Rafael Poch: “En Ucrania, Occidente es culpable”

Eric Finch

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Rafael Poch: “En Ucrania, Occidente es culpable”
Andreu Barnils 28 de febrero de 2022

Entrevista (realizada antes del inicio de hostilidades en Ucrania) con Rafael Poch, periodista y antiguo corresponsal de “La Vanguardia” en Rusia, muy crítico con la posición occidental en Ucrania.

El periodista Rafael Poch (1956) es de las personas mejor informadas sobre Rusia, donde fue corresponsal de La Vanguardia (1988-2002). Ha escrito tres libros, el último de los cuales se titula: Entender la Rusia de pilinguin. De la humillación al restablecimiento (Aikal).

Después de décadas recorriendo mundo como corresponsal (Rusia, China, Francia), el señor Poch ahora vive en Gerona y escribe artículos interesantes, leídos y comentados. Los últimos, publicados en Contexto, versan sobre el conflicto en Ucrania y aportan una mirada muy crítica con el bloque occidental, al que atribuye (en esta entrevista publicada antes del inicio de las hostilidades) la principal responsabilidad de lo que pueda pasar.


(Artículo también disponible en inglés y francés.)

—En la crisis de Ucrania usted es crítico con Occidente. ¿Por qué?

—Porque en Ucrania Occidente es culpable. Culpable de la situación geopolítica global más peligrosa después de la guerra fría. El principal responsable. Cuando hablamos de Occidente hablamos de la suma de Estados Unidos y la OTAN, que representa más del 50% del gasto militar mundial. Hace muchos años que ambos rodean militarmente a sus dos grandes adversarios, que son China y Rusia. Ambas, potencias nucleares. Este acorralamiento nos es presentado como una defensa. Y cuando los otros reaccionan y salen al paso con movilizaciones militares, éstas nos son presentadas como una amenaza, cuando resulta que Rusia tiene el 3% del gasto militar y China el 13%. Tanto la geografía como las cifras son concluyentes. Esta labor de acorralamiento es una verdadera locura. Una majadería.

—¿Por qué?

—Por qué son tres potencias nucleares.

—Cuando habla de acorralamiento, ¿en qué lugares piensa?

—En el caso de China pienso en las islas del océano Índico, en Singapur, Indonesia, Australia, Japón y Corea del Sur. Todo el contorno de China está rodeado militarmente. Y desde 2012, con la política de Obama de pivot to Asia, este contorno recibe la ayuda de la potencia aeronaval norteamericana con bombardeos estratégicos B-52 en las islas de Diego Garcia, tocando a China. En el caso ruso, desde mediados de los años noventa, han sufrido cinco oleadas de ampliación de la OTAN hacia el este. Al principio afectaban a países del este, pero últimamente afectan también a repúblicas exsoviéticas. Desde 2008 se apunta a Ucrania y Georgia.

—Frase suya: “Tendríamos que leer los documentos rusos, que proponen un pacto. Documentos muy razonables de leer”. Para quien no lo haya hecho, ¿qué dicen?

—Reactivar el acuerdo INF, de fuerzas nucleares de mediano alcance, que se firmó el 1987 con Gorbachov y que los americanos abandonaron unilateralmente en 2019 con Donald Trump. Este acuerdo puso fin a la famosa crisis de los euromisiles en Europa. Los americanos se retiraron porque querían tener las manos libres para desplegar misiles nucleares tácticos, sobre todo, en Asia. Los documentos también proponen que se retiren todas las armas nucleares de territorio europeo; que no se hagan ejercicios con escenarios nucleares; que no se integre Georgia y Ucrania en la OTAN; que la seguridad europea tome en consideración los intereses de todos, incluidos los rusos, y no los unos contra los otros. Y todo esto son ideas que vienen de muy lejos. Los rusos las han ido proponiendo desde el año 1990. Y nunca les han hecho caso. ¿Por qué? Porque eran muy débiles. Esta vez, Rusia no es tan débil. Y ha colocado 100.000 soldados en la frontera de Ucrania. Es un recurso de negociación muy grande. Ahora sí que les hacen caso. Se confirma la regla de que el mundo no respeta a los débiles. Y ha empezado una negociación que veremos dónde lleva, y que constituye un riesgo.

—Y en esta negociación, ¿se descarta la ampliación de la OTAN, como quieren los rusos?

—No. La respuesta al documento ruso (que los rusos la pedían por escrito y los americanos han dicho: de acuerdo, pero que sea secreta), según el ministro de Asuntos Exteriores ruso, parece que sería sobre cuestiones secundarias. Por las filtraciones, sería sobre el acuerdo de los misiles antimisiles que se firmó muchos años atrás, y del cual los americanos se habían retirado unilateralmente. Y también se podría negociar sobre las fuerzas nucleares de mediano alcance, pero sin restaurar el INF. Es interesante lo que ha dicho pilinguin: “Si no hay una respuesta suficiente, y convincente, Rusia adoptará medidas tecnomilitares”. Y con esta ambigüedad (¿qué debe de querer decir?) pilinguin ha colocado más expectación en todo ello. […]

Joan B. Culla recuerda el imperialismo ruso en un artículo donde señala que este imperialismo existe antes de pilinguin. Que Rusia quiera expandirse hacia Europa es característica de los siglos XVII, XVIII y XIX. Hay gente asustada.

—Este señor tiene razón. Pero las ambiciones rusas de dominación se limitan a algunas repúblicas, ni siquiera todas, de la antigua URSS. La dirección rusa, muy dominada por los servicios secretos, empezando por pilinguin, está convencida de que lo que buscan los occidentales es la desmembración de Rusia en cuatro o cinco repúblicas. Esto no es tan paranoico como parece, porque ha sido, efectivamente, uno de los planes de los estrategas norteamericanos. Recordemos el libro de Bigniew Brzezinsk del año 1997, El gran tablero de jaque mundial. Se leyó con mucho interés en Moscú, y decía que Rusia se tendría que desmembrar en cuatro o cinco repúblicas; Extremo Oriente, Siberia, Europa, Cáucaso. Y muchas cosas que han pasado durante los años noventa, que aquí no nos han llegado porque no nos informan, coinciden con esta tesis.

¿Por ejemplo?

—Las ayudas que los guerrilleros chechenos recibieron por debajo de la mesa; la política nacional de las radios y medios que publican en Rusia (hay una red de medios que hablan todas las lenguas de Rusia con propósitos separatistas). Esta obsesión de pilinguin y compañía sobre la desmembración es importante para entenderlos. Creo que pilinguin, ahora que es un hombre grande, algún día tendrá que dejar el cargo. Y querría dejarlo con esta cuestión estratégica resuelta. Que Rusia llegue a un equilibrio estratégico y geopolítico con los vecinos estable. Que no sea una amenaza para ellos. ¿Son ciertos los propósitos de dominio ruso sobre sus vecinos? No hay ninguna duda. Lo son. Los vecinos de Rusia, ¿tienen miedo de Rusia? Y tanto que sí. Lo tienen. Solo hay que mirar la historia: la de Polonia, Ucrania, los Países Bálticos, Ucrania occidental. Pero, ¿qué pasa con la historia de Rusia? Es la de un país invadido dos veces desde 1812, donde las fuerzas militares han llegado hasta Moscú, la última vez con 27 millones de muertes como precio. Volviendo a la conferencia de París de 1990, tenemos que configurar una seguridad europea que tenga en cuenta nuestros intereses y también los de Rusia. Los dos.

En este sentido, ha escrito que Ucrania y otros países del este podrían ser países neutrales. Fuera del bloque del este y de la OTAN. Y esto daría seguridad a los europeos y a los rusos. ¿Por qué la expansión de la OTAN en estos países puede ser útil para los americanos, pero no para los europeos ni para los rusos?

—Sí. Es así de sencillo. La presencia de la OTAN es la clave, porque dominar Europa es muy importante dentro de la dinámica global. Y los responsables americanos lo han expresado en infinidad de documentos.
Es absurdo que la OTAN justifique su existencia con conflictos provocados por la existencia misma de la OTAN y su ampliación

Es absurdo que la OTAN justifique su existencia y presencia en Europa a partir de los conflictos que son provocados por la existencia misma de la OTAN y su ampliación. Americanos como Kissinger, el embajador Matlock y otros defendían la finlandización de Ucrania: ni en un bloque ni en el otro, con soberanía intacta. Como Finlandia.

Y los ucranianos, ¿qué? ¿No les podemos dejar elegir?

—Muy bien dicho. Y los ucranianos, ¿qué? Precisamente, éste fue el gran delito de la UE, en 2013. Los ucranianos, ¿qué? Un año antes de la revuelta de Maidan, la UE propuso en Ucrania un pacto de asociación comercial con la UE. Pero quería la exclusividad. Si Ucrania lo firmaba, tenía que decir que no a la unión eurasiática que proponía Rusia. Rusia y Ucrania respondieron: teniendo en cuenta que la población de ésta es medio rusa, que más de la mitad de su comercio es con Rusia, y proponiendo un acuerdo a tres bandas: Ucrania, UE y Rusia. La respuesta de la UE fue: “O con nosotros, o nada”. Y el gobierno ucraniano dijo “Ya nos gustaría, ya”. Pero nada. Y a partir de aquí, empieza la revuelta de Maidan, que fue una mezcla de revuelta popular y golpe de estado occidental. Y el nacionalismo radical ucraniano prooccidental, tan diferente del oriental, se colocó en el centro del país y lo dominó todo. Con mucha represión. Y ganaron, salvo en las dos regiones rebeldes, ayudadas por Rusia de manera subterránea, que cogieron las armas. Pero hubo muchos lugares que aquella no les gustó, y ésta es una crónica que no ha hecho nadie. Yo asistí en Odesa, en marzo de 2014, un mes después de Kiev, a manifestaciones de decenas de miles de ciudadanos contra el Maidan. Este movimiento de protesta, en Odesa, fue rematado con una matanza de cincuenta personas en la Casa de los Sindicatos, el 2 de mayo de 2014. Una cosa bestial, de la cual aquí no se ha hablado lo más mínimo. Hubo otras matanzas en Járkov, Mariúpol. Y en Kiev mismo, en el cambio de régimen fue decisiva la matanza de un centenar de manifestantes, que según los estudios más convincentes fue protagonizada por tiradores prooccidentales. Cuidado con toda esta historia, que hay mucha trama de color.

Frase suya de estos días: “Tienen más sensatez los militares que los periodistas”.

—Es fruto de mi experiencia personal. Tienen más sensatez los militares que los periodistas. Me pasó en Francia, donde lo observé claramente. El gaullismo, el soberanismo francés, estaba mucho más presente en los medios militares que entre los periodistas. Los militares están menos influidos por la propaganda y juegan más con los datos objetivos que tienen sobre la mesa. En cambio, el universo mediático y de expertos de think tanks está totalmente colonizado por muy claros intereses. Si analizas los más importantes think tanks americanos y europeos, ves que están financiados por la industria armamentística, por la OTAN. El lunes mismo, tenía que participar en un debate radiofónico y me di cuenta de que el otro señor que hablaba era director de un think tank inglés, financiado por el Departamento de Estado, la OTAN, el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Lituania, el Ministerio de Defensa británico y el ejército británico. Y tienen las santas narices de presentarse como un think tank independiente. ¡No te fastia! Y esto también pasa en nuestro país. El CIDOB tiene como presidente a Javier Solana, exsecretario de la OTAN. Y hasta hace poco, Narcís Serra, exministro de Defensa. ¿Quién paga a toda esta gente? ¿Qué independencia tienen? Pues la misma que tienen los estrategas rusos. No es diferente.

¿Qué papel ha tenido China en el conflicto de Ucrania?

—Prudencia. Mucha prudencia. No ha reconocido la anexión rusa de Crimea. Esta semana, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Pekín, como mucho, ha llegado a decir que Occidente tendría que tener en cuenta las preocupaciones de seguridad de Rusia. No ha ido más allá.

Leyendo sus artículos, le veo asustado, y esto me asusta. ¿Puede acabar todo esto como el rosario de la Aurora?

—Naturalmente! Hablamos de bloques militares. Es de una fragilidad increíble. Ahora tenemos el batallón AZOV ante el Donbass. Y éstos son neonazis puros. Su emblema es el de la división del Reich. ¿Hasta qué punto están controlados por Kiev, hasta qué punto se los puede descontrolar? ES ésta otra cuestión. Este bando está lleno de gente de la CIA, y el otro bando está lleno de gente de la inteligencia militar soviética, del GRU. Esto se les puede escapar de las manos. Ahora imaginaos que un dron, de origen desconocido, bombardea un pueblo ucraniano occidental, o de la Ucrania russófila, con noventa muertos. Episodios muy oscuros, en los que nunca sabes quién lo acaba haciendo. Así estamos.

—¿Algo más que añadir?

—Un último apunte: estos días todo el mundo dice que los rusos tienen 100.000 soldados. Pero ha llegado un informe de la misión de los observadores especiales del OSCE en Ucrania que dice que el ejército ucraniano tiene desplegado en el frente de las regiones rebeldes del Donbass 150.000 soldados. Y esto no lo dice nadie. La batalla de la información es terrible. Y otra cosa: de 1991 a 2014, los norteamericanos han dado 4.000 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania. Y de 2014 hasta ahora, 2.000 millones más. Gran Bretaña, dos millones de libras. Los turcos han dado drones. Quizás Ucrania no está integrada en la OTAN, pero su implicación militar es un hecho. Todo esto es muy peligroso. Y a pesar de que sé que estoy en minoría, creo que en Ucrania la responsabilidad de todo es occidental. Yo ya lo decía en los años 90, cuando la OTAN se expandía hacia el este con aquella alegría, y Solana iba a Moscú con aquella sonrisa: no, no hay que ir contra Rusia. Por favor. Seamos serios.

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