Créeme si te digo que prefiero el trato que te dieron a tí, de hecho hace años iba a un peluquero porque era rápido y no me comía la cabeza.
Tú no eres tu trabajo, tú no eres tu casa, tú no eres una fruta cuenta bancaria, (podemos añadir) tú no eres tu pelo.
No se trata de la cantidad de pelo que tienes sino de cómo lo utilizas.