Martillo de guerra y daga de misericordia MANDAN, con eso no te salva ni chaleco antibalas ni platanos en vinagre.
Le metes un buen hostiazo con el martillo (le romperás unas cuantas costillas o la cabeza) con lo que quedará incapacitado al instante, una vez con el enemigo en el suelo y a tu merced, le metes dos mojadas bien metidas con la daga buscando las zonas desprotegidas como axilas, ingles o cuello y fin de la historia. Las armaduras, acuales o antiguas, tienen siempre zonas débiles que son las uniones de las distintas partes que las componen, esas son las zonas que hay que buscar con la daga y de esto los caballeros medievales sabían un huevo.
Estudiar tácticas de combate medievales nunca está de más, sobre todo por dos razones: la primera es que siguen siendo efectivas y letales hoy día y la segunda es que un enemigo actual no se va a esperar que haya gente que use tácticas de hace varios siglos.