Y el factor más desequilibrante, mosquetes y cañones aparte, eran los caballos, que causaban pavor a los indígenas. Unos pocos soldados a caballo lanzando mandobles producían una masacre en un momento.
Eso seria si la pólvora no fuera escasa y el clima húmedo tropical no la estropease.Además en numero de armas de fuego fue ridículo durante la conquista. Entre Pizarro y Cortés, por ejemplo, únicamente contaban una veintena de arcabuces.
Al no ser soldados, los conquistadores que viajaban al Nuevo Mundo solían carecer de armamento y entrenamiento.Por ello, adquirían en la Península sus propias armas, cuya calidad y tipo variaban dependiendo de la situación económica del comprador. «El equipamiento que llevaban era el que se podían sufragar de manera privada.
Así pues, mientras que era muy usual adquirir multitud de espadas y alabardas, no sucedía lo mismo con los arcabuces, cuyo precio era más que prohibitivo debido a que requerían de maquinaria muy específica para ser construidos. Tampoco ayudaba la gran cantidad de elementos que hacían falta para mantener esta arma de fuego en perfectas condiciones y la ingente cantidad de accesorios con los que había que hacerse para poder disparar (baqueta, tacos, munición…)
A pesar de su efectividad en manos expertas, el arcabuz perdía facultades si era manejado por un tirador novato. La primera causa de esta falta de eficacia era el tiempo de recarga. Y es que, mientras que un arcabucero versado necesitaba unos sesenta segundos desde que empezaba el proceso de carga del arma hasta que la bala salía despedida del tubo, un hombre que careciera de cualidades podía tardar varios minutos. Este problema (aparentemente sin importancia) podía marcar la diferencia entre la vida y la fin al tener enfrente cientos de indios que lanzaban una lluvia incesante de flechas dispuestos a acabar con el «blanco y barbudo» invasor.
Antes del primer disparo se perdían un mínimo de cinco minutos para preparar el arma. Esto se debía a que, para poder dispararla, había que prender fuego a la mecha que haría explotar la pólvora. Este proceso, que hoy se haría en cuestión de segundos gracias a un mechero, era muy dificultoso en la época, pues –además de la humedad típica de la zona- la única forma de hacer fuego era con un *******nal (una piedra que, al ser frotada, generaba una chispa con la que se creaba una llama).
«No se podía llevar la mecha encendida porque, en 15 o 20 minutos, el fuego la consumía y había que cambiarla, así que había que llevarla apagada y prenderla cuando veías al enemigo»
«Esto no significa que no fuese eficaz. Lo era, pero en las batallas europeas, donde se usó mucho más que en América. En ellas demostró su efectividad porque los ejércitos se dividían en grandes bloques y, cuando hay mucha gente disparando contra un gran bloque de infantería, a alguno terminas dando. Además, en una contienda los soldados ya llevaban el arcabuz preparado y con la mecha encendida, por lo que no tardaban varios minutos en hacer el primer disparo. En América no fue útil y no se pudo utilizar tampoco en grandes cantidades.
Por cada bala disparada por un castellano, un nativo lanzara más de 20 flechas contra él.
El arco indgena, ms efectivo que el arcabuz de los conquistadores espaoles - ABC.es