Solicita el indulto tras ser acusado falsamente de maltrato y ser víctima de un asesinato frustrado

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La versión de ella (extracto de la sentencia 71/2016 de la Audiencia Provincial de Madrid):

En dicho acto la acusada, Gabriela , incurriendo en ciertas contradicciones con respecto a sus anteriores declaraciones, en las cuales había indicado que había sido objeto de malos tratos por parte de su marido, manifestó que en el momento de los hechos llevaba casada 25 años con Alonso y vivían en la casa ambos y su suegra, pues sus dos hijos se habían ido, su hijo hacía tres años y su hija hacía dos meses.

Tenían problemas económicos y de relación, los normales después de 25 años de convivencia. La noche antes habían discutido por una factura de Telefónica, ya que la progenitora de él les ayudaba con 200 € para la comida y le había dicho que podían pagar esa factura con ese dinero, a fin de evitar el enganche de 25 €, a lo que él se negó. Después de la discusión, ella se fue a la cama. Ella no pidió un crédito, se enteró de que él los pedía. Ella los gestionaba.

Sabía que había armas en la casa: dos de fogueo en el salón y luego supo que había otra en el garaje. Él disparaba en fin de año y cuando le molestaban los perros en la siesta. Disparaba casi todos los días porque un señor pasaba por el campo con perros ladrando a la hora de la siesta de su marido y él disparaba. No tenía licencia de armas. Ella no disparó nunca.

Se suele acostar a las 9,30 o 10 h y él llega a la cama a las 3 h de la madrugada y, como ronca tanto, ella se pasa a la habitación de su hijo. La altura de la ventana de esa habitación al jardín es de un metro y medio. Ese día se despertó por un portazo en la puerta de la cocina, se levantó y le preguntó a su marido si pagaba el teléfono con los 200 €. Eran las 7 h de la mañana y su marido solía salir de casa a las 7 o 7,10 horas en el coche. Se sale por la cocina y se baja al garaje por unas escaleras.

Ella llevaba unas mallas, una chaqueta, un gorro de baño, guantes y la manga de un jersey que había cortado su hija para hacer calentadores, que cogió para abrigarse el cuello. Una vez a la semana se pone un sérum en el pelo y el gorro de baño. Por las noches se pone crema en las manos y un par de guantes de algodón y otros de látex porque no le gusta trabajar con guantes y se le estropean las manos. Entró primero en el garaje, que tiene luz, y también la tienen las escaleras.

Cuando le hablaba del dinero, él la ignoraba totalmente. La puerta de garaje estaba cerrada y la luz estaba apagada y le dio a un interruptor para abrirla y que le hiciera caso, cogió una pistola de un carrito de herramientas y disparó al aire como él cuando los perros le molestan. Echó mano de la pistola sin mirar. No había visto antes ese arma, aunque sabía que había otra porque en el año 2010 su marido tuvo problemas con una gente y tenía miedo. Cree que por eso tenía la pistola. Esa era la primera vez que la veía, pero sabía que había tres pistolas. Echó mano de ella y no se fijó en qué tipo de pistola era. Disparó al aire una o dos veces, no más, porque el estruendo la dejó paralizada. Estaría a unos tres o cuatro metros de él.

Le vio volver fuera de sí, le quitó el arma y le disparó y ya no recuerda más. No hubo forcejeo. Le disparó en la tripa, cree que una sola vez. Le puso el cañón en la tripa. Ella le dijo: "Me has apiolado, cuida de los niños" y ya no recuerda más.

Le quitaron la vesícula y parte del hígado y le cortaron la aorta. Reclama por las lesiones.

En el Juzgado dijo que él llevaba veinte años maltratándola psicológicamente porque la abogada le manifestó que lo dijera si no quería entrar en la guandoca, pero era mentira. En el Juzgado declaró que sí conocía esa pistola, que denominaba la del oeste, y que estaba en el carrito con las herramientas. Había dos pistolas en el salón y la pistola del carrito de las herramientas. La policía había ido varias veces a casa por los disparos que hacía su marido.

No sabe si sus hijos sabían de la existencia de las pistolas. Algún fin de semana su hijo estaba en el garaje arreglando coches y su marido también estaba mucho allí. Los coches Lotus, Mercedes y Ferrari se compraron con hipotecas y préstamos, pero no eran para que su hijo experimentara con ellos.

Pidieron una ampliación de la hipoteca para poder comprar esos coches y en el año 2004 se pidió un crédito para comprar un Lotus de 10.000 €. Su marido ganaba 2400 € aproximadamente al mes, pero el tercer día del mes ya no quedaba nada porque tenían muchísimos créditos. La discusión por el pago de la factura la noche anterior fue entre el salón y el dormitorio. Algunos días se iba directamente a la habitación de su hijo, pero nunca salía por la ventana, aunque tiene un banco al pie de la misma.

Ese día el mando del garaje no funcionaba. Disparó con una sola mano, la derecha, y lo hizo hacia arriba, hacia el techo. Disparó una o, como mucho, dos veces. Llevaba noches sin dormir y tenía urticaria y estrés por los problemas económicos, porque no llegaban a fin de mes.

El jardinero, que fue el jefe de su hijo, desayunaba con ella dos o tres veces a la semana. Este señor veía casquillos porque era el jardinero. Cuando ocurrieron los hechos, ella no iba tapada para dificultar su identificación, llevaba un gorro de baño de flores que su marido sabía que ella se ponía y guantes que se pone por la noche porque se da crema. Cree que su suegra y sus hijos sabían que ella se ponía los guantes y el gorro del pelo, que se ponía cada 15 días.

También se tapó el cuello. Su mala situación económica venía desde el año 2002 y se agravó en el año 2008. Tenían seis coches que mantener, un Porsche, dos Mercedes, un Lotus y un Ferrari. Su marido salió en Madrid Directo contando que debía 8000 o 9000 €. Se acaba de enterar de que hay un seguro de vida asociado a la hipoteca, que es del año 1996. Sus gastos eran de 3500 € al mes.

Sólo trabajaba su marido y estaban en régimen de gananciales. Ella puso una tienda en casa uno o dos meses para vender a sus amigos ropa que compraba a los chinos. No pensó en atentar contra su marido porque él era el que traía dinero a casa y le quería muchísimo. Siempre creyó que las armas eran de fogueo. Después del primer estruendo, a lo mejor se le escapó el gatillo. No tenía intención de lesionar ni de atentar contra su marido.

Buffff ... progenitora mia, vaya personajes. Los dos. Porque lo de la colección de coches es cierto, sí o sí

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