Valeriano Weyler y Nicolau, el General de Hierro.

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Era el 10 de febrero de 1896 y una muchedumbre recibía con un entusiasmo nunca visto en La Habana al general español Valeriano Weyler. No era para menos, los rebeldes cubanos habían avanzado sin freno hasta las mismas puertas de la capital. Su antecesor en el cargo, el también general Arsenio Martínez Campos, había presentado su dimisión al presidente Cánovas, incapaz de proteger la vida de sus súbditos españoles en la isla.

Los rebeldes le habían ganado la partida a Martínez Campos tras haber sido capaces de actuar sin ningún escrúpulo en lo que ellos calificaron como una guerra total, algo que incluía la quema de cuanta cosecha, tierra o vivienda hallaban en su paso, sin importar si pertenecían a cubanos o a españoles. Los animales eran robados y sacrificados, los hombres, reclutados o asesinados si oponían la más mínima resistencia, y sus mujeres y niños, abandonados a su suerte.

Desde el comienzo de las hostilidades, allá por el 24 de febrero de 1895, Martínez Campos se había negado a seguir el juego a los rebeldes bajo las órdenes de José Martí y Máximo Gómez, pero conocía muy bien la situación y sabía que para vencer había que tomar una serie de medidas extremas con la población local, pero su conciencia se lo impedía. Por eso telegrafió a Cánovas anunciando su dimisión y además recomendó a Valeriano Weyler para sustituirle. Weyler era ese tipo de hombre al que ningún político quiere a su lado en tiempos de paz, pero al que todos recurren en tiempos de guerra. Durante seis meses Cánovas meditó si aceptar o no la renuncia, pero al final lo llamó.

La carrera de este general, nacido en la isla de Mallorca el 17 de septiembre de 1838 estaba plagada de distinciones. Antiguo gobernador de Canarias y Filipinas, ya era teniente segundo cuando terminó su instrucción en la academia de Toledo y capitán al finalizar sus estudios en la Escuela de Estado Mayor, donde fue el primero de su promoción. Aún siendo de corta estatura, 1.52 metros, sus compañeros de clase le llamaban "Escipión", en honor a la legendaria potencia física que desplegó el romano en su victoria sobre Aníbal dentro de la Segunda Guerra Púnica.

En 1863 había ganado la lotería nacional y era un hombre rico. Podía haberse retirado plácidamente, pero acató su destino y acudió a la Republicana Dominicana para sofocar las revueltas que acababan de estallar. Cuando regresó a España en 1868 había logrado varias condecoraciones al valor militar, incluida la Cruz Laureada de San Fernando, la más alta distinción otorgada por el Ejército. Un año más tarde fue enviado a Cuba como jefe del Estado Mayor bajo el mando del general Blas Villate. Acababa de estallar la guerra de los Diez Años.

Y sería precisamente en Cuba donde comenzó a granjearse su leyenda de color. En el campo de batalla, los rebeldes no se destacaban por ejercer la misericordia, sino todo lo contrario, y Weyler decidió combatir el fuego con fuego. Creó unos batallones compuestos de nativos cubanos, los Cazadores de Valmaseda. Estos hombres se convirtieron en una unidad contraguerrillera muy temida precisamente porque no se andaban con chiquitas.

Estos "gurkas" cubanos, conocidos como los "cazadores de Valmaseda", no tardarían en hacerse célebres tanto por su arrojo como por sus atrocidades: muchos eran neցros libertos o fugados, o sanguinarios soldados de fortuna. Con ellos, el joven brigadier se dispuso a responder con la misma moneda a los desmanes del Ejército Libertador.

Ignacio Agramonte —a pesar de la noble imagen con que lo pintan en las escuelas cubanas— se dedicaba a aterrorizar a los españoles haciendo decapitar a sus prisioneros y colgando las cabezas de los árboles. Weyler lanzó en su persecución a los cazadores de Valmaseda, que terminaron por cazarlo y dar buena cuenta de él en Jimaguayú, para luego quemar su cadáver. Al gobernador le pareció un exceso y pidió el relevo de Weyler.

Valeriano Weyler


Pero la decisión más polémica de todas, fue ordenar a los lugareños abandonar las zonas en conflicto, y de no hacerlo serían considerados rebeldes, quedando a merced de sus "cazadores". La misma táctica que un siglo después desplegarían los norteamericanos en Vietnam bajo el nombre de "zonas de fuego libre". La verdad es que la guerra de Vietnam tuvo muchos paralelismos con la cubana.

No sé si Weyler hubiera conseguido liquidar la insurrección en Cuba y, en todo caso, dudo mucho de que, en el proceso de hacerlo, hubiera podido evitar la intervención de Estados Unidos y la posterior derrota de España, pero la exitosa campaña que lanzó contra los rebeldes cubanos en el corto tiempo de su mandato en la Isla, es sin duda —y pasando por alto los fallos logísticos que desembocaron en una gran catástrofe humanitaria—, un modelo de la lucha contrainsurgente que se ha aplicado, con algunas variantes y diferentes resultados, en los más diversos escenarios a lo largo del último siglo.

Valeriano Weyler


Weyler puso en práctica sus tácticas de anti-insurgencia, que básicamente consistían en segmentar el país para poder "peinarlo" con más eficacia, y al mismo tiempo privar a los rebeldes de sus "suministradores de recursos" por naturaleza, los campesinos. Esto último se logró mediante una política de reconcentración forzosa de la población rural.

Weyler ordenó la acordada reconcentración al comprobar in situ que el éxito de los rebeldes dependían del apoyo que estaban recibiendo de los colaboracionistas que habitaban en pueblos próximos a sus posiciones, a lo que había que sumar la ayuda de "filibusteros" americanos que desembarcaban armas y pertrechos por la costa norte de la isla.

Desgraciadamente, la política de reconcentración tuvo trágicas consecuencias sobre la población debido al desabastecimiento provocado por la guerra (producción agraria por los suelos, sabotajes a los trenes de suministros, etc) y a lo fácilmente que se propagaron las pandemias al estar la población tan concentrada. La falta de medicinas y de unas condiciones mínimas de higiene diezmaron a la población, que cayó víctima de enfermades como la malaria, tifus o la fiebre amarilla.​


Entre 1896 y 1897 se lanzaría sobre él la primera campaña periodística de la historia, una maniobra orquestada por William Hearts y Joseph Pulitzer, inventores de la prensa amarilla y de la calumnia rentable, que reclamaban la intervención norteamericana en Cuba para "liberar al pueblo cubano de la tiranía y la crueldad de los españoles".

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Y entonces en España la situación política cambia. Un anarquista italiano asesina a Cánovas y sube al poder el liberal Sagasta, contrario a la política dura de Weyler, a quien sustituye en 1897 por el General Ramón Blanco, que ofrece a los cubanos un nuevo proyecto de autonomía con gobierno y parlamento propio. En enero de 1.898 se pone en marcha este proyecto para pacificar la isla, pero la situación da un vuelco tras la explosión del acorazado estadounidense Maine y los EE.UU. entran en guerra con España en abril de 1898.

Weyler fue nombrado capitán general de Cuba el 10 de febrero de 1896 por Cánovas del Castillo, sustituyendo al general Arsenio Martínez Campos. Nada más llegar a La Habana, declaró: "Tengo la misión de concluir la guerra", y afirmó que pondría fin al conflicto en un plazo de dos años. No obstante, fue relevado por el presidente Sagasta en 1897, antes de expirar este plazo, cuando la rebelión estaba reducida a una pequeña zona de la parte oriental de la isla. Las presiones norteamericanas influyeron mucho en el relevo del general Weyler, pues ofrecieron a España no seguir apoyando a los rebeldes cubanos a cambio de que "el sangriento general", como le llamaban los yanquis, dejara el mando.

Historia militar de España: Valeriano Weyler.


Weyler no fue en absoluto mas cruel que sus enemigos, y de hecho algunos de los generales británicos que por la misma época "se cubrieron de gloria" aplastando revueltas coloniales, hoy gozan de gran renombre. La clave de todo es que los norteamericanos necesitaban mercados donde colocar sus excedentes de producción e invertir su capital, por eso se implicaron en el conflicto con la intención de encontrar un casus belli para apropiarse de los últimos territorios españoles de ultramar.

Por cierto, Weyler no solo tenía en contra a la prensa norteamericana, sino también a los periódicos liberales españoles.

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Reivindicando a un gran militar, el General Valeriano Weyler.
 
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Y entonces en España la situación política cambia. Un anarquista italiano asesina a Cánovas y sube al poder el liberal Sagasta, contrario a la política dura de Weyler, a quien sustituye en 1897 por el General Ramón Blanco, que ofrece a los cubanos un nuevo proyecto de autonomía con gobierno y parlamento propio. En enero de 1.898 se pone en marcha este proyecto para pacificar la isla, pero la situación da un vuelco tras la explosión del acorazado estadounidense Maine y los EE.UU. entran en guerra con España en abril de 1898.
Los usanos reventaron a su propio acorazado, “anclado en La Habana para proteger los intereses norteamericanos en la isla” y sacrificaron a más de 250 personas para tener una escusa con la que poder entrar en guerra. De hecho no aceptaron la investigación a cargo de una comisión internacional propuesta por España y atribuyeron toda la responsabilidad al gobierno español. La prensa yanqui quería sangre, y por supuesto no tardó en acusar directamente a España, clamando venganza a gritos.

El gobierno norteamericano hizo una oferta de compra y lanzó un ultimátum amenazando con la guerra si España no renunciaba a Cuba. Pero Cuba no sólo era una cuestión de prestigio para España, también era una de sus provincias más ricas y un enclave vital para su comercio. Esta decisión acabo la guerra entre España y EE.UU. en abril 1.898.
 
Los Estados Unidos querían comprar Puerto Rico y Cuba pero España no cedía, y como parte de su campaña de intimidación enviaron al acorazado Maine a Cuba.

El Maine entró en La Habana, sin aviso previo de su llegada, algo totalmente contrario a las normas de diplomacia más elementales. Los españoles pasaron por alto esta provocación, e incluso parece que en el ambiente reinaba algo de tranquilidad.

Hearst había enviado al ilustrador Frederic Remington para mandar ilustraciones de la Revolución. Aburrido, mandó un cable a Hearst: “Todo está tranquilo. No hay problemas. No habrá guerra. Deseo volver.”

De vuelta, éste fue el mensaje, por cable también, de Hearst: “Por favor, manténgase allí. Usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la guerra.”


El 15 de febrero, a 20 minutos para las diez de la mañana, una gran explosión sacudió el puerto y el Maine se hundió rápidamente (recientemente, los americanos han reconocido que España no tuvo nada que ver con la explosión), con 268 muertos de una tripulación de 355 (solo había 2 oficiales a bordo, el resto estaban en un baile dado en su honor por las autoridades españolas).

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Los norteamericanos se negaron a formar una comisión conjunta que averiguase lo ocurrido, y cada parte investigó por su cuenta. Para los españoles, la catástrofe se debió a una explosión interna del Maine, mientras que los enviados de Washington aseguraban que la causa había sido por una mina o torpedo. En medio de todo esto, el presidente Mac Kinley propuso una solución pacífica: la compra de Cuba por cien millones de dólares, con un millón de comisión para el político que firmase la operación.
 
Weyler no fue en absoluto mas cruel que sus enemigos, y de hecho algunos de los generales británicos que por la misma época "se cubrieron de gloria" aplastando revueltas coloniales, hoy gozan de gran renombre. La clave de todo es que no solo tenía en contra a la prensa norteamericana, sino incluso a los periódicos liberales españoles.
A pesar de la prensa amarilla, la popularidad de Weyler desde su cese como como capitán general de Cuba seguía siendo tremenda. Concejales tanto republicanos como carlistas pidieron que el ayuntamiento le dedicara una plaza de la capital mallorquina.

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Plaza Weyler, Santa Cruz de Tenerife.


En el 2012, Hilario Rodríguez, concejal de Coalición Canaria de la capital tinerfeña, planteó cambiar el nombre de esta plaza por la del 31 de marzo (el 31 de marzo del 2000 unas inundaciones provocadas por unas fuertes lluvias causaron 8 muertos en la ciudad) "porque la plaza Weyler alude a un militar cuyos métodos represivos en Cuba inspiraron a los nazis".

Su bisnieto, Fernando Weyler, argumentó que su bisabuelo -capitán general de las islas desde 1878 hasta 1883- fue al archipiélago para luchar por la patria y que no tenía nada que ver con el fascismo. Según él, los periódicos norteamericanos "machacaron" la imagen del militar para crear un estado de opinión que facilitase la entrada de los Estados Unidos en Cuba.

La Plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife debe eliminar de su denominación el apellido del militar al que se atribuye la invención de los campos de concentración y pasar a llamarse Plaza del 31 de Marzo, en homenaje a las ocho víctimas mortales de la riada de 2002.

Hilario Rodríguez propone que la Plaza Weyler pase a llamarse del 31 de Marzo
 
La Plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife debe eliminar de su denominación el apellido del militar al que se atribuye la invención de los campos de concentración y pasar a llamarse Plaza del 31 de Marzo, en homenaje a las ocho víctimas mortales de la riada de 2002.

Hilario Rodríguez propone que la Plaza Weyler pase a llamarse del 31 de Marzo
Eso de señalar que Weyler fue el inventor de los campos de concentración no es más que Leyenda de color.

El General Weyler tuvo que aplicar en Cuba -siguiendo las instrucciones del Gobierno de España de defender el suelo patrio-, las medidas técnicas que todos sabían que era necesario utilizar -incluido el general Martínez Campos, su antecesor inmediato en el Mando de aquella Isla-, y que estaban propiciadas por el tipo de guerra practicado por los rebeldes cubanos (ayudados siempre por los norteamericanos), basada en tácticas de tierra quemada, intimidación y asesinato de campesinos no afines.

Dichas tácticas militares de "concentración" ya eran empleadas por los norteamericanos en su Guerra Civil anterior a 1896-1898, así como también luego en Filipinas, Vietnam, etc. Los yankees se inventaron una campaña de desprestigio totalmente falsa contra Weyler porque pretendían anexionarse Cuba a toda costa, y nunca dudaron en echar mano de la difamación para justificar sus actos. La perrería les salió bastante bien porque al final también se apoderaron de Puerto Rico y Filipinas.


Los cubanos no tienen legitimidad jovenlandesal para reprochar a Weyler la acción de la reconcentración ordenada en octubre de 1897, pues esa táctica ya la habían practicado antes Antonio Maceo y su ejército de oleada turística cuando devastaron Pinar del Río y gran parte de los campesinos tuvieron que refugiarse en los pueblos y ciudades.

Igual de cínicos e hipócritas fueron los norteamericanos, cuyo subsecretario de Guerra cursaba el 24 de diciembre de 1897, al teniente general del Ejército norteamericano N.S. Miles, jefe de las fuerzas destinadas a llevar a cabo la intervención en Cuba, la siguiente comunicación:

"...Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones y extremar el bloqueo con el hierro y el fuego para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica y mermen su ejército, que debe sufrir el peso de la guerra entre dos fuegos...".

Valeriano Weyler y la reconcentración cubana
 
Si alguien quiere saber algo más del tema:

05 valeriano weyler - EL SONIDO DE LA HISTORIA en mp3 (08/02 a las 14:35:27) 00:47 207003 - iVoox

Y a quien le interese tener más información sobre este genio militar, le aconsejo la lectura de: "Mi mando en Cuba", libro escrito por el propio general, así como la autobiografía dictada por el general a su hijo Fernando: "De caballero cadete a general en jefe", de este libro en concreto, hay una versión mejorada publicada por ediciones Altaya (Memorias de un general), la cual incluye un prologo de Carlos Seco Serrano y epílogo de su nieta María Teresa Weyler.

Saludos.
 
En el 2012, Hilario Rodríguez, concejal de Coalición Canaria de la capital tinerfeña, planteó cambiar el nombre de esta plaza por la del 31 de marzo (el 31 de marzo del 2000 unas inundaciones provocadas por unas fuertes lluvias causaron 8 muertos en la ciudad) "porque la plaza Weyler alude a un militar cuyos métodos represivos en Cuba inspiraron a los nazis".

Su bisnieto, Fernando Weyler, argumentó que su bisabuelo -capitán general de las islas desde 1878 hasta 1883- fue al archipiélago para luchar por la patria y que no tenía nada que ver con el fascismo. Según él, los periódicos norteamericanos "machacaron" la imagen del militar para crear un estado de opinión que facilitase la entrada de los Estados Unidos en Cuba.
Los de siempre otra vez tratando de deshacerse de todo lo que les huela a patriota. Eso sí, calles dedicadas a nuestros enemigos que no falten ¿porqué shishi tienen ahí una calle que se llama Horacio Nelson, una personaje que intentó saquear la isla? ¿puede aclararme alguien que hizo Nelson por Santa Cruz de Tenerife para que le pongan una calle?

¿y que pintan, no ya en Tenerife, sino en toda España, calles con el nombre de Simón Bolivar, un personaje que se ensañó con españoles y canarios solo por el mero hecho de serlo?
 
Me alegro de que la propuesta no haya salido adelante. Esa plaza lleva dedicada al General Weyler desde el siglo XIX. El cronista oficial de la ciudad dió la cara ya que el General hizo mucho por la ciudad. No es un problema de patriotismo, sino de Leyenda de color.

Valeriano Weyler y Nicolau (Palma de Mallorca, 17 de septiembre de 1838 – Madrid, 20 de octubre de 1930) fue un militar y político español, principalmente conocido por su cargo de capitán general de Cuba durante la Guerra de la Independencia cubana. Fue famoso por su denostada política de Reconcentración en Cuba. Una de sus medidas sería colocar a los habitantes rurales en campos de concentración para de esta manera privar a los sublevados del apoyo del campesinado. Se calcula que murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las enfermedades.

Plaza Weyler - Wikipedia, la enciclopedia libre


Su rival, Máximo Gómez ansiaba la victoria final por encima de todo y llevó a cabo una estrategia de tierra quemada que devastó la isla. La población civil pronto se quedó sin trabajo, techo y sustento, y cayeron víctimas del hambre y las enfermedades. Si Weyler merece que quiten su nombre de calles y plazas, Máximo Gómez tampoco se queda atrás, sin embargo es idolatrado en Cuba. :ouch:
 
Tanto la prensa norteamericana como los independentistas cubanos EXAGERARON mucho lo que sucedió con la Reconcentración, y culparon de todo a España. Paradójicamente, esa es la versión que se enseña en Cuba, EE.UU. y otros muchos países. :abajo:
Que las medidas adoptadas por el General Wyler en Cuba fueron muy duras y que la reconcentración acabó siendo un desastre por la falta de recursos sanitarios y de abastecimiento (la logística fracasó estrepitosamente) provocando miles de víctimas (cuantificarlas de forma exacta ya varía según que fuentes) es totalmente cierto, y que todo esto se exageró a base de bien, sobre todo por parte de la prensa amarilla americana, también lo es.

---------- Post added 04-mar-2018 at 20:34 ----------

Son las "aldeas estratégicas" de los USA en la Guerra de Vietnam (años 1960)
Los Británicos en África del Sur en 1900, Kenia o Malasia en los 50 y 60, los Americanos en Filipinas o Vietnam, los Franceses en Argelia, los Portugueses en sus Guerras de Ultramar, todos han aplicado estas mismas técnicas y es que la estrategia que Weyler llevó a cabo en Cuba fue tremendamente efectiva, como reconocieron los propios rebeldes en muchas de sus misivas -luego amplio este punto-, eso sí, otra cosa muy distinta es que sea aceptable desde el punto de vista jovenlandesal.

Y a pesar de que a los cubanos se les haya inculcado lo contrario, hay que tener presente que Weyler no pretendía una política de exterminio, tal y como pregonaba la prensa americana. La mortandad en los campos de reconcentración se debió principalmente a la falta de medios provocada por la política de devastación practicada por los sublevados y a la falta de recursos de la hacienda española, muy dañada por la guerra. Y tras la miseria, llegaron las enfermedades que se cebaron con la población. De hecho, hubo más bajas de soldados españoles por las enfermedades que por caídos en combate.

Muchos reclutas, sin embargo, ni siquiera llegaron a entrar en combate. En 1896 hubo 232.000 hospitalizaciones y en 1897, 32.500 españoles murieron, 14.500 de ellos a causa del tifus y la difteria; 6000, de la fiebre amarilla y 7.000, de la malaria. La escasa y mala comida, además, acrecentaba el problema sanitario ya que, para combatir el hambre, los soldados acudían a las abundantes frutas locales, lo cual les provocaba diarreas.

VALERIANO WEYLER Y LA RECONCENTRACIÓN CUBANA
 
Última edición:
Vamos a comparar las medidas adoptadas por ambos bandos en esta contienda y pongamos las cosas en su sitio. 8:

Empiezo por el general en jefe de los independentistas, Máximo Gómez. Su bando del 6 de noviembre de 1895 dice así (tomado de “Mi diario de guerra, desde Baire hasta intervención americana” de Bernabé Boza, ayudante de órdenes de Gómez, pág. 43 de la edición de 1900):


El General en Jefe ordena se dé publicidad á la "Circular" que copiada á la letra dice así:

Animado del mismo espíritu de inquebrantable resolución, en defensa de los' fueros de la Revolución redentora de este Pueblo de Colonos, vejado y despreciado por España y en harmonía con lo dispuesto sobre la materia en Circular de Io de Julio, he venido en disponer lo siguiente:

1º. Serán totalmente destruidos los Ingenios, incendiadas sus cañas y dependencias de Batey y destruidas sus vías férreas.

2º. Será considerado traidor á la Patria, el obrero que preste la fuerza de su brazo, a esas fábricas de azúcar, fuentes de recursos que debemos segar al enemigo.

3º. Todo el que fuere cogido infraganti ó resultase probada su infracción al artículo 2º será pasado por las armas.

Cúmplase por todos los Jefes de Operaciones del Ejército Libertador, dispuesto á enarbolar triunfante aun sobre escombros y cenizas, la bandera de la República de Cuba. En cuanto á la manera de hacer la guerra, cúmplanse las instrucciones que privadamente tengo dadas.—El honor de nuestras armas y el reconocido valor y patriotismo de V. hacen esperar el exacto cumplimiento de lo ordenado.—El General en Jefe.—M. Gómez."

"Circular Cuartel General del Ejército Libertador. Jurisdicción de Sancti-Spíritus.—Noviembre 6 de 1895.



Y ahora comparémoslo con el bando de reconcentración de Weyler:


DON VALERIANO WEYLER Y NICOLAU, Marqués de Tenerife, Gobernador general, Capitán general de esta Isla y General en Jefe de su Ejército, etc, etc.

ORDENO Y MANDO:

1º. Todos los habitantes en los campos ó fuera de la línea de fortificación de los poblados, se reconcentrarán en el término de ocho días en los pueblos ocupados por las tropas. Será considerado rebelde y juzgado como tal, todo individuo que trascurrido ese plazo se encuentre en despoblado.

2º. Queda prohibido en absoluto la extracción de víveres de los poblados, y la conducción de uno á otro por mar ó tierra sin permiso de la Autoridad militar del punto de partida. Á los infractores se le juzgará y penará como auxiliares de los rebeldes.

3º. Los dueños de reses deberán conducirlas á los pueblos ó sus inmediaciones, para lo cual se les dará la protección conveniente.

4º. Trascurrido el plazo de ocho días, que en cada término municipal se contarán desde la publicación de este bando en la cabecera del mismo, todos los insurrectos que se presenten serán puestos á mi disposición, para fijarles el punto en que hayan de residir, sirviéndoles de recomendación el que faciliten noticias del enemigo que se puedan aprovechar, que la presentación se haga con armas de fuego y más especial si ésta fuera colectiva.

Habana, 21 de Octubre de 1896. VALERIANO WEYLER​


Y una vez hecha la comparación, me pregunto, ¿cuántas estatuas, plazas y calles habrá en Cuba en honor a Máximo Gómez? ¿y en nuestro país, cuántas estatuas hay dedicadas a Valeriano Weyler?
 
Los insurrectos influyeron y mucho en las hambrunas y situación de miseria que diezmó a la población. He aquí otra de sus proclamas:

“Habiendo llegado a mi conocimiento que en esta provincia se pretende establecer zonas de cultivo alrededor de los pueblos y fortines enemigos con los pacíficos reconcentrados por virtud del bando del general Weyler, este cuartel general ha resuelto impedir por todos los medios posibles se lleven a cabo los planes del enemigo, ordenando a V. la vigilancia de la zona encomendada, prohibiendo en absoluto que en el llano siembren y vivan familias (...) procederá con los que desobedezcan esta orden en la forma y manera que verbalmente le tengo recomendado. Coronel Peña.”

Circular de los rebeldes, de fecha 3 de febrero de 1897.​
 
La táctica de Máximo Gómez fue la de la tierra quemada sin importarle cualquier otra consideración. Esta es la proclama de Gómez en Pinar del Rio:

Compañeros de armas: destruir, destuir, destruir siempre, destuir a toda hora del día y de la noche, volar puentes, descarrilar trenes, quemar poblados, incendiar ingenios, arrasar siempre; aniquilar Cuba es vencer al enemigo. Es tenaz, es valeroso, ya lo sabemos, y por eso apelamos a medios tan extraordinarios y supremos. No tenemos que dar cuenta a ningún poderoso de nuestra conducta. La diplomacia, la opinión y la historia no tienen valor para nosotros. Sería insensato buscar glorias en el campo de batalla para pelear con su artillería y hacer la carrera a jefes del ejercito español. La cuestión es convencer a España de que Cuba podría llegar a ser un montón de ruinas, y entonces ¿qué compensación a sus inmensos sacrificios puede ofrecerle la campaña? Hay que quemar y destruir a toda costa. Es insensato pelear como si fuéramos un ejército europeo. A donde no llegan los rifles, llega la dinamita.

Boletin de la Real Academia de la Historia. TOMO CXCVI. NUMERO III. AÑO 1999 - Google Libros


Esta política de tierra quemada tuvo mucho que ver con las penurias que hubo con la concentración, ya que complicó mucho su autoabastecimiento a pesar de los esfuerzos de Weyler para asegurarlo. La precaria llegada de alimentos y ayudas desde España a los concentrados hicieron el resto.

La estrategia de Máximo Gómez causó más daño entre los propios cubanos que entre los españoles, porque sus acciones se centraron sobre las zonas rurales, mientras que los españoles estaban concentrados en las ciudades, pero la propaganda es la propaganda, y en Cuba se ensalza su figura a la vez que se detesta la de Weyler.
 
Pues sobre el enorme número de muertes en la población civil que aparece en esos relatos a mí no me cuadra.

Resulta que si vamos, a la wiki, sí:

400 Bad Request

Pero con datos propios cubanos ojo:

400 Bad Request

resulta que en los años anteriores al 98 la población no solo desciende si no que incluso aumenta. Es cierto que en menor medida que anteriormente (había una insurrección no lo olvidemos) y que la alta natalidad cubana compensaría las muertes por los motivos ya comentados. Aun así los números desmienten la presunta debacle demográfica y repito, son cifras oficiales cubanas.

El único año que registra descenso (muy pequeño además) es el 1899, cuando es de suponer que cierta cantidad de personas abandonaría la isla: españoles y cubanos leales.

PD: a partir de entonces parece que la indapandansia les dio tanta alegria que se pusieron a amar como conejos y crecer la población exponencialmente. Y eso que disfrutaron de guerras étnicas como la conocida popularmente como "Guerrita de las Razas" En la wiki puesto de forma más anódina:

La guerra de 1912 (Cuba) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Ojo, imágenes fuertes. Lo pongo en spoiler

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Edito: aunque ponga 400 Bad Request los enlaces funcionan
 
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