La búsqueda

Harrymorgan

Madmaxista
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En algunas de mis búsquedas acabé en este foro, que en un principio me pareció una colección de zumbaos y frikis irredentos… pero poco a poco fui leyendo opiniones más interesantes de lo que en un primer momento me imaginaba, y ya llevo un tiempo leyendoos sin estar registrado.

Como yo mismo tengo un batiburrillo en mi cabeza aprovecho este post para poner, neցro sobre blanco algunas de las conclusiones a las que he llegado tras largos años tras la -esquiva- verdad, pero las pongo aquí también con el ánimo de compartirlas y poder ayudar a algún alma que también esté buscando.


Conócete a ti mismo. ¿Quién soy yo? ¿Archonthes, Anunakis o Anisakis?


Decían los sabios griegos que conocerse a uno mismo supone conocer a los dioses y a la esencia del universo…. Pero perdóneseme, estoy empezando la casa por el tejado. Lo cierto es que ante la propuesta de conocerse a uno mismo habría que preguntarse qué yo hay que conocer, pues parece indudable que todos tenemos diversas personalidades.
En este tema tuve dos fogonazos de luz. Hace años leyendo el famoso capítulo de “Sombras de Barro” de Castaneda, en el que en el viejo brujo explica a Carlos que nuestra energía vital es devorada por entidades foráneas que se aprovecha de nuestras explosiones sentimentales (ira, celos, decepción, miedo…) que generan una gran cantidad de energía pero que nos dejan exahustos. El truco de estos depredadores de energía es que “nos dan su mente”, nuestro pequeño ego con el que nos sentimos importante y atacados por la menor afrenta, y entramos en un modo dualista ataque/defensa…
En su momento lo consideré una teoría interesante pero no me lo llegué a creer mucho.
Más tarde leí el Poder del Ahora de Eckhart Tolle, y cuando describe lo que el llama el “Cuerpo del Dolor” me di cuenta que estaba describiendo la “sombra de barro” de Castaneda. Ello me impactó bastante y me empecé a fijar en esas explosiones anímica que todos tenemos de vez en cuando y en las que dejamos de ser nosotros mismos. Yo personalmente soy una persona muy tranquila, pero de vez en cuando, de tiempo en tiempo he sentido esa “¿posesión?” en lo que un buen amigo mío llama enfados sordos. A poco que nos fijemos todos podemos comprobar cómo la gente pierde el sentido, “no era yo mismo” decimos a menudo… Alguno dirá que de esta forma estamos quitando responsabilidad a nuestras acciones, pero el tema de la voluntad y el libre albedrío lo dejo para un poco más adelante.
En resumen tras hacer las anteriores observaciones investigué un poco en el tema y me encontré con que varios internautas habían llegado a conclusiones parecidas. No solo se relacionaba el “cuerpo del dolor” de Eckhart Tolle con la “presencia foránea” de Castaneda, sino también con los “arcontes” de los textos gnósticos (hay varias páginas que lo tratan en internet).
Dada la naturaleza del foro no quiero decantarme sobre la naturaleza última e esta instalación que nos roba la energía y dirige en gran medida nuestras acciones, que cada uno saque sus conclusiones si estamos ante un extraterrestre, una especie de malo, o desde un punto más racional, como propone E. Tolle, solo se trata de una reserva de energía traumatizada y parasitaría.
Lo cierto es que sea lo que sea, se puede desenmascarar porque actúa como un puñetero hambriente, está siempre en modo ataque/defensa, está separado de todos, se siente el centro de la galaxia, y tiene una desmedida importancia personal… y además algo nos dice, que cuando actuamos así no somos humanos, somos inhumanos, nos apartamos de nuestra verdadera naturaleza. Por otra parte, existen un montón de leyendas, libros y películas que tratan el tema lo que sugiere que el ser humano en su más honda conciencia conoce la verdad ( Por ejemplo el mito de Drácula y los Vampiros, las máquinas de Matrix que usaban a los humanos como pilas energéticas, la peli de “la oleada turística de los Ultracuerpos”… y seguro que muchas más que ahora se me escapan)
Por lo tanto, parece que habrá que separar eso que no somos, de lo está velado y que realmente somos. Muchos maestros Advaitas, como Nisargadatta nos dice que lo que realmente somos es demasiado grande para explicarlo con palabras, pero sí podemos llegar a ver lo falso como falso, entonces se revelará por sí solo lo real (entendiendo real por verdadero).


¿Tenemos libre albedrío?


Si aceptamos mentalmente lo anterior, debería iniciarse el proceso de desenmascaramiento de la entidad, la muerta de hambre que hace que nuestra vida sea una mierdecilla.... Ojo, pero si usamos la mente en este proceso, y la mente esta parasitada por ese bicho… ¿vamos por buen camino?. No lo parece. Lo primero es darse cuenta de que no tenemos libertad. Ese es el primer paso para aflojar un poco las cadenas (quitárselas del todo es complicado).
Esto es complicado porque va en contra de un sentido de culpa/responsabilidad, y veneración del libre albedrío que en occidente tenemos muy inoculado, pero la idea no es nueva. El gran maestro Gurdjeff ya hablaba de que funcionamos como una máquina. Nos meten inputs, y nosotros respondemos con outputs…. Con una programación que está bien en los genes, en la educación, en todo un poco…
Como el tema de la “parasitación” esto no solo es una teoría, puede ser observado por cualquiera en su psique desde el momento en que apague la televisión, se calle y mire. Ello es evidente si pensamos en la vida de mucho de nuestros conocidos o en la nuestra misma. Todos conocemos a la típica chica o chico que ha estado con 5 parejas en relaciones autodestructivas, deja una y repite el mismo proceso con la siguiente, al típico emprendedor que se ha arruinado un montón de veces, inicia un negocio, se arruina, inicia otro y hace lo mismo, al que ha empezado a dejar de fumar en cuarenta ocasiones, y otra vez nos viene con el mismo cuento de que ahora sí lo va a conseguir…. Sí, todos tropezamos dos veces en la misma piedra, pero si fuéramos libres, ¿volverías a equivocarte voluntariamente?
Aun es más claro si volvemos la vista hacia nosotros mismos y vemos un poco como hemos actuado a lo largo de nuestra vida. Escoge cualquier decisión que tomaste y recrea ese momento. Es cierto que cuando actuaste te “creías” libre, y “pensabas” que hacías lo mejor, pero visto desde ahora, mirando hacia atrás, siendo como eras en ese momento, sabiendo lo que sabías, con la educación que habías recibido, y con el grado de conciencia que tenías ¿tenías alguna otra opción? Seguro que no. En otras palabras puesto en la misma situación habrías hecho lo mismo. ¿Libre albedrío?
Lo anterior es una buena terapia para perdonar reproches a padres y demás familia. La mayoría de los padres hacen con sus hijos lo mejor que pueden con el condicionamiento que llevan de fábrica… realmente no pudieron hacer mucho más. Darse cuenta de esto, comprenderlo de verdad nos hace mejores y quitarnos mucha cosa de encima.
Sobre este tema además de Gurdjeff, lo tratan de forma muy interesante los maestros Advaitas, como Nisargadatta, Maharashi, o en especial el contemporáneo Ramesh Balsekar que a mi me gusta mucho. Este explica que una de las sevicias que sufre el ser humano es la sensación del ser el “hacedor” de las cosas. Las cosas, las situaciones, los desenlaces suceden, el ser humano se limita a ser un engranaje más de ese mecanismo universal según su programación. Eliminar el la idea acendrada de ser el “hacedor” supone una liberación. Y la misma idea está en el Baghavad Gita “ Todas las acciones dimanan de los tres gunas, pero el hombre dejándose seducir por el amor propio cree: yo soy el que actúa”.
Muy por encima he leído algún artículo científico de neurociencia y de Stephen Hawkings ( el cual por cierto siempre me ha caído muy rellenito) que confirman científicamente esta idea. Muchas religiones orientales también tienen una idea de destino escrito y inexorable.
Entonces se pregunta el occidental, ¿ no puedo hacer nada?. Bueno, existe un resquicio de libertad. El ser humano puede tomar conciencia, darse cuenta, de su programación. Y entonces, en alguna medida puede cambiarla, y quizá en caso de santos y místicos desprogramarse completamente y ser libre… En palabras de la filósofa española Mónica Cavallé ( que me encanta), “Nuestro crecimiento no viene dado por lo que nos pasa, sino por las respuestas activas que damos ante los que nos pasa”. Don Juan también decía que la verdadera libertad del guerrero era la impecabilidad, hacer las cosas dando lo mejor de ti mismo.
Veamos ahora como aflojar un poco esas cadenas.


El camino de la sabiduría
.

Silencio, atención, desidentificación.

Para transitar este camino creo que la palabra clave es atención. Tomar conciencia. Atención sobre todo interna. Ser testigos de los movimientos de nuestra psique.
En especial atención a nuestros sentimientos y pensamientos… detectaremos que muchos de esos pensamientos (normalmente es el pensamiento toxico el que nos lleva al sentimiento tóxico) realmente no son nuestros… surgen de un oscuro lugar… los aceptamos sin vacilar, nos identificamos con sentimientos, ideas, que “surgen” en nuestra mente, pero cuando vamos comprendiendo el funcionamiento y somos conscientes del mecanismo…. este se desactiva, o al menos no es tan absorvente.
No es fácil, pero lo importante es no cejar en el intento. Cuando estamos metidos en faena ( sintiéndonos una cosa en el trabajo por un comentario humillante del jefe, en una discusión desaforada por celos con nuestra pareja, en una bronca sorda navideña con una familiar que no aguantamos por Dios sabe que motivo…) es difícil detectar “la mente de mono”, porque la “mente de mono” ha tomado el control…. Pero nada impide que a posteriori examinemos como ha funcionado, y aprendamos sus mañas. Quizás la próxima vez estemos más atentos, y la veamos venir, y la desactivemos antes de que la mecha prenda… Se trata, como decía el bueno de Don Juan de convertirnos en cazadores, y la presa a cazar es precisamente la que hasta ahora nos estaba depredando. Es un enemigo difícil porque se embosca, pero también es predecible, porque realmente se repite más que el ajo.
Meditación, oración, retiros… todo puede ayudar, pero lo realmente difícil es llevar ese estado a nuestra vida cotidiana. Ese debe ser el campo de caza del guerrero, el día a día. De nada sirve meternos un retiro de fin de semana con una meditación de 3 horas, si el resto de la semana somos un hijo de pilinguin con pintas…
La atención ha sido minusvalorada en occidente, sin embargo, la biblia y Jesús hacen muchas llamadas a mantener la atención: “Despiértate, tu que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará” (Carta de San Pablo a los Efesios), o “Comportaros reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertar del sueño” (Carta de San Pablo a los Romanos), o “ Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. (...) Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!” (Marcos 13:33-37)”
Pero lo cierto es que la mayor del tiempo vamos dormidos, solo hay que ver a la gente por la calle, perdidos en sus pensamientos obsesivos, absortos en sus constructos mentales, puedes pasar a su lado y ni te ven.
Por eso todos los maestros están de acuerdo en que la atención tiene un requisito previo: El Silencio. Acallar la mente un rato, ese ruido constante que nos debilita (y que realmente no es nuestro), es necesario para que surja un mínimo de atención consciente. La mente manejada por “quien tu ya sabes” volverá a las andadas con sus críticas, juicios, reproches, y demás pensamientos tóxicos, pero cuando hemos tomado cierta distancia empezamos a no identificarnos con todo lo que pensamos o sentimos. Una duda razonable y saludable. Nos quitamos importancia, y quitamos importancia a nuestros actos y pensamientos, y realmente es liberarse de una pesada carga.
Para esta desidentificación, a mí me vino muy bien una frase que leí en un libro de Ramesh Balsekar: “ Es un axioma que lo observado no puede ser el observador”. Con esta frase me di cuenta que cualquier cosa que pudiera ver, oir, sentir, pensar… no era mi verdadero yo. Puedo sentir confusión, pero esa es la prueba de que yo no soy confusión, puedo tener agobio o miedo, pero es la prueba de que yo no soy esa agobio o miedo, puedes tener problemas económicos, pero tu no eres esos problemas. De la misma forma puedo tener éxito o dinero, pero yo no soy ese éxito ni ese dinero.
Ken Wilber también lo expresa magníficamente :” Nosotros identificamos al veedor con las banalidades que pueden ser vistas y ese es el origen de la esclavitud y la falta de libertad”
Cuando vas cobrando conciencia que no eres nada de eso, ganas libertad, aflojas un poco las ataduras, e inmediatamente te das cuenta que el problema que considerabas tan grave no es más que una representación mental (de una mente, recordemos, que no es nuestra)… eso nos da espacio, aire, paz.

Aceptación, y Voluntad de Dios.

Cuando estamos en el anterior estado de silencio de nuestra mente ( o al menos de dar mucho importancia a lo que la mente dice), atención y por tanto no identificación con cualquier idea peregrina que se nos surja, ocurre cierta apertura a la realidad, encontramos cierta paz, y podemos dar un paso decisivo… aceptar. Aceptar lo que nos ocurre, lo que es, como son los demás, lo que acontece (honrarlo dice E. Tolle) es abrir la puerta a la felicidad.
Normalmente, estamos en constante guerra con todo y con todos, refunfuñando, sintiéndonos atacados y contraatacando, defendiéndonos, quejándonos de nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro jefe, nuestra familia, nuestro país… aceptar es encarar lo que es, mirar con franqueza. No se trata de que no hagamos nada, no es resignarse, no es rendirse, podemos actuar para cambiar lo que está mal, pero no perderemos el tiempo en quejas y reproches, o pensamiento mágico. Creo que Don Juan decía algo así como que “un guerrero toma la realidad como base de su lucha y su desafío” y la acepta sea la que sea. Y lo que es inevitable lo aceptaremos con plena conciencia, y hasta donde sea posible con una sonrisa en los labios, y dando lo mejor de nosotros mismos.
Y así vamos comprendiendo que lo que nos ocurre, que el transcurrir de nuestra vida tiene un propósito, una voluntad que nos transciende, que no nos es dado comprender pero sí entrever. Es la voluntad de Dios, es el “hágase tu voluntad” del Padrenuestro. Y comprendemos que cuando nos sintonizamos con esa voluntad, somos instrumentos en manos de Dios, y todo está bien…. Es la fuerza jedi que “controla tus acciones pero también obedece tus órdenes” en palabras de Obi Wan Kenobi.
La aceptación de la voluntad de Dios la han señalado como piedra esencial de la sabiduría sabios y santos a lo largo de la historia, para muestra un botón:
Marco Aurelio “ Aceptar lo que venga entretejido en el diseño de tu destino, porque ¿qué podría acomodarse más adecuadamente a tus necesidades”
Tao te King “Cada cosa retorna a su raíz. El regreso a la raíz significa calma. La calma significa encomendarse a su destino. Entregarse al destino significa eternidad”
Papaji: “Lo que sea que venga déjalo venir, lo que se quede déjalo estar, lo que se va déjalo ir. Quedate callado y adora el ser”
Eckhart Tolle: “ Rindase a lo que es. Diga sí a la vida y observe como esta comienza solícitametne a funcionar a favor suyo y no contra Ud.”
Robert F. Scott (últimas palabras escritas en su diario poco antes de morir en el Polo Sur) “ Si las cosas se han vuelto contra nosotros, no debemos quejarnos, sino inclinarnos ante la voluntad de la providencia, resueltos a hacer lo mejor que podamos hasta el fin”.
Epiceto: “No pretendas que los suceso sucedan como quieres, sino que quiere los sucesos como suceden, y vivirás sereno”.// “Si quieres ser dichoso nunca repugnes lo que no depende de ti.”
Nissargadatta: “La esencia de la sabiduría es la aceptación total del momento presente.”
NIestche: “¡Quiero ser un día uno que solo dice sí!”
San Juan de la Cruz: “Me parece que el secreto del vida consiste simplemente en aceptarla tal cual es”
Matilde de Magdeburgo: “Vive dándole la bienvenida a todo”
Ortega y Gasset: “ A ser juez de las cosas voy prefiriendo ser su amante”
Hasta Jesús dijo “No he venido a hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me ha enviado”.
Frente a esta sabiduría tradicional, hoy al occidental de a pie se le enseña desde pequeñito que puede hacer lo que le salga de sus santas canicas “porque yo lo valgo”. La publicidad de las grandes corporaciones nos invita a no privarnos de nada, compra el coche que quieras, la casa que quieras (total el banco te la financia y los intereses están muy bajo), nosotros a su vez malcriamos a nuestros hijos dándoles caprichos sin fin y haciédolos unos pequeños tiranos… Nos han vendido ( inoculado?) la idea de ese siniestro personaje, Aleister Crowley, como algo guay, y no somos conscientes que lleva un germen autodestructivo.

Felicidad y unidad.

¿ Cómo salir del lodazal donde estamos? Poco a poco, pero primero demontando la trampa mental en la que estamos. “Todo es mente” dice el Kybliaon, y dice bien, porque nuestro mundo, y nuestra realidad no es lo que nos pasa, si no lo que la mente nos dice que nos pasa.
Los instrumentos con los que contamos son silencio mental, atención, desidentificación, y aceptación, para ellos abrimos la puerta a la felicidad. No una felicidad que venga de fuera, sino la que tenemos dentro y que se corresponde con nuestra naturaleza divina.
Por eso los santos y sabios son seres felices, porque su felicidad no viene de circunstancias ajenas a ellos mismos y todo lo aceptan y viven desde su verdadero ser. Se trata de ir aprendiendo que la felicidad no depende de lo que nos pasa, si no de nuestras respuestas conscientes ( téngase en cuenta esta palabra, porque en el momento en que damos una respuesta con consciencia sí que damos entrada a la libertad) a lo que nos pasa.
Desde esa posición de testigo nos alejamos mentalmente del fragor de la batalla, tomamos cierta distancia que hace que los sinsabores de la vida sean más entendibles, y por lo tanto comprensibles.
Mucha gente se preguntará como se puede ser feliz con tanto mal en el mundo. De hecho la naturaleza del mal ha sido algo que los sabios vienen cuestionándose desde hace mucho tiempo. Uno de los textos que mejor lo explican a mi entender es un librito que se llama “La enfermedad como camino” y que contiene estas interesantes consideraciones:
“Tenemos que abordar necesariamente un tema que no sólo pertenece al ámbito más conflictivo de la aventura humana sino que, además, se presta a malas interpretaciones. Es muy peligroso limitarse a entresacar de la filosofía que nosotros exponemos sólo alguna que otra frase o pasaje aquí y allá y mezclarlos con ideas de otras filosofías. Precisamente la contemplación del Bien y del Mal provoca en los seres humanos profundas angustias que fácilmente pueden empañar el entendimiento y la facultad de raciocinio. A pesar de los peligros, nosotros nos atrevemos a plantear la pregunta que rehuía Anfortas, acerca de la naturaleza del mal. Y es que, si en la enfermedad hemos descubierto la acción de la sombra, ésta debe su existencia a la diferenciación del ser humano entre Bien y Mal, Verdad y Mentira.
La sombra contiene todo aquello que el ser humano consideró malo; luego la sombra tiene que ser mala. Así pues, parece no sólo justificado sino, incluso, ética y jovenlandesalmente necesario combatir y desterrar la sombra dondequiera que se manifieste. También aquí la Humanidad se deja fascinar de tal modo por la lógica aparente que no advierte que su plan fracasa, que la eliminación del mal no funciona. Por lo tanto, vale la pena examinar el tema «Bien y Mal» desde ángulos acaso insólitos.
Nuestras consideraciones sobre la ley de la polaridad nos hicieron sacar la conclusión de que Bien y Mal son dos aspectos de una misma unidad y, por lo tanto, interdependientes para la existencia. El Bien depende del Mal y el Mal, del Bien. Quien alimenta el Bien alimenta también inconscientemente el Mal. Tal vez a primera vista estas formulaciones resulten escandalosas, pero es difícil negar la exactitud de estas apreciaciones ni en teoría ni en la práctica.
En nuestra cultura, la actitud hacia el Bien y el Mal está fuertemente determinada por el cristianismo o por los dogmas de la teología cristiana, incluso en los medios que se creen libres de vínculos religiosos. Por ello, también nosotros tenemos que recurrir a figuras e ideas religiosas, a fin de verificar la comprensión del Bien y del Mal. No es nuestro propósito deducir de las imágenes bíblicas una teoría o valoración, pero lo cierto es que los relatos y las imágenes mitológicas se prestan a hacer más comprensibles difíciles problemas metafísicos. El que para ello recurramos a un relato de la Biblia no es obligado, pero sí natural dado nuestro entorno cultural. Por otra parte, de este modo podremos comentar, al mismo tiempo, ese punto mal comprendido del concepto del Bien y del Mal, idéntico en todas las religiones, que muestra un matiz peculiar de la teología cristiana.
El relato que el Antiguo Testamento hace del Pecado Original ilustra nuestro tema. Recordamos que, en el Segundo Libro de la Creación, se nos dice que Adán, la primera criatura humana —andrógina—, es depositado en el Edén, jardín entre cuya vegetación hay dos árboles especiales: el Árbol de la Vida y el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Para la mejor comprensión de este relato metafísico, es importante recalcar que Adán no es hombre sino criatura andrógina. Es el ser humano total que todavía no está sometido a la polaridad, todavía no está dividido en una pareja de elementos contrapuestos. Adán todavía es uno con todo; este estado cósmico de la conciencia se nos describe con la imagen del Paraíso. No obstante, si bien la criatura Adán posee todavía la conciencia unitaria, el tema de la polaridad ya está planteado, en la forma de los dos árboles mencionados.
El tema de la división se halla presente desde el principio en la historia de la Creación, ya que la Creación se produce por división v separación. Ya el Libro Primero habla sólo de polarizaciones: luz tinieblas; tierra–agua, Sol–Luna, etc. Únicamente del ser humano se nos dice que fue creado como «hombre y mujer». Y, a medida que avanza la narración, se acentúa el tema de la polaridad. Y sucede que Adán concibe el deseo de proyectar hacia el exterior y dar forma independiente a una parte de su ser. Semejante paso supone necesariamente una pérdida de conciencia y esto nos lo explica nuestro relato diciendo que Adán se sumió en un sueño. Dios toma de la criatura completa y sana, Adán, un costado y con él hace algo independiente.
La palabra que Lutero tradujo por «costilla» es en el original hebreo tselah = costado. Es de la familia de tsel = sombra. El individuo completo y sano es dividido en dos aspectos diferenciables llamados hombre y mujer. Pero esta división todavía no alcanza la conciencia de la criatura, porque ellos todavía no reconocen su diferencia, sino que permanecen en la integridad del Paraíso. La división de las formas, empero, hace posible la acción de la Serpiente que promete a la mujer, la parte receptiva de la criatura humana, que si come el fruto del Árbol de la Ciencia adquirirá la facultad de distinguir entre el bien y el mal, es decir, que tendrá discernimiento.
La Serpiente cumple su promesa. Los humanos abren los ojos a la polaridad y pueden distinguir bien y mal, hombre y mujer. Con ello pierden la unidad (la conciencia cósmica) y obtienen la polaridad (discernimiento). Por consiguiente, ahora tienen que abandonar forzosamente el Paraíso, el Jardín de la Unidad, y precipitarse en el mundo polar de las formas materiales.
Éste es el relato de la caída del hombre. El hombre, en su «caída», se precipita de la unidad a la polaridad. Los mitos de todos los pueblos y todas las épocas conocen este tema central de la condición humana y lo presentan en imágenes similares. El pecado del ser humano consiste en su separación de la unidad. En la lengua griega se aprecia con exactitud el verdadero significado de la palabra pecado: Hamartama quiere decir «el pecado» y el verbo hamartanein significa «fallar punto», «errar el tiro», «faltar». Pecado es, pues, en este caso, la incapacidad de acertar en el punto, y éste es precisamente el símbolo de la unidad, que para el ser humano resulta a un tiempo inalcanzable e inconcebible, ya que el punto no tiene lugar ni dimensión. Una conciencia polar no puede dar con el punto, la unidad, y esto es el fallo, el pecado. Ser pecador es sinónimo de ser polar . Ello hace más comprensible el concepto cristiano de la herencia del Pecado Original.
El ser humano se encuentra con una conciencia polar, es pecador. No tiene una causa. Esta polaridad obliga al ser humano a caminar entre elementos opuestos, hasta que lo integra y asume todo, para volver a ser «perfecto como perfecto es el Padre que está en los cielos». El camino a través de la polaridad, no obstante, siempre acarrea la culpabilidad. El Pecado Original indica con especial claridad que el pecado nada tiene que ver con el comportamiento concreto del ser humano. Esto es muy importante ya que, en el transcurso de los siglos, la Iglesia ha deformado el concepto del pecado e inculcado en el ser humano la idea de que pecar es obrar el mal y que obrando el bien se evita el pecado. Pero el pecado no es un polo de la polaridad sino la polaridad en sí. Por lo tanto, el pecado no es evitable: todo acto humano es pecaminoso.
Este mensaje lo encontramos claro y sin falsear en la tragedia griega, cuyo tema central es que el ser humano constantemente debe optar entre dos posibilidades, sí, pero, decida lo que decida, siempre falla. Esta aberración teológica del pecado fue fatídica para la Historia del cristianismo. El constante afán de los fieles de no pecar y de huir del mal condujo a la represión de algunos sectores, calificados de malos y, por consiguiente, a la creación de una «sombra» muy fuerte.
Esta sombra hizo del cristianismo una de las religiones más intolerantes, con Inquisición, caza de brujas y genocidio. El polo que no es asumido siempre acaba por manifestarse, y suele pillar desprevenidas a las almas nobles.
La polarización del «Bien» y del «Mal» como opuestos condujo también a la contraposición, atípica en otras religiones, de Dios y el diablo como representantes del Bien y del Mal. Al hacer al diablo adversario de Dios, insensiblemente, se hizo entrar a Dios en la polaridad, con lo que Dios pierde su fuerza salvadora. Dios es la Unidad que reúne en sí todas las polaridades sin distinción —naturalmente, también el «Bien» y el «Mal»— mientras que el diablo, por el contrario, es la polaridad, el señor de la división o, como dice Jesús, «el. príncipe de este mundo». Por consiguiente, siempre se ha representado al diablo, en su calidad de auténtico señor de la polaridad, con símbolos de la división o de la dualidad: «cuernos, pezuñas, tridentes, pentagramas (con dos puntas hacia arriba), etc.». Esta terminología indica que el mundo polarizado es diabólico, o sea, pecador. No existe posibilidad de cambiarlo. Por ello, todos los guías espirituales exhortan a abandonar el mundo polar.
Aquí vemos la gran diferencia que existe entre religión y labor social. La verdadera religión nunca ha emprendido la tentativa de convertir este mundo en un paraíso, sino que enseña la forma de salir del mundo para entrar en la unidad. La verdadera filosofía sabe que en un mundo de polaridades no se puede asumir un único polo. En este mundo, hay que pagar cada alegría con el sufrimiento. Por ejemplo, en este sentido, la ciencia es «diabólica», ya que aboga por la expansión de la polaridad y alimenta la pluralidad. Toda aplicación del potencial humano a un fin funcional tiene siempre algo de diabólico, ya que conduce energía a la polaridad e impide la unidad. Éste es el sentido de la tentación de Jesús en el desierto: porque, en realidad, el malo sólo insta a Jesús a aplicar sus posibilidades a la realización de unas modificaciones inofensivas y hasta útiles.”

Perdonad la larga cita, pero creo que merece la pena. Yo resumiría el texto que el problema del hombre es su percepción dual de la realidad. Hay que recordar que etimológicamente diablo es “el que divide”, y contrariamente la palabra religión parece que viene de ”re-ligare”, volver a unir aquello que un día estuvo unido, y que nunca debió separarse. En el mundo manifiesto existen opuestos, naturalmente ( día/noche, polo positivo/polo negativo, hombre/mujer…), pero ambos pueden formar parte armónica de la unidad. El famoso símbolo taoísta del ying-yang, lo representa perfectamente, las dos fuerzas primordiales en un perfecto círculo, una entrado en la otra, y la otra entrando en la una…
El problema de la mayoría de nosotros es que hemos perdido esa armonía, y vemos una realidad dividida, amputada, que nos obliga a identificarnos con una de las partes y enfrentarnos a la otra que es el enemigo a batir. Para mí la política Viogen es un buen ejemplo de lo que digo. Se rompe, cercena, la armonía hombre-mujer, para presentar a una de las partes como el enemigo a batir. Y lo mismo, hoy por hoy, tristemente en un montón de cosas ( nacionalismos, futbol, izquierdas/derechas, etc…)

Lo que veo claro es que donde hay Unidad está Dios, la paz, y la felicidad, el camino de la división, con su necesaria identificación con las cosas lleva necesariamente a la infelicidad. Esto a nivel teórico parece razonable y entendible, el problema que veo, y que intento solucionar en mi vida diaria es como buscar ese camino de unidad, cuando realmente la vida de cualquiera de nosotros puede parecer una selva… (en la simple firma de un contrato de alquiler es fácil que hay una pequeña guerra entre ambas partes para ver quien tiene mayor posición de fuerza, no hablemos de un partido de futbol, o de la política, o por ponernos en casos más graves un divorcio donde hombre y mujer se despellejan, o por ponernos ya en lo peor, una herencia). Mi pregunta, la que llevo buscando tiempo, es ¿como vivir estas situaciones conforme al Tao?, es decir vivirlas plenamente, con consciencia, sin convertirme en verdugo de nadie, pero tampoco en víctima de nadie, y transitarlas con cierta paz de espíritu sin tener que vivir en un monasterio.
Ese camino lógicamente no es fácil. Como inicia Sommerset Maugham su estupenda Novela ( El Filo de la Navaja) citando un Upanishad “Arduo hallarás caminar sobre el agudo filo de la navaja. Y penoso es, dicen los sabios, el camino de la salvación.”
Nos habíamos quedado en que el camino de la unidad es el “bueno”, y en de la división el “malo”. Pero ¿ cómo transitar ese camino?. No se trata solo de entenderlo intelectualmente, si no de vivirlo. Podemos decir la conocida frase de que “Dios está en todas las cosas”, pero lo que busco no solo es comprenderlo, si no vivir conforme esa comprensión.

Aquí ya me pierdo, pero me reconforta ver, por ejemplo en este foro, que ese camino está siendo transitado por muchos. Que somos compañeros de viaje. Recuerdo ahora un post del hilo del DTM en el que el forero Mercurio 3 relataba sus experiencias, y que llegaba a conclusiones de que ”todos somos uno”, así como otros muchos foreros que llevo siguiendo un tiempo y que tocan cosas que me dan la sensación que yo he visto desde otro ángulo.

Posdata: Las religiones tradicionales.

Hoy en día las religiones tradicionales están recibiendo por todos los lados, en espcial la católica. Ir a misa es bastante desolador por lo despoblado de la iglesia. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa, más firmemente creo en la importancia de una formación religiosa en la niñez. Esos serán cimientos, no sirven para quedarse allí, no son la meta, pero sí el punto de partida. Yo me eduqué en la religión católica, y a mi modo me sigo considerando cristiano y católico, aunque sé que ya he traspasado los límites de la ortodoxia nunca renegaré de mi religión (se que esto lo dice mi ego pero de momento es lo que hay).
En todo caso creo que dar unos criterios religiosos a los niños (además de una historia comparada de las religiones) debería ser algo básico. Nadie puede predecir el desarrollo espiritual de una persona, como tampoco sabemos si alguien se va a convertir en el nuevo Cervantes, pero no por ello impedimos que los niños aprendan a leer. De la misma forma harbía que dar una mínima base religiosa a cualquier niño. Los años y el desarrollo de esa persona ya irán determinando si sube escalones en ese desarrollo espiritual (no necesariamente religioso) o prefiere ser uno más de la masa borreguil.
A fin de cuenta, cuando crucemos las puertas de la fin ( o cuando se desmantele la realidad, como apunta algún forero) estaremos más preparados cuanto más hayamos conocido a nuestro verdadero ser, ese que no es cuerpo, ni la mente parasitada, y que de momento ve, oye y calla.
 
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