Esa historia ganaría bastante aderezado de la casuística de mi lugar de infancia: Baracaldo, osea Vizcaya, en la época había chaquetas de cuero, yonkis y jeringuillas y avisos de bomba donde se vaciaban los colegios y ardían aquellos templos.
Con sólo meter esos factores, más los pepinillos hubiera sigo "de las mejores" como aseguras, aunque haya apercibido que era una época posterior a la mía y que ya había caído de su máximo esplendor.
Lo de "dejar una vida", en mi época era anatema, sólo podía darse como un pacto previo y bien asegurado de antemano a tu amigo de sangre, en caliente era impensable, estabas limosneando y dando pena a sabiendas que nunca iba a ocurrir. Asi era el fervor cuando te ponías delante de la máquina de turno.