El gobierno que pacta con quien dijo que nunca iba a pactar, antes de que le votaran los ciudadanos, no cumple lo que prometió a sus votantes, por tanto, esos votantes no son representados por ese gobierno, fundamento mínimo exigible a una democracia y que lo distingue de una dictadura, en las que, como ocurre cuando gobiernan los socialcomunistas, la voluntad de los españoles (sus votantes incluídos) se la trae al pairo.
La suerte que tienen en ESpaña los socialcomunistas es la extrema oligofrenia y estupidez de sus votantes, a los que pueden convencer de una cosa y la contraria sin esfuerzo alguno.