A alguien que abandona en el último segundo un proyecto tras recabar el apoyo de otros se le tacha irónicamente de ser como el Capitán Araña, «que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra», según reza un dicho que se remonta hasta el siglo XVIII.
En el último tercio de aquel siglo las insurrecciones de las colonias en América requerían continuamente de refuerzos que viajaran desde España para combatir al otro lado del Atlántico. José María Sbarbi contaba en « Florilegio o Ramillete alfabético de refranes y modismos» que «segín testimonio de personas fidedignas» en esa época «existía en una de las ciudades de nuestro litoral un capitán de buque llamado Arana, (nombre que el vulgo hubo de tras*formar luego festivamente en Araña), del cual se cuenta que después de reclutar individuos con el precitado objeto, nunca más volvió á emprender viaje alguno allende los mares». Por ello el célebre sacerdote y paremiólogo gaditano define el dicho: «Dícese por los que exhortan a otros a hacer aquello mismo de que ellos huyen»
Para José María Iribarren («El porqué de los dichos») «a vista del apellido Arana cabría suponer que este célebre capitán era vasco», pero este coleccionista de anécdotas populares sospecha que el ladino marino fuera de origen portugués y se apellidaba «Aranha (con h), cuya pronunciación es Araña».
Con este sentido Benito Pérez Galdós llama Capitán Araña al coronel Rada en los « Episodios Nacionales» o utiliza la expresión Fernán Caballero en « La familia de Alvareda» (1834): «Ello es que yo soy como el patrón Araña, que embarcaba la gente y se quedaba en tierra»
Araña, Concha y Cortés
En el « Refranero del Mar» el dicho se amplía al de «Ellos eran tres: Araña, Concha y Cortés» que José Gella Iturriaga identifica como «tres marinos gaditanos que debieron de ser famosos por su afán de trabajar poco, o de "morearse", término este usual en Marina para expresar la habilidad de eludir las faenas a bordo».
Para Iribarren, el Araña de los dichos de Cádiz estaría relacionado con el capitán Araña antes descrito ya que en el periódico político-satírico «Gil Blas» de finales del s.XIX, se publicó una parodia del poeta Manuel del Palacio contra el entonces regente Narváez, inspirada en la «Canción del Pirata» de Espronceda, que decía: «Bajel pirata que llaman, por su bravura el regente, y que ha embarcado más gente, que Araña, Concha y Cortés».
Capitán Araña se llama también al militar que no cumple con sus compromisos, en especial el de iniciar un levantamiento, según recoge José Luis García Remiro en « ¿Qué queremos decir cuando decimos...?». El «araña» se aplicaría a los cobardes e interesados «que van, como las arañas, tras la "mosca" (dinero)».
Recuerda en este sentido la Letrillas burlescas de Quevedo: «Mosca muerta muerta parecía, tu codicia cuando hablabas, y eras araña que andabas, tras la pobre mosca mía».