Análisis automovilístico de la semana: Mercedes-Benz S320 CDI W221

Esta semana os traigo un automóvil verdaderamente lonchafinista y molón. Todo el lujo y el confort de la Clase S con el consumo ridículo de un buen V6 turbodiésel.

Es un coche que apenas necesita presentación, pues la Clase S de Mercedes siempre ha sido un estandarte en el sector de berlinas de lujo. Esta generación en concreto (2006-2013) para mi gusto supone un gran salto con respecto al anterior W220.

A pesar de ser un modelo con bastantes años ya, tanto por apariencia como por equipamiento tienes la sensación de llevar un coche moderno. Y es que de hecho este Mercedes tiene cosas que la mayoría de coches actuales siguen sin equipar, como absorción de puertas, bisagras con puntos de parada infinitos, control de crucero con radar, etc.

El tema estético es algo muy personal, pero a mí es un coche que siempre me ha gustado. El ensanchado de las aletas lo hace muy diferente a otras berlinas de representación, dándole una apariencia musculosa sin perder con ello la elegancia. Los pilotos traseros con líneas del tonalidad de la carrocería también me encantan, motivo por el cual prefiero el pre al restyling en ese sentido.

Son coches que se ven muy a menudo, así que tampoco es que sorprenda verlo de cerca. Lo que sí sorprende es el interior, cuyo diseño es absolutamente perfecto, con todo a mano de manera completamente intuitiva.
Es algo de lo que te das cuenta cuando te bajas del W221 y te montas en otro coche, aunque sea de segmento parecido. Está todo tan bien ubicado, la posición de conducción es tan buena, los asientos son tan cómodos, etc. que en el momento ni reparas en ello. Simplemente estás muy a gusto y disfrutas de la conducción.


Prueba de conducción: Para seleccionar la marcha lleva la palanquita electrónica detrás del volante, novedad en su día pero común a prácticamente todos los Mercedes actuales.
Le das un toquecito hacia abajo, metes la D y ya estás en marcha. Lo que más sorprende de este 320 CDI es que apenas es apreciable el hecho de que estás conduciendo un coche diésel.
Desde fuera se nota ligeramente, pero desde el interior no se nota absolutamente nada. Además el V6 tiene una suavidad envidiable, haciendo que pisar el acelerador sea un placer.
Todos los mandos son delicados, pero tras*miten solidez al mismo tiempo. El tacto del freno y la dirección son extremadamente suaves, pero al mismo tiempo la respuesta tras*mite confianza. Sucede lo mismo con el acelerador, a pesar de no tratarse de una mecánica especialmente potente en este caso (231cv).
Parte de la buena respuesta al acelerar es gracias al cambio 7G Tronic de 7 marchas, cuyo funcionamiento es absolutamente imperceptible e impecable.

La suspensión neumática Airmatic hace un gran trabajo aislando a los ocupantes de todas las imperfecciones de la carretera. Hasta pasar badenes es un placer con un coche así.
Es imposible que se tras*mita al interior ninguna brusquedad del terreno, pero en conjunto reacciona mejor ante baches grandes que ante pequeños agujeros o las típicas bandas de goma que suelen dar un golpe seco.
Sigue sin percibirse a través del volante ninguna vibración, pero se nota que a la suspensión neumática le cuesta más reaccionar ante este tipo de baches, cosa que con una hidráulica probablemente no sucedería (la ABC es opcional y de serie en los S600).

La flotabilidad sobre el asfalto es adictiva. En ese sentido para mi gusto es mejor que el Audi A8 D3, uno de sus rivales de la época y un gran coche también.
El A8 es comodísimo y está muy bien insonorizado, pero no es tan relajante como el Mercedes. Tiene un toque más "deportivo", podríamos decir.

A todo esto hay que añadirle que con el motor V6 CDI puedes hacer consumos de 7l/100km o incluso menos, manteniendo cruceros relajados de 130km/h.
No tiene el empuje ni el sonido de un V8 de gasolina, pero tampoco sus gastos. Es una opción muy lonchafinista y racional.