Darwin o una mala profesora de química... o una buena profesora de química, pero mal estudiante. En cualquier caso, habría que estudiar el caso, en caso de que mereciera la pena estudiar tal caso.
En todo caso, no haría mucho caso de noticias de medios que sabemos que, como en toda guerra, deben hacer que la verdad sea la primera víctima. Y estamos en una guerra, aunque sea de noticias, supuestos, informes, evaluaciones de expertos, licenciaturas, conocimientos, juristas de reconocido prestigio...
Es una guerra a escala global, porque implica a todos los canales de información o supeditación que tiene una persona para conocer su entorno, en el mundo actual, en un ámbito, hasta ahora, supuestamente, civilizado o, lo que es lo mismo, compresible para personas que creían vivir bajo una determinadas reglas físicas -en su entorno natural- y sociales -en su entorno vivencial con respecto a otros especímenes de su especie, clan o familia, incluso–, que realmente no lo es, pues no existen mecanismos de control ni de confirmación para saber que no estamos siendo engañados, como hace el depredador que se esconde bajo el pelaje que lo hace parecer similar al entorno, familiar y conocido, hasta que te ataca con sigilo.
Si ha llegado hasta el punto de que no lo has visto llegar, pensando que el depredador era parte del paisaje habitual... ya no tienes escapatoria. Como tantos y tantos votantes del PSOE y PP. Como tantas y tantas gacelas en la pradera.