No, qué va. La feminización es solo una parte pequeña del escenario. Es MUCHO más profundo
El colectivismo vive de la fantasía. Recrea mundos imaginarios donde el hombre llega a una utopía de esplendor, al máximo de su capacidad. Proyecta los deseos de todo hijo de vecino. Centrándonos en la izquierda, promete que manarán ríos de leche y miel y el hombre llegará 'a otro nivel'.
Para lograr ese imposible, el colectivismo propone caminos de tiranía donde es necesario que el pueblo viva reprimido. Bajo su mando, oh casualidad. Ellos lo controlan todo, deciden la producción y deciden las libertades individuales. Hasta el individuo termina siendo prescindible, ya sabemos que a partir de cierto punto basta con acusarte de que estás en contra del plan para tener justificación para pegarte un tiro. Eso ahora no se estila, pero sustituye el susto por la cancelación total social y política. Ellos dirigen la manada, y la manada expulsa cuando quiere a quien le sobra.
El problema es que...chocan con la razón. No queremos ser sus esclavos, no queremos que nos roben, no queremos que nos digan qué es lo bueno y qué es lo malo, que nos digan cómo y dónde debemos vivir. No nos gusta que nos recorten libertades, no nos gusta que nos digan estupideces ni nos hagan comulgar con ruedas de molino. Y no nos gusta que nos mientan.
Por eso exista una metamanipulación, completamente orquestada, por la cual continuamente se desvalora la razón, la ciencia y la percepción objetiva. Se les quita valor, para que así terminen gobernando los sentimientos, la imaginación y la subjetividad. Porque en un mundo racional, no tienen ninguna capacidad de imponer sus locuras.
Por eso:
- El feminista radicalsmo es una canalización de las frustraciones de las peores y más resentidas mujeres. Con criterios completamente anticientíficos, se inventan conceptos como que el machismo es el germen de la violencia hacia la pareja (desmentido por cualquier criminólogo serio...), que las mujeres cobran menos por ser mujeres (desmentido por cualquier estadística sin sesgo), o que existe una violencia estructural y organizada contra las mujeres.
Y por supuesto, el machaque constante que nos cambian los parámetros racionales. Recordemos a alopécico cuando decía que 'a las mujeres hay que creerlas sí o sí'. Que más de uno, incluso de forma bien intencionada, podía admitir. Pero porque evitaba su parte racional; esa frase implica que 'a los hombres no hay que creerlos nunca' (en ese contexto), algo 'no tan bonito'. Y sumamente grave; estás empezando a rascar y a desgastar cosas tan básicas como el principio de igualdad ante la ley y la presunción de inocencia. Ahí es nada. Con una fruta frase.
- El cambio climático, el coche eléctrico y todas las causas relacionadas, se cimentan en motivos emocionales, y en ocultar cualquier dato o paper que no les conviene, cancelar públicamente a quien esté en contra, y meter en las instituciones y subvencionar a aquellos que sí que lo mantengan.
Así algo que obviamente tendría un carácter científico, en vez de ser objeto de debate a través de la razón, es simplemente cuestión de convicción
- La tras*exualidad y el cambio de sesso lo han convertido en algo subjetivo. Si dices que te sientes mujer, eres mujer. Y no solo eso, el resto tiene obligación legal de tratarte como tal. Obviamos la biología, obviamos la libertad (del resto...), obviamos incluso las recomendaciones médicas o psicológicas
-Las leyes están empujando fuertemente para que el concepto subjetivo y emocional tengan un papel. No tanto en la propia ley (traspasaría líneas rojísimas constitucionales...), sino por la presión continua de políticos, jueces afines colocados en puestos adecuados, y opinólogos profesionales. Es un camino sencillo: el derecho, desde que existe y está estructurado, pena hechos objetivos.
Si consigues meter elementos subjetivos y emocionales, te estás cargando toda seguridad jurídica. Nunca podrás saber si lo que haces está bien o mal, puesto que dependerá de lo que otras personas sientan. Un puñetero disparate.
Esta 'randomización' del concepto de delito provoca un autocontrol brutal, pues ya no actúas con una lógica en la cual una persona honrada evita delinquir. No, va mucho más allá; el individuo se coarta infinitamente más en sus comportamientos, en sus opiniones y en su libertad de expresión, pues la línea que separa una cosa de la otra es tan ambigua e interpretable que teme que sus acciones (objetivamente no delictivas...) puedan terminar siendo delito, o incluso ser objeto de repudia social aunque no lo sean.
Eso implica que el individuo evita completamente cualquier expresión de su desacuerdo con las ideas impuestas por el poder, por muy absurdas que le parezcan. Y lo que es incluso peor: huyendo de las consecuencias, termina siendo un tipo dócil y temeroso, que para evitar meter los pies en cualquier charco, olvida su racionalidad, por lo menos de cara al exterior.
- Las noticias se alimentan cada vez más de hechos que, sin ser delictivos, provocan (y provocaban!) rechazo social, para intentar que la gente confunda las fronteras de la ley. El colegio mayor, el beso de Rubiales, el chat de los estudiantes, el toque a la reportera. Se convierten en virales noticias de ninguna importancia, metiéndose todo el mundo a saco (hasta ministros y el presidente del gobierno!), cuando son simplemente comportamientos poco deseables.
Obviamente, los casos que se ponen en el escaparate, están bien seleccionados. Porque esos individuos (Rubiales, el retrasao que tocó a la reportera, y hasta los de la Manada...), independientemente de su acto, tienen un pasado que nos incita a que nos dé ardor de estomago. Y eso implica que, emocionalmente también, nos olvidemos del hecho en sí y queramos (o al menos nos parezca menos importante...) que sean culpables. Es como jugar con comodines.
Confundir de forma premeditada ese comportamiento poco deseable con un delito grave, tiene el efecto de poder cambiar la línea donde empieza el delito sin tener que modificar la ley. Y (no menos importante...) tener la potestad de hacerlo cuando quieras.
Por ejemplo, con la eliminación sedición que hicieron en su momento, con la malversación, y ahora con la amnistía. El concepto de delito y su tipificación se basa en acciones claras, bien tipificadas, con un origen muy remoto, que simplemente son más o menos penados dependiendo de la época (nunca 'ha estado bien' robar, apiolar, violar...)
Pero al dar opción de meter esta subjetividad hace que, por ejemplo, que un delito merezca no serlo simplemente porque es conveniente políticamente. Y la gente lo acepta. O porque haya manifestaciones, o porque twitter sea un hervidero. Es decir, se legitima a la turba para que su linchamiento tenga consecuencias, dejando la gravedad o incluso la veracidad del acto cometido en segundo plano. La justicia se convierte en un 'acto democrático' de lo más exaltados
Primero se cambia el valor social del delito (según convenga...), y luego se plasma en la ley. Cuando eso ya ha sido aceptado, a base de estirar la cuerda.
Coge CUALQUIER TEMA 'MODERNO' y verás el mismo patrón. Y no, por supuesto que no es casualidad. Se trata de una maniobra (muy antigua...) de aplacar la capacidad de razonamiento individual, y cambiarla por sentimientos colectivos, mucho más manejables con una declaración y un tweet.
Por eso Gramsci, acertadamente, descubrió hace casi 100 años que la lucha de clases ya no provocaba estos sentimientos, porque el obrero empezaba a vivir bien. Necesitas desviar constantemente la atención hacia la subjetividad, que la política vaya al unísono de la cultura, de los medios de comunicación, de la educación, para que haya indignación colectiva que aplaque la racionalidad.
Y es que esta indignación es clave para que haya un ambiente revolucionario, el único bajo el que sus ideas tan disparatadas pueden funcionar. Una persona indignada, consumida por sus propias frustraciones, con impactos constantes que alientan a que su cerebro consciente se queden en segundo plano, aceptará cualquier cosa. Incluso saltarse la constitución, la ley, la ciencia, la lógica, el más elemental sentido común.
Con mirar lo sucedido durante el último mes, e intentar imaginar cuál sería nuestra reacción hace 10 años, nos daremos cuenta hasta qué punto están siendo eficientes.
Por eso no, el feminista radicalsmo no es la base. Es simplemente una de las patas; el plan es mucho más profundo.
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