Mi primer pensamiento: qué bien sabe la venganza cuando se sirve bien fría. Porque todos los que tenemos más de 30 años recordamos cuando para tener aquella canción que te gustase o bien te comprabas el disco de 2.795 pesetas antes del 2.002, o de 20 euros después de aquella fecha, ya que no existía otro formato más cómodo; el vinilo se lo habían cargado a mediados de los 90, y las casetes eran residuales. Aunque hay que reconocer que por aquel entonces las emisoras de radio no eran monotemáticas y podías encontrar mucha más variedad. Un servidor se aficionó a la música en aquella época.
Y tan aficionado que se hizo que aprendió a tocar (un poco) el piano y el violín. No creo que lo hubiese hecho de haber sido hoy en día un adolescente.
Por eso, por mis profesores, se que la carrera musical, la de verdad y no la de CCC, es muy dura, porque son 14 añitos de nada (4 de grado inicial, 6 de grado medio/profesional y, si te quedan ganas, otros 4 de conservatorio). Pero quien sale lo hace muy bien preparado, y para nada se queja de la piratería. Mis profesoras, sin ir más lejos, nunca les ha faltado trabajo y jamás las he oído quejarse de la piratería.