Salir a correr de noche por el bosque

Desde hace bastantes años, quizás unos 15, he tomado la costumbre de salir a correr de noche, en verano solo salgo una vez a la semana por el calor, pero el resto del año, especialmente en otoño e invierno suelo salir dos o tres veces a la semana. El horario siempre es el mismo, más o menos entre las 4 (verano) y 5,30 de la mañana (el resto del año). Pero lo particular de mis salidas es que no salgo a correr por la ciudad, sino que lo hago a través de un bosque de ribera bastante grande que tengo cerca de casa, es una zona de caminos serpenteantes y vegetación tupida, pues como son este tipo de entornos, muy ricos en flora y fauna, con una biodiversidad acojonante. Por norma general a esas horas el camino está oscuro, es pedregoso y es fácil tropezarse si eres inexperto en estas lides, yo como estoy curtido después de muchos años no tengo ningún problema.

Los días de luna nueva con el cielo despejado son espectaculares, porque incluso en la oscuridad puedes ver tu propia sombra reflejada en el camino. El silencio es sepulcral, los días que no hace viento y todo permanece en calma el silencio es absoluto, solamente se ve interrumpido ocasionalmente por los animales que se mueven entre el denso amaje y, especialmente, entre las cañas. Algunas veces se escucha el sonido de algún búho, pero por regla general, y cuando no concurren elementos climatológicos, la calma es total.

Durante estas carreras nocturnas he tenido multitud de experiencias, de encuentros con animales salvajes, especialmente con jabalíes, que en una ocasión salieron a la carrera justo delante mío, saltando desde un cañizal al advertir mi presencia, corriendo camino abajo para refugiarse de nuevo en las inmediaciones del río. En otra ocasión un astuta corrió en paralelo a mi durante un minuto antes de desaparecer en la espesura del bosque, algo muy extraño por lo huidizos que suelen ser estos animales. También me he encontrado con ciervos, conejos y algunos tejones. Han sido encuentros fortuitos en los que el animal tenía más miedo que yo y ha huido rápidamente, sin mayores percances. Ya sé que me diréis que los jabalíes son peligrosos en estas circunstancias, y he tenido muchos encuentros con ellos, y mi experiencia me dice que mientras no interfieras en su camino no hay ningún problema. Incluso sé más o menos por donde suelen aparecer los animales, y en que zonas debo tener más precaución e intentar pasar de la manera más sigilosa posible por si acaso.

Nunca se me ha cruzado ni me he encontrado con nadie a quien se le haya ocurrido ir a correr por allí a esas horas ni que estuviera por las circunstancias que fueran. Obviamente, encontrarse a alguien a esas horas, en medio de la oscuridad, pues puede darte un susto de fin, lo sé. Pero veo complicado que pueda suceder, en los 15 años que llevo haciéndolo nunca me ha pasado, y el lugar da mucho respeto como para adentrarse en él así por las buenas. En cualquier caso asumo el riesgo, son más los beneficios que los riesgos.

Al margen de todos estos elementos propios del entorno, hay algo especial, casi místico diría yo, que uno encuentra cuando se adentra en esos parajes, llenos de gente por el día, pues suele ir mucha gente a andar o correr en esa franja horaria, pero oscuros y solitarios por la noche. No siento ningún miedo al adentrarme en el bosque, es más, cuanto más adentro estoy, en total soledad, más placentera se me hace la carrera, que por norma general suele durar una hora a buen ritmo. En verano normalmente se está en penumbra pero en invierno al principio la oscuridad es total, aunque al cabo de unos minutos la visibilidad mejora y guiarte perfectamente. Debe ser la noche, que tiene algo de mágico, probablemente por su relación con el misterio, con lo oculto y por el enorme simbolismo esotérico y tradicional que se le asocia, pero es otra historia totalmente diferente a correr por el día, nada que ver.

¿Alguien sale a correr por la noche por lugares parecidos o tiene costumbres extrañas de este estilo?