pueblo se abrieron y asomaron caras curiosas y asustadas. Todo se arregló en paz y las tropas descansaron esa noche en medio de aquellos pacíficos labriegos.

A la mañana siguiente, cuando el escuadrón se disponía a emprender la marcha hacia Lerma, pidió algunas caballerías para trasladar bagajes. No las había en el pueblo y los franceses creyeron que se les negaban los caballos, así que detuvieron a algunos de los vecinos y les obligaron a cargar con las municiones y víveres. El sargento obligó al sacerdote a cargar con el bombo y los platillos, en medio de las risotadas e insultos de la tropa, y a seguir al destacamento invasor.

Al llegar a las cercanías de Lerma, el sacerdote humillado y vejado en su función sacerdotal ante sus feligreses, dejó la degradante carga, pero la afrenta de los franceses quedó clavada en su alma y les dijo: “Os juro que me lo habéis de pagar”.

Pocos días después, el 6 de enero de 1.809, Noche de Reyes, Jerónimo Merino, un sencillo sacerdote de la España rural, pasó a la acción y tomó las armas. De madrugada, limpia su vieja escopeta, prepara su morral, se viste con ropas desusadas, cubre su cabeza con un gran sombrero de fieltro y sale a recorrer las cercanías en busca de soldados enemigos.

Merino se encamina a un monte cercano, en la localidad de Fontioso, desde el que otea todo el campo. A media mañana apareció en la carretera un correo de las tropas francesas y cuando tuvo el carruaje a su alcance hizo blanco en el conductor del vehículo. Esa fue su primera acción de guerra y aquel tiro era el primero que se oía en aquella comarca contra las tropas de Napoleón. A esta descarga seguiría otra y otra, hasta el infinito.

Al atardecer, regresó el párroco con sus feligreses y les contó cuanto había sucedido, al oírle algunos de los parroquianos se ofrecieron incondicionalmente para seguirle a donde fuera. Desde entonces, todas las encinas tendrían tras de sí un hombre que espera el paso del enemigo. La lucha había comenzado.

Al día siguiente, volvió Merino al mismo lugar con los hombres que le seguían y aquel día cayeron nuevas víctimas… y más al día siguiente, y los días sucesivos. Don Jerónimo no era un guerrillero, sino un intelectual que sólo conocía la guerra por la lectura, pero logró formar un cuerpo guerrillero eficiente que lograría quitar el sueño a los mandos franceses, convirtiéndose en uno de los más prestigiosos guerrilleros de la Resistencia española.

El grupo capitaneado por el Cura Merino aumentaba sus hazañas, y un día se le unía un voluntario, cuatro al día siguiente y media docena pocas horas después. El número aumentaba de continuo.

En la primavera, pensaron en ponerse en contacto con otros jefes de guerrillas que luchaban como ellos contra los franceses y así Merino contactó con Juan Martín, conocido como “el Empecinado”, que era la gloria de Burgos y sus contornos. Puestos de acuerdo, aquellos dos hombres, que no se habían visto nunca, se comprendieron y emprendieron juntos el plan de conquistar la estratégica ciudad de Roa, una de las poblaciones más importantes de la región. A medianoche hicieron lo previsto y los franceses se creyeron atacados por un verdadero ejército. Los vecinos de la ciudad secundaron la obra de los asaltantes y atacaron la guarnición francesa, que fue arrojada de Roa. La victoria fue completa.

Los franceses reunieron más de 20.000 hombres decididos a terminar con aquellas partidas de bandoleros y coger al Cura Merino vivo o muerto.
Cuando iban a por ellos, en el pueblo de Quintana, los guerrilleros les sorprenden y se apoderan de gran cantidad de pólvora. El ejército francés organiza una segunda persecución y los valientes españoles, informados por sus espías del plan del enemigo y del camino que van a llevar, les atacan en Hontoria del Pinar ayudados por leñadores y pastores de los pueblos vecinos. Las tropas no supieron reaccionar y retrocedieron cobardemente, los guerrilleros animados con los gritos de: “¡Paso a los de Lerma!” “¡Ahí van los de Roa!” “¡Viva Hontoria!” siguieron luchando hasta deshacer por completo a las tropas enemigas.

Después de la hazaña de Hontoria, la fama de Merino y su guerrilla fue creciendo de día en día y después de largos y duros encuentros con el enemigo, consiguieron la total expulsión del invasor de nuestras tierras.

El Cura Merino, cuyos restos mortales descansan en Lerma, solía decir que “Dios había creado al hombre derecho y que el hombre ante nadie debería humillarse”.

ROSA M.CASTRO

EL CURA MERINO | El cadenazo digital
 
Casualidades de la vida, al leer el hilo sobre la historia militar familiar de los foreros me vino a la mente que, como pinariego que soy, seguro que alguno de mis antepasados luchó bajo las órdenes del cura Merino.

La base desde donde operaba se encontraba en un monte de Canicosa de la Sierra, Burgos:

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Al parecer, todo lo que sabía de la guerra lo había aprendido de los libros; no tenía ninguna formación militar. Aun así, llegó a ser uno de los principales líderes guerrilleros españoles y junto al Empecinado (de visiones políticas antagónicas) llegaron a controlar gran parte de Castilla.

Fundó el Regimiento de Húsares de Burgos, donde combatió Ramón de Santillán, quien fue Ministro de Hacienda y primer gobernador del Banco de España.

Posteriormente, acabada la Guerra de Independencia, volvió a la lucha contra los Cien Mil Hijos de San Luís y en la primera guerra carlista, participando en el asedio de Bilbao.

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Húsares de Ontoria, por Augusto Ferrer Dalmau.

Quien pase por la A-1 y tenga tiempo, puede visitar la bonita villa ducal de Lerma, donde se encuentra su tumbra al lado de un bonito balcón que da a la campiña del Arlanza.

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El 22 de Enero de 1833 se entrevisto con Maria Cristina, a la que besó la mano y le presentó una exposición, en la que decia.

«deseaba la mayor prosperidad a su excelsa sucesora y primogénita, a su real descendencia y a toda la real familia; añadiendo que estos eran sus sinceros votos, y asegurando a S. M. que, así como en dos distintas y gloriosas épocas habia empuñado las armas en defensa de los soberanos derechos del Rey y de la independencia de la monarquía, volveria a hacerlo de nuevo, si las circunstancias lo exigiesen, contra cualquiera que osase atacar tan preciosos objetos, ú oponerse a la suprema voluntad de sus amados Soberanos y los derechos de su legítima y augusta descendencia.»

Unos meses despues gritaba ¡Muera la reina y viva Carlos V! Impone pena de fin a los isabelinos, y el que juró defender a la sucesora de Fernando VII impone también pena de fin a los que se atreviesen á hablar de los derechos de Isabel.

Mando 11 000 hombres con mas pena que gloria, no tenia talento militar para manejar tal fuerza.
 
Posteriormente, acabada la Guerra de Independencia, volvió a la lucha contra los Cien Mil Hijos de San Luís y en la primera guerra carlista, participando en el asedio de Bilbao.


Merino lucho el bando de los franceses no contra ellos.

Merino, que algunos años antes habia peleado contra los franceses con implacable encarnizamiento, se le vio el año de 1823 guiarlos cuando vinieron con Angulema para echar abajo la Constitución.
Ocupó después un puesto militar en Segovia, en donde estuvo á punto de ser asesinado por haber autorizado atropellos escandalosos; hasta que, asentado el poder absoluto, se retiró á su pueblo con propósito deliberado de colgar la espada para no desenvainarla jamás.


Fuente la Estafeta de Palacio pag 32
 
Última edición:
Hubo 2 curas Merinos en la misma época.

Uno intentó atentar contra Isabel II.

Y otro luchó contra Isabel II en las guerras carlistas, además de liderar una partida en la Guerra de la Independencia. En esta última tuvo bajo sus órdenes a Eugenio de Avinareta (antepasado de Pío Baroja y protagonista de "Memorias de un hombre de acción", de Baroja). En este libro Baroja refleja bien la personalidad y los hechos de Merino, desde su óptica fanática, absolutista y carlista.

---------- Post added 08-feb-2016 at 14:53 ----------

Cura Merino - Wikipedia, la enciclopedia libre

Martín Merino y Gómez - Wikipedia, la enciclopedia libre

Jerónimo Merino - Wikipedia, la enciclopedia libre
 
El 22 de Enero de 1833 se entrevisto con Maria Cristina, a la que besó la mano y le presentó una exposición, en la que decia.

«deseaba la mayor prosperidad a su excelsa sucesora y primogénita, a su real descendencia y a toda la real familia; añadiendo que estos eran sus sinceros votos, y asegurando a S. M. que, así como en dos distintas y gloriosas épocas habia empuñado las armas en defensa de los soberanos derechos del Rey y de la independencia de la monarquía, volveria a hacerlo de nuevo, si las circunstancias lo exigiesen, contra cualquiera que osase atacar tan preciosos objetos, ú oponerse a la suprema voluntad de sus amados Soberanos y los derechos de su legítima y augusta descendencia.»

Unos meses despues gritaba ¡Muera la reina y viva Carlos V! Impone pena de fin a los isabelinos, y el que juró defender a la sucesora de Fernando VII impone también pena de fin a los que se atreviesen á hablar de los derechos de Isabel.

Mando 11 000 hombres con mas pena que gloria, no tenia talento militar para manejar tal fuerza.

D. Jeronimo Merino y Cob, o como enfrentarse a un enemigo muy superior, en base a una agotadora guerra de guerrilllas. El ejercito Imperial Francés, se encontro una manera de guerrear que no había conocido en todo Europa.

Informese, y lea los testimonios de militares franceses en la obra "Memorias de la Guerra de la Independencia escritas por soldados franceses" recopilada por Rafael Farias 1920. Después de leerse la obra, venga por aquí opine, que los liberales han escrito muchas patrañas sobre este heroe.

Lo que vd refiere sobre la entrevista con la Reina Cristina, es incoherente, ya que esa fecha Fernando VII estaba vivito y colenado, así que no es verosimil ese encuentro con la consorte real a espaldas del Rey; ademas en ninguna de sus biografias (Jose María Codón 1987, Eduardo Ontañon 1933, Otra anómima de 1840, ....) se menciona.
 
D. Jeronimo Merino y Cob, o como enfrentarse a un enemigo muy superior, en base a una agotadora guerra de guerrilllas. El ejercito Imperial Francés, se encontro una manera de guerrear que no había conocido en todo Europa.

Informese, y lea los testimonios de militares franceses en la obra "Memorias de la Guerra de la Independencia escritas por soldados franceses" recopilada por Rafael Farias 1920. Después de leerse la obra, venga por aquí opine, que los liberales han escrito muchas patrañas sobre este heroe.

Lo que vd refiere sobre la entrevista con la Reina Cristina, es incoherente, ya que esa fecha Fernando VII estaba vivito y colenado, así que no es verosimil ese encuentro con la consorte real a espaldas del Rey; ademas en ninguna de sus biografias (Jose María Codón 1987, Eduardo Ontañon 1933, Otra anómima de 1840, ....) se menciona.



Extraido de La Estafeta de Palacio de Idelfonso Antonio Bermejo, de 1871 ahora no tengo tiempo ni ganas de buscar la pagina.

En esas fechas Maria Cristina era la reina gobernadora por enfermedad de su marido, que estaba vivo pero ya coleaba poco.
 
Última edición:
Tengo la suerte de trabajar en algunas de las zonas de Burgos por donde campeó el cura Merino, paisajes impresionantes y agrestes, perfectos para la guerrilla. Los franceses de la época decían "España: tumba de soldados, ruina de oficiales y fortuna de generales", o algo así, cito de memoria.

A ver si un día hago un hilo sobre mi paisano " el Empecinado" y el trato vergonzoso que recibió tras la guerra, o sobre Kellermann, el "carnicero de Valladolid".
 
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