Profesor Bastiani
Madmaxista
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Dicen que es estupenda, pero que puede tener algún efecto adverso.
Revista Natural -
Esta magnífica bebida aún no es muy conocida en nuestro país, pero falta poco para que su éxito se asiente. La kombucha es originaria de China (Dinastía Tsin, 221 a. C.), pero debido a su peculiar sabor y textura, así como a la cantidad de propiedades beneficiosas que posee para la salud, su fama se ha ido extendiendo por Japón, Rusia, América y Europa. Quienes lo elaboran solo utilizan plantas de cultivo ecológico y tecnología avanzada para filtrar y vitalizar el agua, obteniendo así una excelente kombucha lista para tomar.
Si durante los últimos veranos has tenido la fortuna de aparecer por las playas más vírgenes de la costa gaditana, es muy probable que ya sepas lo que es la kombucha e incluso la rombucha, una de sus mezclas nocturnas más populares. Los primeros iniciados residentes en la zona quisieron compartir el secreto, al principio en reuniones y fiestas de amigos y, poco a poco, en ciertos locales y kioskos sobre la arena. La bebida cuenta hoy con un grupo creciente de consumidores regulares auto considerados adeptos y entre ellos un buen número de «ya soy adicto» y todo ello sin marketing publicitario de ninguna clase, y con el más absoluto desconocimiento de su inclusión entre los hábitos nutritivos diarios del todo Hollywood, siempre a la última en cuanto a elixires de eterna juventud se refiere.
Pero, habrá que ir por orden y más despacio para desentrañar el origen de la poderosa fuerza que, rumor a rumor, curiosidad a curiosidad, vaso a vaso, se abre paso hasta el recóndito lugar del cerebro donde aún se refugian los instintos de supervivencia capaces de reconocer, a través de la sola experiencia, una relación beneficiosa para el organismo, despertando el deseo de repetir.
La estela, ciertamente esotérica, de buena parte de sus nombres nos cuenta un largo viaje que tiene su origen, al parecer, en el lejano Oriente. Las primeras noticias lo sitúan como un caldo muy apreciado por sus efectos estimulantes y curativos ya en la dinastía china Tsin, en el 221 a.C. Sin embargo la procedencia de su nombre actual más divulgado parece situarse en el año 400 cuando, cuenta la leyenda, unos fuertes dolores de estómago hicieron que el emperador japonés Inkyo prestara oídos al prestigio de Kombu, un médico coreano. Llamado a la corte, y tras explorar al paciente, recetó el té como único remedio. El «cha» (té en japonés) de Kombu, en Japón entonces Kombu-cha y Kombucha en buena parte del mundo ahora.
Pero ¿qué es exactamente esta bebida? Se consigue a partir de una infusión azucarada de hojas de té o de plantas adecuadas a la que se incorpora el cultivo Kombucha, una simbiosis de levaduras y bacterias beneficiosas, para unos hongo para otros liquen, cuya fermentación tras*forma la infusión en una bebida sabrosa con una variada gama de elementos:
• Vitaminas B1, B2, B3, B6, B12, ácido fólico, C, D, E y K.
• Enzimas: invertasa, amilasa, catalasa, sacarasa, enzima coagulante, proteasa, etc.
• Ácidos orgánicos esenciales: ácido glucorónico, ácido láctico, ácido acético, ácido glucónico, ácido carbónico, ácido úsnico, ácido tartárico, ácido cítrico, etc.
• Minerales: dependiendo del té o planta que se use. Por ejemplo, el Rooibos contiene hierro, potasio, zinc, manganeso, cobre, calcio, magnesio, fluoruro.
• Y no menos importantes levaduras y polisacáridos, además de la teína (en el caso del té) y un 0,5 aproximadamente de alcohol.
Todos estos componentes justifican buena parte de sus saludables efectos y éstos han sido verificados científicamente. Pero muchas otras de sus propiedades, conocidas a través de la experiencia (incluso fue utilizado como remedio en la Primera Guerra Mundial), son aún objeto de investigación; porque la clave parece estar precisamente en la asociación armónica de tantos participantes cuyo proceso de aleación interactúa de forma aleatoria para desencadenar, como en el caso de los buenos vinos, un producto vivo que en circunstancias óptimas de higiene y atención ofrece unos resultados tan insustituibles como irreproducibles, por el momento, en un laboratorio.
También como los buenos vinos, la kombucha ofrece experiencias organolépticas exclusivas (tonalidad, olor, gusto y textura). En términos generales, su presencia es inmejorable ya que, aun careciendo de conservantes o colorantes ni aditivos artificiales de ninguna clase, ofrece una variada gama de colores que se despliegan en tonalidades intensas de ámbar, rosa, rojo, dorado, teja, según el ingrediente base escogido.
La textura del ataque en boca recuerda a la sidra, debido al tipo de fermentación (en ningún caso al grado de alcohol) y a que se consume fresco y natural. Conviene agotar el envase abierto en pocos días (de 6 a 10), pues su proceso no se detiene y así manifestará su evolución al paladar. Pero además, su sabor viene determinado por todas las variables que intervienen en su desarrollo y, por supuesto, la planta elegida como base: té verde, té rojo, té neցro, mezcla de hierbas, infusión frutal, el arbusto rooibos, etcétera.
La elección depende tanto del gusto personal como del objetivo perseguido, aunque sus propiedades probióticas, regenerativas y desintoxicantes están presentes en todas sus variedades. Lo mejor es probar hasta acomodar las preferencias, con los niños el elaborado con té de frutas no suele fallar.
Aunque en mi experiencia personal como consumidora puedo asegurar que cualquier variedad se agota en las reuniones, es recomendable iniciarse en la Kombucha poco a poco, ya que establece una relación única con cada organismo. Muchos optamos por tomarlo como refresco isotónico con presencia regular en nuestra casa y algunos prefieren usar la dosis diaria de un dedal, de forma homeopática. Lo normal es que con dos o tres vasos al día sea más que suficiente para apreciar notablemente sus efectos.
Si el sentido común prevalece, podremos disfrutar de ella en bares y restaurantes en no mucho tiempo. De momento hay productores caseros, pero para los que como yo no podemos dedicar la atención ni el tiempo necesarios, ya comienzan a producir kombucha en mayores cantidades y de forma tradicional buenos elaboradores. Algunos de ellos muy responsables y cuidadosos que sólo utilizan plantas de cultivo ecológico y utilizan tecnología avanzada para filtrar y vitalizar el agua, obteniendo así una Kombucha en inmejorables condiciones.
Espero que tengan suerte y pronto la puedan incorporar a su dieta habitual. Para el cuerpo será sin duda un doble placer.
Propiedades del kombucha
• Normaliza el tránsito intestinal
• Regula la flora intestinal
• Tiene efectos antivíricos y antibacterianos
• Activa las defensas del cuerpo
• Desintoxica el organismo
• Reduce el nivel de colesterol
• Equilibra la acidez en el cuerpo
• Mejora la digestión de las proteínas
• Estimula la circulación
• Facilita la absorción de minerales
• Activa las funciones del páncreas
• Equilibra la glucosa sanguínea
• Aumenta la secreción de azufre fisiológico, vitamina B12 y vitamina K
• Mejora el rendimiento del oxígeno en las células
• Aumenta el bienestar
• Potencia la capacidad física de los deportistas
• Elimina las agujetas
Preparación del Kombucha
Es conveniente utilizar una vasija o jarra de vidrio de unos 2 litros de capacidad, las de cerámica pueden contener plomo, y como el té fermentado es ácido, es probable que disuelva parte del plomo, que es tóxico. A continuación hay que preparar una infusión de té (neցro, por ejemplo) en la proporción de dos a tres bolsitas por litro de agua y se deja reposar 20 minutos, aproximadamente. Luego se añaden 80 gramos de azúcar blanca por litro y se disuelve bien. Por fin se agrega el kombucha (en forma de lámina blanquecina de consistencia similar a la sepia) cuando el té esté frío, si no se puede morir el hongo.
Hay que añadir también el líquido que viene con el primer hongo porque ayuda a la fermentación. Se tapa la jarra con un pañuelo o tela de algodón porosa y limpia y se sujeta con una goma, para que no entre polvo ni se forme moho.
El hongo se reproduce con rapidez. Primero forma una especie de tela tras*parente que se tras*forma en una película gelatinosa de tono blanquecino. Poco a poco va ganando espesor y se superpone a la lámina inicial formando varias capas.
Diferentes tés para su elaboración
Como cada té tiene su carácter particular, su sabor y tonalidad, la kombucha se puede elaborar a base de cualquiera de estas variedades:
• Té neցro
• Té verde
• Pu-erh o té rojo
• Rooibos
• Yerba mate
• Frutas del bosque
La textura del ataque en boca recuerda a la sidra, debido al tipo de fermentación, y a que se consume fresco y natural.
Michel Santiago
Revista Invierno 2007
Revista Natural -
Esta magnífica bebida aún no es muy conocida en nuestro país, pero falta poco para que su éxito se asiente. La kombucha es originaria de China (Dinastía Tsin, 221 a. C.), pero debido a su peculiar sabor y textura, así como a la cantidad de propiedades beneficiosas que posee para la salud, su fama se ha ido extendiendo por Japón, Rusia, América y Europa. Quienes lo elaboran solo utilizan plantas de cultivo ecológico y tecnología avanzada para filtrar y vitalizar el agua, obteniendo así una excelente kombucha lista para tomar.
Si durante los últimos veranos has tenido la fortuna de aparecer por las playas más vírgenes de la costa gaditana, es muy probable que ya sepas lo que es la kombucha e incluso la rombucha, una de sus mezclas nocturnas más populares. Los primeros iniciados residentes en la zona quisieron compartir el secreto, al principio en reuniones y fiestas de amigos y, poco a poco, en ciertos locales y kioskos sobre la arena. La bebida cuenta hoy con un grupo creciente de consumidores regulares auto considerados adeptos y entre ellos un buen número de «ya soy adicto» y todo ello sin marketing publicitario de ninguna clase, y con el más absoluto desconocimiento de su inclusión entre los hábitos nutritivos diarios del todo Hollywood, siempre a la última en cuanto a elixires de eterna juventud se refiere.
Pero, habrá que ir por orden y más despacio para desentrañar el origen de la poderosa fuerza que, rumor a rumor, curiosidad a curiosidad, vaso a vaso, se abre paso hasta el recóndito lugar del cerebro donde aún se refugian los instintos de supervivencia capaces de reconocer, a través de la sola experiencia, una relación beneficiosa para el organismo, despertando el deseo de repetir.
La estela, ciertamente esotérica, de buena parte de sus nombres nos cuenta un largo viaje que tiene su origen, al parecer, en el lejano Oriente. Las primeras noticias lo sitúan como un caldo muy apreciado por sus efectos estimulantes y curativos ya en la dinastía china Tsin, en el 221 a.C. Sin embargo la procedencia de su nombre actual más divulgado parece situarse en el año 400 cuando, cuenta la leyenda, unos fuertes dolores de estómago hicieron que el emperador japonés Inkyo prestara oídos al prestigio de Kombu, un médico coreano. Llamado a la corte, y tras explorar al paciente, recetó el té como único remedio. El «cha» (té en japonés) de Kombu, en Japón entonces Kombu-cha y Kombucha en buena parte del mundo ahora.
Pero ¿qué es exactamente esta bebida? Se consigue a partir de una infusión azucarada de hojas de té o de plantas adecuadas a la que se incorpora el cultivo Kombucha, una simbiosis de levaduras y bacterias beneficiosas, para unos hongo para otros liquen, cuya fermentación tras*forma la infusión en una bebida sabrosa con una variada gama de elementos:
• Vitaminas B1, B2, B3, B6, B12, ácido fólico, C, D, E y K.
• Enzimas: invertasa, amilasa, catalasa, sacarasa, enzima coagulante, proteasa, etc.
• Ácidos orgánicos esenciales: ácido glucorónico, ácido láctico, ácido acético, ácido glucónico, ácido carbónico, ácido úsnico, ácido tartárico, ácido cítrico, etc.
• Minerales: dependiendo del té o planta que se use. Por ejemplo, el Rooibos contiene hierro, potasio, zinc, manganeso, cobre, calcio, magnesio, fluoruro.
• Y no menos importantes levaduras y polisacáridos, además de la teína (en el caso del té) y un 0,5 aproximadamente de alcohol.
Todos estos componentes justifican buena parte de sus saludables efectos y éstos han sido verificados científicamente. Pero muchas otras de sus propiedades, conocidas a través de la experiencia (incluso fue utilizado como remedio en la Primera Guerra Mundial), son aún objeto de investigación; porque la clave parece estar precisamente en la asociación armónica de tantos participantes cuyo proceso de aleación interactúa de forma aleatoria para desencadenar, como en el caso de los buenos vinos, un producto vivo que en circunstancias óptimas de higiene y atención ofrece unos resultados tan insustituibles como irreproducibles, por el momento, en un laboratorio.
También como los buenos vinos, la kombucha ofrece experiencias organolépticas exclusivas (tonalidad, olor, gusto y textura). En términos generales, su presencia es inmejorable ya que, aun careciendo de conservantes o colorantes ni aditivos artificiales de ninguna clase, ofrece una variada gama de colores que se despliegan en tonalidades intensas de ámbar, rosa, rojo, dorado, teja, según el ingrediente base escogido.
La textura del ataque en boca recuerda a la sidra, debido al tipo de fermentación (en ningún caso al grado de alcohol) y a que se consume fresco y natural. Conviene agotar el envase abierto en pocos días (de 6 a 10), pues su proceso no se detiene y así manifestará su evolución al paladar. Pero además, su sabor viene determinado por todas las variables que intervienen en su desarrollo y, por supuesto, la planta elegida como base: té verde, té rojo, té neցro, mezcla de hierbas, infusión frutal, el arbusto rooibos, etcétera.
La elección depende tanto del gusto personal como del objetivo perseguido, aunque sus propiedades probióticas, regenerativas y desintoxicantes están presentes en todas sus variedades. Lo mejor es probar hasta acomodar las preferencias, con los niños el elaborado con té de frutas no suele fallar.
Aunque en mi experiencia personal como consumidora puedo asegurar que cualquier variedad se agota en las reuniones, es recomendable iniciarse en la Kombucha poco a poco, ya que establece una relación única con cada organismo. Muchos optamos por tomarlo como refresco isotónico con presencia regular en nuestra casa y algunos prefieren usar la dosis diaria de un dedal, de forma homeopática. Lo normal es que con dos o tres vasos al día sea más que suficiente para apreciar notablemente sus efectos.
Si el sentido común prevalece, podremos disfrutar de ella en bares y restaurantes en no mucho tiempo. De momento hay productores caseros, pero para los que como yo no podemos dedicar la atención ni el tiempo necesarios, ya comienzan a producir kombucha en mayores cantidades y de forma tradicional buenos elaboradores. Algunos de ellos muy responsables y cuidadosos que sólo utilizan plantas de cultivo ecológico y utilizan tecnología avanzada para filtrar y vitalizar el agua, obteniendo así una Kombucha en inmejorables condiciones.
Espero que tengan suerte y pronto la puedan incorporar a su dieta habitual. Para el cuerpo será sin duda un doble placer.
Propiedades del kombucha
• Normaliza el tránsito intestinal
• Regula la flora intestinal
• Tiene efectos antivíricos y antibacterianos
• Activa las defensas del cuerpo
• Desintoxica el organismo
• Reduce el nivel de colesterol
• Equilibra la acidez en el cuerpo
• Mejora la digestión de las proteínas
• Estimula la circulación
• Facilita la absorción de minerales
• Activa las funciones del páncreas
• Equilibra la glucosa sanguínea
• Aumenta la secreción de azufre fisiológico, vitamina B12 y vitamina K
• Mejora el rendimiento del oxígeno en las células
• Aumenta el bienestar
• Potencia la capacidad física de los deportistas
• Elimina las agujetas
Preparación del Kombucha
Es conveniente utilizar una vasija o jarra de vidrio de unos 2 litros de capacidad, las de cerámica pueden contener plomo, y como el té fermentado es ácido, es probable que disuelva parte del plomo, que es tóxico. A continuación hay que preparar una infusión de té (neցro, por ejemplo) en la proporción de dos a tres bolsitas por litro de agua y se deja reposar 20 minutos, aproximadamente. Luego se añaden 80 gramos de azúcar blanca por litro y se disuelve bien. Por fin se agrega el kombucha (en forma de lámina blanquecina de consistencia similar a la sepia) cuando el té esté frío, si no se puede morir el hongo.
Hay que añadir también el líquido que viene con el primer hongo porque ayuda a la fermentación. Se tapa la jarra con un pañuelo o tela de algodón porosa y limpia y se sujeta con una goma, para que no entre polvo ni se forme moho.
El hongo se reproduce con rapidez. Primero forma una especie de tela tras*parente que se tras*forma en una película gelatinosa de tono blanquecino. Poco a poco va ganando espesor y se superpone a la lámina inicial formando varias capas.
Diferentes tés para su elaboración
Como cada té tiene su carácter particular, su sabor y tonalidad, la kombucha se puede elaborar a base de cualquiera de estas variedades:
• Té neցro
• Té verde
• Pu-erh o té rojo
• Rooibos
• Yerba mate
• Frutas del bosque
La textura del ataque en boca recuerda a la sidra, debido al tipo de fermentación, y a que se consume fresco y natural.
Michel Santiago
Revista Invierno 2007