Von Riné
Madmaxista
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Gagarin, trabajador del acero reconvertido en piloto militar, fue seleccionado entre miles de candidatos para someterse al riguroso entrenamiento requerido para un vuelo espacial. Además de mostrar excelentes resultados en sus pruebas -si bien se especula con que también sus orígenes humildes tuvieron un peso muy importante en su elección-, Gagarin, que entonces tenía 27 años, también destacó por un gesto muy caballeresco: como marca la tradición rusa al entrar en una casa, se quitó los zapatos antes de entrar en la nave espacial Vostok, con la que alcanzó la órbita terrestre. Aquel 12 de abril de 1961, justo después de descalzarse y acomodarse en la nave, cuando el cohete despegó del puerto espacial de Baikonur en Kazajstán, exclamó su icónico eslogan «¡Poekhali!» o «¡Vamos!, en ruso.
Cuenta la leyenda que, antes del despegue, Gagarin le pidió al conductor del autobús que lo llevaba a la plataforma de lanzamiento que se detuviera para poder hacer sus necesidades. El conductor le hizo caso y el cosmonauta miccionó en la llanta trasera derecha del vehículo. Durante años, los cosmonautas rusos repitieron el ritual antes de lanzarse al espacio, pero la superstición de décadas puede que acabe ahora: el nuevo diseño del traje espacial ruso presentado en 2019 no está equipado con bragueta y es demasiado pesado para quitarlo con agilidad.
Aunque el vuelo cumplió con la misión ( duró 108 minutos, el tiempo que tardó la nave Vostok en dar una vuelta alrededor de la Tierra), no todo salió según lo planeado por la URSS. Hubo una docena de fallos técnicos, entre ellos que la sonda alcanzó una altitud superior a la esperada. Si su sistema de frenos hubiera fallado, Gagarin habría tenido que esperar a que la nave espacial comenzara a descender por sí sola. Y aunque el Vostok tenía suficiente comida, agua y oxígeno para 10 días, una mayor altitud significaba que la espera habría sido mucho más larga y Gagarin se habría quedado probablemente sin suministros. Por suerte para el cosmonauta ruso, los frenos funcionaron.
Cuenta la leyenda que, antes del despegue, Gagarin le pidió al conductor del autobús que lo llevaba a la plataforma de lanzamiento que se detuviera para poder hacer sus necesidades. El conductor le hizo caso y el cosmonauta miccionó en la llanta trasera derecha del vehículo. Durante años, los cosmonautas rusos repitieron el ritual antes de lanzarse al espacio, pero la superstición de décadas puede que acabe ahora: el nuevo diseño del traje espacial ruso presentado en 2019 no está equipado con bragueta y es demasiado pesado para quitarlo con agilidad.
Aunque el vuelo cumplió con la misión ( duró 108 minutos, el tiempo que tardó la nave Vostok en dar una vuelta alrededor de la Tierra), no todo salió según lo planeado por la URSS. Hubo una docena de fallos técnicos, entre ellos que la sonda alcanzó una altitud superior a la esperada. Si su sistema de frenos hubiera fallado, Gagarin habría tenido que esperar a que la nave espacial comenzara a descender por sí sola. Y aunque el Vostok tenía suficiente comida, agua y oxígeno para 10 días, una mayor altitud significaba que la espera habría sido mucho más larga y Gagarin se habría quedado probablemente sin suministros. Por suerte para el cosmonauta ruso, los frenos funcionaron.
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