Keynes apuntó más de 200 encuentros sensuales con hombres . estuve en la sauna de pedro sánchez

ATARAXIO

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la vida oculta de Keynes: la de un avezado galán que entre 1901 y 1918 se acostó con más de 200 hombres distintos. . Keynes mantuvo un registro exhaustivo de todos sus amantes. Entre 1901, cuando tuvo su primer encuentro sensual con un compañero de la universidad, a los 17 años, y hasta 1918, cuando se casó con la bailarina rusa Lydia Lopokova, Keynes catalogó todos sus encuentros con la precisión de un filatélico. La promiscuidad de Keynes sorprende incluso hoy en día . En su diario se encuentran siempre el nombre o la descripción de sus amantes, y el lugar donde se produjo el encuentro: “Mozo de cuadra en Park Lane”, “El sueco de la Galería Nacional”, “El soldado de los baños”, “El recluta francés”, “El chantajista”, “El ascensorista de Vauxhall”, “El judío”, “El Gran Duque Cirilio en los baños de parís”…








Keynes era “un caballero, un funcionario, un especulador, un empresario, un escritor, un granjero, un galerista, un estadista, un director de teatro, un coleccionista de libros, y media docena de cosas más”. Sí, también era economista, pero es imposible entender su obra en ese campo sin darnos cuenta de lo especial que fue su vida, y el momento y el lugar en el que le tocó desarrollar esta.


Keynes fue un hombre de su tiempo, la Inglaterra de la época eduardiana; con una mentalidad abierta, por nacimiento, educación e intereses. Sus ideas económicas fueron revolucionarias, pero no podrían explicarse sin entender el contexto en el que surgieron: el carácter iconoclasta de una sociedad liberal en lo intelectual, pero ultrarrígida en lo social, cuya estructura hizo aguas tras la Gran Guerra. Pero quizás, tampoco, sin conocer la vida oculta de Keynes: la de un avezado galán que entre 1901 y 1918 se acostó con más de 200 hombres distintos.


Una vida sensual muy poco convencional


Como cuenta Davenport-Hines en la biografía, Keynes mantuvo un registro exhaustivo de todos sus amantes. Entre 1901, cuando tuvo su primer encuentro sensual con un compañero de la universidad, a los 17 años, y hasta 1918, cuando se casó con la bailarina rusa Lydia Lopokova, Keynes catalogó todos sus encuentros con la precisión de un filatélico.


La promiscuidad de Keynes sorprende incluso hoy en día, pero la práctica del cruising era algo habitual entre los gayses de la época eduardiana. El economista disfrutaba del sesso con todo el mundo y en todas partes. En su diario se encuentran siempre el nombre o la descripción de sus amantes, y el lugar donde se produjo el encuentro: “Mozo de cuadra en Park Lane”, “El sueco de la Galería Nacional”, “El soldado de los baños”, “El recluta francés”, “El chantajista”, “El ascensorista de Vauxhall”, “El judío”, “El Gran Duque Cirilio en los baños de parís”…


La práctica del 'cruising' era algo habitual entre los gayses de la época eduardiana


El economista tuvo 65 encuentros en 1909, 26 en 1910, 39 en 1911… En total, más de 200 amantes distintos, hasta que cumplió 35 años, se enamoró de una mujer y se volvió heterosexual. No hay datos de que volviera a acostarse con hombres tras contraer matrimonio. Rechazó su anterior vida sensual casi de la misma forma en la que renegó de la teoría económica clásica. “Cuando los hechos cambian, cambia lo que pienso”, aseguraba Keynes en una de sus clásicas citas. “¿Qué haría usted?”


Ni rastro de culpa


¿Influyó en algo la ajetreada vida sensual de Keynes en su pensamiento económico? Sean O´Grady, redactor de The Independent, cree que sí: “El hecho de que Keynes conociera a gente de entornos menos privilegiados y menos inteligentes que él, podría haberle hecho más liberal y tolerante. Eso a su vez dio a su misión económica una motivación personal, quería asegurarse de que todos tuvieran los medios para vivir y gozar de las artes”.


Quizás este argumento esté un poco cogido por los pelos. También los críticos de Keynes asocian su orientación sensual a sus ideas económicas, pero en sentido opuesto. El profesor de la Universidad de Harvard, Niall Ferguson, aseguró que a Keynes le traía sin cuidado el largo plazo porque no tenía descendencia, y no la iba a tener nunca pues era gays. Según Ferguson, el británico tenía una visión egoísta del mundo porque era un “poco equilibrado”.


Es difícil saber cuáles eran las motivaciones reales de Keynes, pero de lo que no cabe duda es de que fue una persona que logró romper con los convencionalismos de la época en la que le tocó vivir.


En el fondo Keynes era un bon vivant, y no estaba dispuesto a renunciar a la felicidad


“Las aventuras gayses de Keynes no revelan directamente nada sobre sus ideas económicas”, asegura en The Guardian el historiador, economista y también biógrafo de Keynes Robert Skidelsky. “Pero su falta de culpa sobre lo que hacía nos dice mucho acerca de su actitud juvenil hacia las convicciones jovenlandesales de su época, de las que la economía vitoriana formaba parte. Su rechazo al ‘deber de ahorrar’, que él llamaba ‘las nueve décimas partes de la jovenlandesalidad’, fue una iconoclastia intelectual enraizada en una iconoclastia jovenlandesal”.
 
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Aforismos sobre la sabiduría de la vida", A. Schopenhauer


«Como regla suprema de toda sabiduría de la vida considero el principio enunciado por Aristóteles en la Ética a Nicómaco:

“El hombre prudente no aspira al placer sino a la ausencia de dolor”.


Su verdad se basa en que todo placer es de naturaleza negativa

Cuando todo el cuerpo está sano y en buen estado, con excepción de una pequeña herida o un punto doloroso, aquella salud del conjunto no aparece ya en la conciencia sino que la atención se dirige constantemente al dolor de la parte lesionada y desaparece la sensación vital de bienestar.

[…] Por consiguiente, quien quiera obtener el resultado de su vida desde el punto de vista de la felicidad tendrá que hacer la cuenta, no según las alegrías que ha disfrutado, sino según los males a los que se ha sustraído.


la vida no existe realmente para ser disfrutada sino para superarla, para despacharla. […] En consecuencia, tiene la más feliz fortuna aquel que pasa su vida sin excesivos dolores espirituales ni corporales, y no aquel a quien le caen en suerte las más vivas alegrías o los mayores placeres.

[…] Pues los placeres son y siguen siendo negativos: la idea de que hacen feliz es una ilusión que alberga la envidia para su propio castigo.

En cambio, los dolores son positivamente sentidos: de ahí que su ausencia sea la medida de la felicidad en la vida. Si a un estado indoloro se añade además la ausencia de aburrimiento, se alcanza en esencia la felicidad terrenal: pues lo demás son quimeras. […]

" El necio persigue los placeres de la vida y se ve defraudado: el sabio evita los males».
 
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