Mark_
Madmaxista
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Cuando se inicia la Primera Guerra Mundial, el patrón oro estaba tan incrustado en las realidades económicas y en el imaginario colectivo que la mayoría de analistas consideraba que sería una guerra relámpago.
Una guerra de desgaste no era posible, puesto que se esperaba que el efecto disciplinador del patrón oro (en forma de huidas de capitales y salidas de oro) pusiera freno a la capacidad de movilizar recursos de los Estados en tiempo de guerra. Básicamente, se pensaba que el Estado se quedaría sin dinero para pagar soldados y recursos. Nadie siquiera podía llegar a imaginar que la guerra duraría cuatro largos años y que la mayoría de países suspenderían el patrón oro para pagar con deuda e inflación los esfuerzos bélicos.
A pesar de que el patrón oro nunca volvió a ser lo mismo después de la Gran Guerra, lo cierto es que, aunque de forma imperfecta, perdura hasta que un 15 de agosto de 1971, hace hoy 45 años, el presidente norteamericano Richard Nixon decidiera cortar el último vínculo que tenía el sistema monetario mundial con el metal dorado.
La idea inicial era la de suspender temporalmente la convertibilidad limitada que existía (sólo los gobiernos podían pedir reembolso de oro contra dólares). Sin embargo, por desgracia, no hay nada más permanente que las medidas de urgencia temporales, de modo que llevamos ya 45 años de experimento monetario en el que los billetes de los bancos centrales no tienen vinculación directa con el oro.
¿Por qué se suspende el patrón oro?
El mecanismo de la convertibilidad actúa como un freno a la arbitrariedad de la autoridad monetaria. El dólar no era más que una promesa del Gobierno norteamericano (o de su banco central) a entregar una cantidad de oro concreta (una onza de oro por cada 35$).
Si los gobiernos pretenden gastar más de lo que ingresan se ven forzados a emitir deuda. Si el nivel de deuda es alto, existe la posibilidad de que el mercado rehúse seguir prestando a un gobierno muy endeudado (o que lo haga a interés muy alto).
Si éste es el caso, los gobiernos pueden acudir a su banco central para que moneticen dicha deuda, es decir, para que se emita nueva moneda contra la deuda que el mercado no quiso comprar. Si la monetización de deuda alcanza niveles altos, la inflación no tarda en aparecer. Pero el mecanismo inflacionario es distinto en función de si existe o no convertibilidad de moneda en oro:
Récord inflacionario y de déficit público
Si, efectivamente, el patrón oro o la convertibilidad eran un freno al gasto público y a la inflación, esto debería observarse en las cifras pre-71 y post-71 de ambas rúbricas. En el periodo que va desde 1951 hasta 1971, el déficit federal de EEUU sobre PIB fue de 0,6% de media, mientras que el periodo 1972 a 2015 fue del 3%, lo cual indica que el patrón oro ejercía de freno a la deuda pública al evitar monetizaciones, debido al riesgo de pérdida de oro del banco central.
De igual forma, las cifras de inflación después de 1971 muestran un incremento importante. La inflación desde 1951 hasta 1971 avanzó a un ritmo medio del 2,2%, pero desde 1971 hasta 2015 la media casi se ha duplicado, subiendo hasta el 4,1%.
Se observa, por tanto, cómo el récord del patrón monetario actual (tipos fluctuantes) tiene un pésimo historial en comparación con el último patrón oro.
Una guerra de desgaste no era posible, puesto que se esperaba que el efecto disciplinador del patrón oro (en forma de huidas de capitales y salidas de oro) pusiera freno a la capacidad de movilizar recursos de los Estados en tiempo de guerra. Básicamente, se pensaba que el Estado se quedaría sin dinero para pagar soldados y recursos. Nadie siquiera podía llegar a imaginar que la guerra duraría cuatro largos años y que la mayoría de países suspenderían el patrón oro para pagar con deuda e inflación los esfuerzos bélicos.
A pesar de que el patrón oro nunca volvió a ser lo mismo después de la Gran Guerra, lo cierto es que, aunque de forma imperfecta, perdura hasta que un 15 de agosto de 1971, hace hoy 45 años, el presidente norteamericano Richard Nixon decidiera cortar el último vínculo que tenía el sistema monetario mundial con el metal dorado.
La idea inicial era la de suspender temporalmente la convertibilidad limitada que existía (sólo los gobiernos podían pedir reembolso de oro contra dólares). Sin embargo, por desgracia, no hay nada más permanente que las medidas de urgencia temporales, de modo que llevamos ya 45 años de experimento monetario en el que los billetes de los bancos centrales no tienen vinculación directa con el oro.
¿Por qué se suspende el patrón oro?
El mecanismo de la convertibilidad actúa como un freno a la arbitrariedad de la autoridad monetaria. El dólar no era más que una promesa del Gobierno norteamericano (o de su banco central) a entregar una cantidad de oro concreta (una onza de oro por cada 35$).
Si los gobiernos pretenden gastar más de lo que ingresan se ven forzados a emitir deuda. Si el nivel de deuda es alto, existe la posibilidad de que el mercado rehúse seguir prestando a un gobierno muy endeudado (o que lo haga a interés muy alto).
Si éste es el caso, los gobiernos pueden acudir a su banco central para que moneticen dicha deuda, es decir, para que se emita nueva moneda contra la deuda que el mercado no quiso comprar. Si la monetización de deuda alcanza niveles altos, la inflación no tarda en aparecer. Pero el mecanismo inflacionario es distinto en función de si existe o no convertibilidad de moneda en oro:
- Con convertibilidad: el precio del oro también empieza a subir. Si el precio del oro subiera a 40$ y el banco central se comprometió a entregar una onza por 35$, entonces los agentes económicos acuden al banco central en busca de oro (a 35$) y lo venden en el mercado (a 40$) embolsándose la diferencia. Esto hace que el banco central pierda oro de forma constante. La preocupación de la dirección del banco central hace presión para dejar de monetizar tanta deuda pública. La pérdida de oro es un mecanismo de presión en contra del gasto excesivo del gobierno y de su monetización en el banco central. Si la monetización de deuda cesa, también lo hace la inflación y con ello el precio del oro en el mercado volvería a 35$.
- Sin convertibilidad: el precio del oro puede subir, pero el banco central no está obligado a entregar oro (ni otra mercancía). La monetización de deuda (causa de la práctica totalidad de las hiperinflaciones en el mundo) puede continuar sin problemas para la dirección del banco central. La monetización de deuda, en realidad, funciona como una forma de endosar monetariamente a la población una deuda que nunca quiso asumir o comprar.
Récord inflacionario y de déficit público
Si, efectivamente, el patrón oro o la convertibilidad eran un freno al gasto público y a la inflación, esto debería observarse en las cifras pre-71 y post-71 de ambas rúbricas. En el periodo que va desde 1951 hasta 1971, el déficit federal de EEUU sobre PIB fue de 0,6% de media, mientras que el periodo 1972 a 2015 fue del 3%, lo cual indica que el patrón oro ejercía de freno a la deuda pública al evitar monetizaciones, debido al riesgo de pérdida de oro del banco central.
De igual forma, las cifras de inflación después de 1971 muestran un incremento importante. La inflación desde 1951 hasta 1971 avanzó a un ritmo medio del 2,2%, pero desde 1971 hasta 2015 la media casi se ha duplicado, subiendo hasta el 4,1%.
Se observa, por tanto, cómo el récord del patrón monetario actual (tipos fluctuantes) tiene un pésimo historial en comparación con el último patrón oro.
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