arriondas
Será en Octubre
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Este último punto me parece interesante... Respecto a la comparación de Ucrania con países como Polonia... Eso es algo que no me parece muy apropiado. Las comparaciones son odiosas. Inapropiadas, nunca mejor dicho. Nunca me comparo con alguien que no tiene nada que ver conmigo, es menso.
Polonia, Checoslovaquia, Hungría... ya tenían un pie en Occidente desde los años 70 del siglo XX, con el gobierno de Gierek (por ejemplo) pidiendo préstamos al FMI para endeudarse en campos como la construcción naval. Bandas de rock anglosajonas (Rolling Stones, Beach Boys, Blood, Sweat and Tears, Chicago, Queen...) iban con cierta frecuencia a países de Europa Centrooriental, se rodaban películas y series occidentales en ellos, etc. No estaban tan aislados como pareciera desde un principio. Estaban trincados dentro de la economía de mercado, algo muy paradójico pero real. Por eso, a Soros o a Jeffrey Sachs no les resultó muy difícil trabajarse a las élites de esos países, estaban-digamos-predispuestos a esos cambios, la base estaba ya puesta incluso antes de la Perestroika. Por eso las tras*iciones fueron menos traumáticas que en la ex-URSS, Rumanía o Bulgaria.
Pero en Ucrania no. Su economía, al igual que la bielorrusa o la moldava, estaba vinculada a la ex-URSS. No dejaban de formar parte del mismo estado y no miraban hacia fuera, sino hacia dentro. Cuando Ucrania se independizó a finales de 1991, se vio en la tarea titánica de... inventarse un país. Digo bien: inventarse. Porque hasta las empresas locales mantenían relaciones institucionales no con Kiev, sino con Moscú (a fin de cuentas, Rusia era hasta hace cuatro días el principal cliente de Ucrania, con una economía casi totalmente dependiente de Moscú). En los 90, la conocida como "niña bonita" de la URSS, una de las repúblicas más desarrolladas, perdió el 60% de su PIB; el nivel de vida cayó en picado y la producción industrial colapsó. Y nunca ha podido recuperarse, gobernara quien gobernara.
Por qué tendría que irles igual que a Polonia o los Bálticos (los cuales eran la ventana de la URSS a Occidente y para no pocas cosas iban a su bola) en el caso de romper de forma definitiva con Rusia... Lo mismo se puede decir de Moldavia, cuya economía ha sido siempre rival de... Rumanía (en su día expliqué en este foro por qué esos dos países no se van a unir) Bielorrusia ha sido más práctica, manteniendo una relación muy cercana con Rusia, ya que su economía depende mucho de su vecino y hermano.
La UE sólo quería de Ucrania mano de obra barata y que sus productos subvencionados entrasen libremente en el país, haciendo un dumping salvaje a las empresas locales, y también aplicar una serie de reformas que habrían dejado a la reconversión en Asturias como una fiesta de prau (aplicar el llamado Consenso de Washington, parecido a lo que sucedió en Serbia una vez que cayó Milosevic). Por supuesto, Rusia se habría visto obligada a cerrarles las puertas, al suponer de rebote una entrada de esos productos de la UE al mercado ruso, su principal mercado con diferencia, sin ninguna clase de negociación mediante.
Muchas veces es mejor no dejarse llevar por la emociones, los cantos de sirena, y darse cuenta de que con el bien el rebién sobra. No se vive de palmaditas en las espalda ni de promesas.
Polonia, Checoslovaquia, Hungría... ya tenían un pie en Occidente desde los años 70 del siglo XX, con el gobierno de Gierek (por ejemplo) pidiendo préstamos al FMI para endeudarse en campos como la construcción naval. Bandas de rock anglosajonas (Rolling Stones, Beach Boys, Blood, Sweat and Tears, Chicago, Queen...) iban con cierta frecuencia a países de Europa Centrooriental, se rodaban películas y series occidentales en ellos, etc. No estaban tan aislados como pareciera desde un principio. Estaban trincados dentro de la economía de mercado, algo muy paradójico pero real. Por eso, a Soros o a Jeffrey Sachs no les resultó muy difícil trabajarse a las élites de esos países, estaban-digamos-predispuestos a esos cambios, la base estaba ya puesta incluso antes de la Perestroika. Por eso las tras*iciones fueron menos traumáticas que en la ex-URSS, Rumanía o Bulgaria.
Pero en Ucrania no. Su economía, al igual que la bielorrusa o la moldava, estaba vinculada a la ex-URSS. No dejaban de formar parte del mismo estado y no miraban hacia fuera, sino hacia dentro. Cuando Ucrania se independizó a finales de 1991, se vio en la tarea titánica de... inventarse un país. Digo bien: inventarse. Porque hasta las empresas locales mantenían relaciones institucionales no con Kiev, sino con Moscú (a fin de cuentas, Rusia era hasta hace cuatro días el principal cliente de Ucrania, con una economía casi totalmente dependiente de Moscú). En los 90, la conocida como "niña bonita" de la URSS, una de las repúblicas más desarrolladas, perdió el 60% de su PIB; el nivel de vida cayó en picado y la producción industrial colapsó. Y nunca ha podido recuperarse, gobernara quien gobernara.
Por qué tendría que irles igual que a Polonia o los Bálticos (los cuales eran la ventana de la URSS a Occidente y para no pocas cosas iban a su bola) en el caso de romper de forma definitiva con Rusia... Lo mismo se puede decir de Moldavia, cuya economía ha sido siempre rival de... Rumanía (en su día expliqué en este foro por qué esos dos países no se van a unir) Bielorrusia ha sido más práctica, manteniendo una relación muy cercana con Rusia, ya que su economía depende mucho de su vecino y hermano.
La UE sólo quería de Ucrania mano de obra barata y que sus productos subvencionados entrasen libremente en el país, haciendo un dumping salvaje a las empresas locales, y también aplicar una serie de reformas que habrían dejado a la reconversión en Asturias como una fiesta de prau (aplicar el llamado Consenso de Washington, parecido a lo que sucedió en Serbia una vez que cayó Milosevic). Por supuesto, Rusia se habría visto obligada a cerrarles las puertas, al suponer de rebote una entrada de esos productos de la UE al mercado ruso, su principal mercado con diferencia, sin ninguna clase de negociación mediante.
Muchas veces es mejor no dejarse llevar por la emociones, los cantos de sirena, y darse cuenta de que con el bien el rebién sobra. No se vive de palmaditas en las espalda ni de promesas.
