Acabo de llegar a Pontevedra: mis impresiones

La afición al deporte es extrema en Pontevedra. Yo diría que incluso va a más. No así el conservatorio de música, con mucha influencia tradicionalmente, que parece que ha perdido peso. A pesar de tener un edificio nuevo más grande.

Por otra parte, el tipo de gente que mencionas, como Rajoy, está desapareciendo de la ciudad. Y con ella ciertos usos.

Por ejemplo, ya hay una corrida menos de toros que hace años. Ahora hay dos, antes tres. Y nadie sale en peñas por la tarde a tirarse vino. O sale muy poca gente.

Y, desde luego, no te vas a encontrar a mamá conjuntada con los niños como sucedía cuando yo era adolescente en el centro de la ciudad. Apenas quedan tiendas de mujer de ropa elegante. Y las que sobreviven en los alrededores de Manuel Quiroga deben ser más un entretenimiento de las dueñas que otra cosa.

P.S.: la Carnicería Fidel ha debido cerrar. El local de Uxío Novoneyra está en alquiler.

Qué ricas aquellas croquetas de Fidel! Eso y el intenso aroma de la celulosa, la plaza de la Leña, Barcelos, pasear por Mogor, Agete, el Mercantil, Lapamán... son recuerdos intensos de mi infancia...Luego crecí y fui cogiéndole cierta inquina a la ciudad; nunca tuve buenas experiencias, círculos cerrados, novios de toda la vida, y manejan un provinciano sentido de superioridad. De hecho la gente de Pontevedra rara vez sale de Pontevedra.

También es cierto que yo soy un santiagués algo tosco, y no me siento a gusto en esos ambientes
 
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En Galicia, lo único bueno que hay son la comida y los paisajes. Los gallegos, ya si eso tal. Uno de mis mejores amigos es gallego. Son la gente más rara de España. Las anécdotas más surrealistas de mi vida las he tenido en Galicia.

A lo mejor es al revés: las anécdotas más surrealistas que han vivido esos gallegos las has protagonizado tú.
 
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