lapetus
Madmaxista
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Hoy me parece a mí que el P. Santiago no ha estado muy fino en la homilía al decir que el "pan nuestro de cada día" es una petición puramente material.
Sí, el Señor nos echa de comer todos los días sin merecerlo. Pero no es eso lo que los católicos creen acerca de esta parte del Padre Nuestro.
La frase en griego que aparece en el Codex Sinaíticus (la copia más antigua conocida) del nuevo testamento es:
He dejado la palabra (epiousion) sin traducir a posta, porque no hay acuerdo sobre lo que significa. La palabra es un dislegómeno, un término que sólo aparece dos veces en el Evangelio (precisamente en el Padre Nuestro versión Mateo y versión Lucas), así que no hay otras referencias del sentido con el que se empleaba.
Los protestantes dicen que se traduce por "diario, de cada día", y entonces que es un pan material.
Pero el catecismo de la Iglesia Católica nos dice que tiene varias posibles traducciones, entre ellas "super substancial", la que se usa en la Vulgata clementina:
2837 “De cada día”. La palabra griega, epiousion, no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de “hoy” (cf Ex 16, 19-21) para confirmarnos en una confianza “sin reserva”. Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf 1 Tm 6, 8). Tomada al pie de la letra (epiousion: “lo más esencial”), designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, “remedio de inmortalidad” (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Ephesios, 20, 2) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (cf Jn 6, 53-56) Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este “día” es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre “cada día”.
Y cita a dos grandes santos, que como vemos lo interpretaron correctamente:
«La Eucaristía es nuestro pan cotidiano [...] La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos [...] Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación» (San Agustín, Sermo 57, 7, 7).
El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf Jn 6, 51). Cristo “mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial” (San Pedro Crisólogo, Sermo 67, 7)
Sí, el Señor nos echa de comer todos los días sin merecerlo. Pero no es eso lo que los católicos creen acerca de esta parte del Padre Nuestro.
La frase en griego que aparece en el Codex Sinaíticus (la copia más antigua conocida) del nuevo testamento es:
Original griego Koine | Pronunciación | Traducción literal |
τὸν ἄρτον ἡμῶν τὸν ἐπιούσιον δὸς ἡμῖν σήμερον | tòn árton hēmôn tòn epioúsion dòs hēmîn sḗmeron | Este pan nuestro éste (epiousion) dar nos hoy |
He dejado la palabra (epiousion) sin traducir a posta, porque no hay acuerdo sobre lo que significa. La palabra es un dislegómeno, un término que sólo aparece dos veces en el Evangelio (precisamente en el Padre Nuestro versión Mateo y versión Lucas), así que no hay otras referencias del sentido con el que se empleaba.
Los protestantes dicen que se traduce por "diario, de cada día", y entonces que es un pan material.
Pero el catecismo de la Iglesia Católica nos dice que tiene varias posibles traducciones, entre ellas "super substancial", la que se usa en la Vulgata clementina:
2837 “De cada día”. La palabra griega, epiousion, no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de “hoy” (cf Ex 16, 19-21) para confirmarnos en una confianza “sin reserva”. Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf 1 Tm 6, 8). Tomada al pie de la letra (epiousion: “lo más esencial”), designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, “remedio de inmortalidad” (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Ephesios, 20, 2) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (cf Jn 6, 53-56) Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este “día” es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre “cada día”.
Y cita a dos grandes santos, que como vemos lo interpretaron correctamente:
«La Eucaristía es nuestro pan cotidiano [...] La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos [...] Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación» (San Agustín, Sermo 57, 7, 7).
El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf Jn 6, 51). Cristo “mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial” (San Pedro Crisólogo, Sermo 67, 7)