El asunto pudo dar un giro hace pocas semanas, cuando el historiador Ángel Viñas anunció que había descubierto una trama de corrupción que enriqueció a Franco personalmente (La otra cara del caudillo, Crítica, 2015). ¿De qué se trataba? De café. En 1940, el dictador brasileño Getulio Vargas donó a Franco, personalmente, 600 toneladas de café. Franco lo pasó al Ministerio de Industria y Comercio, que lo distribuyó y vendió al público. Dice Viñas que, según ha descubierto en el archivo del Palacio Real, la venta ascendió a 7,5 millones de pesetas. Casualmente, en la relación de cuentas de Franco de agosto de 1940 figura un apunte de 7,5 millones de pesetas. Apunte que se suma a otras cantidades que arrojan un balance total de 34,30 millones de pesetas en la cuenta personal de Franco, fortuna acumulada por el caudillo durante los años de la guerra. Conclusión de Viñas: Franco se quedó con el dinero del café y con otras dádivas semejantes.
¿Es verosímil la acusación de Viñas? Concedamos que Franco era tan menso como para robar más de 34 millones de pesetas, consignarlo escrupulosamente en sus cuentas y dejar luego que el balance se guardara en los archivos públicos. Ahora bien: ¿qué pasó después con ese dinero? Aquí es donde está el problema, porque ese dinero, acto seguido, se disolvió en las cuentas institucionales de la Jefatura del Estado, y esa es la parte que Viñas no cuenta. Sólo nos dice que el dinero se empleó para pagar cosas como la rehabilitación del Castillo de la Mota o la ampliación del colegio de las Adoratrices de Valladolid. ¿Pero no habíamos quedado en que Franco lo había robado? Pues no. O sea que Franco no se lo quedó, sino que lo gastó en esas cosas y otras del mismo género. Ante la evidencia, Viñas retuerce el argumento acusando a Franco de gastarse el dinero de forma “arbitraria”. Bien podemos suponer que Viñas no se lo habría gastado en colegios de Adoratrices del Sagrado Corazón, sino en otros menesteres, pero, en todo caso, lo de la “arbitrariedad” no deja de ser una opinión personal del autor. Lo importante es saber si el dinero de las donaciones al bando sublevado durante la guerra civil se lo quedó Franco, y aquí los denunciantes no pueden esgrimir otra cosa que sospechas personales. O sea, nada.