Una senadora de la coalición de Uribe, detenida por paramilitarismo
* casi todos los 'parapolíticos' pertenecen a la coalición del presidente Uribe
* Había 'parapolíticos' que pedían a sus socios que eliminaran contrincantes
* Álvaro Uribe apenas siente el traspiés en sus índices de popularidad
Estaba cantada su detención, lo raro era que siguiera libre. La senadora Zulema Jattin, estrecha aliada de Álvaro Uribe, se dejó seducir por el poder de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), grupo armado sanguinario como pocos. O eso, al menos, es lo que dice la orden de captura que emitió la Corte Suprema de Justicia el lunes a mediodía (hora colombiana).
Jattin, miembro de un clan político de Córdoba, departamento costero donde los paramilitares reinaron varios lustros, que fue Presidenta de la Cámara de Representantes y senadora de la coalición gubernamental desde el 2006, estaba en el punto de mira de los jueces. Su nombre apareció en un listado de supuestos colaboradores que el paramilitar 'Don Antonio' guardaba celosamente en su ordenador personal.
Luego otro ex comandante, Salvatore Mancuso, quien fuera jefe de las AUC en Córdoba, aseveró que la mujer era una de sus fichas. Aún así, la Corte Suprema le permitió seguir su vida y escudarse en una excusa muy extendida entre los implicados: no pueden valer más las declaraciones de unos bandidos que la de una política honrada.
Pero cada vez resultaba menos creíble porque todas las líneas de investigación conducían a Zulema. Su captura es un golpe más para el presidente Uribe, ya que casi todos los 'parapolíticos' pertenecen a su coalición, lo cual de alguna forma deslegitima su mayoría legislativa. Incluso hay pequeños partidos que le apoyaron que tienen a todos sus congresistas tras las rejas bajo idéntica acusación.
El problema de Zulema Jattin (si llegan a declararla culpable) es el de infinidad de parlamentarios: pactaron con las AUC a fin de garantizar sus escaños amén de otras gabelas. Son ya 30 los encarcelados y 40 los investigados.
¿Por qué lo hacían?
Por distintas razones. Una común a todos es que si querían jugar a política en determinadas regiones, debían pedir permiso a los señores de la guerra. Para evitar que les negaran su derecho, muchos corrieron no sólo a obtener la luz verde sino a cobijarse bajo su sombra. Además, en departamentos como Córdoba ni siquiera estaba mal visto entre sectores sociales influyentes. Consideraban a los paramilitares un ejército irregular que había acabado con las guerrillas y justificaban su recurso a la guerra sucia, a las masacres de civiles, como meros daños colaterales.
Las AUC también resultaban un buen negocio para sus candidatos de bolsillo porque obligaban a la población a votarles y había ocasiones en que les daban dinero en metálico para las campañas electorales. O les dejaban quedarse con un porcentaje de los contratos de ayuntamientos y gobernaciones que controlaban para que llenaran sus arcas.
Había 'parapolíticos' que llegaban más lejos y pedían a sus socios que eliminaran contrincantes. Las AUC les secuestraban para exigirles que se retiraran de la contienda o les mataban. Así quedaba el camino expedito para sus amigos.
Distintos grados de cooperación
Como es lógico, no todos los parlamentarios condenados o investigados tenían el mismo grado de cooperación con las AUC. Unos responden como autores intelectuales de delitos de sangre y otros como miembros del brazo político de un engranaje criminal.
Pese al elevado número de apresados de la órbita gubernamental, Álvaro Uribe apenas siente el traspiés en sus índices de popularidad. Sus compatriotas ya cuentan con que la Corte aún cortará más cabezas –de hecho, también fue detenido el lunes otro congresista, aunque sin el carisma, la cercanía al mandatario y el alto perfil de su colega- y que pertenecerán al bando presidencial.
Otro cantar es el efecto que causará la noticia entre los demócratas norteamericanos, muy críticos con las amistades peligrosas de los uribistas. No sería raro que pasen factura a Colombia más adelante, como ocurrió hace un año cuando postergaron el debate del Tratado de Libre Comercio con EEUU, alegando laxitud ante las violaciones de los derechos humanos de las bandas paramilitares y sus secuaces.
* casi todos los 'parapolíticos' pertenecen a la coalición del presidente Uribe
* Había 'parapolíticos' que pedían a sus socios que eliminaran contrincantes
* Álvaro Uribe apenas siente el traspiés en sus índices de popularidad
Estaba cantada su detención, lo raro era que siguiera libre. La senadora Zulema Jattin, estrecha aliada de Álvaro Uribe, se dejó seducir por el poder de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), grupo armado sanguinario como pocos. O eso, al menos, es lo que dice la orden de captura que emitió la Corte Suprema de Justicia el lunes a mediodía (hora colombiana).
Jattin, miembro de un clan político de Córdoba, departamento costero donde los paramilitares reinaron varios lustros, que fue Presidenta de la Cámara de Representantes y senadora de la coalición gubernamental desde el 2006, estaba en el punto de mira de los jueces. Su nombre apareció en un listado de supuestos colaboradores que el paramilitar 'Don Antonio' guardaba celosamente en su ordenador personal.
Luego otro ex comandante, Salvatore Mancuso, quien fuera jefe de las AUC en Córdoba, aseveró que la mujer era una de sus fichas. Aún así, la Corte Suprema le permitió seguir su vida y escudarse en una excusa muy extendida entre los implicados: no pueden valer más las declaraciones de unos bandidos que la de una política honrada.
Pero cada vez resultaba menos creíble porque todas las líneas de investigación conducían a Zulema. Su captura es un golpe más para el presidente Uribe, ya que casi todos los 'parapolíticos' pertenecen a su coalición, lo cual de alguna forma deslegitima su mayoría legislativa. Incluso hay pequeños partidos que le apoyaron que tienen a todos sus congresistas tras las rejas bajo idéntica acusación.
El problema de Zulema Jattin (si llegan a declararla culpable) es el de infinidad de parlamentarios: pactaron con las AUC a fin de garantizar sus escaños amén de otras gabelas. Son ya 30 los encarcelados y 40 los investigados.
¿Por qué lo hacían?
Por distintas razones. Una común a todos es que si querían jugar a política en determinadas regiones, debían pedir permiso a los señores de la guerra. Para evitar que les negaran su derecho, muchos corrieron no sólo a obtener la luz verde sino a cobijarse bajo su sombra. Además, en departamentos como Córdoba ni siquiera estaba mal visto entre sectores sociales influyentes. Consideraban a los paramilitares un ejército irregular que había acabado con las guerrillas y justificaban su recurso a la guerra sucia, a las masacres de civiles, como meros daños colaterales.
Las AUC también resultaban un buen negocio para sus candidatos de bolsillo porque obligaban a la población a votarles y había ocasiones en que les daban dinero en metálico para las campañas electorales. O les dejaban quedarse con un porcentaje de los contratos de ayuntamientos y gobernaciones que controlaban para que llenaran sus arcas.
Había 'parapolíticos' que llegaban más lejos y pedían a sus socios que eliminaran contrincantes. Las AUC les secuestraban para exigirles que se retiraran de la contienda o les mataban. Así quedaba el camino expedito para sus amigos.
Distintos grados de cooperación
Como es lógico, no todos los parlamentarios condenados o investigados tenían el mismo grado de cooperación con las AUC. Unos responden como autores intelectuales de delitos de sangre y otros como miembros del brazo político de un engranaje criminal.
Pese al elevado número de apresados de la órbita gubernamental, Álvaro Uribe apenas siente el traspiés en sus índices de popularidad. Sus compatriotas ya cuentan con que la Corte aún cortará más cabezas –de hecho, también fue detenido el lunes otro congresista, aunque sin el carisma, la cercanía al mandatario y el alto perfil de su colega- y que pertenecerán al bando presidencial.
Otro cantar es el efecto que causará la noticia entre los demócratas norteamericanos, muy críticos con las amistades peligrosas de los uribistas. No sería raro que pasen factura a Colombia más adelante, como ocurrió hace un año cuando postergaron el debate del Tratado de Libre Comercio con EEUU, alegando laxitud ante las violaciones de los derechos humanos de las bandas paramilitares y sus secuaces.