Se acerca el ¿Orgullo? (Relato largo. TOCHO INSAID)

No se me ha pasado el cabreo pero he decidido no darle más vueltas esta noche, voy a tener el resto de mis días para volverme loco, sólo con pensarlo el aire se vuelve pesado y se me cierran los pulmones. Camino sin rumbo fijo por el centro de la ciudad. Hace una noche estupenda, quizá un poco fría para la quincena en que nos encontramos. Se me da muy bien caminar. Normalmente lo hago a buen ritmo y no me canso nada. Hoy no, hoy voy despacio. Así me da tiempo a mirar cosas y distraer a mi cabeza, destacando, hasta el momento, un árbol robótico amenazante, un edificio herrumbroso que lloraba sangre y unos cuantos charcos con formas de países que me he inventado y, había uno en concreto, que tenía de todo: tierra que parecía formar playas, por un lado y, por el otro, reflejos del alumbrado que parecían montañas nevadas. Debe de ser un buen sitio para vivir. Lo he llamado Unalia. Creo que buscaré una de esas esculturas de bronce que hay sentadas en los bancos de algunos parques a la que pueda dar la paliza con mis movidas. Suelen ser esculturas de señores mayores, no sé por qué. Para mí mejor, porque si fueran de jóvenes o de personas maduras, no me harían el menor caso.
Acabo de ver el pasquín con la convocatoria para el Día del Orgullo pegado en el escaparate de una tienda de ropa, una de ésas que tienen la bandera del arco iris sobre la puerta, en este barrio hay bastantes y le dan alegría a las de derechasdas pero a mí me ha devuelto a la realidad, más que nada por el bochorno que me espera con la gente que me conoce, sobre todo con mi tío.
A pesar de que Nad me haya advertido, o amenazado, para que no se me ocurra contar a nadie lo que ha pasado en la piscina, dudo de que él no vaya a irse de la lengua, creyendo que si lo cuenta primero tendrá la razón y todos le creerán sin que yo tenga opción de rebatir nada, primero porque soy nuevo y, segundo, porque él es un triunfador. Para todos voy a ser el lgtb del equipo y punto. Hasta el ñoño de Agustí va a parecer más macho que yo y puede que la elite le ordene pegarme, o que incluso se le ocurra a él solito, pues que se prepare, porque como toque una escama de mi piel pienso reventarle la cabeza, se la voy a explotar a cualquiera que se atreva a pegarme.

Es que la gente se entera de que a algún amigo o a algún pariente masculino de la familia le gustan los tíos, y en seguida tuercen los morros y empiezan con lo de «Ya me olía a mí» y toda esa cantinela. Con las tías se atreven menos porque el tema sigue catalogado entre las secciones Tabúes y Mitos y leyendas en sus obtusas referencias mentales, y quizá también porque les infunden el temor que provocan las bestias mitológicas tipo hidras, minotauros y así, pero con los tíos en un segundo se montan una película con el susodicho en lo alto de una carroza desfilando por las calles principales de la ciudad entre una lluvia de papelitos de colores. Si yo fuera el pobre tipo no se lo tendría en cuenta. Sólo demuestra la falta de imaginación de la gente. En definitiva, creo que lo que les mola es pensar en los quince o veinte maromos que van en taparrabos acompañando a su familiar y creerse que son mucho mejores que ellos, superiores o algo así, o más afortunados, y a mí lo de las carrozas y toda la parafernalia me da cien patadas —no por nada en especial, no vayan a pensar que no tengo corazón—, me aburre soberanamente ver cincuenta camiones montándola parda por la calle, para eso están las discotecas ¿no? Además, va tanto público que se queda todo hecho un ardor de estomago y luego no puedes salir por el centro a pasear ni nada. Por lo único que iría es por ver las caras sonrientes de todas esas señoras mayores que se atrincheran en las aceras con un helado de tres bolas y un litro de granizado a ver pasar a la troupe, me flipan esas señoras, se apuntan a un bombardeo. Tú les dices que mañana hay bombardeo en La Rambla a las ocho de la mañana, y ellas están allí a las siete cogiendo sitio con su helado, su granizado, la nieta, Mari la del 3º y su sillita de playa. Son un caso. Me gusta ver a felices a las señoras mayores. Pero lo que de verdad me gusta, siguiendo con el tema de los desfiles, es ver el desfile de las Fuerzas Armadas por la tele, y digo por la tele porque el tío que lo comenta es un hacha, vaya tío tiene que ser, se lo sabe todo y, aunque supongo que tendrá papeles delante, como yo no los veo me da igual, prefiero pensar que el tipo es un crack. Me resulta originalísimo ver los distintos ejércitos y regimientos marcando cada uno su paso particular, cada uno con su propia banda y todo, y los tanques y los cazas y la artillería ligera. Los que mejor giran la cabeza para saludar a las autoridades cuando pasan frente al palco son los de la cabra. Me parece que es la Legión. No digo que los otros lo hagan mal o faltando al respeto a todos esos tipejos que andan allí charlando y esperando la hora del vermut mientras los soldados sudan tinta china; lo que digo es que los legionarios van tan deprisa que les debe de resultar difícil hacer cualquier cosa que no sea seguir el paso. Lo de la cabra es una dificultad añadida porque si al animal le da por pararse o se aburre de ir en línea recta o qué sé yo, se puede armar la de Dios es Cristo. Este desfile me gusta mucho más que el del Orgullo por otras dos cosas. Primero, porque probablemente sea la única oportunidad que tienen de verse en todo el año los soldados de distintos ejércitos y regimientos, y eso está muy bien ¿no? Pueden intercambiar saludos y experiencias entre ellos. Seguro que lo pasan en grande en plan «Mira que agujero me hizo en el vientre una esquirla de granada en unas maniobras con fuego real» o «Este bulto que tengo al lado del ojo es de la bayoneta del alférez… Sí, sí, como te lo cuento, de su misma bayoneta» y anécdotas por el estilo. Sin embargo, los tíos de las carrozas tienen que estar hasta el gorro de tanto verse. Lo más probable es que lleguen todos al desfile del tirón desde el mismo after. Lo segundo por lo que me gusta más el desfile del Ejército es porque ellos lo dejan todo muy limpio, no son nada descuidados. Estoy seguro de que hasta la cabra está enseñada para no dejar en evidencia a la tropa, ya me entienden. Es la leche la cabra esa. No me importaría nada ser soldado pero mi progenitora quiere que estudie Arquitectura. Cuando era pequeño, por mi cumpleaños, Reyes o lo que fuera, no hacía más que regalarme Legos y Meccanos y chorradas de ésas que aburren a las ovejas. ¡Qué lata! Mi padre nunca fue tan pesado. No se pueden llegar a hacer una idea de lo plasta que se ponía ella. «Hazme un palacio» y «Constrúyeme un rascacielos». ¡Constrúyetelo tú, shishi! Yo lo que quería era el Fuerte Randall pero nunca lo tuve.
No hace falta que les explique la que se monta en mi ciudad el Día del Orgullo. Es que hay cosas que no entiendo. Es fantástico lo que hicieron esos tipos de Nueva York jugándose la vida por el resto, con la pasma acosándolos durante días sólo por tener un sitio donde poder estar sin molestar a nadie pero, ¿tener que montar esta feria para conmemorarlo? Por esa regla de tres, las autoridades deberían dejar que, un día al año, los descendientes de Don Pelayo pasasen a cuchillo por las calles de toda la Península a quien les viniera en gana. Y no estaría permitido oponer resistencia. Al contrario, habría que ofrecer el cuello con la mejor sonrisa y diciendo «No, no, qué va, pero si no soy de la religión del amor, soy islandés…, sí, claro, de la misma Islandia… Bueno, haga lo que tenga que hacer. No se preocupe si no queda limpio el corte, hombre… no voy a necesitar más la cabeza». Es decir, que celebrar por celebrar es una cosa —y está muy bien—, pero hacerlo con alarde lo convierte en algo muy, muy aburrido. Los enterados no se dan cuenta de que entre el Gaypride y el I hate straigths no hay ningún abismo. Me fastidia mucho toda esa corriente de la Queer Nation. A ver, qué se supone que voy a hacer con un pasaporte que ponga “Nombre: Max. Apellido: Vila. Lugar de nacimiento: Barcelona. Fecha de nacimiento: 15-07-1992. Nacionalidad: Maricolandesa”. Se van a reír poco en las aduanas: «No, mire, es que soy de Maricolandia... No, no es un país en sí mismo es... a ver cómo se lo explico… hum, hum, déjeme pensar... ¡Es como la granja de los Teletubbies!, que realmente no está en ningún sitio, ni existe ni nada, ¿le suena?». Eso por no hablar de la cantidad de países y Estados en los que ni siquiera me dejarían entrar con un pasaporte como ése, sitios a los que yo tampoco iré por muy bonitos que sean y aunque lo desee con ansia; este planeta es mucho más grande que el depósito de combustible de un avión. Después de lo de repruebo a los heteros van y lo intentan suavizar con lo de “We´re here. We´re queer. Get used to it” que viene a ser más de lo mismo. Yo nunca me he escondido, y después de lo que ha pasado hoy no habría un lugar en la Tierra en el que me pudiera esconder, pero que me represente un señor con stilettos me genera desconcierto. Lo que me da mucha pena es que un tío como Burroughs apuntara en sus libros cosas de ese tipo. Así que los gayses deberían emanciparse del resto del mundo ¿no? Chorradas. Me recuerda mucho a todos ésos que se sienten diferentes por el hecho de hablar otro idioma. Es que sois diferentes. Yo no soy igual que nadie. Soy mi dios y mi reino.

—No se carguen, muchachos. Esquiven el ión —nos repite el viejo hermano Asclepio durante las prácticas de laboratorio de química—. Manténganse neutros, hijos míos —y a mí me gusta imaginarme que, de ser él mi padre, me mantendría neutro sin mucho esfuerzo. Pero no lo es. ¿Saben qué es un ión? No es muy complicado. Se trata de una partícula que ha adquirido carga: positiva o negativa. Incluso otros tipos de carga como doble negativa, etcétera. Para el hermano Asclepio existe la carga y punto y, una vez que te has cargado, estás estropeado para los restos. Muchos de mis compañeros ya vienen ionizados de fábrica. Me estoy dispersando. Al hermano Asclepio no hay que hacerle mucho caso. Es de Mérida y, a veces, en las comidas, le pega al tinto de tal forma que apenas se acuerda del jamón. Si el laboratorio es por la tarde, mis compañeros y yo nos vemos obligados a regularle el Bunsen durante su explicación previa para que conserve sus cejas. El bueno del hermano Asclepio sería capaz de incendiar la ciudad entera con su estropeado Bunsen. Y como algunos de mis compañeros —y yo mismo— lo queremos mucho, ante tal espectáculo aplaudiríamos y daríamos volteretas antes de echarnos a llorar.
El nacionalismo lgtb es como cualquier otro nacionalismo. Es una palabra que únicamente me suena a dolor, como la palabra revolución. Contienen el ruido de las armas y el sabor de la sangre. Huelen a limpio. A limpieza étnica, a limpieza de clases, a limpieza de conciencia. La fin siempre lo deja todo muy limpio. Uno oye la palabra revolución y le dan ganas de salir corriendo y no parar hasta la siguiente galaxia. El hermano Asclepio siempre nos recuerda que una revolución sólo entraña la descripción de una trayectoria, por parte de un cuerpo, hasta el punto de partida, sin que esto, en sí mismo, constituya ningún avance, y que no debemos confundirlo con insumisión o manumisión, las cuales le parecen legítimas. ¿Sabían que un grupito de alegres australianos fue a las islas de Cato y las rebautizaron como el Reino lgtb y Lésbico de las Islas del Mar del Coral? Yo lo sé porque lo leí en la wikipedia. Ya les dije que me lo leía todo, incluso lo que no hay que leer. Soy el producto de la cultura de la sobreinformación. Tiene mucha gracia la historia. Nombraron emperador —ahí es nada— a un tal Dale Parker Anderson y, al año siguiente, lo mandaron a paseo. Me lo sé de memoria. Ponía en la wikipedia: “Debido a desacuerdos dentro del grupo, la Commonwealth del Reino lgtb y Lésbico y la Tribu Unificada lgtb cancelaron su afiliación al señor Anderson”. ¡Ja! Acabo de pasar por delante de la terraza de un Starbucks y los clientes me han mirado como si estuviera loco. Supongo que no han visto a mucha gente riendo, sola, por la calle como yo lo estoy haciendo ahora. Pero no se crean que soy un frívolo, me pone muy triste pensar en el pobre Dale. ¿Ahora adónde va a ir el pobre?, porque, si te han echado de tu imperio, que debe de tener como cien o doscientos súbditos, no te querrás quedar allí. ¡Qué plan! Te los encuentras en la panadería y qué les dices, «Así que tú no me votaste ¿eh? Pues te retiro la palabra, reina». Al final acabas a tortas con todos y te tienes que largar de allí, y como has formado tu propia nación, te has emancipado y todo ese rollo, tampoco te dejan entrar en Australia porque ya no tienes pasaporte australiano y acabas en la fruta granja de los Teletubbies. No me gustaría estar en el pellejo de Dale. Pero les decía que me daba mucha pena que Burroughs albergara ideales de ese tipo. Puede que no tan categóricos, a mí me da que eran más bucólicos que otra cosa. El tío me parece un genio. Seguro que cuando estaba en Tánger se lo pasaba pipa. Yo no me lo imagino escribiendo encerrado en la habitación llena de orines de la que habla en El almuerzo desnudo; yo me lo imagino en El Minzah pasándolo en grande con Ginsberg y con Kerouac. ¿Para qué iba a ir Kerouac hasta Tánger si no fuese para desparramar con ese pieza? Yo no iría sólo para ver el zoco. De hecho, ya voy por la segunda guía de Tánger y aún no he recorrido la ciudad entera. Además, también andarían por allí los Stones y Paul Bowles y quién sé yo. Puede que Tennessee Williams. Desde que Delacroix la puso de moda, aquello más que una ciudad debía de ser un circo de mil pistas donde una fiesta empezaba cuando terminaba la anterior. He leído como seiscientas veces El almuerzo desnudo y sigo sin comprenderlo. Me encanta pero se me escapa un poco lo del Control Total. Es un libro tronchante y ese Benway es tremendo. ¿Recuerdan cuando cuenta la historia del tipo que enseñó a hablar a su ojo ciego? Bueno, es que no sé si lo han leído. Les resumo. Un tipo enseña a hablar a su ojo ciego pedorreando las palabras, y le sale tan bien que va por las ferias haciendo un numerito en el que le pregunta a su ojo ciego “Oye, tú, ¿sigues ahí abajo todavía?”, y el ojo ciego le contesta “¡No! ¡Me he ido a soltar!”. Es graciosísimo. Al ojo ciego se le sube el éxito a la cabeza y empieza a improvisar y a hacer lo que le da la gana. Le salen dientes, come y todo eso. Al final al infeliz se le cierra la boca con piel y ni ve ni nada. El ojo ciego toma el control y él acaba encerrado en su cerebro. Burroughs era un gran cómico aunque no tengo claro que la gente se haya dado cuenta. Espero que mi ojo ciego nunca llegue a tomar el control. En fin, que Burroughs era un genio. El episodio que más me gusta de la vida de Burroughs es cuando, con una tostada muy seria en México, le pega un tiro a su mujer entre las cejas emulando a Guillermo Tell. No me gusta porque la matase, eso es terrible, sino porque jamás imaginaría que un tío como él pudiera llegar a tener a una mujer que lo siguiera allá adonde fuera. Es muy divertido. El abogado mexicano de Burroughs tuvo un accidente de tráfico en el que se vio involucrado el hijo de un cargo del gobierno, así que las cosas se complicaron aún más para el bueno de William. Es como si cualquiera que se acercara a él acabase con problemas, y de los rellenitos. Al final huyó como hubiéramos hecho todos. Su vida da para cien películas y su obra, si alguien se atreviera, también. Cronenberg lo intentó con El almuerzo desnudo pero no está a la altura del libro. En realidad creo que Vollmer y Burroughs no estaban casados pero ella era la progenitora de su hijo. Si tuviera que elegir entre la vida de William Burroughs o la de Oscar Wilde, me quedaría con la del primero. Vender heroína para pagarse la morfina… Eso sí que es vicio, jorobar. Vivir en mil sitios, tener causas pendientes en medio planeta, sobrevivir a tu hijo... Lo malo es que su hijo no lo quería demasiado. Me encantaría tener un hijo algún día pero jamás se me ocurriría tratarlo como hizo Burroughs con el suyo. Es que pasó de él un montón. El hijo fue a visitarlo a Tánger cuando era adolescente y un amigo de Burroughs, o lo que fuera, se propasó con el chaval. El propio hijo de Burroughs lo contó antes de morir de cirrosis. No querría mucho a su padre, o sí, a su manera, no lo sé... Mira que ponerle una manzana en la cabeza, qué simple… Aunque tampoco sé si era una manzana lo que le puso, yo no estaba allí.

Hablando con ustedes se me pasa el tiempo volando, eso me gusta. Estoy casi en el Barri Gòtic y hay unos chinos a los que voy algunos días a comprar una cerveza después del entrenamiento. Es como si fueran máquinas de comerciar, los tíos. No me gustaría tener que regatear con ninguno de ellos. Te puedes pegar veinte horas de palique y al final pagas el doble, fijo. Te sueltan lo de «Chinito no sabe, chinito no sabe» y te colocan cuatro abanicos, cinco macetas y a la abuela. A la abuela le puedo encontrar acomodo en casa pero ¿qué shishi se supone que tengo que hacer con las macetas? La china de la tienda es muy simpática, nunca me pide el carné ni nada y abre hasta muy tarde. Ahí está, con su carita redonda y su libretita de hacer las cuentas. Es la mar de lista. Le regalan una calculadora y seguro que la vende.

—Buenas noches —le digo camino de la nevera de bebidas que tienen al fondo.

Ella ha dicho algo pero no sé chino. Vaya, hoy no está sola. Ha hecho un gesto con la cabeza y un chaval, de mi edad más o menos, ha salido de detrás del mostrador. ¡Ja! El chaval estaba sentado en el suelo viendo una peli de artes marciales en un combo TV-VHS que tiene ahí abajo. Lo he visto a través de los cristales. El sonido está tan bajo que ni me había dado cuenta. La ve en su propio idioma. Seguro que su progenitora, su tía o lo que sea, ya ha tenido que decirle cien veces «Chen, o bajas eso o quito la antena», y como Chen no tiene un pelo de orate y sabe que ella no sabe que los combos no necesitan antena, no lo ha bajado hasta la vez que hacía la noventa y nueve. Yo habría hecho lo mismo. Cogeré una Xibeca, siempre cojo Xibeca, es la que más me gusta. Estos chinos tienen todo tipo de bebidas en lata: con ginseng, con bambú, con miel de mosca y no sé cuántas guarradas más que nunca probaría a pesar de que las latas tienen unos diseños alucinantes. Cualquier día nos despertaremos y China se habrá apoderado de este poco agradable planeta. Aunque no creo que la vida sobre él fuera mejor. Tienen una cerveza con tequila que se llama Salitos. Bebería algo más fuerte pero después de la castaña de ayer con el maldito Stroh, me da un poco de pereza. ¿Por qué me mira? repruebo que se queden mirándome como si fuera un mono de feria. Lo tengo en el rabillo del ojo pero sé que me mira con detenimiento, me está controlando..., venga tío, déjalo ya, ¿te crees que te voy a robar un litro de Xibeca?.. … Me estás cortando el rollo colega... Pues ahora no cojo nada, joróbate. Le echo una ojeada mínima para ver si se larga. ¡Vete a ver tu película, cabrón! ¿Cómo se dirá cabrón en chino?

—No voy a robar —le informo para que se quede tranquilo él, y me deje tranquilo a mí. Al final, todo se reduce a eso. Pero el tío ni se inmuta, es más, ¡me sonríe! ¿Acaso tengo pinta de robar, estropeado puchi? ¡Me quieres dejar en paz?.. Mira puchi, llevo un día bastante chungo así que deja de darme la paliza o no respondo… … ¡jorobar con el puñetero chino!
Abro la puerta de la nevera, y el chaval dice:
—¿Qué buscas? —y yo me quedo a cuadros porque su pronunciación y dicción son perfectas.
—No sé... cerveza.
—En ese caso lo tienes fácil. Tengo Xibeca, Voll o Salitos que es... —No puedo quitarle los ojos de encima. Me pregunto cómo podrá hablar y sonreír al mismo tiempo, no es cosa fácil. Lleva un corte de pelo estupendo. Se ve que se lo ha dejado crecer lo suficiente para darle forma con el corte y con alguna espuma o gel. Todos los chinos lo llevan igual porque lo tienen muy lacio, pero él tiene el flequillo cortado a capas que le cubren los ojos a oleadas cuando ladea la cabeza, y el largo le queda a unos centímetros de los hombros. ¡Buf! ¡Tengo que parar de mirarle o se mosqueará!— ...cerveza con tequila.
—Vale. —¿Eso lo he dicho yo?
—¡Tío! —Me da un empujón en el hombro—. ¿Te pasa algo? —¡Ay, la leche! Me he quedado empanado.
—No, no, ya está, ya está... Algo de beber por favor —consigo decir, y Chen se parte la caja de mí. A mí también me hace gracia, así que me río con él.
—Muy bien colega, coge lo que quieras pero creo que necesitas algo fuerte.

Qué ridículo… Habrá pensado que soy un demorado. Encima se lo está contando a su progenitora, su tía o lo que sea, porque puedo oír sus risas desde aquí. Les confieso que me ha roto los esquemas el tal Chen. Es que viéndolo sentado en el suelo delante del televisor he pensado que su vida sería una cosa, que no tendría muchas posibilidades de prosperar con los ojos rasgados y hablando chino. Uno se imagina que todas sus diferencias no van a ser sino un Everest que no va a coronar en toda su vida, que su existencia va a ser más perversos que la de una rata de laboratorio, que a la fuerza le irá mal. ¡Me lo he imaginado dando vueltas en la fruta rueda de la jaula! Pero se lo ve tan feliz… Yo creo que todos estos prejuicios que tengo son una cosa más de ficción política que de realidad social. No sé, no entiendo mucho de política y de momento no me interesa mucho entenderla. Me acerco a la caja con las manos vacías y la mamá, la tía o lo que sea de Chen, suelta una risilla ladina. Noto que lo hace sin ánimo de ofender, para eso no me hace falta saber chino. Agarra su bolso, le dice algo a Chen y se larga.

—¿Qué? ¿Te has arrepentido? —pregunta Chen, saltando gimnásticamente del mostrador en el que se había sentado.
—No, qué va, te voy a hacer caso. Quiero algo más fuerte.
—Por un momento he pensado que te había dado un chungo…
Gira medio cuerpo hacia las baldas que hay a su espalda y dice: «Vino, whisky, vodka, ron, ginebra o...» y no consigo prestarle atención y no miro a las botellas, nada más a la expresión de su cara. Qué a gusto me encuentro. Podría seguir escuchándole enumerar bebidas toda la noche... Lo siento, siento haberte insultado. Ha sido por temor, porque soy un fistro... Perdóname.
—...o licol de flole... —se autoparodia y se ríe, ¡cómo se ríe el condenado!—, pero no creo que quieras.
—No, cosas raras no —me río, y soy consciente de que acabo de soltar otra estupidez. A este ritmo de estupideces por minuto acabaré presentando un programa en la tele—. Vodka. Del bueno, eh… —Quería hacer una broma pero no me ha salido. No se lo ha tomado a mal.
—Aquí tienes. —Mete la botella en una bolsa de plástico verde—. Once euros por favor.
El tío es educadísimo. Chen es una caja de sorpresas y yo un majadero de tres al cuarto. Me sabe mal todo lo que he pensado de él y quiero compensarlo, pero no puedo decirle el motivo, eso es evidente, pensaría que le tomo el pelo y se enfadaría mucho, me daría un golpe mortal en el cuello con el filo de la mano.
—¿Te tomas una cerveza conmigo? —pregunto mientras pago.
—¿Una cerveza? —No parece muy sorprendido, ¿eso es bueno?—. ¿No has quedado? —investiga señalando a la bolsa verde con la mirada.
—Nooo, esto… Qué va… esto es para mi padre. —¡Auch! ¡Cagada! Se lo dije, jorobar, miento fatal. Se ríe... ¡se ríe!
—Vale colega, tomaré esa cerveza porque me divierte tu juego. —¿Qué juego? No estoy jugando—. Me llamo Víctor. —¡Jolín con Chen!, ¡una caja de sorpresas!
Chocamos las manos y me guardo la botella en la mochila. Estoy contentísimo y respiro con fuerza. Le ayudo a echar el cierre y caminamos un par de manzanas por el Barri Gòtic. No es muy tarde pero no hay casi gente por la calle. No hablamos mucho. Lo típico: dónde vives, dónde estudias, dónde has nacido, hablas chino muy bien, cómo he acabado en la tienda de su tía —era su tía—, de lo bien que ha jugado el Barça este año... No se lo he contado pero hemos ganado la Champions otra vez, y ya van tres. En un santiamén entramos en un restaurante chino que es de sus padres, me dice. El sitio no se diferencia mucho estéticamente del resto de restaurantes chinos, de no ser porque tiene las luces a medio gas y un karaoke en una de las esquinas. Han acertado con la fusión, porque esto está de bote en bote. Hasta en el bar hay gente bebiendo. Nos sentamos en dos sillas altas junto a la barra y Víctor saluda al camarero en su idioma y me lo presenta. Es su hermano mayor y dirige el local por las noches. Glin o Jing o Lin o lo que sea. No me deja pagar las cervezas. Sobre el pequeño escenario hay un tío alopécico de unos cuarenta cantando el My way a lo Julio Iglesias. Es algo bochornoso, el alopécico está destrozando la canción y la gente se parte entre tenedor y tenedor, aunque puede que el alopécico esté buscando precisamente eso, que la gente se ría. Víctor se lo pasa muy bien viéndolo.
—¿Qué cantamos? —me dice.
—Nada, yo no sé cantar.
—¿Y quién sabe? Venga, elige una canción —y me pasa un libro que parece el manual de instrucciones de un portaaviones.
La llevamos clara. Todos los temas que aparecen son cosas tipo Adamo, Mina, Burt Bacharach y Nino Bravo. Que yo no digo que estén mal, pero tendría que tener unos doscientos años para conocerlos, y todavía tengo cincuenta. También hay algo de Nacha Pop, Hombres G, Mecano y cosas parecidas, pero estoy más perdido que antes. Las páginas en las que vienen las Spice Girls, Madonna y así, ni las miro.
—Oye Víctor, es que yo no sé ni silbar, tío.
—No me fastidies. Apura la cerveza y con la segunda salimos. Tiene que haber alguna que te sepas.
—No sé, ¿está Dance commander?
—¿Cuál?
—Dance commander de Electric Six.
—No.
—¿Disorder de Joy Division? —Ni te molestes en contestar, ya te he visto la cara—. ¿Heropsychodreamer de Live? ¿Rainshine de Bran Van 3000? ¿Lounge act de Nirvana? ¿Decay de Ride?
Podría tirarme toda la noche y a Víctor no le cambiaría la expresión de la cara. La culpa es mía por pensar en temas que he escuchado hace un rato en mi iPod, pero es que todos los que me vienen a la cabeza son los que llevo en el reproductor. Me cabrea un montón la selección musical de los karaokes aunque, si lo pienso bien, de tener los temas que le estoy diciendo sería un karaoke para pasados o algo por el estilo. Apunte: Evaluar las posibilidades de negocio de un karaoke para pasados. Apunte del apunte anterior: Hablarlo con Joan. Seguro que él controla cómo hacerlo.
Lo intento una vez más pero conozco la respuesta y, aunque podría preguntarle por cualquiera, le pregunto por ésta:
—¿In the City de The Jam?
—Tío ¿tú qué cosa escuchas? ¿No te vale algo de Alejandro Sanz?
Pues no, no me vale. Casi prefiero una de Josmar. Paso de subir a cantar algo que no me mole. Estoy a punto de acabar la segunda cerveza y se me agota el tiempo. Voy a tener que cantar un rollazo de Paloma San Basilio; ése que les gusta a casi todos los afeminados y a casi todos los heteros. Vamos a hacer el ridículo más espantoso de la historia mundial del karaoke, ya verán, hasta el alopécico se va a descojonar.
—A ver, trae el libro —se va directamente al final y pasa el dedo a reacción sobre las canciones—, eh, eh... ésta, ya está.
Salto de la silla. Cuanto antes lo vea, antes me haré a la idea. Me está dando el bajón sólo de pensarlo. Leo despacio:
—Rock suave de Loquillo y Trogloditas. —Salvado, me entran ganas de abrazarlo—. ¡Eres la leche Ch...! Víctor.
—¿Te la sabes?
—Como si la hubiera escrito yo. ¿Cómo lo vamos a hacer?
—No te preocupes. Yo canto la primera estrofa, tú la segunda, y los estribillos a medias. Yo digo “Rock suave” y tú lo demás ¿lo pillas?
No son demasiadas cosas pero repiqueteo por dentro como un metrónomo espídico. Vamos, que estoy acojonado. Yo no canto ni el Cumpleaños Feliz en esos cumpleaños a los que no me invitan. Víctor le ha pasado nuestros nombres a su hermano para que los ponga en la secuencia de canciones, así sabremos que nos toca cuando aparezcan en los monitores. «Después de ésta» nos dice su hermano. Ésta, es un chica de unos quince que anda enfrascada con el Laisse tomber les filles de Serge Gainsbourg en versión de April March. Por lo menos lo canta como ella y, aunque no lo consigue del todo, se mueve con mucha gracia haciendo molinetes con los brazos. La canción es buenísima. Se la he oído cantar a mi progenitora muchas veces pero ella lo hace como France Gall. Apunte: ¿Por qué Serge Gainsbourg vuelve locas a todas las mujeres? Lo malo es que la canción es cortísima así que de un momento a otro nos va a tocar a nosotros. No sé dónde meter las manos. Víctor se cosca, me da un chupito de no sé qué y me pasa uno de sus Luckys.
—No lo enciendas. Espera hasta que nos toque subir —y ya nos toca.
Atravieso el enjambre de mesas detrás de Víctor y bogo hacia los lados como una barquichuela borracha. ¡Ja, me desmayo! ¡Fijo! Me partiré los morros contra el dim sum de la mesa seis, ¡plaf!, y a otra cosa. Me sitúo muy cerca de Víctor antes de que la gente termine de aplaudir a la chavala, y empiezan a sonar los primeros acordes de Rock suave. Joe, quién me manda meterme en estas historias. «“Envejecer sentado al piano de algún club, / y conservar ese brillo salvaje en los ojos”». ¡Canta fenomenal, el tío! A ver si se mantiene porque ahora el tema coge ritmo. «“Entretener con un digno savoir faire nada más, / dejar cantar al corazón...”». ¡El tío lo clava! Y encima pega caladas entre versos, ¡qué genio! «“Rock suave”» dice Víctor, y ahí voy yo «“Con frío de cuchillo”»; «“Rock suave”» repite, y le sigo «“Elegante y sensual”»; «“Rock suave”» «“Un beso en la garganta”»; «“Rock suave”» «“Felino y animaaaaaal”», lo estiro cuanto puedo y ya sé que todo va a salir bien. Nos hemos animado tanto que hacemos posturitas macarras apoyando espalda contra espalda y así. No sé de dónde me salen pero me salen. «“Pelear hasta ser un homicida, nada más, / por ser mi dueño y poder cantar”», termino mi estrofa y con el estribillo los comensales comienzan a corear lo de «“Rock suave”» y nosotros dos terminamos la frase. ¡Vaya! Esto es lo que se siente sobre un escenario. ¡Buah, ha sido algo fenomenal! Me abrazo a él como si fuéramos amigos. Se me pasa por la cabeza que no debería hacerlo pero él no se queja, así que me mantengo cogido a él unos segundos más.
—Cantas genial.
—No es para tanto. Me sé casi todo el libro de memoria.
Nos hemos vuelto a sentar junto a la barra, pero Víctor parece haberse puesto triste de repente. Se lo noto aunque apenas nos conozcamos. Menudo ******, con lo a gusto que yo estaba ahora. La gente siempre tiene que jorobarle a uno estos momentos. No lo digo por Víctor, no sé qué le ha pasado o qué ha pensado para ponerse así; me refiero a que cuando consigues un chispazo de calma, no dura nada. Llega alguien y lo fastidia, sucede algo y se acaba o, simplemente, se termina el día, te metes en la cama creyendo que al despertar todo seguirá ahí y te levantas hecho unos astutas con mil historias en la cabeza y ganas de colgarte mientras te duchas. No lo aguanto. Por lo menos sabes que con todo mojado no vas a dejar de resbalar en el borde de la bañera y es casi imposible fallar.
—Yo creo que lo haces de maravilla y...
—Sí, tú crees que lo hago de maravilla como todos estos me gusta la fruta.
Juer. Me ha dejado chafado. El tipo que tenemos al lado ha debido de oírle pero está demasiado ciego como para montarla. De repente Víctor ya no me parece tan simpático como hace cinco minutos. Más que nada porque debería tener un poco de consideración conmigo. Me va a meter en un lío. Ya ha soltado cuatro veces más lo de «me gusta la fruta», y no se crean que lo dice entre dientes.
—Oye Víctor, cálmate tío. ¿Qué narices te pasa? ¿Quieres que nos la monten o qué?
Claro, como el cabrón es cinturón neցro, le da igual que los tipos de la mesa más cercana hayan mirado desafiantes un par de veces. En cuanto se le acerquen los derriba de una patada voladora y se queda tan ancho.
—Me pasa que me tenéis todos hasta la platano, me pasa que estoy cansado de que todos estos ¡me gusta la fruta! me miren como si estuvieran viendo al hijo de Fu Manchú, me pasa que todos creen que por tener esta cara llevo la mochila llena de deuvedés, me pasa que mis padres no me dejan salir con una chica por la que no duermo desde hace seis meses porque tiene ohos ledondos y me pasa que ya no aguanto más —dicho esto, se larga y yo miro hacia la reseca botella de cerveza que sostengo entre los dedos.
¡El tío está hecho polvo! Creo que tenía lágrimas en los ojos cuando se ha ido. Por lo menos le brillaban un montón. Miro hacia las mesas que hay alrededor y lo cierto es que sólo veo ¡me gusta la fruta! devorando kubak de gambas. Tiene que sentirse fatal el pobre Víctor. ¿Qué culpa tiene él de ser como es? Como no haga algo va a estar estropeado el resto de su vida. No me da ninguna pena pero parecía tan feliz hace un momento… Esto me deja muy frustrado, de verdad. Toda esta ralea que se ríe enseñando los dientes mientras mastica. El hecho de ser diferente no debería constituir ningún problema en sí. Todo se complica cuando te menosprecian por ello. puñeteros cobardes. ¡Anda! Acabo de caer en la cuenta de que ni siquiera nos hemos dado los teléfonos. Al menos sé dónde encontrarlo pero no estoy seguro de querer verlo de nuevo, está más desesperado que yo y eso no es bueno, un chino y un afeminado desesperados por las calles de Barcelona puede ser una combinación nefasta, como de guion de Tarantino en una tarde de ácido, nos puede dar por incendiar un par de barrios o por apostarnos frente a un Zara armados hasta los dientes. Además, Víctor tiene que ser muy bueno con la pólvora, eso seguro.
Pero que no hombre, estas confundido. Es conflictivo hablar sobre los diferentes tipos de orientaciones sensuales. Ya se sabe que definir es limitar, y esto se hace especialmente obvio cuando lo que se está definiendo es algo tan subjetivo como los patrones de atracción sensual y los diferentes criterios que se utilizan para determinar si algo es sexualmente atrayente o no.¿Cómo ponerle nombre a aquello que nos parece deseable? ¿Acaso no se vive la sexualidad como algo ligado a momentos, contextos y estados de ánimo determinados?Lo que nos atrae (o no) de las personas no son elementos concretos e inmutables que pertenezcan a ellas y que puedan ser llevadas como quien viste una camisa nueva. Nunca podemos decir con certeza de dónde nace el deseo que nos produce alguien en concreto, y menos aún asegurar que ese elemento nos resultará atrayente siempre.Sin embargo, cada vez es más frecuente hablar sobre un abanico de tipos de orientación sensual que con el tiempo va ganando en amplitud y variedad. Hace mucho que la gaysidad ha dejado de ser la única alternativa a la heterosexualidad, y como consecuencia nuestra noción de lo que es o puede ser la orientación sensual es cada vez más compleja y llena de matices.El hecho de que cada vez se formulen más propuestas para diversificar las variantes de orientación sensual no quita el hecho de que la dicotomía "gaysidad - heterosexualidad" siga teniendo vigor y en muchos círculos se siga clasificando a las personas y sus inclinaciones en estas dos categorías. El motivo es que estos dos conceptos cuentan con un asidero objetivo: el sesso biológico de las personas. El resto de tipos de orientación sensual, sin embargo, se basan en fenómenos subjetivos, para lo bueno y para lo malo.Las denominaciones o etiquetas para definir múltiples tipos de sexualidad no nacen desde el ámbito de la psicología o la biología, sino que aparecen más bien como parte de una iniciativa de raíz social (vinculada históricamente a los movimientos a favor de la igualdad) para reivindicar y dar visibilidad a formas de vivir la sexualidad que son eclipsadas por la norma: la heterosexualidad.Eso significa que detrás de la creación de estas categorías para poner nombre a los distintos tipos de orientaciones sensuales no hay la pretensión de etiquetar todas y cada una de las variantes que podríamos identificar si nos pusiéramos a ello, y tampoco se quiere encontrar formas de vivir el sesso que coincidan con ciertas bases orgánicas (conexiones neuronales inusuales entre ciertas áreas, un funcionamiento atípico de algunas partes del cerebro, etc.).No son conceptos hechos para servir a los propósitos de la ciencia, sino para conseguir una repercusión social. En concreto, lo que se intenta al utilizar estos términos es que se acoja con mayor sensibilidad a las personas que tienden a vivir una clase de orientación sensual alternativa.Si delimitar qué es y qué no es un tipo de orientación sensual distinto a otro es ya algo complicado, aún lo es más hablar sobre cuáles son los más importantes. Se trata de algo subjetivo y que depende de criterios arbitrarios para ordenar orientaciones sensuales de mayor a menor importancia y que, en definitiva, no nos dicen nada sobre si una es más válida que otra.En este caso, he seleccionado los tipos de orientación sensual que tienden a aparecer más en los medios para que las personas interesadas en el tema puedan empezar a indagar.Para bien o para mal, el amor es algo que llega de manera inesperada. No atiende a razones ni a cálculos racionales de lo que nos conviene desde una perspectiva realista. Simplemente llega con el enamoramiento, como una oleada de emociones, y hace que nuestra manera de experimentar la vida se tras*forme en cuestión de días o pocas semanas.Por eso, no hay nada que impida que aparezca el amor no correspondido, o uno claramente asimétrico en el que una parte de la pareja da mucho y la otra no invierte demasiado tiempo, esfuerzo o afecto. Así pues, mucha gente termina haciéndose una pregunta clásica: ¿cómo dejar de querer a alguien que no me valora? En las siguientes líneas desarrollaremos justamente este tema.Tal y como hemos visto, si bien las relaciones de pareja están compuestas (o deberían estar compuestas) por dos personas que se aman y que forman un vínculo afectivo, el amor puede darse perfectamente de manera unilateral. Querer a alguien no implica que ese alguien nos quiera, tal y como muchas personas descubren dolorosamente a lo largo de su vida. Pero eso no significa que debamos resignarnos a sufrir de manera pasiva las consecuencias de ese desengaño.Es cierto que uno no puede manipular de manera directa sus propias emociones, pero sí podemos tomar varias medidas para que el mal momento pase lo más rápidamente posible y podamos orientar nuestro foco de atención en proyectos de vida que sí nos permitan ser felices.Así pues, la clave está no en empezar a reprobar ni despreciar a quien n nos ha correspondido, sino simplemente en dejar de hacer que sea una prioridad pasar tiempo con esa persona o pensando en ella. El amor correspondido no deja de doler de la noche a la mañana, pero si no lo alimentamos convirtiéndolo en una obsesión y a través de la rumiación, sus repercusiones psicológicas y su relevancia se extinguirán sin más en cuestión de semanas.
 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
juer... progenitora mía... si lo llego a saber me meto en la cama....

---------- Post added 10-jun-2018 at 23:09 ----------

Little Little - Oh La La La [New Beat][Belgium][1989][Prod.Ro Maron] - YouTube

---------- Post added 10-jun-2018 at 23:37 ----------

El día que podáis leer... que simplemente podáis leer...


Vamooooooooooooooooooooossssssssssss

Little Little - Oh La La La [New Beat][Belgium][1989][Prod.Ro Maron] - YouTube


vamooooooooooooooooooosssssssssssssssssssssssss hijos de frutaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!

Sois todos una panda de cosa...... Polaco... Tú el primero....
Que te joroben

---------- Post added 10-jun-2018 at 23:49 ----------

Little Little - Oh La La La [New Beat][Belgium][1989][Prod.Ro Maron] - YouTube
 
Volver