La roma imperial a vista de pájaro
Como hemos dicho los restos mayoritarios de la Roma antigua se refiere a la época imperial. Podemos encontrar restos en casi cualquier parte de la ciudad pero dada la concentración de monumentos en la zona de Foro y Palatino y el abandono de estos en la edad media, la densidad es mayor. El campo de Marte que se mantuvo como zona habitada casi todo el tiempo ha perdido la inmensa mayoría de los monumentos (si bien conserva el Panteón en un estado excepciona) y aunque tenía casi una retícula de calles ortogonal esta se ha perdido casi completamente y repite el trazado caótico del resto de la ciudad.
Las grandes restos de las termas de Diocleciano y Caracalla estaban ya en origen alejadas de la zona de más densidad, y gracias a su lejanía podemos atribuir parte de su supervivencia.
El conocimiento de la estructura urbana antigua es irregular. Muy profunda en la zona céntrica (incluso en los diversos niveles históricos) pero debió en las zonas más alejadas, donde el actual caserío impide las excavaciones.
El grueso de los edificios de Roma eran viviendas, en especial ínsulas (edificios de pisos). La mayoría de las ínsulas estaban construidas en una estructura mista de madera y obra, con los pisos más altos incluso únicamente de madera. Este tipo de estructura todavía es tradicional en ciertas zonas de Castilla o en Inglaterra. Los mejores ejemplos los tenemos en Herculano.
Debemos imaginar esta estructura en edificios de 10 o 12 plantas. Obviamente la solidez y resistencia al fuego de estos edificio era limitadísima. Los derrumbes eran frecuentes y la vida media de estos bloques corta. Dada la historia y condiciones ambientales de Roma, no ha quedad resto de estas ínsulas. Los restos de las pocas supervivientes son del tipo que intentaron imponer los emperadores con la legislación. Estas estaban limitadas a unos seis niveles, la estructura era de hormigón y ladrillo con al menos los niveles inferiores abovedados y a veces unos pórticos con terraza para alejar un bloque del otro y facilitar la labor de extinción de incendios.
En ostra se encuentran bloque similares pero en mejor estado que Roma y sin construcciones superpuestas.
A pesar de las limitaciones algunas llegaron incluso a convertirse en monumentos reseñables en los catálogos por su altura como la Insula Felicles.
En cualquier caso la masa de ínsulas ha dejado unos restos muy limitados, aunque los restos de sus derrumbes ha contribuido, sin duda, a alzar el nivel del suelo y hacer desaparecer el trazado urbano.
Por otro lado, el aspecto de los edificios supervivientes es engañoso. Los muros de ladrillo hoy predominantes no eran el aspecto normal, salvo en edificios funcionales como los acueductos y quizá en las ínsulas. El ladrillo estaba recubierto de mármol, travertino y sobre todo estuco (imitando mármol en muchas ocasiones). Incluso el tufo que visualmente es bastante feo, también estaría recubierto. En algunas ocasiones y esto resulta sorprendente para mí por mosaicos en los muros exteriores, como se ha descubierto en las termas de Diocleciano.
Obviamente los recubrimientos más débiles (teselas y estuco) han sido eliminados por los fenómenos atmosféricos y el tiempo. Los más ricos simplemente saqueados.
Sobre el deterioro de los monumentos, hay muchos casos diferentes. Los que sufrieron más fueron los templos. Al prohibirse el culto pagano quedaron en desuso, pues su tamaño o posición (en las colinas) no les hacía útiles para iglesias (los pocos supervivientes justamente se convirtieron en iglesias). Además templos y basílicas con sus cubiertas de madera eran muy vulnerables a los incendios y a unos pocos años de abandono, algo que por las mismas razones ocurrió con muchas basílicas cristianas.
Los grandes edificios abovedados corrieron mejor suerte, en efecto los dos supervivientes en relativo buen estado son de este tipo (Panteón y Termas de Diocleciano). Pero la mayoría no resistieron el largo abandono de la edad media y los daños de los terremotos (que en la edad media fueron muy fuertes). El que se hayan encontrado grandes esculturas de bronce (material muy saqueable) en las termas demuestra que los derrumbes en estas tenían que haber empezado antes que los saqueos. A pesar de su gran solidez, los edificios abovedados son vulnerables a fisuras en la bóvedas donde la lluvia se introduce agravando los daños. Así que unos daños relativamente menores pueden producir el colapso total con el tiempo. Podemos comparar el estado de algunos edificios en el XVIII cuando habían terminado los saqueos para ver los efectos.
El mal llamado “templo de Minerva Médica"
Los edificios de espectáculos son los que han sufrido el peor destino. Aunque sólidos eran con diferencia los que tenían la mayor cantidad de material fácilmente saqueable y por tanto los primeros en ser desposeídos. Por su forma además eran ideales como asiento de nuevas construcciones (plaza Navona).
Los materiales preferidos para el saqueo eran los metales, hierro y bronce presentes como elementos estructurales (tirantes o grapas) o decorativos, el mármol y el travertino como elementos de construcción o para hacer cal, y menos importante la toba y el ladrillo. Pero el despojo principal en los primeros siglos eran capiteles y columnas monolíticas. Muchísimos de los cuales han sobrevivido y todavía vemos en buen estado pero en otros edificios.
Hay que entender que en la sociedad medieval los edificios antiguos eran meras antiguallas en las que se podían encontrar materiales imposibles o demasiado costosos en las canteras y talleres.
El renacimiento cambió algo la perspectiva, las ruinas eran apreciadas como fuente de inspiración. Pero el saqueo continuó a mayor escala. Ahora no se tomaban los elementos a la vista si no que se escavaba en busca de estatuas (lo más buscado) y elementos decorativos aprovechables. Las ruinas una vez despojadas de los elementos valiosos y dibujadas por su interés arquitectónico eran de nuevo meras canteras salvo que su estado permitiera una fácil rehabilitación. Las Termas de Diocleciano ejemplifican ambos casos.La parte más arruinada (el calidarium) fue derruida totalmente por las excavaciones en busca de puzolana (que se estaba reutilizando como material) mientras las intactas columnas y bóvedas del frigidarium fueron convertidas en iglesia por Miguel Ángel.
A partir del XVIII terminó el saqueo sistemático, aunque robos particulares o intervenciones desastrosas continúan hasta nuestros días.
Para la reconstrucción aparte de los restos visibles y la excavaciones arqueológicas tenemos dos fuentes más. Una son los dibujos y planos realizados a partir del renacimiento de edificios que desaparecieron más tarde.
La otra es extraordinaria, se trata de la Forma Urbis, un plano de Roma en piedra que estaba en una sala del Foro de la Paz aunque solo se han salvado fragmentos.
Forma Urbis
La maqueta de Roma en la época de Constantino.
La mejor visión general de la Roma imperial la tenemos en el museo de la civilización romana. Existe otra maqueta particular más pequeña pero en el mismo espacio temporal.
Scale model of Rome
El museo se encuentra en la afueras de Roma en el barrio llamado EUR y contiene fundamentalmente reproducciones. Es un museo marginado y se ha pretendido llevar a un lugar más céntrico pero no se ha logrado. Además de la gran maqueta de la Roma Imperial existe otra de la Romaarcaica (que hemos visto más arriba).
La maqueta ese inició en los años 30 y se basa en el atlas de Lanciani de hace más de un siglo aunque con muchas correcciones menores. No quedó terminada hasta prácticamente los años 80 y ha sufrido muchas modificaciones y actualizaciones. Está algo obsoleta en los detalles de algunos edificios pero es globalmente válida.
Atlas de Lanciani
Una vista de la Roma actual desde un ángulo similar.
Los colores de la maqueta no dejan apreciar que en la Roma imperial había amplias zonas verdes dentro del circuito de la muralla.
Como curiosidad. Sospecho que es la que se usó en Quo Vadis?. Aunque obviamente era anacrónica.