Moliva
Madmaxista
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En el siglo I y II Roma llegó a su apogeo. La decadencia romana empezó al mismo tiempo que el cristianismo y aumentó en la misma proporción en que aumentaban los cristianos en ella, llegando a su máximo cuando se cristianizó a la mayoría de la población, momento en que prácticamente se desmoronó por sí mismo. Porque Roma murió por su propia mano.
El Imperio Romano murió de laxitud, de debilidad beata. Pero esto es difícil de ver desde la óptica de alguien que considera los valores cristianos lo "bueno", alguien para quien la palabra "bueno" significa simplemente lo que le dice el cristianismo que significa. Para quienes no consideran otros valores ni otra forma de jovenlandesal no ya preferibles, sino ni existentes. ¿Cómo podría ser el cristianismo, es decir, lo "bueno" por definición, "malo" para Roma?
El Cristianismo es, según Nietzsche, la venganza de ****a contra Roma por destruirle el templo, y no está muy desacertado en lo que a valores se refiere.
Los valores ****o-Cristianos y Greco-Romanos son tan opuestos como la noche y el día. Y la jovenlandesal de un pueblo influye en su organización social. Al igual que la ética protestante tuvo un papel en el capitalismo y que la sociedad india o tibetana no se comprende sin sus valores y su religión, el sistema romano era incompatible con los valores cristianos porque era lo más opuesto imaginable al cristianismo en todos los aspectos. Y una vez que esté se extendió hubo de configurar un sistema propio para que la sociedad funcionara y no viviera en una esquizofrenia disfuncional.
Se necesita armonía entre los valores de una sociedad y sus organización social. No se pueden tener los valores de la república francesa en una monarquía absoluta, los del budismo en una tribu vikinga ni los ****ocristianos en la Roma del mundo antiguo y que el sistema perviva. Son incompatibles.
Esto habría causado -y lo causó durante décadas- desprecio, mofa o, de comprenderlo bien, espanto, en un romano de valores grecorromanos. Necesitó siglos para permear lenta pero incansablemente, como un parásito que se alimente despacio de su huésped, en la jovenlandesal romana:
Contraponer estas "virtudes" a las virtudes romanas de la fuerza, el honor, etc. Da grima.
Nos dice Nietzsche:
Y para culminar nos dice:
Qué tocho ha salido, luego sigo :fiufiu:
Añado: El tema tratado en un blog filonazi desde su perspectiva, con un tufillo antisemita, pero muy interesante: Roma contra ****a, ****a contra Roma (III): El cristianismo y la caída del Imperio | EUROPA SOBERANA
El Imperio Romano murió de laxitud, de debilidad beata. Pero esto es difícil de ver desde la óptica de alguien que considera los valores cristianos lo "bueno", alguien para quien la palabra "bueno" significa simplemente lo que le dice el cristianismo que significa. Para quienes no consideran otros valores ni otra forma de jovenlandesal no ya preferibles, sino ni existentes. ¿Cómo podría ser el cristianismo, es decir, lo "bueno" por definición, "malo" para Roma?
El Cristianismo es, según Nietzsche, la venganza de ****a contra Roma por destruirle el templo, y no está muy desacertado en lo que a valores se refiere.
Los valores ****o-Cristianos y Greco-Romanos son tan opuestos como la noche y el día. Y la jovenlandesal de un pueblo influye en su organización social. Al igual que la ética protestante tuvo un papel en el capitalismo y que la sociedad india o tibetana no se comprende sin sus valores y su religión, el sistema romano era incompatible con los valores cristianos porque era lo más opuesto imaginable al cristianismo en todos los aspectos. Y una vez que esté se extendió hubo de configurar un sistema propio para que la sociedad funcionara y no viviera en una esquizofrenia disfuncional.
Se necesita armonía entre los valores de una sociedad y sus organización social. No se pueden tener los valores de la república francesa en una monarquía absoluta, los del budismo en una tribu vikinga ni los ****ocristianos en la Roma del mundo antiguo y que el sistema perviva. Son incompatibles.
Esto habría causado -y lo causó durante décadas- desprecio, mofa o, de comprenderlo bien, espanto, en un romano de valores grecorromanos. Necesitó siglos para permear lenta pero incansablemente, como un parásito que se alimente despacio de su huésped, en la jovenlandesal romana:
Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. (Marcos, 8, 34
Los hay que se hicieron a sí mismos eunucos por amor al Reino de los Cielos. Mateo, 19: 20
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.Mateo, 5: 1-5
Contraponer estas "virtudes" a las virtudes romanas de la fuerza, el honor, etc. Da grima.
Nos dice Nietzsche:
Si se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el más allá- en la nada-, se ha arrebatado el centro de gravedad a la vida en general. La gran mentira de la inmortalidad personal destruye toda razón, toda naturaleza en el instinto; todo lo que en los instintos es benéfico, favorable a la vida; todo lo que garantiza el porvenir despierta desde entonces desconfianza. Vivir de modo que la vida no tenga ningún sentido, es ahora el sentido de la vida... ¿A qué fin solidaridad, a qué fin gratitud por el origen y por los antepasados, a qué fin colaborar con confianza, promover y proponerse un bien común?... Éstas son otras tantas tentaciones, otras tantas desviaciones del justo camino: una sola cosa es necesaria... No se puede mirar con bastante desprecio la doctrina según la cual cada uno de nosotros, en calidad de alma inmortal, tiene igual categoría que los demás; y en la colectividad de todas las criaturas la salvación de cada individuo puede pretender una importancia eterna, y todos los hipócritas y semilocos (Dreiviertes-Verrückte) pueden imaginar que por su amor las leyes de la Naturaleza serán constantemente infringidas; no se puede mirar con bastante desprecio semejante elevación de toda clase de egoísmos que llega al infinito, a la impudicia...
Y, sin embargo, el cristianismo debe su victoria a esta perversos adulación de la vanidad personal; con esto precisamente ha convertido a sí todo le que está mal formado, lo que tiene intenciones de revuelta, lo que se encuentra mal, todo el desecho y la hez de la Humanidad.
Hay que leer los Evangelios con grandísimas precauciones: detrás de cada palabra hay una dificultad. Yo admito, y de esto se me deberá gratitud, que precisamente por eso son para un psicólogo una diversión de primer orden: como lo contrario de toda corrupción ingenua, como sofisticación por excelencia, como una obra maestra de corrupción psicológica. Los Evangelios tienen sustancialidad propia. La Biblia, en general, no resiste ningún parangón.
Nosotros, que tenemos el valor de la salud y también del desprecio, ¡cuánto derecho tenemos a despreciar una religión que enseñó a comprender mal el cuerpo, que no quiso desembarazarse de la superstición del alma!; ¡que hace un mérito de la falta de alimentación!; ¡que combate en la salud una especie de enemigo, de diablo, de tentación!; ¡que se persuadió de que es posible llevar un alma perfecta en un cuerpo cadavérico, y a este fin debió formarse una nueva concepción de la perfección, una criatura pálida, enfermiza, petulantemente fanática, la dicha santidad, la santidad que es simplemente una serie de síntomas de un cuerpo empobrecido, enervado, irremediablemente
lesionado!...
El movimiento cristiano como movimiento europeo es, a priori, un movimiento colectivo de los elementos de desecho y de descarte de
todo género (los cuales quieren llegar con el cristianismo al poder). No expresa el ocaso de una raza, es un agregado de formas de decadencia provenientes de todo lugar, las cuales se reúnen y se buscan. No es, como se cree, la corrupción de la antigüedad misma, de la noble antigüedad que hizo posible el cristianismo; nunca se combatirá con suficiente saña, el idiotismo erudito que aún sostiene una cosa semejante. En la época en que las capas sociales enfermizas y dañadas del chandala se cristianizaron en todo el imperio romano, el tipo opuesto, la nobleza, existía precisamente en su forma más hermosa y más dura. El gran número alcanzó el poder; el democratismo de los instintos cristianos venció...
El cristianismo no fue nacional, no se concretó a una raza; se dirigió a todos los desheredados de la vida, encontró en todas partes sus aliados. El cristianismo tiene en su base el rencor de los enfermos, dirige sus instintos contra los sanos, contra la salud. Todo lo que está bien constituido, todo lo que es altivo, orgulloso, sobre todo la belleza, lastima sus ojos y sus oídos. Recordaré, una vez más, la inestimable frase de Pablo: “Lo que es débil a los ojos del mundo, lo que es loco para el mundo, lo que es innoble y poco apreciable para el mundo, fue elegido por Dios”; ésta fue la fórmula, in hoc signo llegó la decadencia. Dios en la cruz, ¿todavía no se puede comprender el terrible pensamiento oculto en este símbolo? Todo lo que es sufrimiento, todo lo que está suspendido de una cruz es divino... Todos nosotros estamos suspendidos de una cruz, por consiguiente, todos nosotros somos divinos... Nosotros solos somos divinos... El cristianismo fue una victoria, por él pereció una mentalidad más noble; el cristianismo ha sido hasta hoy la más grande desgracia de la humanidad.
El cristianismo está también en contradicción con toda buena constitución intelectual; sólo puede valerse de la razón enferma como
razón cristiana, toma el partido de todo lo que es ******* lanza la maldición sobre el espíritu, sobre la soberbia del espíritu sano. Como la enfermedad pertenece a la esencia del cristianismo, también el estado típico de ánimo cristiano, la fe, debe ser una forma de enfermedad, y todos los caminos rectos, honrados, científicos, que conducen al conocimiento deben ser refutados por la Iglesia como caminos prohibidos. Ya la duda es un pecado... La falta completa de limpieza psicológica en el sacerdote- que se revela en su mirada- es un fenómeno y una consecuencia de la decadencia; obsérvese de un lado las mujeres histéricas, y de otro los niños de constitución raquítica, y se verá que ordinariamente, la falsedad instintiva, el placer de mentir por mentir, son manifestaciones de decadencia. La fe significa no querer saber qué es la verdad. El pietista, el sacerdote de ambos sexos, es falso porque es un enfermo, su instinto exige que la verdad no tenga razón en ningún punto. “Lo que nos hace enfermos es bueno; lo que proviene de la abundancia, del exceso, del poder, es malo”; así piensa el creyente.
El cristianismo fue el vampiro del imperium romanum
Y para culminar nos dice:
¿No se comprende todavía? El imperium romanum que nosotros conocemos, que la historia de las provincias romanas nos muestra cada vez mejor, esta admirable obra de arte de gran estilo, fue un comienzo, su construcción estaba calculada para demostrar su bondad en miles de años; hasta hoy no se construyó nunca, ni siquiera se soñó nunca construir en igual medida subspecie aeterni. Esta organización era bastante sólida para soportar malos emperadores: la calidad de las personas no tiene nada que ver en estas cosas, primer principio de toda gran arquitectura. Pero este principio no fue bastante sólido contra la más corrompida especie de corrupción, contra los cristianos...
Este oculto gusano, que en la noche, en la niebla y en el equívoco se insinuaba entre todos los individuos y quitaba a todo individuo la seriedad para las cosas verdaderas, el instinto en general para la realidad, esta banda vil, afeminada y dulzona, fue poco a poco haciendo extrañas a las almas a aquella prodigiosa construcción, esto es, aquellas naturalezas preciosas, virilmente nobles, que en la causa de Roma vieron su propia causa, su propia seriedad, su propio orgullo. La socarronería de los hipócritas, el secreto de los conventículos, conceptos sombríos como infierno, sacrificio del inocente, unio mystica al beber la sangre, sobre todo el fuego de la venganza lentamente avivado, de la venganza del chandala, esto venció a Roma, la misma especie de religión a la cual, en la forma en que preexistió, ya Epicuro le había declarado la guerra. Léase a Lucrecio para comprender qué fue lo que Epicuro combatió; no fue el paganismo, sino el cristianismo, o sea la corrupción de las almas por obra del concepto de culpa, de castigo y de inmortalidad. Combatió los cultos subterráneos, todo el cristianismo latente; negar la inmortalidad fue ya una verdadera liberación. Y Epicuro hubiera vencido, todo espíritu culto era epicúreo en el Imperio romano: entonces apareció Pablo...
Pablo, el repruebo contra el mundo... Comprendió que con el pequeño movimiento sectario cristiano, se podría, fuera del cristianismo, provocar un incendio mortal, como con el símbolo de Dios en la Cruz se podría reunir, para hacer con ello un poder enorme, todo lo que estaba abajo y tenía secretas intenciones de revuelta, todo el conjunto de movimientos anárquicos en el imperio. La salvación viene de los judíos. El cristianismo fue una fórmula para superar y sumar los cultos subterráneos de todas clases, el de Osiris, el de la Gran progenitora, el de Mitra, por ejemplo; en esta visión consistió el genio de Pablo. En este punto su instinto fue tan seguro que puso en labios, y no sólo en labios, del Salvador, las ideas con que seducían las religiones de los chandalas, haciendo descarada violencia a la verdad; y en hacer del Salvador una cosa que pudiera comprenderla también un sacerdote de Mitra... Éste fue su momento de Damasco: comprendió que tenía necesidad de la creencia en la inmortalidad para desacreditar el mundo, y que el concepto de infierno vencería también de Roma, que con el más allá se destruye la vida... Nihilista y cristiano son cosas que van de acuerdo...
De este modo fue anulada toda la labor del mundo antiguo: no encuentro palabras con que expresar mis sentimientos ante un hecho tan monstruoso. Y considerando que aquel trabajo era una preparación, que precisamente entonces se echaban las bases para un trabajo de milenios con granítica conciencia, repito que todo el sentido del mundo antiguo fue destruido. ¿A qué fin los griegos? ¿A qué fin los romanos? Todas las condiciones de una docta cultura, todos los métodos científicos existían ya, ya se había encontrado el gran arte, el incomparable arte de leer bien; esta condición preliminar de una tradición de cultura, de la unidad de la ciencia, la ciencia natural en unión con la matemática y la mecánica, se encontraba en el mejor camino; el sentido de los hechos, el último y más precioso de todos los sentidos, tenía sus escuelas, su tradición ya vieja de siglos.
¿Se comprende esto? Todo lo esencial se había encontrado, se estaba en condiciones de ponerse al trabajo: los métodos, preciso es decirlo diez veces, son lo esencial, y son también la cosa más difícil y lo que tiene contra sí, durante más tiempo, el hábito y la pereza. Lo que nosotros
hoy hemos reconquistado empleando indecible violencia sobre nosotros mismos, porque todos teníamos aún en cierto modo en el cuerpo los malos instintos, los instintos cristianos, la mirada libre frente a la realidad, la mano circunspecta, la paciencia y la seriedad en las cosas
mínimas, toda la probidad del conocimiento, existía ya cerca de dos milenios hace. Y además existía el tacto, el buen gusto, el gusto delicado. No como adiestramiento de cerebros. No como cultura alemana por estilo mazacote, sino como cuerpo, como gestos, como instinto...;
en una palabra, como realidad... ¡Todo en vano! ¡En veinticuatro horas no quedó más que un recuerdo!
¡Griegos! ¡Romanos! ¡La nobleza del instinto, el gusto, la investigación metódica, el genio de la organización y de la administración, la creencia y la voluntad de un porvenir para el hombre, el gran sí a todas las cosas visibles en calidad de imperium romanum visible a todos los sentidos, el gran estilo que no era ya simplemente arte, sino que se había convertido en realidad, caridad, vida..., y no sepultado en veinticuatro horas en virtud de un fenómeno natural! ¡No destruido por los germanos y otros pueblos groseros, sino arruinado por vampiros astutos, escondidos, invisibles, enemigos! No vencido, sino chupado... ¡La oculta sed de venganza, la pequeña envidia elevada a dueña! ¡Todo lo que es perversos, todo lo que sufre de sí mismo, todo lo que está animado de malos sentimientos, todo el mundo del ghetto que brota de una vez del alma y sube a lo alto!
Léase cualquier agitador cristiano, por ejemplo, San Agustín, y se comprenderá, se olerá qué inmunda gente subió al poder. Nos engañaríamos completamente si creyésemos que carecían de entendimiento los jefes del movimiento cristiano: ¡Oh, eran hábiles, hábiles hasta la santidad aquellos señores Padres de la Iglesia! Lo que les faltaba era otra cosa muy distinta. La naturaleza los ha olvidado, olvidó darles una modesta dote de instintos estimables, decorosos, puros... Entre nosotros éstos no son ni siquiera hombres... Si el Islam desprecia al cristianismo, tiene mil razones para ello: el Islam presupone hombres...
Qué tocho ha salido, luego sigo :fiufiu:
Añado: El tema tratado en un blog filonazi desde su perspectiva, con un tufillo antisemita, pero muy interesante: Roma contra ****a, ****a contra Roma (III): El cristianismo y la caída del Imperio | EUROPA SOBERANA
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