Ángel Arroyo, el último rey del Puy de Dome trabaja lavando coches 40 años después: "No me da para jubilarme"

Gorrino dijo:

No le conoces, amijo, para saber lo que piensa.

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El Pionero dijo:

Se cumplen 40 años de su gesta y toca sacarle los recuerdos a pedales, mientras da cambio y finaliza gestiones un sábado por la tarde en su lavadero de Segovia. "Ni me enteré de cómo fue aquella victoria en Puy de Dome en el 83. Fue durísimo, pero en ese momento no te das cuenta de la repercusión que puede tener. Ni piensas que, dentro de cuatro décadas, estaríamos tú y yo hablando ahora de eso", apunta Ángel Arroyo (El Barraco, 1956) que, si le hubieran firmado en la previa de aquel día ser segundo, "lo habría firmado debajo sin dudarlo".

Así ganó Arroyo en 1983 en el Puy de Dome
El Tour para los españoles en esa época era una aventura, una carrera que provocaba incluso pavor. "En una concentración previa con el Reynolds, con el que íbamos a debutar en la 'Grande Boucle', nos pusieron unos vídeos de algunas etapas. Ahí vimos, por ejemplo, la del pavé. Parecía horrible, pero lo malo es que luego ibas y era peor todavía. Fue una locura todo", apunta desde el otro lado del teléfono convencido alguien que va dando saltos de nuevo a aquella cronoescalada.

"Recuerdo que un rival venía siguiéndome, me solté de manos en la cima previa a la meta y el tipo no daba crédito. Pensaba que yo no podía ganar así, pero es que lo que estaba haciendo era coger algo de oxígeno. Buscaba hasta las sombras de los árboles para intentar poder respirar algo. Y cerraba los ojos para no ver nada, creo que así me dolían un poco menos las piernas. Había tantas avispas y, como iba con la boca abierta por ir medio muerto, pensaba que me pasaría algo al tragar todo lo que pasaba por allí".

Ahora, viendo repeticiones años después en internet, incluso advierte "de que me quedé con algo de gasolina en el tintero". Pero tampoco le da demasiadas vueltas un exciclista que, además de ganar esa etapa en el Tour'83 y ser segundo finalmente en aquella edición, también sería sexto el año siguiente y en LaVuelta de 1981. Sus logros sobre la bici le sacan sonrisas y le permiten contar batallas a la hora del café, pero no pagar facturas.

"Me retiré con 32 años y no tenía ahorros. Nunca he sabido lo que significa esa palabra, sólo sé lo que son los préstamos. Hacienda se llevaba el 56% de tu salario y no teníamos ni Seguridad Social. Tuvimos muy mala suerte en esa época del deporte porque creo que las condiciones no eran acordes. En mi caso me puse a currar y no tenía ni puñetera idea de nada. Cuando estás en la bici no te das cuenta de lo que pasa alrededor, fuera de ella no sabía de qué iba la cosa", expone alguien que sigue picando piedra casi a los 67 que cumple próximamente.
"Estoy en edad de jubilar, pero no lo puedo hacer. Si lo dejo, no tendría ni para pagar la calefacción en invierno o el aire acondicionado en verano. Vivo al día. No me puedo quejar porque no me falta de nada, pero no me puedo jubilar. Mis tres lavaderos los tengo en Ávila, Collado Villalba y Segovia, para darle competencia a Perico", dice pícaro. Perico fue su gran compañero y amigo. "Yo no tengo su personalidad, él se ha sabido reinventar de otra forma. Yo no podría hacer lo suyo y él, quizá, no podría hacer lo mío. Alguno a lo mejor ve mi trabajo como una humillación, pero para mí no lo es. Me gusta y disfruto con lo que hago, aunque me tenga que levantar a las 7 de la mañana. Tengo la vida de cualquier trabajador".

Mirando al futuro

Lo que más le molesta de su actual labor es ver a "jóvenes con poca sangre que no valen para esto. A veces prefiero contratar a veteranos que sabes que son más organizados. Me da pena parte de la juventud". Para él, esto es "igual de difícil que el ciclismo, todo tiene su aquel".

Sigue vibrando con el ciclismo, pero de otra manera. Está seguro de que este domingo "Vingegaard y Pogacar se darán muchos palos en Puy de Dome y regalarán un duelo histórico como los que tuvimos en el pasado". Él no la verá, le pillará visitando la Vuelta a Ávila "porque llega a El Barraco y si no voy me dan el pasaporte". Y el lunes, al lavadero temprano: "Aquí cada día es un Puy de Dome".

Ángel Arroyo, el último rey del Puy de Dome trabaja lavando coches 40 años después: "No me da para jubilarme"

Se cumplen 40 años de su gesta y toca sacarle los recuerdos a pedales, mientras da cambio y finaliza gestiones un sábado por la tarde en su lavadero de Segovia. "Ni me enteré de có

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