Es que precisamente los petulantes con Adolfo se fueron por el barranco, en el 39 ya habían conseguido todos los objetivos inmediatos y logrado recuperar su soberanía así como restablecer la unidad de los territorios germanos o germanizados, pero Adolfo igual que el petulante de Guillermo II se creyó su propia propaganda y se lanzó a una guerra que no podía ganar, un todo por el todo suicida, innecesario y menso, parece que ningún dirigente alemán se tomó la molestia de seguir a quien había delineado la política del país para su ascenso y triunfo: Otto Von Bismarck, esa falta de sentido común les llevo a la erradicación de su país como potencia y a la destrucción del resto de naciones europeas haciendo posible una hegemonía anglosajona por la que hemos pagado todos y que en cualquier otro escenario habría imposible.
A mi entender, existe la falsa creencia en Alemania y en el resto del mundo, de que los dirigentes alemanes después de Bismarck, llevaron a Alemania a la I Guerra Mundial, al abandonar las directrices del Canciller de Hierro. Y a mi juicio es falsa, porque ya el propio Bismarck se salió de sus propias directrices marcadas tras la guerra franco prusiana y la posterior ola de revanchismo surgida en Francia por la anexión de Alsacia-Lorena.
Bismarck, saltándose sus planes iniciales, acude al Congreso de Berlín en 1878, y hace lo que dijo que no haría nunca, es decir actuar como juez favorable a algunas de las dos potencias con las que compartía la Liga de los tres Emperadores, en un eventual conflicto entre ellas, en este caso, favorable a Austria, en la crisis provocada por Inglaterra, tras acudir esta de la mano de Austria a denunciar el tratado de San Stefano.
Esto provocó la salida de Rusia de la Liga de los tres Emperadores, al sentirse defraudada con Alemania, y casi traicionada por Aus
Bismarck, pensó que para atraer de nuevo a Rusia al pacto de los tres imperios, era necesario que ésta se sintiera sola y aislada, y para eso firmó un tratado de alianza con Austria-Hungria. Pero el Kaiser Guillermo I, vió el peligro de un posible enfrentamiento a Rusia en el futuro, y se negó a firmar el tratado. Solo lo hizo ante la amenaza de dimisión de Bismarck y de todos sus ministros. En el momento de la firma, hizo responsable a Bismarck y su gabinete de las consecuencias que ese tratado pudiera acarrear en el futuro. El Kaiser recordaba el consejo de su padre, el rey Federico Guillermo III de Prusia, dado en su lecho de fin, de no enfrentarse nunca al imperio de los zares.
Al principio ocurrió lo que Bismarck esperaba, es decir la aproximación de Rusia de nuevo Alemania y Austria al sentirse aislada, para después salirse de nuevo de la alianza, ante la agresiva política de Austria en los Balcanes.
Bismarck neutralizó la amenaza con el Tratado de Reaseguro, pero este era un pacto secreto, oscurantista, casi sucio, es decir inmoral y traicionero hacia Austria. Así lo entendió al menos Guillermo II al ascender al trono, negándose a renovarlo creyendo que la Rusia Zarista nunca llegaría a una alianza con la republicana Francia. Se equivocó, y el resto es historia.
De no haber cedido el Kaiser Guillermo I en la firma del tratado de la alianza austro-germana, la historia del mundo podría haber cambiado totalmente, pues fuera el canciller de Hierro del poder, la situación de la diplomacia alemana, hubiera sido totalmente distinta a la llegada al trono del acomplejado megalomano de Guillermo II, pues este, siguió la política marcada por Bismarck, de alianza con Austria.