¿Que fragmento os gusta más?

Imaginad que estáis en el instituto y os obliga a leer un libro. Tenéis que elegir entre dos después de leer los primeros párrafos de cada.



Opción 1



Despierto sobresaltado en una articulada y fría cama de hospital. Ya tendría que estar acostumbrado después de varias semanas ingresado. Pero suelo necesitar mi tiempo para ojear el habitáculo y recordar por qué estoy aquí. Son muchas las cosas que he olvidado después de sobrevivir a un grave accidente. No llegaba a ser una hoja en blanco, alguien que no sabe ni atarse los cordones de los zapatos. Por suerte los conocimientos básicos seguían intactos.

Sé que me llamo Marco, que tengo 37 años. Recuerdo partes de mi infancia, una infancia dura dónde pasé la mayor parte del tiempo en un centro de acogida, debido a problemas familiares y a la prematura fin de mi progenitora.

Y recuerdo a Vega, ella era lo más importante y lo único bueno que tenía en mi vida, a mi querida Vega. Ella es el recuerdo más claro que tengo, como podía olvidarme de ella. ¡Jamás podría! Pero no sé nada de ella, desde el accidente.

Hoy es mí último día en el Hospital y he perdido toda esperanza de que Vega, venga a verme. ¿Dónde está Vega? Es la pregunta que me hago cada día, durante estas últimas semanas que estoy consciente. No logro entender por qué no está aquí cuando mantenemos una relación tan especial, una relación que no se puede explicar con palabras, algo puro, irrompible. Eso es algo que recuerdo claramente, un recuerdo tan fuerte que ni siquiera un accidente de esa gravedad podría borrarlo. Pero me mentiría si dijera que ahora mismo no estoy confundido e inseguro. Desde que he despertado no sé nada de ella. Nunca ha pasado por aquí, incluso he preguntado a los enfermeros si una chica llamada Vega ha venido a visitarme en algún momento, pero a nadie le consta haberla visto. Todo esto precipitaba mis ganas de salir de allí y encontrarla, por lo tanto pedí el alta médica voluntariamente, cuando me vi con fuerzas.

Ha pasado ya un mes aproximadamente de mi ingreso, y todavía sigo soñando cada noche el momento de mi accidente. Siempre en el mismo lugar; una oscura carretera que atravieso por un espeso bosque y luego inevitablemente ocurre. Dejo de prestar atención a el asfalto y choco con algo rígido, posiblemente un árbol, atravesando la luna delantera del coche y saliendo despedido como un cohete. Todo en una fracción de segundo, irónicamente contradiciendo la norma de la DGT, al no llevar puesto el cinturón de seguridad y que gracias a ello me salvaría la vida, ya que la parte delantera quedó completamente destrozada. Esto último fueron palabras textuales del doctor.




Opción 2


Decenas de cadáveres desmembrados yacían, inertes sobre la hierba, alimentando a numerosos enjambres de moscas, atraídas por el fétido hedor de la carne en descomposición. Habían llegado desde el sur a mediados del verano, como una plaga de langostas. Bestias sedientas de sangre y botín, fieras a caballo. De hierro eran sus centelleantes espadas, teñidas ahora de rojo. De hierro las afiladas puntas de sus lanzas y flechas, de hierro sus cotas de malla.

Durante una jornada entera robaron, violaron y mataron con el fervor desbocado de quien se sabe impune. Ningún temor les espoleaba, no había rey ni señor que pudiese presentarles batalla en aquellas tierras. Apartaron y ataron entre sí a los jóvenes sanos que venderían como esclavos, el resto fueron torturados durante horas y salvajemente ejecutados. Hombres, mujeres, ancianos, niños pequeños; incluso después de muertos se cebaron con sus cuerpos.

No hallaron oro ni objetos de valor en la aldea, tampoco armas. Junto a los muchachos y doncellas, tan solo lograron reunir un puñado de ovejas como únicos despojos. Había también algunas vacas y un par de caballos famélicos a los que sacrificaron. De regreso no encontrarían buenas pastos, y llevaban el forraje justo para sus propias monturas. Finalmente, y tras abastecerse de grano, queso, coles y nabos, incendiaron las casas y la cosecha. Tenían el firme propósito de no dejar nada a su paso.

—¡Acercad las mulas al riachuelo y cargad esos odres de una maldita vez! No pasaré otra noche más en esta pocilga— ordenó Mohamed. Ya estaba harto de aquellas montañas, de sus sombríos bosques, de aquel clima hostil cuyas noches eran frías incluso en verano. No veía la hora de regresar a su Córdoba natal, descansar en un lecho confortable, desayunar fruta fresca y dulces, y pasear despreocupadamente por los floridos jardines de la ciudad. Por suerte el trabajo ya estaba hecho. Para Mohamed, las aceifas no suponían más que una aburrida e incómoda obligación laboral. La presa obtenida aquel día no era gran cosa, pero aquello no importaba. El principal propósito del califa, o más bien de su hayib, al ordenar aquellos saqueos no era robar las escasas posesiones de unos perversoss cristianos. El verdadero motivo era la propia matanza de cristianos en sí. La destrucción de sus ciudades y aldeas con el fin de debilitar y empobrecer aún más sus pequeños reinos, que hasta ahora habían logrado resistir a la conquista fiel a la religión del amora.

Hacía ya más de mes y medio desde que partieran de Córdoba junto a una comitiva compuesta por cientos de jinetes y al menos cuatro semanas de su paso por Coria. Reunieronse allí con la infantería, que había hecho el camino por mar hasta Oporto. Luego se adentraron en territorio gallego destruyendo varios castillos, la villa de Iria Flavia y la ciudad santa de Santiago de Compostela, la cual arrasaron hasta sus cimientos con el fin de quebrar la fe y la jovenlandesal de los cristianos. Tras esto partieron de regreso llevando consigo miles de esclavos. Decidieron regresar atravesando los bosques del Bierzo en dirección a León, con el propósito de devastar también aquellas tierras.




¿Cuál
continuaríais leyendo?

Puff, difícil, porque ninguno de los dos textos me ha llegado. Pero si tuviera que elegir uno, el primero.
Por cierto, esto no me ha gustado: "Vega, venga a verme. ¿Dónde está Vega?"

¿Cómo va tu novela?
 
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