En la finca donde resido, la tranquilidad se ha visto recientemente alterada por un vecino que, con menos de dos años en el edificio, ya se ha convertido en el centro de todas las miradas... y no precisamente por sus buenas maneras. Su última hazaña: pretender apropiarse de mi terraza para una merienda con amigos. Sí, has leído bien, ¡mi terraza!
Esta terraza, aunque forma parte de la comunidad, es de uso privativo y está claramente incluida en mis escrituras. Durante todo este tiempo, he sido yo quien se ha encargado de su mantenimiento, invirtiendo tiempo y dinero para que sea un pequeño oasis en medio de la ciudad.
Hace un tiempo, este vecino caradura ya había insinuado que mi terraza no me pertenecía, comentario al que no di mayor importancia para evitar conflictos. Sin embargo, hoy ha cruzado una línea. Se presentó en mi puerta con la desfachatez de pedirme permiso para usarla para una merienda, como si fuera el salón de su casa. Y lo más insólito: ¡quería que sus invitados pasaran a través de mi vivienda!
Ante mi negativa, el tono subió. Acompañado de un individuo, colega suyo, que se identificó como abogado, amenazaron con que la jurisprudencia estaba de su lado. No cedí ante la presión, pero la situación me ha dejado preocupado y buscando consejos.
Soy una persona que prefiere evitar los conflictos, pero en esta ocasión, siento que debo defender mi derecho a la privacidad y a disfrutar de mi propiedad. ¿Qué debería hacer? ¿Es momento de buscar asesoramiento legal? ¿Cómo puedo manejar esta situación sin escalar el conflicto pero defendiendo lo que es mío por derecho?
Estoy abierto a sugerencias y consejos. La vida en comunidad debería ser armónica y respetuosa, pero ¿cómo actuar cuando un vecino no entiende de límites ni de respeto?