Una tribu itinerante, que buscaba su lugar bajo el sol como hicieron otros antes y después, incluyendo los romanos. No olvidemos los mitos sobre la fundación de la Ciudad Eterna.
Los romanos de tiempos de la República no eran menos racistas. Si hubo integración fue una consecuencia imprevista, no deseada pero inevitable de la extensión de la cultura romana por los territorios conquistados. Ahí están las sátiras de Juvenal, del siglo II, lamentando amargamente la decadencia de las costumbres y la jovenlandesal en la capital del imperio y cómo los pueblos conquistados habían terminado conquistando a sus dominadores. Es ilusorio creer que a las antiguas familias patricias de Roma o a los nativos de Italia les alegraba verse desplazados de los puestos de poder por provinciales y bárbaros recientemente romanizados.
No sé cuanta prosperidad trajo realmente la conquista bizantina al norte de África, parece que las tribus bereberes dieron bastantes quebraderos de cabeza a las guarniciones imperiales y su dominio fue bastante precario. Finalmente al cabo de un siglo los árabes lo conquistaron y acabaron con los últimos vestigios de cultura grecolatina.
Claro que los romanos clásicos eran racistas. El error está en comparar a Julio César con Constantino o con Teodosio. Los romanos del siglo IV y V no eran racistas como podían serlo los de I siglo antes de Cristo, en parte por convicción, en parte por necesidad pero sobre todo porque romanos " pata de color" no quedaban.
Los emperadores Ilirios eran auténticos barbaros, ascendidos al poder imperial por méritos de guerra. Que Diocleciano o Constantino parezcan patricios, no nos puede hacer olvidar que tres o cuatro generaciones antes eran barbaros y/o esclavos.
La sociedad romana desde mediados del siglo III es una "meritocracia" si bien muchas veces los méritos para ascender no fueran muy loables. Así que Estilicón que estaba casado con una sobrina de Teodosio (a pesar de ser arriano) era un personaje de máxima confianza y leal al imperio. Mucho más leal que los senadores paganos que intentaban evitar a toda costa el triunfo del cristianismo y no dudaban en socavar la base fiscal del imperio aunque costase su fin.
Que Estilicón tuviera enemigos entre barbaros y romanos no tiene nada de particular, cada uno jugaba a sus interés particular. En una época convulsa, pero que Estilicón era más leal al imperio que el romano Honorio no se puede dudar. En cualquier caso su valor para el imperio era personal y no asociado a un contingente de un pueblo como Alarico. Que de las tropas de Estilicón se pasasen a Alarico tampoco es extraño. Eran mercenarios y por la paga o la vida cambiarían de bando.
La diferencia es que Estilicón está intentando lo que Roma había hecho ya antes, integrar a los contingentes bárbaros, como se habían integrado desde el siglo I. Alarico sigue otro juego. Los visigodos y ostrogodos entran en el imperio como pueblo. Ya no son contingentes limitados y/o aislados bajo mando romano. Son un pueblo con su estructura, mandos y reyes propios. La solución que se da a los godos debía ser provisional, pero la batalla de Adrianópolis les permitió corretear por el imperio y vieron cuan productivo podía ser.
Que parte de los visigodos estuviera a favor de una integración es bastante probable, por ahí debían ir las intenciones de Ataulfo al casarse con Gala Placidia (oquizá convertirse en emperador). Pero lo cierto es que habían desestabilizado el imperio gravemente y a pesar de sus afirmaciones de querer restituir la grandeza de Roma lo cierto es que seguían sus propios y cambiantes intereses.
Los godos eran la fuerza más grande en el imperio occidental y Orosio (un hispanorromano) en su historia universal, los ve como una fuerza estabilizadora. Claro que teniendo dentro a Suevos, Vándalos , Alanos, Francos etc simplemente tener un único interlocutor es un avance.
La tendencia a la idealización de la sangre germánica no es casual. Viene de la historiografía alemana del XIX. El mismo nombre de invasiones germánicas es bastante falsario. Empezando porque los originales germanos (los queruscos de Arminio glorificado en Alemania y otros) habían sido exterminados por los romanos (o integrados en las legiones) la mayoría de los pueblos invasores eran escandinavos o de las estepas (los más germánicos eran los francos). Incluso la tecnología y “moda” bélica era sármata (que por otro, lado influyeron también mucho en los romanos). Así que probablemente desde el punto de vista racial había más germanos defendiendo el imperio que atacandolo. Culturalmente era otra cosa.
Además las invasiones son en buena medida la “huida” de las tribus de las estepas que sin purezas “germánicas” parece que le daban bastante caña a los germanos. Que los hunos y otros pueblos de las estepas fueran incapaces de unirse y consolidar su poder permitió a los invasores germanos dejar su impronta en occidente.
La impronta cultural de los germanos es mínima comparada con el poder que obtuvieron. No impusieron, ni su lengua (salvo en Britania) ni su religión, ni su cultura. Muchas de las prácticas que se consideraban germánicas se fraguaron en el tardo imperio o las tomaron de los bizantinos, como las simbologías reales y las monedas.
Sobre la religión y el arte es simplemente fantasioso hablar de influencias. En pleno apogeo del arte bizantino las obras de arte de los reinos occidentales resultan modestas. Pero es que además las influencias que se detectan en ellos o son bizantinas o son herencia de Roma. Antes de acuñarse el término “prerrománico” al arte de los reinos barbaros se le englobaba dentro del arte bizantino. Solo modernamente se han detectado sus características particulares, pero estas son más locales (incluso prerromanas) que germánicas.
Relacionar el arte de las catedrales (románico y gótico) con los germanos es bastante erróneo. El románico nace en una época en la que el recuerdo de Roma se ha difuminado pero con todo es más persistente que el de las invasiones. Los pueblos ya no se reconocen como germanos y romanos ni casi nadie sabe ya que significaba eso.