Panfleto CONTRA Umberto Eco (Q.E.P.D.). El LADO OSCURO de Umberto Eco.

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Vuelve a ser época de elecciones en España y vuelve la turra electoral. A las ya conocidas exhortaciones-amenaza (“Vota a quien sea pero vota, jorobar, que si no puede ser la última vez y GANA EL FARCIJMO“) y viñetas de Popper diciendo que la tolerancia sólo vale con el que es tolerante (basta pues definir al que no nos guste como “intolerante” y ya podemos castigarlo) se une ahora un opúsculo de Umberto Eco de los años 90, rescatado por cierto tertuliano de apellido notoriamente contradictorio con su obvia ignorancia general, Antonio Maestre. Por eso se permite decir que VOX es fascista, cuando hasta los mismos de Podemos admiten que no lo es.





Umberto Eco y su relevancia


Umberto Eco es lo más parecido que tuvo la Italia de la última I República y los 90 a un “intelectual orgánico. Ganó notoriedad en el público lego con sus best-sellers tipo El Nombre de la Rosa, aunque ya gozaba de una reputación como profesor de Semiótica en la Universidad de Bolonia. En suma, un “gafas” de manual, que puede deslumbrar a incautos desde sus credenciales, pero que a veces tomaba a sus lectores por idiotas.


No puedo dejar de imaginarlo tras el discurso en el que perfiló “14 puntos del fascismo eterno” como ligeramente avergonzado del grado de deshonestidad intelectual que tuvo al elaborarlo. Aunque después de todo lo dio ante estudiantes universitarios estadounidenses, lo cual le haría saltar inmediatamente la condescendencia por partida doble: la del reputado académico ante los alumnos jóvenes e ignorantes deseosos de aprender (o simplemente de un papelito que les mejore sus posibilidades de un buen cargo) y la del intelectual de la Vieja Europa ante los prósperos e incultos EEUU.

Eco se anula a sí mismo

Terminada la introducción, pasemos al sacrificio de esta vaca sagrada. Eco define una serie de 14 características del “fascismo eterno” que resultan ser tan vagas y generales que pueden aplicarse a cualquier régimen que queramos, a cualquier partido sin visos de “fascismo“, como puedan ser Podemos o el PSOE… y se pueden aplicar al mismo Eco. La definición que hace del “fascismo“, útil en tanto que palabra-policía con la que demonizar al adversario, no es útil a la hora de esclarecer la verdad histórica.


Pero claro, nunca se trató de otra cosa que de sostener la mascarada ilustrada liberal, si es necesario proyectando sus propios defectos en un enemigo irreal. El mismo Eco inicia diciendo que “la palabra fascismo se aplica a todo“. Un señor catedrático de Semiótica diciendo que un término significa todo nos está diciendo que no significa nada. Es más: está admitiendo que su propio cargo y trabajo no valen nada y que no tenemos por qué hacerle caso. No hay symploké, es decir, la cualidad por la cual algo está conectado con otras cosas pero no con todas las demás.





Los 14 puntos


Vayamos pues por los 14 principios del proto-fascismo según Eco (sospechoso número, así como el insidioso uso de una partícula germánica como Ur-) y cómo se pueden aplicar a la izquierda… o a él mismo:

1. Culto a la tradición

Empezamos precisamente por lo que nos hace humanos, el considerarnos enraizados dentro de una tradición, una cadena que nos une con los que ya murieron y los que están por venir. Según Eco, el mero hecho de juntar a san Agustín con Stonehenge es símbolo de protofascismo. Pues vale, considerémonos desligados de toda tradición. ¿Por qué deberíamos pues escuchar a alguien que ostentaba cargo de catedrático en la Universidad más antigua del mundo? Eco empieza minando su propia credibilidad. Pero gracias por justificar el no seguir la “tradición ilustrada“.


2. Rechazo al modernismo e irracionalismo


Dicho por parte de alguien que rechazaba bastantes avances tecnológicos y que no tenía ni correo electrónico. O sea, debemos aceptar el paquete ideológico de la Ilustración por narices y rechazar todo lo anterior y lo posterior que lo contradiga. Esto va en contra de la “tradición racionalista“. El punto 1 es incompatible con el 2.


3. Culto a la acción por la acción


Recordemos esto cada vez que Maestre o los suyos hablan bien del “activismo” político (siempre de izquierdas). Pero no es esto lo que quiere decir Eco. Es más insidioso que eso. Asocia a la “reflexión” y al “pensamiento” solamente (y solamente) con los pensadores profesionales de la Academia oficial. Es decir, está prohibido ser críticos con ellos y tratar de someterlos a los mismos estándares que al resto de nosotros en cuanto a rigor intelectual. Lo siento, si no podemos rendir culto a ninguna tradición también eso significa que no hay castas sacerdotales exentas de crítica. Nadie se salva, y los opinadores a sueldo, menos que nadie.

4. Rechazo al pensamiento crítico

Ah, visto en el punto anterior que no lo rechazamos, nos quedamos más tranquilos. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. Aristóteles y Marco Aurelio, esos modernos. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. ¿También respecto al papel del dióxido de carbono en el cambio climático o en eso ya no?

5. Miedo a la diversidad y a la diferencia

Aquí hablan sólo de las externas, porque si tenemos una muchedumbre multicolor vomitando las mismas consignas modernas y posmodernas eso ya es suficiente “diversidad“. Todos socialdemócratas, ni se nos ocurra ser tradicionalistas, republicanos al estilo catoniano o de Pericles o (Dios no lo permita, digo el Estado)… fascistas.

6. Origen en la frustración individual o social

Lo malo no es que haya empleos precarios, vivienda cara, degradación del medio ambiente, y un Estado que en el mejor de los casos pasa de nuestros problemas cuando no es abiertamente hostil a nosotros. El problema es que eso te haga sentir mal y acabes siendo atraído por el facherío. Eso sí que el 15-M desembocase en Podemos es perfectamente inocuo. No resolvamos el problema, extirpemos el síntoma… hasta que el sistema entero pete por ignorar las señales.

7. Xenofobia

¡Hombre! Tardaba en salir. Es proto-fascista (me niego a mezclar la raíz germánica con la latina, todos esos engendros son palabras horrendas como televisión, sociología, automóvil o cyberpunk) todo grupo humano, en el que el de dentro tiene prioridad frente al de fuera. Entendemos que da un malsano gustirrinín sentirse superiores a la plebe por el manido recurso de considerarse parte de una élite cosmopolita que les dice lo que está bien o mal (pero que ni se le ocurra a dicha plebe pensar que haya una conspiración en contra de ellos: ¡eso es conspiranoia! – otro engendro).

8. Envidia y miedo al enemigo

Robespierre y los revolucionarios franceses según Eco son protofascistas. Supuestamente el ver que el enemigo sea más próspero que nosotros pero que al mismo tiempo tenga carencias graves nos lleva a menospreciarlo. Non sequitur de manual. Aparte de una proyección psicológica burda. No queremos lo que tiene el enemigo. Sólo queremos lo nuestro. El resto nos da igual. Porque es a nosotros, disidentes de Occidente, a los que se nos acusa de proto-fascismo.

9. Principio de guerra permanente

Debemos pensar que de algún modo el ser humano es capaz de escapar al hecho que es cierto para todas las demás especies vivas: que todo en esta vida es esfuerzo, sea propio o de otros. Sólo alguien muy protegido de las consecuencias del Mundo Real (TM) puede pensar que la vida fácil es posible para todos.

10. Elitismo entendido como desprecio por el débil

Una vez más aquí Eco y los suyos proyectan su propia psicología en la de los demás. No es desprecio ni repruebo, es amor por lo propio. ¿Elitismo? Si quiere encontrarlo le bastaba mirar a su alrededor en un claustro o en la Universidad de Columbia (55.000 dólares al año de tasas) donde dio este discurso.

11. Heroísmo, culto a la fin


Aquí Eco demuestra su inmensa cultura y erudición diciendo que el lema de los falangistas era “¡Viva la fin!“. Cuando se funda la Falange en 1933 llevaba 13 años siendo el grito de guerra de la Legión Española. Aparte de acusar al propio Jesucristo de proto-fascismo (Jn 12, 24-26). Todos hemos de morir, lo que no tendremos todos es una fin con sentido. Esto no es culto a la fin, es la aceptación de la misma como parte de la vida.

12. Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sensuales

Psicologismo y del malo. Aquí Eco canaliza al poco equilibrado sadomasoquista y efebófilo Michel Foucault, para el cual todas las relaciones sensuales son de poder. Dicho de un modo sencillo, confunden el ojo ciego con las témporas. Difícilmente uno puede insistir en la “heteronormatividad” y ser atraído por las mujeres “femeninas” si al mismo tiempo padece de “gaysidad reprimida” y “envidia del miembro viril” que se manifiestan en gusto por las armas. O lo uno o lo otro. Dejo para el amable lector el ejercicio de contar cuántas tendencias sensuales patológicas se cuentan entre los militantERCs de PSOErtidosno fascistas” y que compare.








13. Populismo cualitativo, oposición al parlamentarismo


Oigan, ¿pero esto no va justo en oposición al punto 10 (y siendo malpensados incluso al 4)? Tanto insistir en los principios ilustrados y ahora se nos revuelven en contra del santo laico Rousseau y su voluntad popular. Aparte de que adscribe justo a regímenes como Francia, EEUU o Rumanía características proto-fascistas que sin embargo no tiene el italiano… ni el español. Es más, a los partidos “fascistoides” como Vox o la Lega se les trataba de negar la misma entrada en el parlamento para tener el turno de palabra. No quiero sonar boomer churchilliano herraduro, pero es como si los antifascistas fueran los que se comportan como fascistas… ya desde la época de alopécico Sotelo y José Antonio. Eco y los suyos vienen a decirnos pues que no hay esperanza alguna de regeneración dentro del sistema, no hay reforma posible ni libertad de crítica. Ya lo sospechábamos, pero les agradecemos que nos ahorren el tiempo de averiguarlo.

14. Neolengua

Dicho por el creador de los términos “guerrilla semiológica“, “intertextualidad” o “metatextualidad“. La cualidad de generar nuevos términos es una propiedad de las lenguas vivas. Pero gracias por librarnos de las chorradas posmodernas que hacen de Platón, Sócrates, Mencio o Confucio fascistas debido a que defendiesen la rectificación de los nombres y el buen uso de la lengua buscando la verdad.


En suma, del mismo modo que la verdad es verdad, dígala Agamenón o su porquero, cuando un reputado intelectual dice chorradas no dejan de serlo, sólo son chorradas más obesas y a priori más difíciles de cazar. Cuando las repiten veletas inversas que siempre se equivocan, podemos estar seguros de que es una tremenda merluzez.


Y es que si Umberto Eco en ocasiones tiene un pase, Antonio Maestre tiene un paseíllo. Metafóricamente hablando, claro, no vayan ustedes a pensar mal.

@AYN RANDiano2
 
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