“Los impuestos estatales aumentaron y fueron recaudados de forma mucho más rigurosa por los burgueses de la localidad que también monopolizaron los nuevos cargos y los ayuntamientos, y compraron todas las tierras de la Iglesia en 1791”, señala McPhee.
En este clima, en el que las clases más bajas se oponían, boicoteaban y atacaban a los funcionarios públicos, la instauración del servicio militar obligatorio encolerizó a la población, que veía como sus hombres debían partir para jugarse el pellejo mientras que los funcionarios burgueses que les mandaban al frente estaban exentos.