Entiendo por desinformación todo relato que, lejos de ensayar una aproximación objetiva a los hechos efectivamente acaecidos, pretende que sea la realidad la que se adapte al capricho, los interes particulares, la emotividad desenfrenada y los delirios del que la describe. El peligro que esto supone se ve incrementado exponencialmente cuando el "informador" no es un sujeto en pleno uso de sus facultades mentales sino que es un trastornado. En Burbuja abunda esta última tipología y aun ha conseguido erigirse en mainstream por encima de criterios racionales que ahora son desmentidos por trasnochados e inútiles. Es la consecuencia lógica de conceder el uso de la palabra a aquellos que hacen un uso espurio de ella. Cuando la razón renuncia a la impronta que obligatoriamente está llamada a ejercer en toda sociedad civilizada (real o virtual) y se la despoja del puesto privilegiado que hasta ahora ocupaba, el vacío que deja tiende a ser ocupado por los "espacios delirantes" cuya consecuencia evidente es el caos.
Antes la sociedad poseía mecanismos de autodefensa para disciplinar a los disfuncionales pero la terapia electroconvulsiva o la benéfica lobotomía son métodos eficacísimos que han caído en desuso o han sido directamente erradicados por influjo de una ideología tan nefasta y perniciosa como el progresismo antisiquiátrico que no sólo reconoce el "derecho" a la diferencia de los trastornados sino que les conceden privilegios de los que antes sólo disfrutaban los cuerdos, y lo que es peor: se les otorga plena libertad de movimiento y aun se les dota de una herramienta tan poderosa y tan peligrosa en manos de indeseables como Internet. Es claro que si no se restringen y neutralizan este tipo de desviaciones la sociedad puede verse seriamente perjudicada como de hecho ya lo está siendo; cuando esa misma sociedad pone en cuestión la neta frontera que existe entre cordura y locura hasta el punto de desdibujarla y borrar sus contornos esa sociedad esta cavando su propia tumba.
Antes a los disfuncionales se les internaba en establecimientos que les proporcionaban todo tipo de curatelas y evitaban que se convirtieran en un peligro para los demás y para sí mismos, y entre chute y chute de haloperidol se les instruia en el uso de unos pasatiempos tan saludables como el juego de la petanca o los puzzles de 1000 piezas con paisajes de los alpes suizos o se les infundía el sano ejercicio de la lectura con textos píos y edificantes como las hagiografías de los Santos, ahora todo eso ha sido sustituido por el Google lo cual supone una bomba de relojería que debe ser desactivada a la mayor brevedad.
Cuando la "inclusividad" con los locos se ha llevado demasiado lejos hasta el punto de considerar que los que ayer eran meros sujetos pasivos e inocuos para la pólis deben pasar a ser agentes activos en su desempeño, los fundamentos de ésta se resquebrajan y amenazan ruina, cuando se permite que aquellos que han perdido todo nexo de unión con la realidad sean los encargados de desvelar sus arcanos más profundos tras*mitiendo a los demás el residuo fecal que sirve de pegamento a sus dos únicas neuronas disponibles y convirtiéndolo en el modo de interacción entre seres humanos que se han despedido del sentido común y de la racionalidad, entonces, cuando eso sucede, no queda sino entonar las honras fúnebres por una sociedad que ya no da más de sí y que de hecho y de derecho está acabada.