Valió la pena tu vida, valió la pena tu fin, Joan Peiró

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Joan Peiró nació a finales del siglo XIX, en una familia pobre. A los 8 años empezó a trabajar en una fábrica de vidrio barcelonesa y se incorporó al proletariado que estaba construyendo la Cataluña de la revolución industrial.

La solidaridad con otros que estaban en su misma situación fue una consecuencia natural no solo de su nacimiento sino también de su personalidad, pues siempre se distinguió por su sentido de la solidaridad y de la generosidad.

Analfabeto hasta los 22 años (no tiene las misma oportunidades para formarse y crecer interiormente un obrero que un burgués), sin embargo se formó de forma autodidacta y demostró buenas dotes intelectuales. Por lo que sus palabras y escritos empezaron a ser valorados en los periódicos y círculos anarcosindicalistas. Escribió profusamente en catalán y en castellano.

Era una época convulsa en la Barcelona posterior a la 1GM. La burguesía necesitaba mano de obra para construir pero al mismo tiempo desconfiaba en gran medida de la mano de obra que necesitaba para ello. Los obreros pedían mejoras en sus condiciones de vida, querían ser dueños también de lo que estaban construyendo y no solo carne de cañón laboral, que se usa y luego se tira.

En tanto obrero consciente y aspirante a un horizonte de justicia social, asociado con otros obreros revolucionarios, sufrió amenazas y atentados por parte de los pistoleros contratados por la patronal para que no aspirasen a lo que entendían como una vida más justa.

Peiró no era un anarco-pacifista al estilo de Lev Tolstói, estaba dispuesto a luchar, a lo que consideraba una legítima defensa cuando sentía su vida o su dignidad atacada. Pero tampoco era un anarquista al que le atrayese la violencia y que pensase que la solución a los problemas debía venir de las pistolas sino de la razón y el apoyo mútuo.

Se oponía a los grupos de acción directa que pudiesen tender hacia conductas coercitivas para con otras personas y a las minorías de militantes con ínfulas de dirigentes.

La violencia es algo degradante en sí mismo, para quien la ejerce y para quien la sufre. Aunque en algunas situaciones puede ser un mal menor, que puede evitar un mal mayor.

En 1922, el congreso de la CNT celebrado en Zaragoza dejó claras las diferencias entre las dos tendencias dentro del movimiento confederal. Por un lado, los anarquistas “puros” creían que la revolución llegaría más rápido por la acción violenta de pequeños grupos, mientras que la mayoría de los que se adherían a sus sindicatos apostaban por una construcción paciente de organismos obreros, dentro, eso sí, de la visión libertaria e idealista del anarquismo.

Cuando estalla la GC, ante la situación de apiolar o morir a la que abocaba, aceptó la propuesta de Largo Caballero para ser Ministro de Industria. Decisión paradójica, que me parece cuestionable. O se es anarquista o no se es.

Durante su mandato intenta que los obreros tuviesen voz sin ignorar la necesidad de proporcionar la producción y el bienestar al conjunto social y no solo a oligarquías.

Pero al mismo tiempo, y en contraposición de otros miembros del Gobierno de Largo y de otros cenetistas, hace duras críticas a los excesos represivos que representan las chekas y los comandos de incontrolados.

Más tarde se arrepentirá de haber formado parte del Gobierno de la República, pero lo justificará como que era en conciencia lo mejor que pensaba que podía hacer en ese momento.

Refugiado en Francia tras la derrota en la GC, fue apresado por la policía del régimen de Vichy, luego entregado a la Gestapo y a través de esta devuelto a España para ser encarcelado y juzgado por los franquistas.

Se le trasladó a la Dirección General de Seguridad de Madrid, donde fue interrogado y torturado.

Iniciado el proceso y aplazado excepcionalmente, se le trasladó a Valencia en abril de 1941. Se le ofreció que asumiera un cargo en los Sindicatos Verticales, pero su reiterada negativa a esta propuesta determinaría su condena.

En diciembre de este año se abrió el proceso sumarial y en mayo de 1942 el fiscal formuló las acusaciones. Peiró contó con numerosos testimonios a su favor emitidos por instituciones y personas del nuevo régimen, como Luys Santa Marina —fundador de la Falange en Barcelona—, Francisco Ruiz Jarabo —director general de trabajo—, así como los directores de dos congregaciones monásticas o veteranos oficiales del ejército.
Habría recibido ofertas de Juan Gil Senís y Luys Santa Marina de colaborar con la nueva Organización Sindical Española a cambio de salvar su vida, propuestas que sin embargo Peiró habría rechazado.

Tras ser declarado culpable el 21 de julio de 1942, fue ejecutado tres días después junto a otros seis cenetistas en el campo de tiro de Paterna (Valencia).

Es conocida su forma de afrontar la sentencia de fin con la frase que compartió con su abogado: "Con mi fin, me gano a mí mismo.

Un bel morir tutta la vita honora.

Más allá de que se pueda estar o no de acuerdo con sus ideas, creo que fue una persona ejemplar por su talante honesto y valiente, reconocido incluso por enemigos políticos, en difíciles circunstancias.



https://www.elsaltodiario.com/contigo-empezo-todo/la-fin-con-la-que-joan-peiro-se-gano-a-si-mismo
 
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Joan Peiró
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Anarquista catalán de gran relevancia, fue secretario general de la CNT y sufrió prisión por esta causa varias veces. Escribió Peligro en la retaguardia en 1936, denunciando los desmanes de las milicias frentepopulistas. Fue ejecutado por el régimen franquista en 1942.

"Todos los partidos, desde Estat Català al POUM, pasando por Esquerra Republicana y el Partido Socialista Obrero catalán, han dado un contingente de ladrones y asesinos por lo menos igual al de la CNT y la FAI".

- PEIRÓ, Joan; Perill a la retaguardia (1936) vía Jordi Albertí "El silenci de les campanes".
 
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