Poco a poco, lo cutre ha ido dando paso a lo prémium. Hoy, todo es prémium. Comprobé hace no demasiado que todas las latas de cerveza, incluidas las marcas blancas de los supermercados, se autodenominan prémium en sus etiquetas. Haga la prueba. Si encuentra una cerveza no ‘prémium’ o ‘especial’, le invito a una. Como el menú especial, que es el viejo menú con filete de ternera, pero más caro. Ser prémium no significa nada, es una manera cutre de distinguirse del resto, de no ser clase baja sino clase media. Una forma cutre de no ser cutre. La España pos-1992 es prémium, no cutre. Aspiracional, advenediza y frustrada.
Ser prémium es una manera cutre de distinguirse del resto, de ser clase media
Ser prémium es una manera cutre de distinguirse del resto, de ser clase media
Tu infancia fue cutre, pero eras feliz: ahora todo es prémium, hasta la cerveza mala
Lo cutre es un estado mental y una vajilla de Duralex. Cutre es, como dice Alberto Olmos, "la empresa que fundaste, la infancia que viviste o la abuela que te cuidaba"
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