Pero eso no es "100% malo". Es perjudicial vivir a base de fantasías, claro. Pero también ser demasiado racional.
Por ejemplo, en la República romana. ¿Alguien se creía que la historia de los fundadores de la ciudad criados por una loba? ¿O el Rapto de las Sabinas, por que allí no había forma de echar un pinchito? ¿O la historia de Cincinato, que ganó la guerra contra los volscos en sólo un día y luego volvió a su terruño a plantar lentejas como si nada hubiera pasado?
Pues se lo creerían a medias. Mezclarían la realidad con un poco de fantasía nacionalista. Esas mentiras les dió fuerzas para conquistar el mundo, y cuando dejaron de creérselas su imperio se fue a pique.
En el caso catalán, está el mito de la quatribarrada, forjada por un trozo de oro tocado por los dedos ensangrentados de Guifré. O hay leyendas valencianos sobre el origen del nombre orchata ("Això és or, xata!).
Soy de analizar la historia con realismo, pero también de meter alguna media-verdad o mentirijilla inocente de por medio.
Vamos a ver, es que una cosa es meter algún mito como hacían los griegos por ejemplo, y otra muy distinta adoctrinar en el falseamiento de la historia.
Porque tu puedes decir que Rómulo y Remo eran los fundadores de Roma, pero al final esa leyenda contada de manera neutra no pasa nada. Es un mito que abrazan todos y aquí acaba la cosa.
Pero es que no fue así amigo. Rómulo y Remo fundaron Roma sí, pero hay una razón de ser, y es que los patricios se consideraban herederos de esa Roma.
Ves la diferencia?. Entiendes la utilidad del Mito?. En el caso del mito catalán es anular España en todos los aspectos. La segunda plaza de toros más antigua de España está en Olot en el Siglo XV creo recordar, los toreros preferían la plaza de Barcelona a cualquier otra y sin embargo los toros es una costumbre "de fuera", con Barcelona con dos plazas llenas todos los Domigos.
El mito te sirve para destruir una identidad y crear otra para control de la sociedad, ahí está lo nocivo.
Sigamos con Roma. Los Plebeyos viendo que no pueden entrar en la política porque jovenlandesalmente los patricios son superiores (El mito de la Legitimidad de ser los descendientes de los fundadores), se rebotan y la arman subida de peso. De esas revueltas viene que puedan poner a un representante, un tribuno de la plebe. Claro que muchos morían asesinados cuando pedían reformas, pero es igual, ya tenían alguien y al final en el Siglo IV antes de Cristo pueden ser Magistrados y senadores.
Ahora el Mito se vuelve neutro y no agresivo ni tiene una función "bastarda".
El Nacionalismo como Doctrina busca un enemigo, un agravio permanente y eso lo hace a través de los mitos. Los mitos neutros como por ejemplo que enseñen en clase que la pizza es de origen catalán no pasa nada, que las fechas señalas como mitos sean una excusa para reprobar a España, eso me parece más grave.
Esto es de Victus.
El personaje castellano por excelencia es el hidalgo, invento medieval que aún pervive. Orgulloso hasta el extremo dela locura, desvivido por el honor, capaz de batirse a fin por un pisotón, pero incapaz del menor empuje constructivo.
Lo que para él son gestos heroicos, para la mirada catalana no pasa de ser un empecinamiento en el más risible. ás risib de los errores. No ve más allá de lo inmediato, como las libélulas, con aspiraciones tan luminosas en las alas como erráticas en la dirección, vuelos bajos y sin ruta firme. Sus manos solo pueden empuñar armas; lo contrario sería ensuciárselas. No comprende, y menos tolera, otras formas de vivir la experiencia humana: lo industrioso le repele. Si quiere prosperar, su misma concepción elevada de la dignidad, paradójicamente, lo empuja al saqueo de continentes indefensos o al perversos oficio del cortesano.La hidalguía española
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la hidalguía española
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¡Me tiro un pedo en su hidalguía! ¿Qué teníamos nosotros que ver con esa ralea? Para un castellano de pro trabajar era una deshonra; para un catalán, la deshonra era no trabajar. Aún oigo a mi padre,enseñándome sus manazas con los diez dedos abiertos: «No te fíes de nadie que no tenga callos en las manos». (Bueno, yo no he dado golpe en mi vida, pero ese no es el tema.)Su cochambroso imperio se hundía en los limos más bajos y sucios de la historia.Millones de esclavos indios se deslomaban en las minas americanas a golpe de látigo, pero Castilla era incapaz de construir una economía libre o al menos saneada. Cualquier iniciativa que saliera de su vientre era abortada por una monarquía de tintes asiáticos,menesterosa y abúlica.En ese año de 1700, por fin, tras la fin del Tarado, se puso en evidencia la magnitud del desacuerdo entre Cataluña y Castilla. Para los catalanes un rey francés era una aberración política, el fin de todas sus libertades, de su esencia misma como nación.Su régimen autocrático, que antes o después aplicaría a las Españas, anularía cualquie rpoder autóctono. Al decidirse Castilla por el Felipito, el conflicto no tenía vuelta atrás. Por reacción, Cataluña optó por el archiduque Karlangas de Austria como aspirante al trono español. (O por el maharajá de Cachemira, si hubiera presentado sus credenciales,cualquier cosa antes que un Borbón francés.)
Y ya basta. Pero ahora quizás se entienda mejor el panorama peninsular de 1700. Para los catalanes, España solo era el nombre que se otorgaba a una confederación libre de naciones; los castellanos, en cambio, en la palabra España veían una prolongación imperial del brazo de Castilla. O dicho de otra manera: para los castellanos España era el gallinero y Castilla su gallo; para los catalanes España solo designaba el palo del gallinero. He ahí la tragedia. De hecho, cuando un catalán y un castellano empleaban la palabra «España» se estaban refiriendo a dos ideas opuestas, de ahí que los extranjeros no entendieran nada de nada. ¿Ven lo que les decía? En realidad España no existe; no es un sitio, es un desencuentro.Pero antes de acabar, permítanme tan solo cuatro palabras sobre mi nación, Cataluña.Porque con los retratos anteriores puedo parecer un Vauban enamorado de un lado de los Pirineos en lugar del otro, y no lo soy.
VICTUS
purgante. Presentista total y falto de rigor.
1.- Hidalgo castellano vago, catalán trabajador.
2.- Barcelona es Cataluña cuando muchos pueblos y ciudades eran Felipistas.
3.- "Perspectiva catalana" de España, cuando, y se puede demostrar, no era ningún impedimento sentirse español como lo era el castellano, más aún, ya que Castilla suponía las llaves de un imperio.
4.- Le doy la razón en cuanto al sentimiento Francés. Fue tal la experiencia en 1640, que se odiaba al francés, lo demás presentismo histórico y del malo.