Segismunda
Reina de los Trolls
- Desde
- 19 Nov 2010
- Mensajes
- 27.545
- Reputación
- 45.854
La agradable mezcla entre miedo y excitación por sentirse preñada está convirtiéndose en un fetiche. Laura y Pablo tienen dos hijos pero han pasado por ocho embarazos: «Sentir cómo el leche de mi marido cuaja en mi interior es algo indescriptible», nos asegura esta graduada en Trabajo Social. Pablo, por su parte, reconoce que «arrojar adentro y preñar es mucho más placentero que el condón e incluso que el sesso a pelo con píldora de por medio».
Los expertos ven en este fetiche un rastro evolutivo. «Inseminar es la función natural del sesso, es lógico que la naturaleza haya propiciado este fetiche, pues es mucho más rentable en términos natalistas que otros fetiches como el sesso traseril o practicar cubanas», nos explica el sexólogo italo-español Cumardo Fagótez.
«Nosotros solo echamos abortipolvos hasta el segundo mes, por una cuestión ética». David y Nerea tienen claro que esta inclinación sensual no implica dilemas jovenlandesales durante las primeras ocho semanas, pues el feto es, en realidad, un conjunto de células.
La legislación de algunos países no permite, en cambio, practicar el sesso abortivo. En los países que no consideran el aborto como un derecho de la mujer, ya existen presos políticos. Kevin McAlfota y su novia Slutana Sorbovsky fueron sorprendidos por las autoridades de Missouri mientras intentaban abortar un feto de 8 meses. «El sesso abortivo es una opción sensual que se nos debería permitir», asegura la pareja desde la guandoca.
En España, se estima que unas 15000 parejas ya practican el abortisexo, aunque la cifra aumenta exponencialmente desde que se registró el primer caso en 2020: «Mi Jefferson siempre me pide su cuajito y yo me niego salvo que esté arrechota», nos cuenta Juleidys del Carmen, venezolana afincada en España desde hace un lustro.
Cada una de estas 15000 parejas aborta, por motivos lúdicos, una media de cinco veces, con un costo de 350-500 € por aborto. La sostenibilidad del sistema sanitario podría verse comprometida por esta práctica totalmente respetable, pero que derrocha recursos escasos y preciados. «Yo no aborté hasta que me dolió y sangró el shishi de manera crónica para que ahora vengan unas guarras a frivolizar», clama la feminista Lidia Falcón. El debate está sobre la mesa.
Los expertos ven en este fetiche un rastro evolutivo. «Inseminar es la función natural del sesso, es lógico que la naturaleza haya propiciado este fetiche, pues es mucho más rentable en términos natalistas que otros fetiches como el sesso traseril o practicar cubanas», nos explica el sexólogo italo-español Cumardo Fagótez.
«Nosotros solo echamos abortipolvos hasta el segundo mes, por una cuestión ética». David y Nerea tienen claro que esta inclinación sensual no implica dilemas jovenlandesales durante las primeras ocho semanas, pues el feto es, en realidad, un conjunto de células.
La legislación de algunos países no permite, en cambio, practicar el sesso abortivo. En los países que no consideran el aborto como un derecho de la mujer, ya existen presos políticos. Kevin McAlfota y su novia Slutana Sorbovsky fueron sorprendidos por las autoridades de Missouri mientras intentaban abortar un feto de 8 meses. «El sesso abortivo es una opción sensual que se nos debería permitir», asegura la pareja desde la guandoca.
En España, se estima que unas 15000 parejas ya practican el abortisexo, aunque la cifra aumenta exponencialmente desde que se registró el primer caso en 2020: «Mi Jefferson siempre me pide su cuajito y yo me niego salvo que esté arrechota», nos cuenta Juleidys del Carmen, venezolana afincada en España desde hace un lustro.
Cada una de estas 15000 parejas aborta, por motivos lúdicos, una media de cinco veces, con un costo de 350-500 € por aborto. La sostenibilidad del sistema sanitario podría verse comprometida por esta práctica totalmente respetable, pero que derrocha recursos escasos y preciados. «Yo no aborté hasta que me dolió y sangró el shishi de manera crónica para que ahora vengan unas guarras a frivolizar», clama la feminista Lidia Falcón. El debate está sobre la mesa.
Última edición: