Análisis de un "ultra-izquierdista". Mi experiencia propia.

hemingway

Madmaxista
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Como ya he confesado por aquí en alguna que otra ocasión, en su día milité en una organización auto-proclamada como "marxista-leninista", ergo susceptible de ser considerada mediáticamente como de "extrema izquierda".

Seré directo. Soy un ex-malote rojelio desengañado que se presta, a continuación, a relatar el paisaje social que vislumbré en el interior de tan cruento submundo político-social a todos aquellos que os interese y/o no hayáis tenido la oportunidad de vivirlo en vuestras carnes.

¿Porqué lo hago? Bueno, pues porque los foros están para compartir experiencias de este tipo y porque... me aburro. Vayamos a ello.


Introducción

Anteriormente a mi decisión de militar, yo ya llevaba algún tiempo leyendo a los clásicos del marxismo. Creo que empecé a "estudiar" el marxismo y su historia de manera constante sobre los 15 años.

Más tarde, a los 17, decidí dar un paso adelante y pasar a formar parte de una organización juvenil "revolucionaria" (no diré el nombre tampoco aunque es fácil de suponer para alguien que se informe mínimamente sobre el crisol actual de las organizaciones que saturan ese espacio).

Me despedí de esos ambientes 3 años después (aunque lo cierto es que ya llevaba entorno a un año desencantado). Acabé hastiado, frustrado, con la fe en "la causa" perdida, hecho un puñetero lío y flipando con el ambiente sectario que se respiraba en aquellos círculos.

Supongo que los grupos de extrema derecha deben de tener un montón de nexos en común con lo que ahora voy a relatar, aunque yo solo hablaré del sector político "comunista combativo", porque es de lo que puedo hablar.

A continuación, paso a relatar una serie de aspectos a vuelapluma sobre diversas facetas del mundo de lo "revolusionario" y sus bizarros elementos.


Los "partidos" comunistas en nuestro país

Primera regla. Los partidos no son partidos. ¿Lo entendéis? Yo tampoco. Si, se llaman partidos pero no tiene gente. Cualquier persona normal diría que eso es imposible, pero los próceres marxianos que regían los grupúsculos solucionaban la cuestión sentenciando que "el Partido Comunista no tiene que ser, como bien aclaró Lenin, un partido de masas, sino un partido de cuadros, compuesto tan solo por la vanguardia de la clase obrera que, por definición, es siempre escasa".

Segunda regla, aunque "el partido" sean dos y un tambor, ha de escribirse siempre con mayúsculas ( "El Partido") en señal de respeto y para que todos vean lo importantes que somos y lo grande que la tenemos. ¿A qué os sentís de querida progenitora? Sigamos.

En realidad, el problema es que todos quieren ser capitanes, aunque sea a costa de carecer de tropa. Los llamados "partidos comunistas" en este país, léase todas las organizaciones a la izquierda de IU/Podemos (diría que incluso el PCE como tal puede describirse a través de las siguientes líneas) son grupúsculos raquíticos, marginados, rayando el ocultismo.

Además de eso, son totalmente inofensivos para el Estado (lo digo por si algún agente nos lee, para que no pierda el tiempo, de nada), puede que a excepción del PCE (r) que, por otra parte, hoy por hoy no es más que un "partido" virtual que solo existe en las letras de Pablo Hasel.

Como cabe fácilmente deducir, estos grupos no tienen ningún tipo de nexo de unión con la clase trabajadora, o lo que ellos conciben como tal. Con lo cual, dicen representar algo de lo que están francamente separados o, más aun, que ni siquiera conocen.

En otras palabras, para ellos la "clase obrera" es una entelequia con la que se llenan la boca y rellenan discursos, una fruta que usan y deshechan a su antojo. Esto lo veremos más claro cuando tratemos la sección dedicada al tipo humano "revolucionario" en nuestro país.

Eso si, hay mucho "panfleteo". El "trabajo militante de base" consiste en pegar muchos carteles (dicen los rumores que si pegas 1000 en un día, la momia de Lenin resucita y te la fela) y publicar comunicados en una web que solo leen sus propios miembros o los militantes del grupúsculo rival para criticarlos o, directamente, reírse de ellos (aunque los mismos que se ríen den exactamente la misma fruta pena). Contacto real con la calle, cero.

Para que os podáis hacer una idea precisa de la situación allí dentro, esta escena de La Vida de Brian es 100% ILUSTRATIVA.

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Los "baños de masas"


Quizás me he pasado cuando he dicho que los "partidos revolucionarios" de nuestro país no tienen contacto con los trabajadores. En realidad, hay algunos breves e intensos momentos de gloria en los que lo tienen (bueno, o al menos ellos creen tenerlos). Hablemos de los llamados "baños de masas".

¿Como puede una pandilla super-ultra-comunista, hermética y con tufo a naftalina darse un baño de masas? Pues lógicamente, actuando de una forma asquerosamente oportunista. Lógicamente ellos no tienen la fuerza ni de convocar a un pedo. Se dio el caso de charlas convocadas por nuestra organización a la que ni siquiera asistían los propios militantes (en el fondo era lógico, ya que la materia a discutir era la misma cosa endogámica y redundante de siempre).

Así pues, entran en escena nuestros salvadores: los sindicatos marisqueros. La historia entre los "revolucionarios" y los marisqueros es un largo culebrón de amor-repruebo difícil de entender para los profanos. En teoría, los marisqueros son enemigos de los comunistas (la "aristocracia obrera" de la que hablaba Lenin hace nada menos que un siglo, ahora elevada al cubo), así que un buen comunista debe de odiarlos. Pero todo ese repruebo no es óbice para que los revolucionarios acudan a sus citas y engrosen las filas enemigas. ¿Lo vais entendiendo?

En el contexto de crisis que ya viene durando sus años, es común que los marisqueros convoquen alguna manifestación o huelga farsa de un día para mantener sus mamandurrias y que no se las recorten. Los revolucionarios por su parte pierden ojo ciego para darse un "baño de masas" y no se pierden ni una.

Esto que puede parecer un desvarío bipolar tiene una explicación: piensan que a esas manifestaciones acudirá el proletariado y que si van allí para hacer proselitismo, estos quedarán prendados de su prosa marxistoide y su simbología soviética yogurt caducado style.

Por supuesto, la praxis les muestra una y otra vez que esa estrategia es una completa cosa, pero ellos siguen empecinados. ¿Porqué es una cosa? Por todo. Por el "proletariado" que acude a esas manifestaciones y por los "comunistas" que asisten con el fin de "seducirlos". Profundicemos brevemente en las dos partes por separado:


1.- Cuando yo acudía a aquellas marchas, el contraste que sentía entre mis intenciones/mundo interior y realidad no podía ser mayor. Un chaval joven, enérgico e idealista que iba allá con ganas de quemarlo todo se encontraba con que en la cabeza de la mani, la supuesta "vanguardia obrera" que se supone que todo comunista aspira a captar, estaba una marabunta de sindicalistas liberados de 50 tacos para arriba con papada, ojo ciego plano y pegatina de su chiringuito en el pecho.

A veces completaban el cuadro haciendo hondear su bandera chiringuitera de turno (eso cuando no llevaban camisetas o gorras del mismo en plan verguenzaajenista máximo, vamos, unos auténticos hooligans del tenderete ultra-financiado que les da de comer. Hay que reconocer que al menos son fieles y agradecidos con quien les llena el cazo todos los meses).

El resto de la marcha estaba compuesta por una amplia y variada gama de funcionatas y trabajadores públicos, que, sin negarles a una parte de los mismos su condición de trabajadores, ni coinciden con la definición estricta de "proletariado" ni se destacan digamos por sus dotes revolucionarias. ¿Porqué va a querer un funcionata destruir el Estado Burgués si es este Estado el que le da de comer? Pues eso.

A todo esto, ¿Donde están los obreros de verdad? Pues si tenemos en cuenta que España tiene una de las tasas de sindicación más bajas de Europa (creo que sobre un 15%) y haciendo uso de mis dotes rappelianas, creo que los obreros están buscándose las castañas del fuego y sin tiempo alguno de acudir a desfiles prefabricados por los marisqueros en los que se cagan y, por extensión, en sus palmeros ultra-revolucionarios.


2.- Habiendo explicado ya el sustrato en el que los "sujetos revolucionarios" teníamos que movernos, el lector comprenderá perfectamente que nuestro contacto con la "masa" se parecía más bien a algo así como encuentros en la cuarta fase.

Para empezar, la docena corta de individuos revolucionarios que asistíamos al evento formaba una piña hermética, siendo observados por el rabillo del ojo y con desconfianza por todas las charos circundantes (quienes a pesar de considerarse seguramente trabajadoras parecían mirar con cierto desprecio clasista a los "desarrapados" que defendían su causa, y es que la Revolución es dura, muy dura).

Pero los "revolusionarios" no nos achantábamos porque, entre otras cosas, teníamos la misma estrategia de siempre.

Lo primero era portar más banderas que personas para sujetarlas. Esto es elemental. Hay que llevar los signos de tu secta para que todo el mundo las vea, te conozcan y te cataloguen de friki cuanto antes.

Era llamativo que a ninguno de los comprometidos militantes se le ocurriese comentar que, dado lo muy revolucionario de su trabajo, aquello de las banderitas y sopas de siglas en público podría llamar la atención de los policías e instrumentos represivos del Estado que andaban pisándonos los talones. Pero sin embargo, nunca pasaba. Es más, casi nunca escuché nada relativo a aparatos clandestinos, discreción, medidas de precaución... la "labor revolucionaria" descansaba sobre la confianza y relajación más asombrosas.

Después de todo... ¿De qué sirve pertenecer a una secta si no puedes chulear de ella? Además, si no llevas banderas, chapas y toda la parafernalia de tu "crew", los grupos rivales no te verán ese día en el akelarre y serás blanco de críticas despiadadas en la próxima entrada de su blog por absentista. ¡No se puede permitir!

Después tenías que corear la consigna más super-revolucionaria-subversiva-explosiva que se te ocurriese. Por supuesto, esta no podía jamas coincidir con las oficiales de la marcha, porque provenían de traidores revisionistas. Había que ir un paso más allá siempre. Si los organizadores de la marcha gritaban "No más recortes", nosotros teníamos que gritar, "Si a los recortes, de vuestras cabezas". Si los organizadores llamasen a asaltar el Congreso, nosotros llamaríamos a la calma. Era una simbiosis complicada.

En esto de los lemas y las pancartas había siempre palabras que daban puntuación extra. Así a bote pronto, las siguientes eran imprescindibles: "obrera", "clase", "lucha", "capitalismo", "socialismo" ("comunismo" era mucho menos empleado porque se decía que si no la gente se asustaba :pienso:), "victoria", "explotación"... así ad nauseam.

Las pancartas seguían un estilo ornamental bastante definido. No podían faltar el martillo y la hoz + estrella de cinco puntas a los lados.


El caso es que al final te ibas a casa muy cansado, hecho una cosa. Con la sensación de haber hecho un gran trabajo cuando en realidad no habías hecho ni una cosa. Bueno si, el iluso. Sin embargo, la agradable sensación de que el mundo te debía algo a cambio del estéril trabajo efectuado era motivo suficiente para volver y hacer el iluso todavía más si cabe.

Una de esas insensateces extremas era el piquete, que merece un capitulillo aparte por lo sórdido y demigrante de la acción.



El piquete


Cada vez que los marisqueros convocaban una huelga falsa para conservar sus privilegios, nosotros teníamos que bailarles el agua como si se tratase de un auténtico caso de insurrección popular. No por hacerles el favor a aquellos traidores de clase, por supuesto, sino para exaltar el clima y atraer a los "sectores más conscientes de la clase obrera".

Así pues, a primera hora de la mañana, éramos llamados para hacer el ceporro formar piquetes en cada barrio de la ciudad. Armados con cacerolas, sprays y banderitas a cada cual más bizarra, marchábamos en grupos de una veintena para acosar a nuestros explotadores. Pero, espera, ¿Quienes eran y donde estaban nuestros explotadores? :pienso:

Aquí aparece otro dilema. En una sociedad capitalista ascendente, como la que culminó con la proletarización general de la sociedad en la España de finales de siglo XIX y hasta los años 60-70 del XX, estaba bastante claro quienes eran los explotadores. Los proletarios, encerrados en enormes plantas o cadenas de montaje, producían sin cesar regalando sus plusvalías al patrón. La lucha estaba pues en los polígonos, puertos, grandes fábricas, minas... el "estadio" en el que se "jugaba" la lucha de clases era conocido y reconocido por todos. Había al menos un consenso en este sentido.

Ahora estamos en la confusa y raruna España del siglo XXI. Añoramos las luchas obreras de los últimos años del franquismo que nunca vivimos pero, sorprendentemente, la fin de Franco ha supuesto también la desaparición de esa clase de super obreros luchadora y combativa.

Ahora, en la "menos represora que antes" España hay, increíblemente, menos obreros que luchan y, en general, menos obreros y menos luchas. Ya nadie sabe a donde acudir para "luchar", de modo qué, combinando esta perturbadora situación con la inconsciencia de unos cabestros desocupados con demasiado poder en nuestras sectas, se termina poniendo la guinda al pastel.

Esos días, nos juntamos en un barrio cada grupo "organizado" y nos ponemos a luchar encarnizadamente contra nuestros más opuestos y despiadados enemigos de clase.

Provocamos así el cierre de pequeños comercios, despachos de profesionales liberados, negocios de autónomos y ultramarinos de barrio al grito de epítetos tales como "traidores", "capitalistas", "esquiroles", "amigos de los burgueses"; intercalando dichas soflamas con un toque de sentimentalismo paternalista revolucionario con frases aclaratorias estilo "estamos luchando por vosotros, un respeto", que a buen seguro despertaban un montón de conciencias.

De vez en cuando, milenarios enemigos de la clase trabajadora se nos enfrentan, como dos viejecillas a las que obligamos a no tomarse su café de las mañanas en un bar, una señora entrada en años que iba a comprar fruta, unos mozos que descargaban cajas de comida en un BM (por supuesto, mucho menos proletarios que los que después van a asistir a la manifestación de las 12)... nos sentimos unos héroes.

De pronto, la policía hace acto de presencia y dan comienzo las primeras identificaciones. No nos importa, sabemos que no es otra cosa sino el miedo el que los mueve. Y desde siempre nos han dicho que si ladran, es porque cabalgamos.

Después de la manifa, la fiesta no termina, y los más luchadores y combativos todavía tenemos ganas de sumarnos a la sesión after-hour de la jornada de lucha obrera.

Mientras los fofos sindicatas se inflan a langosta en sus casas, nosotros, sus enemistados palmeros, emprendemos una larga marcha en bici por la carretera, taponando el tráfico y estorbando a todos aquellos traidores que ese día habían decidido ir a trabajar o, simplemente, habían sentido la necesidad de desplazarse sobre cuatro ruedas.

Nuestras banderas rojas adornadas con el sólido martillo y la imponente hoz alumbran las miradas de la gente que aparece a nuestro paso. De vez en cuando escuchamos la palabra "locos" o "tarados" :bla:. Pero nos da igual, ellos solo son el rebaño dormido, y nosotros la vanguardia llamada a despertarlo.



Los tipos humanos que uno se encuentra en el ámbito ultra-revolucionario español


En el submundo de la política marginal, te vas a encontrar con dos tipos de individuos.

Por un lado, te toparás con unas pocas personas que creen en una determinada idea y han decidido organizarse para actuar coherentemente. Podremos discutir sobre lo acertado o no de su idea, pero por lo menos, son gente bienintencionada y consecuente.

Por otro lado, darás de bruces con un montón de infraseres que no creen en nada pero, como no han encontrado un hueco o soporte socio-emocional alguno en esta civilización, canalizan su rabia hacia la misma mediante una ideología en la que, en el fondo, no creen (porque a menudo tampoco la conocen).

A todos estos engendros, el hecho de refugiarse en una rendija de disidencia (por absurda y reducida que esta sea) les provee de un microcosmos en el que tienen muchas más posibilidades de lograr esa importancia que han sido incapaces de conseguir en el mundo real.

Por fin tienen un entorno en el que medrar y volcar sus frustraciones, sea con otros miembros del grupo, sea con los "enemigos" del grupo. El caso es practicar el más tosco utilitarismo militante más egoísta para expulsar toda esa ponzoña que los consume en vida.

Si alguna vez hubo intenciones sinceras de enfrentar al sistema de forma honesta y limpia, desde luego que fueron mancilladas por estos cagarros con patas, que convierten a las organziaciones en su cortijo/terapia personal y envenenan el ambiente, volviéndolo hermético y delirante.

Lo que en un principio pretendía ser una organización política anti-sistema con un futuro a largo plazo, se convierte en un recóndito club de tiempo libre para tarados y demás indeseable ralea. El siniestro percal ofrece en ocasiones buena carnaza para la producción de documentales de La 2.

Poco a poco, la naturaleza humana (que después de todo, sigue todavía presente en esa caterva de inadaptados) hace acto de presencia y jerarquiza de forma casi espontánea la estructura del grupo. Yo mismo pude encontrarme con las siguientes figuras tribales comunistoides:


-El líder:

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Es el líder. Punto. Nadie sabe como llegó allí, pero está allí. Es así. Todo el mundo lo reconoce como tal así que tú no tienes una fruta cosa que objetar al respecto, novato de los huevones.

Más adelante, este sujeto podrá hacer todas las piruetas dialécticas que quiera para aparentar que no es el que maneja todo el cotarro. Probablemente rote a menudo de puesto y tarea, pero no te engañes, detrás de cada decisión estará su mano. El cabrón no se irá ni con agua hirviendo.

Después de todo, ¿Cuanto lleva allí? ¿Cuantos años tiene? ¿En qué trabaja? ¿Trabaja siquiera? Bueno si, imprime cientos de ***etos de agitación en la impresora de la uni, pero ya me entendéis. Bueno, pues eso, es el líder.

El líder calla cualquier discusión. Es más, a menudo no le hace falta ni callarlas, porque a veces es incluso él mismo quien dicta de qué se puede discutir y de qué no. Si un miembros propone un debate "X" y el líder lo considera "no apropiado" o que "no procede", pues se acabó. Disciplina de partido. "Centralismo democrático" tíos, por Dios, ¿En serio no lo conocéis? ¿Queréis que os deje el libro?


-El/Los pelota del líder:

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¿Os acordáis de los inadaptados de los que he hablado antes? El líder es el alfa de los inadaptados. El grueso del resto de inadaptados se convierten en sus cortesanos.

Los inadaptados no tienen, por definición, necesidad alguna de discrepar u objetar absolutamente nada al líder (porque después de todo, no están allí para hacer política, sino para encontrar un rinconcito de calor humano que no vomite sus asquerosas personas al exterior). Más bien todo lo contrario, ellos aman la tranquilidad de su pequeña esfera de protección. Así que en pos de esa estabilidad de su mini-mundo, se inclinarán siempre hacia el centro de poder del mismo, que no es otro que el líder. De esa manera, se cronifica la rigidez y putrefacción del grupo.

Así se crea una especie de "contrato no verbal", de carácter prácticamente consuetudinario, en el que las dos partes ganan. El líder suma apoyos y gana más peso y poder (si cabe) en el grupo. Los pelota son exonerados de su incompetecia e incapacidad como militantes por parte del líder, obviándose todas sus limitaciones y permitiéndoseles continuar en su club de amigos particular. Podrán seguir volviendo a sus casas y contarles a sus madres aquello de que tienen muchos amigos.


-El ratón de biblioteca:

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El típico hombre de reflexión eterna al que la acción le da repelús o, al menos, no le parece tan agradable como sus divagaciones de salón. A menudo proviene de alguna familia acomodada. No está allí para mancharse las manos si no es con la tinta de los libros cuyas páginas repasa con impulso onanista.

De apariencia y actitud omegas, este gracioso e incordiante lorito nos recordará a todos que estamos allí para hacer la revolución, aunque sea repitiendo de memoria y con voz pajeril aflautada pasajes que nadie comprende (da igual que nadie le entienda porque todos fingirán hacerlo, nadie quiere quedar en evidencia y allí somos todos muy listos y guapos, no como el rudo y pueblerino pueblo al que estamos llamados a guiar).

En realidad, todo lo que ha aprendido no vale ni para una fruta cosa, pero él ya se ha hecho su película de doctrinario cada vez que un superior le manda escribir algo para la sección de formación, así que tan feliz hoygan.


-El cabestro:

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El cabestro es algo así como el doberman del jefe. No está allí para aprender, ni para discutir. Eso es perder el tiempo. Él está allí para hacer la revolución en dos días y punto hostiaputaya. Es la antítesis del ratón de biblioteca, con quien no pocas veces choca, teniendo que intervenir el líder con alguna curiosa solución salomónica.

Amante de la estética skin y los valores absurdamente violentos, renunciara a su jovenlandesal soviética si con eso consigue hacerse con las botas más juapas y caras del mercado. Toh xhulikoh ayyy.

Hay infinidad comportamientos contra los que carga cuando los sujetos que los llevan a cabo son skins de derechas pero que se convierten en actitudes totalmente permisibles si las hace él, que tiene una estrellita tatuada en el tercer ojo.

A menudo siente una pasión desbordante hacia el opio del fútbol, declarándose hooligan de tal o cual equipo capitalista. Piensa poco y pega mucho. Para el líder es perfecto y muy económico, su lavado de cerebro es breve y su provecho, entre tanto perroflauta y friki afeminados, es muy alto.


-El pirado:

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El pirado estaba recluido en una prisión de alta seguridad pero algo salió mal y ahora lo tenéis entre vosotros. El pirado se cree que está realizando una labor sagrada y se siente constantemente perseguido y observado.

Tiende a ver policías por todas partes y acusar de infiltrada hasta a su abuela (obviamente la relevancia y repercusión del grupúsculo es tan pírrica que no habrá un policía que haya estimado oportuno tomarse la molestia de sumergirse en ese lodazal).

Es el "magufo" del grupo por excelencia, a la par que un amante de las conspiraciones. Te hablará de los 1001 experimentos de la CIA, de los chemtrails y hasta de los reptilianos (eso si, a la ****ría organizada ni mentarla, que eso son cosas de nazis).

Es el típico al que el grupo mira con lástima. Lo más parecido que hay a una mascota. Sigue allí porque todo el mundo sabe que si fuese expulsado, no sobreviviría más de dos días.


-La mujer:

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Espera, ¿¡Qué es eso!? ¿¡Lo habéis visto!? Por un momento creí que era ese chaval nuevo con pelo largo y estética hippy-guarresca standard, pero, ¡Dios mío, no puede ser! ¡Es una "hembra"! Y es que la profusa capa de roña dificulta a menudo la correcta apreciación de la identidad sensual.

La mujer del grupo (porque a menudo es así, LA mujer, una y no más Santo Tomás), muy revolucionaria y empoderada ella, sorprendentemente apenas habla. Adora la prudencia y las disquisiciones tranquilas y calmadas aderezadas con una degustación de birra barata.

Ahora pensadlo por un momento. Si muchos de los hombres presentes han acabado en el grupo como consecuencia de su misantropía/rareza vital, imaginaos lo rematadamente asquerosa/loca/perro verde que ha de ser una mujer (que como todos sabemos, siempre tienen una vocación de "normalidad social" para con sus entornos y un conservadurismo brutal para con los valores ideológicos de cada época) para acabar en un sitio de esos.

Pero existe una poderosa razón que lo justifica: una inadaptada posee un filón mucho más atractivo que un macho omega cualquiera. El filón de la exclusividad. Sabe que, con un 90% de posibilidades, va a ser el único shishi del grupo y que eso le va a proveer de una atenciones y estimación inmerecidas que compensan con creces su ostracismo.

En otras palabras, "allí afuera" sería la siempre despreciada antiestética del grupo, allí dentro es la princesita. Igual ha leído a muchos revolucionarios y se cree muy diferente, pero sus biología no le ha permitido zafarse de las brutales necesidades de atención/protección masculina de las que instintivamente precisa. Esto que acabo de decir es perfectamente aplicable a las mujeres que pululan por foros como este, aunque especialmente la morralla de FC.

Pero las peculiaridades de la fémina en cuestión acaban aquí. Detrás de ese cabello grasiento y poco cuidado, detrás de esas espinillas, detrás de toda aquella grasa, detrás de todo ese esperpento que la rodea, es una mujer más. Y como tal, babeará por el líder (en tanto que es el particular Alfa de su entorno) y despreciará/discutirá con el ratón de biblioteca. Hay leyes inmutables.



A pesar de esta clasificación, lo cierto es que también hay personas bastante normales. Pero por desgracia, son una clara minoría. El 70% de los integrantes de mi entorno rebolusionario se podían clasificar en los seis tipos arriba descritos.

No es menos cierto tampoco que, a pesar de las lógicas diferencias entre sus componentes, los militantes poseen más aspectos en común que otra cosa. Esto último resulta lógico, ya que además de la ideología, a menudo se necesita algo más para producirse esa auto-identificación colectiva con el grupo enfermizo. Estas características compartidas vienen a ser las siguientes.



Características físico/psíquicas específicas y comunes de los "ultra-izquierdistas"


Huelga decir, por como estoy hablando, que nunca sentí que encajase en el grupo en el que andaba metido. En teoría era gente con la que se supone que debía de sentir una gran afinidad ideológica y combativa, pero el caso es que nunca estuve cómodo. Hasta sentía vergüenza por si mi entorno habitual fuera del tema de la política me veía en público junto con esa fauna. Para colmo, más tarde me di cuenta de que era, a mis espaldas, insultado por "aburguesado" y hasta "pijo".

Vamos, que para esta gente el vestir normal, no ser más feo que el Fary comiéndose una cosa y ducharse todos los días, ya es ser un "pijo" de cosa. Supongo que es mucho mejor auto-afirmarse a través de una estética que repele a los cinco sentidos. Y eso que eran ellos los que se declaraban en guerra contra los prejuicios sociales de todo tipo. Tócate los huevones.

Bueno, empecemos. Creo que, a pesar de los numerosos matices existentes, he llegado a la conclusión de que el 80-90% de la militancia extremoizquierdista puede englobarse en dos grupos estético-mentales principales.

En el inframundo comunistoradical, los dos fenotipos de base son los siguientes:

-El perroflauta:

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Una zolaa voooohhh zeremooohhh... nah nana nahhh!!


Bueno, pues a ver que os digo que no se haya dicho ya sobre este afable lacra tribu urbana. ¿Aspiráis ese desagradable hedor a queso de cabrales? Ya llegan las hordas.

Enjutos, cubriendo su cuerpo con harapos mugrientos, fugitivos de la lavadora. Palestinos al cuello, 20 pulseras por antebrazo, cuerpo completamente perforado de pendientes, piercings y demás ornamentos tercermundistoides.

Los perroflautas ofrecen una visión típica pero no menos apestosa. Uno se pregunta que diría un antiguo revolucionario soviético al ver a semejante piara olorosa y poco equilibrada. Muy probablemente, serían condenados a recoger cosa de yegua con una pala en algún gulag siberiano hasta el fin de sus días.

Odian al 15-M y rechazan la estética hippy-trasnochada de los asistentes al mismo, cuando ellos llevan exactamente las mismas pintas y rollo.

No dudan en manifestarse contra la primera guerra imperialista (nota: para estos individuos cualquier guerra es, por definición, imperialista) de la que tienen noticia en los telediarios del régimen porque "odian las masacres", pero luego no dudan en llamar a la lucha de clases y a las ejecuciones masivas de "capitalistas y sus colaboradores" en las plazas de sus propias ciudades.

Ya que he hablado de imperialismo, hay que decir también algo importante. El único imperialismo que existe para esta gente es el de los EEUU. El imperialismo ruso se la pone dura porque lo identifican de manera analfabetísticamente magistral con la antigua URSS, mientras que el imperialismo chino (que expolia en estos momentos a buena parte de su amada y defendida África) son los padres.

Otro aspecto destacable es que tienen una base jovenlandesal ****ocristiana marcadísima a pesar de considerarse todos extremadamente ateos. El buenismo cristiano se refleja en todas y cada una de sus posturas "acojerefujiados", veganiarismos varios, anti-imperialismo de pastiche...

Se masturban todas las noches al ritmo africano de una tórrida batucada. De hecho, llama poderosamente la atención el extremo grado de africanización que revela su apariencia (y mentalidad). Rastas, pulseras con los colores rastafaris (credo no muy igualitarista, precisamente), tez amarronada (sea de forma natural, sea por acumulación de roña, sea por las dos), pantalones y ropajes anchos como los de los habitantes del desértico paraje joven, afición a pseudo-danzas de apariencia tribal, gustos musicales tercermundistas (repletos de tambores, bongos...). Por no hablar de un asombroso gusto, diríase que casi natural, por el vivir rodeado de cosa e inmundicia.

No cabe duda, el perroflauta es el proyecto de las élites más acabado de europeo del futuro, una persona que no solo está acostumbrada a vivir entre la cosa, sino que se siente feliz en ella.


-El "frikomunista":

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"¿Un lgtb cubano, es un "pirata del Caribe"? MMMmmm... voy a plantearlo en la próxima asamblea".



El "frikomunista" se ve venir a kilómetros. Por explicarlo de forma concisa, el perroflauta tiende a ser más mugriento y el friki tiende a ser más grasiento.

El "frikomunista" podría perfectamente haber sido un nerd adicto al Warcraft cualquiera, pero el mundo tuvo la mala suerte de que descubriese algún libro que no debía de ver y ahora su cuarto, cubierto de lamparones leferos, está empapelado con la perilla de Lenin desde 1000 ángulos distintos.

El frikomunista es CM por definición. "La revolución se hará por internet, o no se hará", parece ser su lema. Frecuenta 1001 foros y crea otros tantos. Es un profuso agitador del teclado. Viene a ser una versión genérica del "ratón de biblioteca" venido a menos. El frikomunista arrastra cierta agorafobia y esquiva siempre que puede el trabajo de calle, optando por dedicarse a labores en las que su ojo ciego haya de estar bien pegado a una silla y a oscuras en un cuarto con olor a cripta, tan solo iluminado por el brillo de una siniestra pantalla que refleje sus sebosos granos.

El frikomunista es un solterón por definición. El sesso para él es en realidad como la desaparición de las clases bajo el comunismo que propugna, ni está ni se le espera. Pero el sesso es algo demasiado vulgar y poco elevado para una personalidad con complejo de obispo como él, que se considera por encima de los valores mundanos de la plebe a guíar (como estáis viendo, son llamativos los paralelismos entre los "guías revolucionarios" y el clero tradicional).

Además, al igual que en la iglesia, a menudo los frikomunistas pierden más aceite que la furgoneta de los Locomía. Son una especie de mini Caos de Benós que canalizan su erotismo a través de las varoniles gestas de la Gran Guerra Patria, disparando sus lechezos en honor a hombres como Ivan Sidorenko o directamente el poblado mostacho de San Stalin.

En ocasiones muestran cierto desprecio de raíz clasista hacia los "perroflautas", a los que a veces se atreven a llamar "costras" de forma despectiva. Esto se debe a que, generalmente, el "friki" proviene de una familia más acomodada que los "costras" (a menudo son de padres funcionatas), y por lo tanto, tiene una tolerancia menor para con la falta de higiene, las drojas blandas y con habitar casas okupas que son verdaderos amaderos de viruses y demás gérmenes.

Y es que el frikomunista observa a menudo al perroflauta como a un individuo sin aspiraciones. A diferencia de ellos, el frikomunista puede emplear su dinero (léase el de sus papás) para cumplir sus sueños más húmedos y viajar para conocer la tumba de Lenin o costearse uno de esos módicos viajes hasta Corea del Norte a los que nos tienen tan acostumbrados algunos jóvenes revolucionarios:

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Otra cuestión graciosa y frutapénica a partes iguales es que se creen permanentemente inmersos en una secuencia chunga de la película "Enemigo a las puertas".

Los perroflautas tapan sus imperfecciónes con ropas desechadas por sudaneses, los frikomunistas los tapan con un amplio surtido de simbología y exaltación estética continuas.

Salvo la casaca roja del ejército soviético, llevan prácticamente toda la simbología de la misma. Chapas, colgantes, gorras, camisetas... Son una exhibición de ridículo "merchandaising" andantes. Además, hablan de forma extraña. Algunos sueltan repentinamente alguna palabra en ruso como si tuviesen Síndrome de Tourette, algún eslogan de hace 70 años y habitualmente llaman "camarada" hasta a sus perros. Bastante lamenteibol.



Para terminar, hablemos sobre aspectos/cuestiones fisiológico-psíquicas comunes entre ambos tipos y, por lo tanto, comunes al 80% de la militancia comunisto-radical:


-Afeminamiento generalizado: abundan las voces aflautadas y las maneras suaves, que vuelven a requete-suavizarse (en el caso de los frikis, directamente tiemblan patéticamente) cada vez que hay que interactuar con una "camarada" del sesso opuesto. Hablan constantemente de la violencia pero huyen de ella compulsivamente, que se manchen otros las manos. La sangre la deberán de poner los obreros, no nosotros, que somos los santos apóstoles shishi.


-Nuncafollismo crónico: uno puede pensar que en un ambiente tan super-revolucionario y que aspira a romper los moldes burgueses predefinidos, los cánones sensuales tradicionales se habrán puesto también en tela de juicio y podremos ver unas actitudes erótico-festivas totalmente novedosas e interesates. Bueno, pues una cosa pa vosotros.

Estadísticamente, hay más probabilidades de amar en un círculo del Opus Dei. La diferencia es que mientras en este último amar es un pecado, en el primero amar es un milagro.

Los hijos de Lenin solo son revolucionarios para algunas cosas, para cosas como el fornicio, creo que amaréis más en un círculo carlista. A esos sitios se va a hacer amigos o a ocultarse del mundo cruel en plan orco cavernario. ¡Para amar os vais a hacer proselitismo al pilingui, que también son trabajadoras explotadas palos ya!

Los frikis se ponen a sudar, balbucear y temblequear sus manos con tan solo tocar el tema del sesso, como si fuesen unos novicios de seminario jesuita.

A los perroflautas, más "abiertos de mente" (dijo un sabio pensador que si abres demasiado tu mente, el cerebro se te puede caer al suelo) y con menos complejos, les encanta teorizar sobre los nuevos modelos de "afectividad" (esta gente evita términos más directos como "amar", porque suenan demasiado patriarcales, ¿Meentienden?), tocando a menudo palos como el "poliamor" y otros modelos orgiásticos de metesaca desordenado (después de todo, nada les haría más felices que convertir su célula comunista en una cuadra bacanalesca en la que amasen todos con todos sobre el sucio barro).

Sea como fuere, el nuncafollismo es un tótem que permanece impasible en el ambiente a pesar de las vanas y patéticas maniobras de patio de colegio de algunos.


-repruebo/animadversión hacia el ejercicio/entrenamiento físico: Esto es algo que por ejemplo diferencia a los grupúsculos de extrema derecha con los de extrema izquierda. Los "ultra-derechistas" siempre han dado una mayor importancia al culto al cuerpo. A menudo sus bases ideológicas descansan sobre la nostalgia hacia las sociedades griega y romanas (nostalgia y admiración que comparto) y, por lo tanto, efectúan un seguidismo de aquel culto al cuerpo que practicaban nuestros ancestros europeos. Bueno, esto igual es solo una divagación mía, un poco rebuscada.

Sea como fuere, el estado de forma de un comunistoide es frutapénico. Bueno, tampoco hay que irse a las sectas para comprobarlo. Basta con ver a los militantes de Podemos/IU.

La gran mayoría de sus miembros jóvenes son unos cuerpoescombros, pecholatas, fumadores (de todo tipo de sustancias en general), ex-drojatas, cerveceros acérrimos o sedentarios hipopotamianos. Seres que a primera vista revelan una de derechasda patética y débil. Gente que entra en insuficiencia respiratoria severa después de correr 10 minutos a trote y a los que el concepto de "mancuerna" le debe de sonar a sánscrito antiguo.

Bueno, el referente actual de la izquierda joven en este país es este tipo, que shishi os voy a contar:

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Los dinosaurios de la izquierda caviar tampoco es que se conserven muy bien que digamos. El ácido úrico de las cigalas ingeridas ha terminado pasándoles cruel factura en su basto tejido adiposo. Veamos unos ejemplos:

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Y esta gente, recordemos, es la que busca nada menos que emprender una revolución, que se traduce a menudo en una insurrección popular que es, en definitiva, un explosivo Mad Max. Es decir, una situación en la que dependes de tu cuerpo y tu capacidad física para la supervivencia. ¿Alguien duda acaso de que estos despojos serían los primeros en caer?



Curiosidades y perlas de mi paso militante


Si tuviese que mirar hacia atrás y hacer una breve reflexión sobre los motivos que me fueron alejando de mis ansias militantes, no sé si sabría enumerar una lista cerrada de los mismos.

En un principio, como ya he dicho, sentía una incompatibilidad o "barrera" basada en lo "estético" y "personal", que no político. Era una situación a ratos incómoda pero con la que se podía lidiar.

Más adelante el descontento se extendió al terreno de lo "orgánico", después de contemplar las estrategias de algunos trepas, diversos favoritismos y casos de pequeña corrupción (entre comillas, puesto que a ese nivel lo máximo que se podía desfalcar era una bolsa de pipas, pero las maneras ya venían dadas).

Por último, mi crisis militante arribó al terreno de la política, encarnada en dos fases diferenciadas entre si: una primera como una crítica marxista hacia las concepciones teóricas y la práctica de mi organización (que yo mismo formulé durante mi última etapa en su seno y que fue SILENCIADA/ATACADA PÚBLICAMENTE por los gerifaltes de turno) y una segunda como una crítica no-marxista hacia el propio marxismo en bloque (conmigo ya fuera de la organización).

Habrá quien sentencie, sin necesidad de romperse mucho la cabeza, que basta con resumir todo este proceso como una "maduración". Tampoco voy a discutirlo. El caso es que se me cayó la venda de los ojos, en más de un sentido.

No pretendo volcar en estas líneas un farragoso decálogo de las razones por las cuales perdí mi fe en la "rebolusion sosialista", puede que le dedique un hilo en un futuro (puede ser interesante). Si que aprovecho, no obstante, para colocar la guinda al relato de mis peripecias y contar las "perlas", situaciones, debates o circunstancias "rotodoseantes" que tuve la oportunidad de vivir en primera persona:


-El autobús: de vez en cuando el "Comité Central" convocaba unos akelarres Congresos extraordinarios en los que llamaba a los "Comites Nacionales" (así es como se llamaba a los "comités provinciales", en línea con el pensamiento de fracturista habitual de una izquierda que después en sus principios políticos de declaraba como "centralista") con el fin de que estos fletasen algunos autobuses desde los puntos periféricos del Estado y se pudiesen hacer juntos una bonita foto para simular ser algo más que 4 gatos.

Pues bien, en una de esas ocasiones se dio el caso de que nuestro "Comité Nacional" no podía costearse la contratación de un autobús. Bueno, nosotros tampoco llenábamos un autobús ni de coña, pero tampoco había suficientes coches disponibles para llevarnos a todos.

A todo esto, uno de los militantes, de procedencia social no muy obrera que digamos, pidió a su progenitora, en plan abducido mental total, nada menos que 2000 euros del tirón para poder contratar el autobús. Su progenitora no dudó en dárselos.

Los meses siguientes nos tocó aguantar en cada reunión como los líderes de turno le ponían de ejemplo de revolucionario al resto una y otra vez. Surrealista.


-Obreros en el autobús: En una ocasión, debatiendo sobre cómo infiltrarnos en las filas obreras, la atención se centró en uno de nuestros militantes en particular.

Este militante era del tipo "frikomunista" que ya he descrito anteriormente. Un CM de libro vamos. Pero también era de los pocos que trabajaba en una empresa (sirviéndole esto como excusa para hacerse ver como un militante mucho más sufrido y combativo que el resto, ya que él estaba siendo ya explotado).

Cuando le dijeron que distribuyese una propaganda determinada entre los obreros de su entorno, él contestó que eso no le era posible porque trabajaba en solitario, en un cuarto aparte frente a su ordenador. "¿Pero tú no decías que te movías entre obreros?", le pregutaron sorprendidos el resto. Él contestó: "Bueno, si, en el bus de ida hablo con ellos de vez en cuando".


-Leon es una nación: En una de nuestras "reuniones nacionales" nos tocó tratar el espinoso tema de cuantas nacionalidades albergaba España.

Ninguna organización comunista española respalda la idea de España como una sola nación y da por descontado que a esta la integran una serie de nacionalidades. Para la izquierda, en España todo son nacionalidades, menos la propia España. España es, en el mejor de los casos, un Estado multinacional. En el peor de los casos, España viene a ser una "guandoca de pueblos".

Pero, entonces, ¿Cuantas naciones alberga España? Allí empiezan las palos. Ojalá hubiese grabado la conversación que tuvo lugar en esa reunión porque no tuvo desperdicio. Parecía una escena contemporánea de la vida de Brian.

Con "Euskal Herria", "Paisos Catalans" y "Galicia" no había muchas broncas. Pero una vez salían de allí... Unos que si decían que Andalucía era de nacionalidad castellana y otros que no, que era caso aparte. ¿Extremadura y Andalucía eran la misma nación? Otra bronca. ¿Y Cantabria es Castilla? Había por allí un tío que había estudiado en Cantabria y se llevaba las manos a la cabeza negándolo. ¿Murcia donde shishi se colocaba? ¿Y Leon? Os lo creáis o no, pasamos más de 1 horas discutiendo si León era una nación o no. LEÓN.


-El homenaje: En una ocasión, uno de los miembros del Comité Nacional presentó una propuesta relativa a la realización de un homenaje. Dicho homenaje sería en honor a un "marxista-leninista" que había sido mediáticamente considerado como terrorista y que hace ya tiempo que fue eliminado por el "terrorismo de Estado".

Bien, pues a pesar de que al proponerse aquello dos miembros del Comité pusieron cara de estarles metiendo el hueso de aceituna por el ojo ciego, al final se forzó una votación entre todos los militantes de base asistentes y se consiguió sacar adelante la propuesta.

Dos días después recibimos el ultimátum de los dos miembros del comité que se habían opuesto, diciendo que o la organización renunciaba a tal homenaje o ellos se iban, ya que consideraban que se estaban "exponiendo demasiado a la represión".

Y no es que hoy en día yo fuera a apoyar tales homenajes, pero pensando un poco sobre aquel contexto, ¿Qué comunistas y revolucionarios de cosa son aquellos que se achantan por hacer una concentración de una docena de personas y una pancarta en favor de un "enemigo del Sistema"? ¿Estos son los llamados a implantar la "Dictadura del Proletariado"? ¿Qué era la organización para ellos? ¿Un grupo serio o un club de tiempo libre?

Al final el militante que había propuesto el homenaje se piró indignado y los dos que se habían opuesto se terminaron pirando igualmente de seguido. Habían caído tres cuartas partes del Comité Nacional de aquel entonces en apenas dos días. Nos nos había descabezado la policía. Nos habíamos auto-descabezado nosotros por aquella chorrada. ¿Alguien puede creerse que aquello iba en serio?


-Comunistas de mercadillo: En una ocasión, necesitábamos financiación extra para una movida que ya no recuerdo. Nuestra organización (que era una organización juvenil, no olvidemos) se nutría principalmente de los "botes" de cada célula, a su vez aportados por cada militante gracias a la paga de sus padres.

Pero cuando llegaba el momento de algún desembolso chungo, la cosa se ponía antiestética y una fuente de ideas a cada cual más demigrante brotaba hacia la luz y se llevaban a cabo.

Llegamos a vender camisetas, llaveros, pegatinas, participaciones de la lotería y hasta botellas de vino casa por casa.

Después estaba el tema de las deudas con la financiación. Una determinada célula no tenía pasta para su material y se la prestaba el Nacional con el dinero de otras células territoriales o del Central mismo, tejiendo una red de pufos y malos rollos tremenda.


-El abertzale y su teoría del Zumalacarregui socialista: En una ocasión coincidí con un comunista vasco. Él no militaba en nuestra organización porque le parecía "españolista" y prefería permanecer en el rebaño de Bildu y compañía a pesar de ser "demasiado poco comunistas para su gusto".

El caso es que, entre porro y porro (él, no yo), me comentó que su ideología era "identica a la del carlista Zumalacárregui pero un poco más socialista". Allí tenéis el nivel formativo de la "izquierda abertzale". Sin comentarios.

Hubo un tiempo en el que la antigua organización Jarrai al menos se molestaba en dar manuales de "marxismo-leninismo" a sus militantes. Ya ni eso.


-Viaje a Corea del Norte: fuimos repetidamente presionados para asistir al viaje de verano de la organización a... ¡Corea del Norte!

Cao de Benós era un buen amigo de nuestro Secretario General de entonces y nos ofrecía ciertas rebajas para que los militantes pudiésemos ir al módico precio de 3000 euros, previa escala en China (donde más tarde, un "camarada" que si había ido me dijo que habían ido a una discoteca, un plan muy revolucionario).

Fueron varios los "hijos de la clase obrera" los que pudieron costearse este exótico e incomparable viaje.


-El Lenin del INEM: En una ocasión, uno de nuestros líderes nos confesó, henchido de orgullo, que él llevaba ya dos años parado y había renunciado a la búsqueda activa de empleo para poder dedicarle más tiempo a su militancia.

Huelga decir que se trataba de un casapapi nivel Champions Leage, aunque si algún día el azar termina colocándolo en la fruta calle no creo que fuese el Partido a darle de comer.


-Mi última reunión, sectarismo premium: mi última reunión fue memorable. A esas alturas, yo ya me había "des-radicalizado" considerablemente y hacía tiempo que continuaba en la organización por inercia.

Un par de miembros (los dos "jefazos" del Comité Nacional de entonces) vinieron a mi ciudad para darme un "toque de atención". Para cuando asistí a su encuentro, yo ya tenía claro que quería descolgarme.

Estaba flipado y cansado con las contradicciones de esa gente, con las malas artes de algunos y con la cerrazón orgánica/ideológica de otros. Mi "descenso a la tierra" coincidió con el discurso de ese par de volados de la cabeza, que quizás repitieron las mismas tonterías de siempre pero que, en ese momento, me sonaron más sectarias/rarunas/frikis que nunca.

Uno de ellos se me puso a decir que, cada vez que no supiese que hacer, tenía que se como Lenin. Un ejemplo del militante perfecto porque su vida como comunista había eclipsado incluso su vida como ser humano. Tenía que "anteponer mi labor revolucionaria a mi vida personal" como hizo él, tenía que ser "un militante las 24 horas del día" porque "aquello no era ningún club y teníamos una misión histórica".

Se ensañaron especialmente en el hecho de que en el último Congreso Central de la organización yo había preferido no ir para irme de marcha a otra ciudad (y jamás lo oculté). Él me dijo que preferir irse de fiesta a cumplir la satisfacción del deber era "un vicio pequeño-burgués", y que teníamos que ir corrigiéndolos.

Lo estropeado es que esta persona era la misma que me había confesado haberse ido de discotecas en el viaje a Corea del Norte. Por lo visto irse de fiesta en España era un "vicio pequeñoburgués" pero irse de fiesta en la China pseudo-comunista era una oda a la memoria de la Revolución Cultural.

En nuestro interior, según me explicaba excitado, moviendo las manos y con los ojos hinchados, se daba una lucha interna que debería de fraguar al "hombre nuevo" del que hablaba el Che.

Les dejé que soltasen toda su retaíla habitual mientras pensaba en otras cosas. Después de todo, me sabía mal darles portazo a la primera después de que hubiesen viajado hasta mi ciudad.

Hice como que me pensaba algo y después les dije que había decidido que me iba. Ellos se quedaron bastante flipados. Seguramente no entenderían como tan inspirador discurso no me había dado ganas de luchar más. El caso es que al final lo respetaron y, por lo menos, no insistieron.

Lo único que dijeron fue, "No todo está perdido para tí, podemos reunir al Comité y discutir tu situación, para darte otra oportunidad". Yo sabía que aquello no era más que una ridícula pose.

En el comité había más personas pero ellos dos eran los líderes, los que mandaban, y lo sabían. Estarían mas a gusto manejando el rebaño sin mí, que en los últimos meses les había dado algún que otro quebradero de cabeza.

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Y así fue como terminó mi paso por aquel mundo. Si recuerdo alguna historieta más no dudaré en añadirla a la última sección. Espero que os haya servido para vislumbrar, aunque sea de forma indirecta, el tipo de ambiente y personalidades que alberga el mundo de la izquierda marginal (y no tan marginal). Muchas gracias a todos por vuestra atención.


Un saludete.
 
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