InAudito
Baneado
La evacuación de Fukushima triplicó la fin de ancianos - Materia
Fecha publicación: 27/11/2012
El accidente atómico de Fukushima (Japón) no mató a nadie, pero los grandes inconvenientes provocados por la catástrofe sí tuvieron un importante efecto sobre la salud de las personas más vulnerables: los ancianos. Un estudio realizado entre los departamentos de Salud Pública de las universidades de Harvard y Fukushima ha determinado que el traslado de los más mayores más allá de la zona de evacuación, realizada en pésimas condiciones, multiplicó por 2,4 el índice de fallecimientos entre estos ancianos. En los tres primeros meses tras la evacuación, las muertes se triplicaron.
Este estudio, el primero sobre la mortandad de los ancianos dependientes en Fukushima, analizó la situación de cada uno de los 1.770 evacuados, que provenían de 34 instituciones como residencias de la tercera edad, hospitales, geriátricos y otro tipo de instalaciones sanitarias. Entre marzo y octubre de 2011, murieron 263 de esos ancianos (excluyendo los 32 que fallecieron a causa del tsunami). Un análisis de las muertes del mismo periodo del año previo muestra que fueron 109 los fallecimientos registrados en esas mismas 34 instituciones.
El 70% de las muertes tras el desastre fueron mujeres y en el 93% de los casos la fin la sufrió un paciente con 75 años o más, “lo que sugiere una vulnerabilidad particular de la personas de más edad a la reubicación”, explica el trabajo. La neumonía fue la causa de fin más común (40%), lo que según los autores muestra “la influencia de las malas condiciones de vida (baja temperatura y mala alimentación) durante el traslado”.
Las muertes por neumonía muestran la influencia de las malas condiciones de vida durante el traslado
La diferencia entre las tasas de mortalidad en 2010 y 2011 fue excepcionalmente alta durante los primeros tres meses, y continuó en un nivel inferior durante seis meses (ver gráfico). Este incremento es similar al observado en otros estudios previos realizados tras situaciones de traslado de internados en instituciones sanitarias, según los autores. “El análisis sugiere que el impacto de un desastre sobre el exceso de mortalidad de los ancianos dependientes es más significativo en el período inmediatamente posterior, pero tiene un impacto duradero debido a los continuos cambios en la higiene alimenticia y las condiciones de atención médica”, explican.
El Gobierno estableció una zona de exclusión de 20 kilómetros en torno a la central accidentada, lo que precipitó la estampida caótica de más de 100.000 personas por culpa de la falta de planes de evacuación adecuados, como mostró la investigación posterior. Como explica el estudio, la odisea de estos ancianos dependientes fue terrible. El Gobierno inició el traslado el 12 de marzo, moviendo a los ancianos a hospitales, gimnasios municipales y escuelas públicas. No pudieron coger sus pertenencias (ni siquiera ropa o mantas) debido a la falta de espacio, y muchos fueron trasladados varias veces a lugares diferentes a lo largo de unos meses.
“Algunas instituciones de otras prefecturas (división regional) rechazaron a los evacuados de la zona de radiación por temor a que pudieran tras*mitir la radiación a otras personas”, narran en el artículo. La situación devino kafkiana: “Los evacuados tenían que presentar en los refugios documentos que certificaran que estaban libres de radiación, y si no lo hacían, se les negaba la entrada”.
Un estudio previo publicado por The Lancet sobre la evacuación de hospitalizados desde Fukushima concluyó que “el traslado de estos pacientes supuso la pérdida de vidas”. Los investigadores insisten en ambos estudios en que hay mucho margen de mejora en los planes de evacuación de este tipo de ciudadanos vulnerables.
573 muertes ‘provocadas por la crisis nuclear’
Una investigación del diario nipón Yomiuri mostró que las autoridades habían reconocido un total de 573 muertes como consecuencia de los estragos causados por la crisis atómica. Se trataba de fallecidos que contaron con un certificado de defunción que se emite cuando la fin no es causada directamente por una tragedia, sino por la fatiga o el agravamiento de una enfermedad crónica debido a la catástrofe y que lleva aparejada una ayuda estatal.
No ha muerto nadie por la incidencia de la radiactividad de Fukushima. En la central nuclear murieron dos trabajadores el mismo 11 de marzo a causa del terremoto y el posterior tsunami. Otros tres operarios fallecieron mientras estaban empleados como liquidadores para reparar los efectos de la catástrofe, pero sus muertes no se pueden relacionar con la radiación liberada por los tres reactores descompuestos, según las autoridades.
Gráfico del estudio que muestra la incidencia de fallecimientos en ancianos por meses antes y después de la evacuación. / Public Health
La catástrofe resucitó los miedos de Hiroshima
“Hemos observado la existencia de un subgrupo especialmente vulnerable a los temores a la radiactividad entre los nietos de los afectados por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki”, explica Menachem Ben-Ezra, investigador especializado en analizar como afectan psicológicamente entre la población episodios traumáticos como el accidente de la central de Fukushima, el terremoto de Haití, o pertenecer al personal sanitario de los hospitales de Gaza.
“Una posible explicación es la trasmisión del trauma psicológico de abuelos a nietos, pero no está claro cómo se produciría, si oralmente, por imitación, por el comportamiento…”, apunta. Trabajando sobre el terreno, con una muestra de 140 japoneses nietos de supervivientes de los bombardeos de la II Guerra Mundial (y otra de control de 80 japoneses), comprobaron que el miedo a la radiación era “notablemente” alto entre los nietos de aquellas víctimas. Lo más curioso de sus averiguaciones, según él mismo, es que registraron el mismo nivel de miedo a la radiación que al tsunami previo. “Es sorprendente porque, objetivamente, el tsunami fue la fuente de muertes y destrucción; el tsunami provocó más de 20.000 muertos y nadie ha muerto por la radiactividad, lo que demuestra que el temor a la radiación no se sostiene en hechos"
Referencia: http://www.hsph.harvard.edu/michael-reich/files/2013/01/yasumura-et-al_2012.pdf
'Excess mortality among relocated institutionalized elderly after the Fukushima nuclear disaster' DOI: 10.1016/j.puhe.2012.10.019
Fecha publicación: 27/11/2012
El accidente atómico de Fukushima (Japón) no mató a nadie, pero los grandes inconvenientes provocados por la catástrofe sí tuvieron un importante efecto sobre la salud de las personas más vulnerables: los ancianos. Un estudio realizado entre los departamentos de Salud Pública de las universidades de Harvard y Fukushima ha determinado que el traslado de los más mayores más allá de la zona de evacuación, realizada en pésimas condiciones, multiplicó por 2,4 el índice de fallecimientos entre estos ancianos. En los tres primeros meses tras la evacuación, las muertes se triplicaron.
Este estudio, el primero sobre la mortandad de los ancianos dependientes en Fukushima, analizó la situación de cada uno de los 1.770 evacuados, que provenían de 34 instituciones como residencias de la tercera edad, hospitales, geriátricos y otro tipo de instalaciones sanitarias. Entre marzo y octubre de 2011, murieron 263 de esos ancianos (excluyendo los 32 que fallecieron a causa del tsunami). Un análisis de las muertes del mismo periodo del año previo muestra que fueron 109 los fallecimientos registrados en esas mismas 34 instituciones.
El 70% de las muertes tras el desastre fueron mujeres y en el 93% de los casos la fin la sufrió un paciente con 75 años o más, “lo que sugiere una vulnerabilidad particular de la personas de más edad a la reubicación”, explica el trabajo. La neumonía fue la causa de fin más común (40%), lo que según los autores muestra “la influencia de las malas condiciones de vida (baja temperatura y mala alimentación) durante el traslado”.
Las muertes por neumonía muestran la influencia de las malas condiciones de vida durante el traslado
La diferencia entre las tasas de mortalidad en 2010 y 2011 fue excepcionalmente alta durante los primeros tres meses, y continuó en un nivel inferior durante seis meses (ver gráfico). Este incremento es similar al observado en otros estudios previos realizados tras situaciones de traslado de internados en instituciones sanitarias, según los autores. “El análisis sugiere que el impacto de un desastre sobre el exceso de mortalidad de los ancianos dependientes es más significativo en el período inmediatamente posterior, pero tiene un impacto duradero debido a los continuos cambios en la higiene alimenticia y las condiciones de atención médica”, explican.
El Gobierno estableció una zona de exclusión de 20 kilómetros en torno a la central accidentada, lo que precipitó la estampida caótica de más de 100.000 personas por culpa de la falta de planes de evacuación adecuados, como mostró la investigación posterior. Como explica el estudio, la odisea de estos ancianos dependientes fue terrible. El Gobierno inició el traslado el 12 de marzo, moviendo a los ancianos a hospitales, gimnasios municipales y escuelas públicas. No pudieron coger sus pertenencias (ni siquiera ropa o mantas) debido a la falta de espacio, y muchos fueron trasladados varias veces a lugares diferentes a lo largo de unos meses.
“Algunas instituciones de otras prefecturas (división regional) rechazaron a los evacuados de la zona de radiación por temor a que pudieran tras*mitir la radiación a otras personas”, narran en el artículo. La situación devino kafkiana: “Los evacuados tenían que presentar en los refugios documentos que certificaran que estaban libres de radiación, y si no lo hacían, se les negaba la entrada”.
Un estudio previo publicado por The Lancet sobre la evacuación de hospitalizados desde Fukushima concluyó que “el traslado de estos pacientes supuso la pérdida de vidas”. Los investigadores insisten en ambos estudios en que hay mucho margen de mejora en los planes de evacuación de este tipo de ciudadanos vulnerables.
573 muertes ‘provocadas por la crisis nuclear’
Una investigación del diario nipón Yomiuri mostró que las autoridades habían reconocido un total de 573 muertes como consecuencia de los estragos causados por la crisis atómica. Se trataba de fallecidos que contaron con un certificado de defunción que se emite cuando la fin no es causada directamente por una tragedia, sino por la fatiga o el agravamiento de una enfermedad crónica debido a la catástrofe y que lleva aparejada una ayuda estatal.
No ha muerto nadie por la incidencia de la radiactividad de Fukushima. En la central nuclear murieron dos trabajadores el mismo 11 de marzo a causa del terremoto y el posterior tsunami. Otros tres operarios fallecieron mientras estaban empleados como liquidadores para reparar los efectos de la catástrofe, pero sus muertes no se pueden relacionar con la radiación liberada por los tres reactores descompuestos, según las autoridades.
Gráfico del estudio que muestra la incidencia de fallecimientos en ancianos por meses antes y después de la evacuación. / Public Health
La catástrofe resucitó los miedos de Hiroshima
“Hemos observado la existencia de un subgrupo especialmente vulnerable a los temores a la radiactividad entre los nietos de los afectados por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki”, explica Menachem Ben-Ezra, investigador especializado en analizar como afectan psicológicamente entre la población episodios traumáticos como el accidente de la central de Fukushima, el terremoto de Haití, o pertenecer al personal sanitario de los hospitales de Gaza.
“Una posible explicación es la trasmisión del trauma psicológico de abuelos a nietos, pero no está claro cómo se produciría, si oralmente, por imitación, por el comportamiento…”, apunta. Trabajando sobre el terreno, con una muestra de 140 japoneses nietos de supervivientes de los bombardeos de la II Guerra Mundial (y otra de control de 80 japoneses), comprobaron que el miedo a la radiación era “notablemente” alto entre los nietos de aquellas víctimas. Lo más curioso de sus averiguaciones, según él mismo, es que registraron el mismo nivel de miedo a la radiación que al tsunami previo. “Es sorprendente porque, objetivamente, el tsunami fue la fuente de muertes y destrucción; el tsunami provocó más de 20.000 muertos y nadie ha muerto por la radiactividad, lo que demuestra que el temor a la radiación no se sostiene en hechos"
Referencia: http://www.hsph.harvard.edu/michael-reich/files/2013/01/yasumura-et-al_2012.pdf
'Excess mortality among relocated institutionalized elderly after the Fukushima nuclear disaster' DOI: 10.1016/j.puhe.2012.10.019
Última edición: